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Internacional

26 de julio del 2002

Crisis en la economia norteamericana
Bush necesita otra guerra

Raisa Pages
Granma Internacional
Una bomba de tiempo estalló en Estados Unidos. Sólo que este ataque terrorista fue sin explosivos. Reventaron los globos hiperinflados en las acciones en Wall Street y el estruendo llegó hasta la mismísima Casa Blanca.
El Presidente y su vice, precisamente, se convirtieron en millonarios durante su pasado empresarial, por medio de los mismos manejos que ahora condenan y piden mano dura a los ejecutivos que cometieron sus mismos pecados.
El sueño americano se ha convertido en una pesadilla. El desmedido endeudamiento de las familias y compañías norteamericanas rebasa su capacidad real de pago, a lo cual se agrega que la principal garantía es el valor artificial de las acciones que poseen.
A finales del 2001 la deuda de los hogares estadounidenses absorbía más del 92 por ciento de su ingreso disponible. En el caso de las empresas, las obligaciones contraídas superaban el 100 por ciento del PIB estadounidense, es decir, más de 10 millones de millones de dólares, indicaron fuentes del Centro cubano de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).
La conducta irresponsable asumida por los bancos norteamericanos y extranjeros, contribuyó al actual descalabro financiero. Los bancos otorgaron créditos violando las reglas más elementales y aceptando como único aval los títulos bursátiles.
Las entidades financieras norteamericanas han llegado al extremo de conceder préstamos a personas dudosas, quienes por sus características o historial crediticio, no encuentran financiamiento en ningún lugar. El negocio consiste, explicó el catedrático cubano Francisco Cobarruvias, en cobrar elevados intereses y comisiones aún mayores. Estos préstamos han crecido desde 27 mil millones de dólares en los inicios de la década del 90, a más de 430 mil millones de dólares en la actualidad, lo cual equivale al 10 por ciento de todos los préstamos hipotecarios estadounidenses.
TEJADO DE VIDRIO EN LA CASA BLANCA
El Presidente, con un inmenso tejado de vidrio en su pasado, solicita ahora mano dura con la deshonestidad. Si fuera consecuente con los principios que preconiza, debería empezar por limpiar su propia casa.
La prensa norteamericana se ha encargado de revelar el oscuro pasado del ex empresario texano, y de otros que ostentan altos cargos, como el propio vicepresidente Cheney.
La popularidad del número UNO desciende. Y para volver a los planes estelares de las encuestas realizadas después del 11 de septiembre, el Presidente reactivará guerras residuales e iniciará otras con las naciones clasificadas por él como instigadoras del terrorismo.
La próxima víctima será Irak y están preparando el terreno para disuadir a todo el mundo de la necesidad de este nuevo conflicto.
El vicesecretario de Defensa de Estados Unidos, Paul Wolfowitz, conversó detalles sobre el plan de ataque estadounidense a Irak durante su última visita a Turquía, según el diario egipcio Al-Hayat.
Wolfowitz subrayó en Turquía, que en este conflicto, "quien no está con nosotros está contra nosotros".
La exacerbación de la escalada armamentista en Estados Unidos no es sinónimo de fortaleza, sino signo de debilidad, según opinión de expertos latinoamericanos. El profesor Jorge Beinstein, de la Universidad de Buenos Aires, manifestó que el Gobierno norteamericano se está topando con situaciones que se le escapan de las manos, que no puede resolver, para lo cual está respondiendo de una manera catastrófica. Están reaccionando a su crisis profunda con una respuesta desmesurada en la militarización.
DE MILLONARIOS A POBRES
Las grandes corporaciones están reventando como una pompa de jabón. Primero fue Enron y hoy más de un millar están siendo investigadas.
El más reciente escándalo financiero, o quizás el más sonado por su repercusión, lo protagonizó el gigante WorldCom, con la bancarrota más grande en la historia de Estados Unidos.
Medios de prensa indican que WorldCom inició ahora una reorganización para satisfacer a los bancos, pero no protegerá a los accionistas, los dejará en la ruina.
Para quedar bien con Dios y con el Diablo, el señor George W. Bush declaró que la bancarrota de WorldCom es "simplemente el ejemplo más reciente de corporaciones que hacen cosas malas". Y conminó al Congreso a que apruebe, antes de irse al receso veraniego, una legislación que aumente los castigos para los ejecutivos empresariales estafadores (¿Se estará poniendo la soga al cuello el propio Presidente o se cree inmune a su pasado?) Los escándalos contables de grandes compañías, el déficit de la cuenta corriente equivalente al 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y un tímido crecimiento de la economía han convertido a Estados Unidos en un sitio poco atractivo para los inversores.
Cuando WorldCom figuraba entre las inversiones favoritas, el valor de sus acciones superaba los 120 000 millones de dólares. Cada acción valía más de 62 dólares. El pasado 19 de julio se cotizaba a nueve centavos. WorldCom dejó sin trabajo, en sólo un mes, a 17 mil trabajadores.
Estados Unidos, el país de las encuestas, está dando resultados que preocupan al mandatario de esa nación. Una de las efectuadas recientemente reveló que más de la mitad de los entrevistados piensa que al Gobierno le interesa más proteger a las grandes empresas que a los ciudadanos corrientes, millones de los cuales lo han perdido todo por los escándalos de firmas como Enron o WorldCom.
Ante los oscuros manejos de la actual administración con el sector empresarial, Bush rechazó la propuesta de que la Comisión del Mercado de Valores (SEC) divulgue todos los archivos relacionados con sus actividades en Harken Energy, cuando éste fue su director, fortaleciendo la sospecha de que esconde algo.
El diario The Boston Globe reveló, además, otra sucia historia del número UNO, cuando era alumno de la Universidad de Harvard, etapa que ahora no quiere recordar. Bush-hijo desvió fondos de esa famosa universidad por valor de 30 millones de dólares a la compañía petrolífera Harken, cuando era alumno de esa casa de estudios y administrador delegado, en la segunda mitad de los 80.
La inversión en la petrolera Harken, que habría sido favorecida por las relaciones privilegiadas de la familia Bush con la histórica universidad, comenzó en 1986 y fue instrumentada por el fondo independiente Harvard Management —uno de los más grandes y prestigiosos de Estados Unidos—, que gestiona las donaciones de esa institución académica.
The Boston Globe se pregunta por qué el fondo de inversión de Harvard se interesó en suministrar una cifra tan importante por una pequeña empresa petrolera texana en serias dificultades.
El hecho de que el administrador de ese fondo fuera el ex alumno George W. Bush genera suspicacia, sobre todo en la época en que el estudiante era nada más y nada menos que el hijo del Vicepresidente de Estados Unidos.
Otras "minucias" del hombre de negocios que hoy ocupa la oficina oval, lo reveló The New York Times. Se trata de la venta de las acciones de la compañía Harken Energy, sin informarle al resto de los accionistas, lo que le proporcionó dividendos por un millón de dólares. Casualmente (¿?) esa firma entró en quiebra poco después.
Con ese dinero ganado fraudulentamente, Bush-hijo compró posteriormente el 1,8 por ciento del valor del equipo de béisbol Los Texas Rangers. El grupo de inversionistas lo colocó a la cabeza del negocio (¡qué nobles hombres!), aun cuando su aporte era pobre.
Cuenta el New York Times que este grupo, unos años después, vendió el equipo por el triple de su valor y el actual Presidente se embolsó 15 millones de dólares. De un aporte inicial de 606 mil dólares en la compra de Los Texas Rangers, se hizo de una notable suma. ¿Cómo? El fraude consistió en lo siguiente: construyeron un nuevo estadio en Texas con dinero del Gobierno. El Estado impuso un impuesto sólo para levantar el estadio, el cual costó entre 150 y 200 millones de dólares. Compraron terrenos en los alrededores, para los parqueos, a mucho menos valor del real, porque las adquisiciones las hizo el Estado y tiene esa prerrogativa. Hubo una gigantesca operación de reventa de tierras e incluso se confiscaron terrenos de privados para entregarlas al grupo que presidía Bush, quien a la sazón (¡qué casualidad!), aspiraba a gobernador del estado de Texas.
El actual mandatario de EE.UU. había aportado en la operación sólo el 1,8 por ciento de la compra del equipo de béisbol. Debía recibir, por tanto, 2,3 millones de dólares, pero el resto de los socios renunciaron a un porcentaje de sus ganancias voluntariamente (¡qué buenas personas estos capitalistas¡) y le dieron el doce por ciento de las ganancias, 14,9 millones de dólares. Con ese gesto de desprendimiento estaban comprando al futuro gobernador de Texas.
El equipo de los Rangers fue vendido a un señor, al quien luego, en pago, el gobernador Bush nombró al frente de la corporación que asumió el manejo del fondo de la universidad de Texas y otras instituciones académicas, privatizado por el actual Presidente. La cifra era respetable: nueve mil millones de dólares. Así recompensó al hombre que pagó el triple por el equipo de béisbol.
Ahora, el Presidente prohibió a las compañías otorgar créditos blandos, con bajos intereses, a sus directivos, práctica que convirtió en millonarios a muchos que hoy ocupan cargos en la Casa Blanca.
En la compañía Harken Energy a Bush-hijo le dieron un préstamo de 180 mil dólares en 1986 y durante 8 años nunca le dijeron que pagara. La tasa de interés en aquel entonces era de 7,5, pero al señor se la rebajaron a cinco por ciento.
Otra de las soluciones planteadas por el mandatario norteamericano para combatir la corrupción fue crear un grupo especial en la Fiscalía General de la República, dirigido por Larry Thompson. Este sujeto fue director de la corporación financiera Providian, que se dedicaba a tarjetas de crédito con pocos recursos, y también, por supuesto, estaban inflando las ganancias.
DE LA BORRACHERA A LA RESACA
El déficit presupuestario para el próximo año fiscal será más grande que lo esperado. Se calcula en más de 165 mil millones, pero la Casa Blanca dijo que retornarán al superávit en el año 2005, cosa poco creíble.
La resaca que vive ahora la mayor economía del mundo fue avisada, en diciembre de 1996, por el propio Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, cuando dijo que los mercados estaban viviendo una exuberancia irracional, pues el valor de las acciones no se correspondía con la producción.
Cuando se produjo esa gran borrachera en la bolsa de valores, entre el 60 y 70 por ciento de las familias norteamericanas empezaron a jugar a la bolsa. Ahora, decenas de millones de personas en los Estados Unidos se han quedado sin un centavo.
Entre enero y febrero del 2001 ingresaron 78 mil millones de dólares por concepto de inversiones extranjeras en Estados Unidos, en igual etapa de este año sólo ingresaron 14 mil millones de dólares. En los inversionistas nacionales y extranjeros existe una gran incertidumbre. El índice de desempleo en EE.UU. asciende a 5,9 por ciento, en los jóvenes es mucho más. La actual administración culpa a la anterior, pero en realidad esto forma parte de la base del sistema, de su estructura de la desregulación de la bolsa de valores, de la especulación financiera y no ha pasado aún lo peor.