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Internacional

8 de diciembre del 2002

Cesan a Otto Reich como Subsecretario de EE.UU
para el Hemisferio Occidental

Jean-Guy Allard
Granma

SI al Miami Herald le hacía falta demostrar públicamente su beata sumisión a las orientaciones de la mafia cubano-americana, la encontró. Y una vez más se desprestigió, al apoyar ruidosamente la causa casi perdida del personaje más eminentemente mediocre de la actual administración norteamericana, en el mismo momento de su caída.
El cubano-austríaco Otto Reich, el hombre que sacó de su cárcel venezolana al peligrosísimo terrorista cubano-americano Orlando Bosch y quien le permitió refugiarse permanentemente en EE.UU.; el mismo que encubrió en la administración Reagan las escandalosas operaciones de narcotráfico desarrolladas por el capo terrorista Luis Posada Carriles, acaba de ser extraído de su sillón de Subsecretario para el Hemisferio Occidental del Gobierno del imperio.
Una caída prevista, pues Reich se había pirateado la alta función, con la ayuda presidencial, aprovechando el receso de fin de año del Senado, con el inconveniente de que, al terminarse la sesión senatorial siguiente, su nominación se desvaneció como el carruaje de Cenicienta.
A Otto Reich, la Casa Blanca le reservaba, a título de compensación, una extraña calabaza: el puesto, creado a medida, potencialmente importante pero, en la realidad, bastante insignificante, de "enviado especial" para América Latina. De manera evidente, Reich, apodado el Rey del Engaño, no llegó a engañar a todo el mundo, todo el tiempo, en la administración donde lo habían sentado sus amos miamenses.
La realidad es que no es fácil mantener en una prestigiosa función gubernamental a un elemento que se merecería más bien una estancia detrás de los barrotes, como lo demostró hace ya años la encuesta senatorial que denunció su papel asqueroso de desinformador profesional en sus funciones de director de la Oficina de la Diplomacia Pública. Desde allí daba cobertura a las actividades criminales de los conspiradores del Irangate.
CUBA: UNA OBSESION
Pese a que tendrá en enero una mayoría en el Senado, el presidente norteamericano evita dar señales de que salvará a su protegido mafioso. Observadores afirman que el mandatario, concentrado en sus esfuerzos para destruir a Iraq, ha dejado el dossier latinoamericano en el back burner (en la hornilla de atrás, según la expresión norteamericana). Otros aseguran que Otto Reich ha cometido suficientes errores para resbalar a un nivel menos riesgoso de la pirámide del poder imperial.
Lo cierto es que el vocero de la Casa Blanca, Richard Boucher, se encontró con las manos vacías a la hora de contestar a las preguntas de los corresponsales, interesados en saber lo que le pasaría al hombre que acabó con la imagen de Estados Unidos en América Latina y que presidió un renacimiento de la izquierda en el mundo político del continente.
Durante los once meses de su controvertida gestión, Reich mantuvo una obsesión tan anormal y fuera de proporción con Cuba que en varias cancillerías del continente los funcionarios se pelean para evitar tener que atender al personaje.
La forma grosera con la cual los golpistas de Caracas, en abril, se mantenían en contacto abierto con su oficina, ilustra el estilo de Reich quien, a pesar de sus años de colaboración con la CIA, tiene la discreción de un yunque.
Acerca de Cuba, las falsas pretensiones de dos de sus colaboradores, asociados como él a la fascistoide Heritage Foundation, para acusar a la Isla de poseer armas biológicas y de desinformar a los investigadores antiterroristas, desacreditaron aún más a un subsecretario de Estado que llegó a hostilizar al Gobierno de Canadá. La Cancillería y la prensa de Ottawa dejaron ver su disgusto por la falta de sentido más elemental de diplomacia del colaborador de la mafia de Miami.
Se cuenta que el mes pasado, cuando visitó a Chile, Otto Reich no llegó a entrevistarse con el presidente Ricardo Lagos a pesar de una solicitud de audiencia de la embajada norteamericana. Tremendo fallo para un cónsul imperial. En Brasil no tuvo más suerte, cuando el presidente electo, Luis Inacio Lula da Silva, le consintió un fugaz apretón de mano antes de delegar a sus ayudantes la tarea de soportar la prepotencia del entonces alto funcionario.
Patinando sobre el tema del futuro de Reich, Richard Boucher aseguró que el protegido de los mafiosos miamenses "continuará teniendo una responsabilidad sustantiva en desarrollar las políticas estadounidenses en la región". Añadió, acerca de sus tareas, que las desconoce, que Reich "describirá mejor lo que hace a medida que lo haga". Linda pirueta que significa estrictamente nada.
CONMOCION EN EL LIBELO
Cómo si la república bananera de Miami se encontrase bajo un meridiano distinto al resto de la nación, el Miami Herald fue sacudido de un gran temblor al conocer la sorpresiva democión del hombre, hasta entonces, el más potente de la Miami Connection, que reúne una veintena de infiltrados en la Casa Blanca.
Para el Herald, de manera evidente, Reich es una vaca sagrada de la capital y su caída repentina es una suerte de sacrilegio que no permitirá la cúpula que aseguró, en el momento de las presidenciales, su trono al candidato republicano. En un editorial virulento publicado el 22 de noviembre, el diario de Miami señalaba que Reich era el único de los 500 candidatos a puestos del presidente que no fue aceptado (Ħimagínense!) y afirmaba, lo más seriamente del mundo, que "la actuación de Reich ha sido ejemplar".
Luego, el editorialista ordenaba, como si fuera una orden más propia de la Fundación gusano- americana: "El Presidente Bush y el Secretario de Estado Colin Powell se han mantenido firmes detrás de Reich y deben seguir haciendo lo mismo. Debe ser puesto en nominación y recibir una audiencia de confirmación justa lo más pronto posible".
Ahora veremos si Bush obedece.