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Internacional

24 de julio del 2002

Crisis financiera en Estados Unidos

El anuncio de una nueva recesión
Hugo Fazio
El Siglo
En EE.UU., los escándalos financieros de grandes empresas se han transformado en una noticia de todos los días. Las secciones de economía de los periódicos destinan grandes espacios a hablar de escándalos. Los fraudes de Enron, WorldCom, Xerox, Tyco, QWest, Global Crossing, Bristol-Myers, Merck, etc., llenan páginas. El listado se alarga constantemente. El Presidente Bush y su vicepresidente Cheney no quedan al margen de estos reportajes. De acuerdo a Weiss Ratings, al menos un tercio de las empresas cotizadas en Bolsa podrían haber manipulado sus resultados financieros (13/7/02).
El número de quiebras de empresas en Estados Unidos se dirige hacia un segundo año consecutivo de niveles récord. El 2001, 255 sociedades que cotizaban en bolsa, encabezadas por Enron, solicitaron protección judicial en empresas con activos totales de US$260.000 millones, casi tres veces la cifra que se alcanzó como promedio durante la última década. En el presente año esta cantidad quedaría superada largamente de acogerse WorldCom, con activos por US$103.800 millones, a la Ley de Quiebras. Su monto se sumaría al de las 113 compañías que en el primer semestre entraron en bancarrota, contando con activos por US$149.300 millones.
Bush se vio obligado a referirse públicamente al tema, amenazando con las penas del infierno a los ejecutivos empresariales responsables. En su discurso habló de aumentar a diez años las condenas de prisión a quienes cometan operaciones dolosas y se pronunció por la creación de una nueva fuerza especial para efectuar investigaciones ante fraudes empresariales. Sin embargo, como escribió Paul Krugman en "The New York Times", al mismo tiempo trata de desembarazarse del fiscal general de Nueva York, Eliot Spitzen, por ser un decidido adversario de los fraudes empresariales.
De otra parte, el jefe del Grupo Especial creado por Bush para combatir la corrupción, Larry Thompson, administró una compañía envuelta en un caso de fraude. En efecto, Providian Financial canceló US$400 millones para terminar con procesos por estafa a sus clientes y abultar sus resultados financieros, cuando Thompson formaba parte de su consejo de administración. Los ratones se encuentran al cuidado del queso.
La conexión Bin Laden
Se trata del mismo Bush que durante la campaña presidencial prometió reducir aun más las regulaciones estatales a las empresas, lo cual creó un ambiente todavía más favorable a los fraudes. Un Bush cuyo gabinete ministerial está conformado preferentemente por ex altos ejecutivos empresariales. Un Presidente cuyas actividades comerciales anteriores a la llegada a la Casa Blanca están llena de asociaciones "cuando menos extrañas", como las calificó el diario español "El País" (14/7/02). Su primer socio en 1979, en su primera incursión en el sector petrolero, fue James Bath, representante en EE.UU. de Salem Bin Laden, hermano de Osama, con vínculos en el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), donde tuvo lugar un gigantesco fraude bancario. Posteriormente, Bath fue acusado por el FBI de canalizar dinero de Arabia Saudita con el propósito de influir en la política externa del gobierno de Ronald Reagan.
El Premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado, con razón, que el sistema económico dominante en el mundo es "un capitalismo de amiguetes" (13/7/02). Debe recordarse que para la crisis asiática de 1997, en EE.UU. se afirmó que el colapso era una consecuencia del "capitalismo camarada", para referirse al uso y abuso del poder por grandes intereses económicos. ¿ Cómo debería denominarse lo que sucede actualmente en la primera potencia mundial? "Lo cierto es -escribió otro destacado economista estadounidense, Lester Thurow- que todos los "booms" financieros de Estados Unidos, incluyendo el de las empresas puntocom y a su caída posterior, también generaron un 'capitalismo camarada'. Después de todo -agregó-, no olvidemos que la Comisión de Valores (conocida como SEC) fue creada a raíz de los escándalos financieros de los años 20 que luego dieron lugar a la depresión del 30. Para los economistas no es nada nuevo que todos los 'booms' financieros terminen en un fracaso. Y después de cada fracaso hay un escándalo" (14/7/02).
Los negocios del señor Presidente
Los fraudes financieros encontraron un terreno propicio en una economía extremadamente desregulada y en la cual los vínculos entre la cúpula empresarial y el ejecutivo son muy estrechos. Bush personalmente formó parte de numerosos directorios de grandes corporaciones. Proviene de la llamada "Corporate America", o sea de los grandes grupos empresariales de EE.UU. Sus estrechos lazos con los responsables del escándalo Enron -que le aportó cuantiosas "donaciones"- son conocidos (Véase "Las crisis cíclicas en un mundo globalizado").
Bush, en sus negocios, también efectuó operaciones como las que ahora critica. El 22 de junio de 1990 vendió acciones de Harken Energy Corp. de Texas, de cuyo directorio formaba parte, en US$848.560. Menos de dos meses después, Harken constató pérdidas de US$23 millones y las acciones cayeron a la mitad de su cotización. Bush hizo un gran negocio haciendo uso de información privilegiada. La Comisión de Bolsas y Valores de EE.UU. (SEC) determinó que no había ninguna evidencia de delito. ¿Habrá influido en su resolución que el Presidente de Estados Unidos era en ese momento George Bush padre, y que él nominó al máximo ejecutivo del organismo contralor?
No es un dato menor, tampoco, que Harken fuese una institución pantalla de la CIA y que el abogado de Bush que lo representó en la investigación del SEC, Robert Jordan -nominado actualmente como embajador en Arabia Saudita- tuviese un despacho profesional a medias con James Doty, abogado del SEC. Al colocarse el tema de actualidad luego del discurso de Bush criticando los fraudes empresariales, el portavoz de la Casa Blanca, Dan Bartlett, debió admitir que su jefe supo 16 días antes de vender que Harken tendría pérdidas. Esta venta fue informada a la SEC con ocho meses de retraso, lo que impidió que apareciese la información en los días que Bush padre decidía si atacaba Irak, acción bélica que hundió durante un tiempo el mercado mundial del petróleo. Son demasiadas "casualidades".
Aun más: el Presidente estadounidense adquirió las acciones en base a préstamos concedidos por la propia empresa petrolera, ascendentes a US$188.375, de acuerdo a antecedentes entregados por The Washington Post en base a documentos de la Comisión de Canje y Valores así como de la propia Casa Blanca (11/7/02). Se trata de la misma práctica de créditos corporativos que criticó en su discurso, llamando al Senado a "poner fin a estos préstamos". Su intervención se basó en un conocido dicho: "Haz lo que digo y no lo que hago". El enfrentamiento público de sus palabras con sus actos de años recientes obligó al director de Comunicaciones de la Casa Blanca a explicar que Bush "no está siendo hipócrita" (12/7/02).
La importancia de llamarse Bush
Por lo demás, el acceso de Bush a Harken fue producto de una decisión fríamente calculada de la empresa para contar con un apellido importante entre sus directivos. Para concretar su objetivo adquirieron una pequeña empresa en crisis llamada Spectrum 7, de la cual Bush era presidente. "Una de las razones por las que Harken se interesó por la compañía -relata el ex presidente de Spectrum 7, Paul Rea- fue que estaba George. Ellos pensaron que el apellido Bush sería una gran ayuda y por ello lo querían a su lado". En 1989, cuando Bush padre asumió la Presidencia de EE.UU., su hijo pasó a formar parte, como era previsible, de la junta directiva de la firma. Ese mismo año, Harken vendió una subsidiaria (Aloha Petroleum) en un precio irrealmente alto a una compañía que, se descubrió, había sido formada por los propios ejecutivos de Harken. En enero de 1990, para sorpresa general ya que sus antecedentes no lo ameritaban, Harken desplazó a la transnacional Amoco en la licitación de un contrato millonario para prospecciones en Bahrein. La inversión en el apellido Bush comenzaba a dar frutos.
Y el segundo de a bordo
El vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, participó en operaciones similares. Al día siguiente del discurso presidencial, Judicial Watch, grupo que investiga la corrupción gubernamental, presentó una querella contra Cheney y "otros directores de Haliburton involucrados" en probables prácticas contables fraudulentas. Se les acusa de sobrevaluar las acciones de la empresa, al aumentar artificialmente los ingresos en varias decenas de millones de dólares. Halliburton es una gran empresa de servicios petroleros con sede en Texas, de la cual Cheney fue director entre 1995 y el 2000, o sea hasta antes de ejercer la vicepresidencia.
"Demostraremos -señaló en conferencia de prensa Larry Klayman, director de Judicial Watch- que Dick Cheney ha violado las leyes. Las mismas leyes que violaron ejecutivos de varias corporaciones a los que el Presidente Bush afirma que hay que encarcelar". Richard Cheney - señala la demanda- ha sido un participante directo y conspirador en una trama de actos fraudulentos y omisiones contables, con la intención de engañar a los accionistas y potenciales inversores y al mercado de valores sobre la verdadera situación financiera de Halliburton" (11/7/02). Por su parte, el secretario del Ejército, Thomas White, fue presidente de una subsidiaria de Enron. ¿Son Bush y compañía las personas más idóneas para encabezar la lucha en contra de los fraudes empresariales?
Un impacto mayor que el de "Las Torres"
El discurso presidencial, muy publicitado previamente, fue extraordinariamente pobre en promover nuevos instrumentos regulatorios y no enfrentó los temas de fondo que permiten la sucesión de escándalos. Ni siquiera propuso medidas en sectores extremadamente liberalizados en la década de los noventa, como el eléctrico y de comercialización de energía - donde desarrolló su creatividad Enron- y en el de las telecomunicaciones, donde lo hicieron WorldCom, Global Crossing y Qwest Communications International, a pesar de que en ellos se dieron varios de los mayores escándalos empresariales.
La intervención presidencial no detuvo la caída bursátil. Por el contrario, su "decepcionante discurso" -como lo calificó Keith Gertsen, director de operaciones en el Nasdaq para el Deutsche Bank Securities- condujo a que el desplome continuase. En los días inmediatamente posteriores a la alocución presidencial, los índices Nasdaq y Standard & Poor's 500 se derrumbaron más de un 20% con relación a su nivel de inicios del año, entrando nuevamente, de acuerdo a las prácticas estadounidenses, a un terreno bajista.
A comienzos de julio, el índice S&P 500 se colocó, al igual que el Nasdaq, por debajo de su nivel registrado en los días inmediatamente posteriores al 11 de septiembre, período entendido como el de mayor inestabilidad e inseguridad. Peor aun, el Nasdaq llegó por primera vez debajo del índice desde el cual inició su ascenso hace cinco años. En otras palabras, ya los inversionistas de primera hora vieron esfumarse sus enormes utilidades y comenzaron a ver como se comían su capital inicial. Por su parte, el Dow Jones cayó, luego del discurso presidencial, por debajo de los 8.700 puntos, su nivel más deprimido desde septiembre de 2001, en los días posteriores a los atentados contra las Torres Gemelas.
Camino a la recesión
El descenso accionario va camino a enterar tres años y amenaza llevar nuevamente a la economía estadounidense a la recesión. Una caída de los índices bursátiles por tantos años consecutivos no ocurre desde 1938-194, cuando el mundo estaba en guerra y el recuerdo de la Gran Depresión de los años 30 todavía estaba presente. Si se considera que desde la Segunda Guerra Mundial el curso a la baja duró en promedio unos 15 meses, se visualiza la amplitud del actual proceso de caída que lleva más de 2 años, dado que se inició en el primer trimestre de 2000. Como consecuencia del derrumbe accionario, crecen las voces que plantean la posibilidad real de que la economía estadounidense experimente la llamada "doble zambullida", o sea caiga nuevamente cuando recién comenzaba a dar signos de recuperación.
Estos hechos llevaron a la calificadora de riesgo Moody's a señalar que "hay peligro real de una nueva recesión". El desplome afecta, agregó, a empresas con colocaciones bursátiles - reduciendo su capacidad inversora - y los ahorros de 80 millones de personas que poseen acciones en forma directa o a través de fondos de pensiones. En igual sentido, The Wall Street Journal (10/7/02) constató que "si los precios de las acciones se siguen desplomando, podrían empujar nuevamente a la economía a una recesión". La disminución de los índices accionarios, al repercutir sobre los recursos en poder de las empresas y personas, afecta negativamente el consumo y la inversión.
Paralelamente, la crisis bursátil incrementa el déficit presupuestario a producirse en el año fiscal que finaliza el 30 de septiembre, dado que se ha producido una descapitalización durante el año calculada en US$2,4 billones sólo hasta junio. El director de la oficina presupuestaria de la Casa Blanca, Mitchell Daniels, anunció que el déficit llegará a US$165.000 millones, un 59% más a lo previsto en febrero, cifra que debe compararse además con los US$127.000 millones de superávit del ejercicio anterior. En el déficit también inciden la reducción de impuestos acordada por el gobierno Bush a la renta de las personas, principalmente de altos ingresos, el incremento en el gasto público, particularmente el destinado a fines militares y seguridad, y que la actividad económica se desaceleró marcadamente con relación a la situación existente al comenzar el año.
Chile: los efectos y sus causas
Desde luego, ello tiene incidencias en la economía chilena, cuyos responsables -gobierno y Banco Central- apostaron a la recuperación estadounidense como factor determinante para sacar a la actividad interna de la contracción. Desaparece el apoyo foráneo esperado, en momentos que el Banco Central constata el curso negativo de la demanda interna. Así queda aun más al descubierto la insuficiencia de las políticas internas anticíclicas, actuando tardía y contradictoriamente sobre la tasa de interés y negándose el gobierno a utilizar de manera profunda el gasto público.
(De: Cartas Económicas 14/7/200. "Escándalos financieros en EE.UU. acercan el peligro de una nueva recesión". Edición, título y subtítulos, de la Redacción.)




Tapar la corrupción bombardeando a Irak
La inmoralidad de Bush y de la "libre empresa"

En un intento por devolver la confianza a aquellos que, como él, sólo viven para acrecentar sus capitales a través de prácticas viciosas e ilegales, que burlan aprovechando las ventajas del poder, Bush declaró ante mil empresarios en Wall Street: "nuestro sistema de libre empresa continuará siendo el más poderoso y prometedor del mundo".
Los escándalos financieros en Wall Street se suman a la baja en las bolsas más importantes del mundo y a la reticencia de los grandes inversionistas. No se ven perspectivas favorables en cuanto a que la crisis de los últimos años deje lugar a una pronta recuperación. Desde luego, en este cuadro, los países deudores, exportadores de materias primas o productos naturales, necesitados además de nuevas inversiones de capital para competir o resistir el embate de las grandes transnacionales, son los mayores perjudicados.
Bush y sus negociados
El Presidente norteamericano reafirmó en su discurso ante los empresarios "los principios y reglas básicos que hacen funcionar al capitalismo: libros de contabilidad verídicos, personas honestas y leyes bien aplicadas contra el fraude y la corrupción. Toda inversión es un acto de fe y la fe se gana con la integridad. A largo plazo, no hay capitalismo sin conciencia, no hay riqueza sin carácter".
Hace unos días, Bush reaccionó con un mea culpa implícito ante las fuertes críticas que han estremecido el mundo financiero, planteando que la práctica de las empresas, que él mismo utilizó a su favor, deben prohibirse. El Senado aprobó la ley que crea el delito de "fraude de seguridad", y multas a los ejecutivos culpables, mientras prosiguen las investigaciones de numerosos fraudes y escándalos. Pero el ex ejecutivo Bush no recibirá castigo.
Desviar la atención
No es nuevo en las prácticas de Washington, el provocar conflictos internacionales que permitan aminorar las campañas contra la corrupción de los mandatarios y la cúpula política del país.
Le ha llegado la hora a Irak, contra cuyo gobierno y población se ha practicado todo tipo de ataques sin otra justificación que la interesada sospecha de que en dicho Estado se preparan armas bacteriológicas. Se recrudece la ofensiva de los "halcones" republicanos en dirección a una guerra abierta. Hace una semana, los aviones norteamericanos lanzaron sus misiles contra instalaciones antiaéreas iraquíes como demostración concreta de esos propósitos.
Bush había declarado hace unos días que utilizará todos los medios a su disposición para derrocar al Presidente Hussein, pues ese objetivo "es una política declarada y oficial de EE.UU.".
El Pentágono elaboró un plan para atacar a Irak desde varios frentes, empleando unos 250.000 hombres. Las intenciones de Bush y el generalato norteamericano han sido rechazadas de plano por numerosos gobiernos, entre ellos el de la Federación Rusa.
Consecuencias fatales
Immanuel Wallerstein, investigador adjunto en la Universidad de Yale, escribió para "El Corresponsal de Medio Oriente y Africa" un artículo en que dice: "George W. Bush es un geopolítico incompetente. Ha permitido que una camarilla de halcones lo induzca a adoptar una posición sobre una invasión de Irak de la que no puede zafarse y que sólo tendrá consecuencias negativas para Estados Unidos y el resto del mundo. Se verá profundamente afectado políticamente, tal vez fatalmente. Y disminuirá rápidamente el poder de Estados Unidos en el mundo, que ya está declinando. Una invasión llevará a un grado de agitación en el mundo árabe- islámico inimaginable hasta ahora. A los otros dirigentes árabes no les gusta ni un poco Saddam Hussein, pero sus poblaciones no aceptarán lo que considerarán como un ataque no provocado contra un Estado árabe, dejando a los dirigentes con pocas alternativas fuera de alinearse con la agitación o arruinarse. Y un ataque contra Irak podría provocar en última instancia el uso de armas nucleares, las que, si son utilizadas ahora, serán difíciles de ilegalizar más tarde. Tal vez Irak aún no posea semejantes armas, pero no podemos estar seguros. Pero incluso si no las tuviera, ¿no podría atacar a Israel con misiles convencionales, lo que llevaría a Israel a responder con las armas nucleares que sabemos que posee? Y, en realidad, ¿estamos realmente seguros de que, si los combates se vuelven duros, Estados Unidos no esté dispuesto a utilizar armas nucleares tácticas?".
"Los halcones de Estados Unidos creen que sólo el uso de la fuerza -de una fuerza muy importante- restaurará nuestra indiscutida hegemonía en el mundo -afirma el autor citado. Sin duda, agrega, es verdad que el uso de una fuerza abrumadora puede establecer la hegemonía, como sucedió con Estados Unidos en 1945. Pero la hegemonía de Estados Unidos no es lo que solía ser. La superioridad económica del país en el mundo entre 1945 y 1965 ha sido reemplazada por una situación en la que su posición económica no es significativamente mejor que la de la Unión Europea o la de Japón. Por este relativo deterioro económico, Estados Unidos perdió la aquiescencia política sin discusión de sus aliados más cercanos. Todo lo que queda es la superioridad militar. Y, como nos enseñara Maquiavelo hace siglos, la fuerza no basta: Si es todo lo que tienes, entonces su uso es un signo de debilidad más bien que de fuerza y debilita al que la utiliza".