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Internacionales

La huelga de hambre indefinida de 15 jóvenes vascos contra la represión a la izquierda juvenil cumple 10 días
"Esto no lo van a poder parar"

Han dejado en segundo plano los exámenes de febrero, el trabajo, la familia, los amigos, la rutina diaria y hasta la salud para ayunar hasta que el cuerpo aguante. Si al principio lo tenían claro «esto ya es una victoria», las últimas agresiones les han reforzado: «Esto no lo va a poder para nadie», aseguran.
Cuatro de ellos se han levantado, con dos o tres kilos menos ya y algún que otro mareo, antes que el resto de sus compañeros para conversar con los lectores de GARA. Cada uno pertenece a un herrialde; Maider llega de Gasteiz; Naroa, de Leioa; Iraitz, de Lasarte; Zigor está en casa, en Iruñea. Todos han dejado colgando los exámenes de febrero Iraitz, además, el trabajo en el bar para embarcarse en una pelea sin límite de tiempo de la que saldrán machacados físicamente. Pero no hay dudas en su reflexión: «Esta es una apuesta fuerte, y lo sabemos, pero esperamos que tenga una respuesta de la misma medida», subraya Maider. Frente a ella, en una mesa repleta de periódicos, carteles y botellas de agua, Naroa remacha su frase con un símil económico: «Digamos que ésta una inversión potente a la que vamos a sacarle rentabilidad».
Explican que han decidido tomar por los cuernos el toro que acecha a la juventud vasca, sin arredrarse ante los riesgos. ¿Por qué una huelga de hambre, con carácter indefinido además, y no otra iniciativa más suave? Tras unos segundos de silencio, Iraitz se adelanta a sus compañeros: «Es que ésta es la única respuesta posible ante todo lo que está pasando». Le sigue Zigor: «Queríamos situar la importancia de toda la ofensiva que nos han lanzado, hacer ver con claridad que tenemos mucho en juego». Ayunar «a saco» es la mejor manera, según valoran, de «encender la luz roja de alarma». Más preguntas: ¿Por qué la juventud, y no otro sector abertzale? «No es sólo porque Segi esté en la lista europea o porque Haika esté ilegalizada y sus miembros hayan sido encarcelados, sino porque 300 jóvenes están a punto de ser juzgados, y porque el sumario 18/98 criminaliza todo el trabajo político de la izquierda abertzale, y quiere sacarla de la calle de facto», responde Zigor. ¿Y por qué Iruñea, por último? «Porque es la capital de Euskal Herria, aunque sabemos que aquí hay más dificultades».
La rabiosa actualidad deja vieja la entrevista sólo unas horas después. Primero es el auto de ilegalización de las actividades de Segi y Askatasuna. Luego, las seis detenciones en Donostia, que proporcionan otro despertar agitado. Más tarde, la amenaza de desalojo, que se consuma finalmente el jueves. Volvemos a visitar a los huelguistas, ahora en otra sede, para conocer con qué cuerpo afrontan ahora la huelga. «Impotencia exclama Iraitz. Sientes impotencia, pero luego ves que se necesita una respuesta todavía más fuerte».
«Nada de lo que ha pasado esta semana es nuevo. Fue por eso por lo que nos pusimos en huelga, porque ser joven y abertzale hoy está tan perseguido como en el franquismo», añade Zigor. En sus palabras no se palpa rabia, y mucho menos desánimo: «¿Qué pasará ahora? Está claro, y esta huelga es el mejor ejemplo: vamos a seguir adelante hasta que haga falta. Esto no lo van a poder parar», añade Naroa.
Contra la «pasividad»
Seguimos buscando porqués tras la decisión drástica de encerrarse en una iglesia, lejos de casa, y dejar de comer hasta quién sabe cuándo. ¿Es éste el mejor momento? «Históricamente, ha habido siempre una represión importante contra Euskal Herria, pero desde hace unos años va en aumento, y el sector más perseguido es la juventud», contestan intercalando sus voces. Sobre la mesa se agolpan los ejemplos; algunos ampliamente conocidos, como la Ley Penal del Menor, las detenciones, encarcelamientos y torturas, los intentos de prohibición de los homenajes a presos... Otros datos pasan más desapercibidos pero no dejan de ser relevantes, «como el control social, los chantajes, la utilización de la droga. Todo ello forma un estado de excepción», recalca Zigor.
El grito desgarrado de esta iniciativa de ayuno muestra a los estados español y francés que la juventud independentista no se arruga. Quiere ser también un aldabonazo a las conciencias de quienes se declaran abertzales y miran a otro lado ante las nuevas vueltas de tuerca policiales y judiciales. ¿Es también una apelación a la izquierda abertzale? «No es un toque de atención matiza Zigor, pero sí es evidente que la situación es difícil. A fin de cuentas, con tantos ataques se crea un sentimiento de impotencia. Cada vez hay peores condiciones para responder como se debe. Estaba asumido, por ejemplo, que Segi sería ilegalizado». Es esa «pasividad» que detectan, según el término usado tanto por Iraitz como por Naroa, la que desean combatir con su sacrificio personal.
El cansancio se deja ya ver en las miradas, pero por delante hay mucho trabajo por hacer. Los primeros días han sido una toma de contacto con el lugar, la situación, los rugidos de las tripas y los primeros zarpazos de la debilidad, todo ello alterado por los nervios provocados por los autos de Garzón, las noticias de detenciones, las llamadas de la prensa, las denuncias del Arzobispado, la Policía que agarró a uno de ellos el domingo, arrancó carteles cada madrugada, y les echó finalmente del sótano de la iglesia de la Asunción el jueves.
A partir de ahora les espera «tajo» de sobra. Maider explica que «hasta ahora hemos contactado con la izquierda abertzale, pero no estamos cerrados a que venga gente de otras tendencias». «Ese es el plan confirma Naroa. Habrá un grupo para harremanak, estaremos con gente de diferentes sectores y pediremos algún tipo de compromiso a quienes sean partidarios de la construcción nacional. Para eso necesitamos hacer lecturas compartidas de la situación que atravesamos», matiza.
«Esto ya es una victoria»
La primera apelación será para la juventud. Pondrán a prueba su propia capacidad de interlocución y tratarán de hablar con estudiantes, con grupos que denuncian la precariedad laboral, con okupas, con euskaldunes, con el Consejo de la Juventud... Luego será el turno de los partidos, los sindicatos, los medios de comunicación... «Nuestra intención es la de complementar esto con acciones en la calle, y poner a cada uno en su sitio. No pediremos una reunión a UGT y CCOO, que apoyaron el Pacto anti-ETA; denunciaremos su implicación en este estado de excepción». Y apuntan que la iniciativa no se encerrará en las mugas de Euskal Herria, sino que la alarma saltará a toda Europa.
El resto de los huelguistas va saliendo de la habitación en la que pernoctan y escucha a sus compañeros mientras se desperezan y apuran los primeros tragos de agua del día. Queda saber si hay miedo a que la iniciativa no consiga los frutos esperados. «Cuando me lo plantearon, enseguida vi que era una apuesta fuerte, pero necesaria, y saldrá bien», apunta Iraitz. Zigor y Maider también responden con convencimiento que la iniciativa era necesaria, «porque la situación no es una chorrada». Y Naroa advierte ya un pequeño gran éxito: «El hecho de estar aquí dieciséis jóvenes es importante. No hay nada que perder».
Gara
10.02.02.



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