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Internacional

29 de noviembre del 2002

Crisis y guerra en el siglo XXI

Alizia Stürtze
La Haine

En la Cumbre de Praga, Bush acaba de dejar claro que, con la excusa del «terrorismo global», necesita una OTAN convertida en legión extranjera de EEUU para las «guerras preventivas» localizadas que a Washington le interesan. Demuestra así que la anunciada agresión contra Irak no tiene nada que ver con la democracia ni con la eliminación de locos criminales como Sadam Husein, sino que es una agresión imperialista que, como explica Th. Gounet en "De la crise économique à la guerre mondiale", le resulta imprescindible a EEUU para mantener su hegemonía planetaria, en estos momentos en que la grave recesión de la economía capitalista, unida a una profunda crisis política e ideológica, agudiza las contradicciones del sistema, lo fragiliza e inestabiliza, aumenta las tensiones interimperialistas y amenaza con desencadenar una nueva guerra mundial.
Existe un gran paralelismo entre la situación actual y los prolegómenos del crac del 29: sobreproducción, empobrecimiento de la población en general y de los países del Tercer Mundo en particular, deriva financiera, endeudamiento excesivo, déficit de la balanza norteamericana, aumento de la represión y de las tensiones... Sólo que se trataría ahora de una crisis más destructiva, porque las contradicciones del sistema son más profundas, la miseria es mayor y el rechazo al imperialismo neoliberal más amplio. En esta situación en que las posibilidades de resolver o atenuar la crisis por los medios clásicos son muy escasas, Washington ha optado por una estrategia centrada en el aumento del gasto militar y de la presión política y armada sobre el resto del mundo, para compensar así el descenso del consumo privado, asegurar su dominio sobre las materias primas y manufacturas del Tercer Mundo, reprimir toda forma de resistencia y reafirmar y garantizar su hegemonía. Pero esto, claro está, puede traer consigo un aumento de los antagonismos, incitando a otras potencias como la UE o China (principal fuente actual de contestación de la hegemonía yanki) a actuar del mismo modo y al resto de los pueblos a luchar para librarse de su yugo.
El imperialismo, por las contradicciones que desarrolla, acelera la descomposición del sistema, provocando crisis que degradan las condiciones económicas, sociales, políticas e ideológicas, y engendran necesariamente guerra. En 1929, buscó la salida en el fascismo y la II. Guerra Mundial. Los pueblos buscaron la suya en la revolución. Ahora que EEUU se encamina también inexorable por la vía de la represión, de la fascis- tización, de la violencia militar y de la guerra mundial, nosotros tendremos que seguir organizándonos para hacerles frente.
* Historiadora