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Internacional

17 de octubre del 2002

Los Estados Unidos y sus aliados: ¿un nuevo fascismo?

Simón Royo Hernández
Rebelión

A diferencia de en la Segunda Guerra Mundial, hoy, ser aliados, ser de "los aliados", no es estar entre los que se defienden de la agresión del fascismo, sino que es estar entre los agresores, entre quienes lo promueven en una nueva, o no tan nueva, versión. ¿Cómo es eso posible? Las líneas que siguen a continuación intentan dar cuenta de semejante fenómeno de la actualidad, de la semejanza entre los Estados Unidos y lo que pudiera haber sido un IV Reich.
Estados Unidos es un Imperio, el único Imperio de la actualidad, pero no es totalmente adecuado denominarlo como IV Reich, ya que los tres anteriores serían tan sólo los precedentes que culminaron en la Alemania nazi, un fenómeno germánico, al fin y al cabo, en el que Hitler pretendía crear un III Reich (1933-1945) que iría después del Sacro Imperio Romano Germánico (primer Reich: 962-1806) y después de la Gran Prusia de Bismarck (segundo Reich: 1871-1918), imperialismo alemán que, como todos, tendría ínfulas universales. Porque Imperios ha habido muchos en la historia de la humanidad: Como el imperio egipcio, griego, persa, romano, árabe, azteca, maya, mongol, español, otomano, alemán, británico, francés, (y me dejo algunos, según se considere de manera más laxa o más restringida la noción de Imperio).
Los Estados Unidos son en realidad los herederos anglosajones del Imperio Británico, por eso a la guerra de Afganistán la denominó Robert Fisk como la cuarta guerra angloafgana (tras las tres que tuvo el Imperio británico en el lugar), aunque no sólo ha ocupado el puesto colonial de Gran Bretaña en el mundo, sino el de todas las demás potencias europeas: Francia, España, Alemania, etc., constituyéndose como el Nuevo Imperio Romano, a la búsqueda de un antagonista desde que finalizó la guerra fría, que piensa haber encontrado en el enemigo difuso que mienta ya la palabra terrorista y generaliza en el mundo islámico. El fascismo clásico terminó pero aún queda un nuevo fascismo distinto del antiguo pero igualmente totalitario encarnado por Berlusconi en Italia pero aún más por Bush en los Estados Unidos, por lo que: "Es necesario denunciar la vuelta de un oscuro ejercicio del poder" (Dario Fo El fascismo ha regresado a Italia. Rebelión 14 de febrero del 2002 / Le Monde, 11 de enero de 2002).
Un gran admirador de la obra de Friedrich Nietzsche, el escritor Thomas Mann, escribirá una conferencia y un ensayo sobre la obra del filósofo citado, la primera data de 1924 y en ella sólo hay palabras de homenaje al pensador, en el segundo, de 1947, posterior a la 2ªGM, tras la victoria sobre el III Reich, la visión que tendrá entonces el escritor alemán de Nietzsche habrá sufrido ciertos cambios, ya no solo hay palabras de alabanza hacia el pensador de la voluntad de poder, sino una severa crítica y un intento de disculpa:
"Nuestra veneración es puesta en cierto aprieto cuando el «socialismo de la clase sometida» -ese socialismo cien veces escarnecido por Nietzsche, que lo denigró calificándolo de venenoso odiador de la vida superior- nos demuestra que su superhombre no es otra cosa que la idealización del Führer fascista, y que él mismo, Nietzsche, ha sido con toda su filosofía un precursor, un concreador y un inspirador de ideas del fascismo europeo, del fascismo universal. Entretanto yo me inclino a invertir aquí la causa y el efecto y a no creer que Nietzsche ha hecho al fascismo, sino que el fascismo lo ha hecho a él. Quiero decir lo siguiente: Nietzsche era en el fondo un hombre que estaba lejos de la política, un hombre inocentemente espiritual; pero en cuanto sensibilísimo instrumento de expresión y de registro, ha percibido de antemano, con su filosofema del poder, el imperialismo ascendente y ha anunciado, como una aguja trémula y vibrátil, la época fascista de Occidente, en la cual estamos viviendo y en la cual seguiremos viviendo largo tiempo, a pesar de la victoria militar sobre el fascismo" (Thomas Mann Schopenhauer, Nietzsche, Freud. Pág.157-158. Editorial Plaza&Janés. Barcelona 1986).
Respecto a los autores denominados irracionalistas por Lukács en El Asalto a la Razón la opinión de Mann será considerar que la Gran Ilustración es fomentada por esos pensadores, aunque de ellos, en ocasiones, haya bebido su contrario: el fascismo. Pero lo que aquí nos importa ahora más que la polémica acerca de las fuentes del fascismo es la cuestión de su continuidad. ¿Por qué Thomas Mann llegó a decir que vivíamos todavía en una época fascista en la cual aún nos encontramos? Pues porque no es del todo inadecuado decir que los Estados Unidos sean el IV Reich, porque lo son en muchos aspectos, siendo el principal su decidida apuesta por el Capitalismo y el Imperialismo, que le lleva a esgrimir unos principios democráticos con tanta obstinación como los incumple. Santiago Alba ha respondido adecuadamente a esto, pues al decir IV Reich estamos gritando con fuerza ¡FASCISTAS! Y calificando a los Estados Unidos, con un grito que, si bien no les es en puridad adecuado, sí que les viene como anillo al dedo en razón de su política internacional en el exterior y de su política social en el interior:
"Así ocurre con la palabra fascista. La hemos desangrado a fuerza de usarla sólo como insulto. Nosotros somos los fascistas. Vosotros sois los fascistas. Ellos son los fascistas. ¿Los skinhead? ¿La policía? ¿Arzallus? ¿El Black Bloc? ¿ETA? ¿Los marines? ¿Mayor Oreja? Que el término fascista se haya generalizado como insulto expresa el mal radical que contienen sus tres sílabas (lo que es sin duda bueno), pero determina también la desradicalización (o desemantización) de su maldad; y en consecuencia la banal indiferenciación de muchas formas diferentes de peligro y la criminalización de algunas formas de resistencia. Cada vez que lo utilizamos en lugar de hijo de puta, sacamos el término fascista del diccionario y lo desparramamos en una especie de accionario desprovisto por completo de valor". (Santiago Alba Rebelión 5- 9-2002: Aprender a tener miedo).
Y no es ya sólo que las "democracias" que tras la Segunda Guerra Mundial se ufanaban de haber detenido al fascismo (cuando quien detuvo a los nazis fue la Unión Soviética, con 20 millones de bajas en la SGM, frente a las 300 mil de los USA) terminasen contratando a los nazis huidos para enseñarles a torturar en Vietnam y Latinoamérica, encarnándolo en la Contra nicaragüense y en la figura de Pinochet en Chile, sino que la democracia es lo realmente incompatible con el capitalismo, ya que las decisiones o las toma la política o las toma el mercado, y éste último, no atiende a criterios de justicia al tomar decisiones, sino exclusivamente a necesidades mercantiles de maximización del beneficio. Los tecnócratas del Opus Dei de la España de Franco siguen gobernando todavía, a la manera de un Pinochet ligado al neoliberalismo de la Escuela de Chicago. El grupo editorial Bertelsmann no ha podido ocultar su pasado nazi y cada vez aparece el totalitarismo como el sistema político en el que más cómodo se siente el capitalismo. Resulta beneficiosa la explotación, el asesinato, la tortura, el crimen, por eso no es del todo desencaminado la comparación entre el Capitalismo y el Fascismo, pues se parecen, se asemejan, no en sus principios sino en sus efectos, si bien seguramente el primero, evocador del miedo y del dolor, aunque no lo parezca, sea mucho más aterrador y devastador que el segundo:
"No perdamos el miedo al fascismo; pero tratemos de que la palabra globalización (si queremos nombrar así al capitalismo post- fordista y a sus aparatos de gestión interconectados) evoque en nosotros una imagen tan siniestra, devastadora y totalitaria como la cruz gamada o las camisas negras. Cuando el FMI nos produzca tanto miedo como las SS -aunque no tengan nada que ver-, cuando Aznar y Berlusconi nos produzcan tanto miedo como Le Pen -del que no están tan distantes-, cuando Bush, Sharon y Blair nos produzcan tanto miedo como Hitler o Mussolini -cuyo poder han superado con creces- habremos vuelto a poner un pie en el diccionario, que es la primera calle en la que hay que levantar las barricadas" (Santiago Alba Op.cit).
El American way of life consiste en telebasura, capitalismo salvaje, racismo, McDonalds, el mayor lujo imaginable junto a la mayor miseria concebible, ignorancia generalizada y soberbia ario-anglosajona. Junto a tal modelo exportado a todo el planeta, en el que lo económico prima sobre lo social, confundiéndose un país con una empresa (rentable para unos pocos a consta de muchos), se yerguen pequeños islotes minoritarios: buenas, pero elitistas universidades, el jazz, la prosa de Scott Fidgerald o Tony Morrison, el cine clásico y el independiente... Mientras unos cowboys que vieron Rambo demasiadas veces bombardean Irak los mejores especialistas del mundo en cultura persa antigua, se lamentan desde sus aisladas, elitistas y minoritarias universidades… La realidad del modelo norteamericano: brutal ignorancia de una gran mayoría, semianalfabeta, junto a minorías selectas superespecializadas. Urbanizaciones bunker con vigilancia privada, piscina, jardín, tenis y sirvienta extranjera, junto a ghettos para pobres, negros, asiáticos y latinos, con drogas, mafias, asesinatos, miseria y explotación… He visto en Los Ángeles varios kilómetros de personas (homeless) durmiendo en hilera al pie de los rascacielos bancarios. El modelo de la desigualdad produce eso, la irracionalidad consistente en que unos pocos hombres ganen miles de millones por cantar y bailar, jugar al football, presentar programas de televisión o especular en Wall Street, mientras una clase media aborregada se aliena en el círculo producción-consumo de mercancías basura y el número de pobres aumenta sin cesar. La misma empresa que vende chocolates y dulces comercializa también productos adelgazantes, el negocio perfecto, el círculo del incremento incesante de beneficios, pero, ¿beneficios para quién y a consta de quiénes?, ¡siempre para unos pocos, cada vez más pocos, a costa de las vidas de muchos, de muchísimos!.
Miles de niños iraquíes muertos por un embargo económico que deja a los diabéticos perecer por falta de insulina o como Nagy demostró, por la destrucción intencionada de la tecnología necesaria para la obtención de agua potable. El asedio moderno, ya no de ciudades sino de naciones, el arma más sucia de todas las sucias guerras aplicada a nivel estatal. Sadam Husein debería dejar inspeccionar sus arsenales por los inspectores a sueldo del Pentágono a cambio de poder inspeccionar a su vez, los arsenales norteamericanos. Estoy seguro que se descubriría que el de los supuestos demócratas serían infinitamente más aterradores. Los Estados Unidos cada vez que tienen ganas de probar sus últimos inventos bélicos y aprovisionarse de petróleo se marchan al Golfo Pérsico a probar sus aviones sobre El Creciente Fértil, sobre la tierra de Las Mil y una Noches, donde Simbad y Aladino tuvieron sus aventuras, sobre la cabeza de poetas como Omar Jayyam, que ya no conoceremos nunca, porque morirán, y sus obras no llegarán a realizarse, ni a traducirse y a divulgarse en caso de las ya hechas.
La política exterior de Estados Unidos respecto de Europa y el mundo no ha cambiado (sino empeorado, si cabe) siguiendo invariablemente la misma línea, tras la alternancia entre demócratas y republicanos. Para demostrarlo basta con que recordemos el artículo de la antigua ministra de Exteriores de los Estados Unidos, Madeleine Albright, titulado:
"Tres razones para ampliar la OTAN" (El País, 8-7-1997) y de que reflexionemos un momento sobre lo que se nos ofrecía entonces y se nos sigue ofreciendo en la actualidad. La Sra. Albright nos decía que "la primera razón es que la ampliación hará a la OTAN más fuerte y más sólida. Nuestros futuros aliados compartirán nuestros valores y aspiraciones más fundamentales para Europa y para el mundo", proponiendo una sola razón que repetía de tres maneras diferentes. Y concluía: "Este mensaje... refleja... el compromiso del presidente Clinton, y el mío, de construir una Europa en la que todas las naciones sean libres y en la que todas las naciones libres sean nuestros socios". Luego se advertía ya que las naciones que no pertenezcan a la OTAN no serían consideradas naciones libres en lo sucesivo ya que sólo las que compartan los valores y aspiraciones de EEUU para Europa y para el mundo serán tenidas como tales. ¿Cuáles son los valores y aspiraciones para el mundo de los Estados Unidos de Norteamérica que hay que compartir o enfrentar? ¿Serán acaso el empleo precario, la liquidación del estado social, la cultura de la hamburguesa y el capitalismo desenfrenado y egoísta, lo que hay que defender?. No sólo en el estrecho de Gibraltar mueren ahogados los inmigrantes ilegales, esos enemigos de los Estados Unidos y de sus aliados, sino que: "1573 inmigrantes clandestinos murieron en el desierto, entre México y Estados Unidos, entre 1998 y 2001" (Le Monde 18-19 de agosto de 2002, p.3). Tumba en el mar o en el desierto, cárcel o explotación, esos son los valores que los Estados Unidos ofrecen a quien no hable inglés, o a quien no sea ario, blanco y rubito, compartiendo así sus valores, que no son, ciertamente, los del III Reich, pero que se les parecen bastante. A los Campos de Concentración les llaman hoy Centros de Acogida y los eufemismos crecen sin cesar procurando buena conciencia y sacando los pies del diccionario.
Ser de la OTAN es ser aliados y socios de los EEUU, para lo cual hay que compartir sus ideales. ¿Es que Europa no tiene una larga tradición de ideales y valores propios que defender frente a lo que se propone como una relación de dependencia?. Invertimos en una alianza militar contra enemigos imprecisos pero que se harán transparentes cuando las armas y las alianzas estén firmemente asentadas. Y yo pregunto a los ciudadanos de Europa: ¿Vais a luchar y derramar vuestra sangre para defender los valores de los Estados Unidos?
En abril de 1951 Albert Camus pronunciaba un discurso en el mitin organizado por -Les Amis de l'Espagne Republicaine-, que comenzaba con éstas palabras: "Según todas las apariencias, las democracias occidentales continúan la tradición de traicionar a sus amigos, en tanto que los regímenes del Este han establecido la obligación de devorarlos. Nosotros, colocados, sin buscarlo, entre unos y otros, hemos de hacer una España que no sea la de los embusteros ni la de los esclavos". Al firmar relaciones con el gobierno de Franco, los países aliados, tras acabar con el fascismo alemán e italiano, condenaron a 40 años de totalitarismo a un país que les sirviera de dique de contención de la dictadura de Stalin. "Han firmado la ruptura con cierta Europa que es la nuestra" -decía Camus en la conferencia citada. La España de los 'embusteros' vino después de la fascista y tras ésta, la España de los 'esclavos' resurge no bajo el modelo Stalin sino bajo el de su simétrico dique de contención. La Europa democrática defendida por el escritor francés no era la socialdemocracia capitalista neoliberal, hoy triunfante, plenamente en la derecha y moderadamente en la izquierda, sino una democracia social libre y soberana, que evitaría su conversión en satélite ruso o estadounidense en la guerra fría.
La Europa social y verdaderamente democrática debe renegar del belicismo norteamericano, que hoy somete al horror a Israel, Turquía y Argelia, como supuestos diques de contención del fundamentalismo islámico, nuevo chivo expiatorio. Siempre tendrán una excusa para convertir Europa en dique de contención y condenar a millones de personas a vivir en -Estado de Sitio-, salvaguardando ellos sus fronteras, como ya ocurrió en la II GM.
Terminemos volviendo a Camus y a su idea de que una Europa libre no puede sino rechazar, con todas sus fuerzas, la integración en la OTAN y el seguimiento de los valores de los Estados Unidos:
"Nuestra Europa, en fin, y esto lo resume todo, no puede prescindir de la paz... Si Europa, para existir, debe pasar por la guerra, será la Europa de la policía y de las ruinas... Ha llegado el momento de decir que la Europa que nosotros deseamos no será jamás aquella en que la justicia de una causa se valora según el número de cañones" (Albert Camus, discurso citado).
En vista de lo aquí analizado podemos concluir que IV Reich (o la globalización) es un modo al final bastante adecuado de denominar a unos valores y unas ideas que se quieren universalizar con la fuerza de las armas. Un pensamiento único cuya base se encuentra en un modelo de producción explotador, conocido como capitalismo, en una amalgama de valores, ideas y economía, que excluye, a la postre toda política y que elimina toda democracia.