VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Internacional

El imperio de la corrupción y el crimen

Que el Sr. Bush jr.y su séquito administrativo en la Casa Blanca, desde el vicepresidente Cheney, al ministro de Defensa Rumsfeldt son un conjunto de gobernantes muy ignorantes y desfachatados no es un misterio para nadie. Este artículo podría escribrise con una simple recopilación de gestos destemplados, de simplificaciones groseras, de comentarios racistas, de desprecio inveterado a todo lo que no es norteamericano.
Occidente por complicidad silenciosa, por acatamientos apresurados, por la penetración que existe en ciertas esferas de los gobiernos y de las administraciones ha callado ante la larga historia de todos estos desplantes que comienzan desde el mismo momento que el elenco Bush llegó al poder. Sólo después de practicar el seguidismo más abyecto, ha intentado frenar "como amigo y aliado" los peores aspectos de esta administración norteamericana. Fue un gravísimo error, porque los gobernantes norteamericanos en tanto no se les enfrenta, tienen una tendencia a creer que pueden seguir haciendo lo que quieren. Son todos viejos reaganistas, nostálgicos de la guerra fría, corrompidos en el trato con los conglomerados y las multinacionales. El mismo presidente fue elegido por métodos absolutamente irregulares, que cuestionan seriamente la legalidad de su mandato.
Comprender que existe una relacción entre el bloque del poder económico de los Estados Unidos y los mandatarios políticos es central para entender la actual situación. El mismo presidente Clinton –al final de su segundo mandato- lo señaló en una entrevista a la cual los medios no quisieron darle mucha importancia. Era una advertencia a lo que vendría. Dijo entonces Clinton que la derecha norteamericana era muy poderosa en los Estados Unidos y tenía un brazo largo de influencia. Vinculada esa derecha a las corporaciones de la energía en los campos de los recursos no-renovables como el petróleo o el carbón, dos de las vertientes de su accionar son la misma población norteamericana como usuarios de energía y la industria del complejo militar. Enron, la séptima corporación norteamericana en importantancia –de acuerdo a la revista Fortune- es un ejemplo palpable de estas vinculaciones que permean la vida social entera de las altas capas norteamericanas y que llega hasta el gobierno. Sobre el tema ha escrito en estos días un periodista norteamericano radicado en Paris una página memorable:
"La arena política estadounidense ha dejado de ser un espacio en el que competían más o menos libremente unas opiniones e intereses opuestos para convertirse en un sistema que garantiza la dominación de la empresa sobre la política económica y social de la nación, así como una notable influencia de la empresa en las decisiones sobre la política exterior. El dinero ha ejercido el control sobre la política desde que el Tribunal Supremo interpretó que el gasto en las campañas y las donaciones a los candidatos políticos son formas de libertad de expresión protegidas por la Constitución "… La consecuencia lógica de aquella resolución fue adjudicar la victoria a los que gastan más dinero en las campañas electorales y excluir a la mayoría de los candidatos, que no reciben apoyo de los intereses empresariales o sindicales. Y generalmente, los que han aportado dinero a las campañas rentabilizan su inversión porque los candidatos victoriosos quieren ser reelegidos". ..."La razón de ser de las empresas es ganar dinero para sus inversores y para los ejecutivos que las dirigen. La actual doctrina empresarial ha subordinado los otros fines –producir bienes y servicios y dar empleo a los trabajadores- a la búsqueda del máximo beneficio sobre el capital"…"Por consiguente, el caso Enron no tiene nada de sorprendente. Es el mayor escándalo empresarial hasta la fecha, pero nada mas, habrá otros, después "…La conducta del Consejo (el Directorio de Enron) es un ejemplo deprimente de la actual sociedad estadounidense. El consejo estaba compuesto por un conjunto irreprochable de destacados miembros de la comunidad y del mundo empresarial, como la mayoría de los consejos de administración de las empresas. Entre sus miembros había un ex-legislador del Gobierno, un ex-decano de la facultad de Empresariales de Stanford, el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Texas, el ex-presidente y el presidente emérito del centro para la lucha contra el cáncer de la misma universidad (que se benefició de las actividades filantrópicas de Enron). Nueve de los catorce consejeros estaban relacionados con instituciones que habian recibido apoyo en el marco de las actividades filantrópicas de la empresa; eran asesores de Enron, o tenian vínculos con empresas que eran propiedad de Enron, o tenían participaciones en Enron, o hacian negocios con Enron. La constitución de este consejo debería haber inspirado dudas sobre su independencia, pero posiblemente no se diferencia en mucho de los consejos de otras empresas con buenas conexiones políticas". (William Pfaff, veterano columnista norteamericano, conservador. Artículo que circula hace más de diez días en la prensa alternativa de Internet hasta que al final la socialdemocracia de derecha (española) se ha dignado publicarlo).
Dejar hablar en extenso a ciertos documentos –los artículos políticos periodisticos son un documento histórico de indudable valor para juzgar las reflexiones de los hombres de una época- es importante. Dicen mucho más que ciertos artículos inducidos por las empresas de marketing contratadas por el Departamento de Estado norteamericano para adoctrinar a la opinión pública mundial (el grupo Rendon, una empresa de relacciones públicas con sedes en Boston y en Washington acaba de ser contratada por 6 meses con opción a una prolongación del contrato para todo el año 2002 porque, como lo ha señalado el ministro de Defensa Rumsfeldt,: "necesitamos mejorar nuestra comunicación asegurándonos que la gente entienda como van las cosas").
Y dentro del proceso de asegurarse de que la gente entienda como van las cosas, en medio del mensaje presidencial- The New York Times- ha vuelto a insistir que el presidente irregular Bush jr. cuenta con un apoyo público del 80% que ha repetido todo el resto de la prensa occidental obligada a comentar el suceso. Como si este apoyo, concebido en una situación de crisis especial, después del 11 de septiembre, fuese el escudo detrás del cual todo puede permitirse, tolerarse y justificarse.
Por múltiples motivos no creemos en la mayor parte de lo que publican los órganos de masas occidentales dedicados al gran público. Su finalidad de vocinas de lo que se ha denominado "la dictadura del pensamiento único" es cada vez más evidente. Se acumulan los documentos cada vez conclusivos y, sin embargo, la gran prensa que los publica, está en realidad "vacunada", particularmente en los directorios y en los Consejos de Redacción. Saben que la "fiesta" o la "siesta" durará lo que tenga que durar. El duro despertar vendrá con la crisis económica cada vez más rampante, o quizás, con una multiplicación de aventuras militares hasta que éstas agoten a los estados que las llevan adelante. Cuando el momento llegue se verá. Una cuestión es, sin embargo, importante: la crisis del proyecto neo-liberal tal cual se ha aplicado hasta el momento ha corrompido como pocas veces la estructura de las clases dirigentes norteamericanas.
Han dirigido los capitales a la especulación y nó a la producción. Han ligado el exceso de capitales de las corporaciones a los capitales de las capas medias (particularmente las enormes masas de los fondos de pensiones). Cuando el fin del ciclo llegue, sobrevendrá como en otras crisis –la de 1929 es la más conocida- una agudización de los planteos de líderes y partidos conservadores que jugaran en el militarismo su última carta. Los signos, las evidencias se acumulan diariamente sobre el horizonte, pero la opinión pública occidental no se moviliza y está pasivizada. Asiste a la ruptura de estereotipos absolutamente atónita. Estados Unidos marcha inexorablemente por el mismo camino que antes marchó el Sr. Hitler y el Sr. Mussolini. Es un imperio hecho sobre la base de corrupción, militarismo, prepotencia y una gran dosis de ignorancia. Y por eso hay que enfrentarlo, cuanto más enérgicamente, mejor.
Carlos Revello carlos.revello@chello.se