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La Lucha continúa

Asambleas barriales

Por Juan Jose Sebreli * Las dos caras
La Comuna de Buenos Aires

Las asambleas barriales, como los cacerolazos, son fenómenos ambiguos y contradictorios. Se entremezclan en ellos posiciones distintas e incompatibles. El ala más radicalizada de las asambleas pretende crear una forma de democracia directa. Pero la democracia directa sólo fue intentada, y aun parcialmente, en dos oportunidades muy excepcionales: la Revolución Rusa entre los meses de febrero y octubre de 1917, y en la Guerra Civil española durante seis meses en Cataluña. Fueron, por tanto, dos experiencias muy breves y fracasadas. Pensar que va a triunfar en una sociedad caótica como la Argentina, sin experiencia política y sin objetivos comunes, es un delirio. Las propuestas del ala moderada me parecen más sensatas y seguramente son las que van a predominar. Estas encaran reivindicaciones muy concretas, soluciones de problemas vecinales. También se proponen actividades educativas y culturales y en ese sentido es un retorno a las viejas sociedades barriales de comienzos de siglo XX creadas poranarquistas y socialistas y destinadas a la educación y concientización de las clases populares y las capas medias. Ese aspecto me parece muy positivo. * Escritor y ensayista de temas políticos, sociales y filosóficos. Autor de El asedio a la modernidad, Los deseos originarios del peronismo, El vacilar de las cosas y Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, entre otras obras.

Por Carlos Gorostiza
Sensaciones y preguntas


No puedo emitir un juicio cerrado sobre las llamadas asambleas barriales. Porque no tengo un juicio cerrado. Tengo, sí –podría decir que me poseen- una multitud de sensaciones abiertas conectadas con antiguos deseos personales que a lo largo de los años no obtuvieron más respuesta que el desaliento o el fracaso. Porque durante esos años mi generación esperó inútilmente no sólo que el pueblo pudiera decir lo suyo sino, también, que luego su discurso fuera respetado. Aparecen entonces estas asambleas. Lo primero que surge en mí es una profunda emoción: veo y oigo a un pueblo que despierta, a un pueblo en rebeldía que reclama lo suyo, a un pueblo que denuncia el fin de toda una época triste de nuestra historia y quiere inventar una época nueva. Toda esta emoción es mucha y apenas deja lugar para el juicio, para el pensamiento. Pero entonces se oyen consignas –algunas demasiado viejas, algunas demasiado nuevas– y surgen otras sensaciones. Y con las nuevas sensaciones aparecen las grandes dudas, las dudas responsables: ¿Quiénes? ¿Cómo? ¿Cuándo? Y entonces siento que este momento no debería ser sólo el de la acción; también, y sobretodo, debería ser el del pensamiento. * Novelista y autor de más de treinta piezas teatrales, entre otras El acompañamiento (estrenada en Teatro Abierto 81), Los prójimos y El patio de atrás, donde dirigió a su actor-fetiche Carlos Carella, Leonor Manso, Cipe Lincovsky y Patricio Contreras.

Por Cipe Lincovsky *
La alegría del recambio

No sólo yo pienso así, sino que somos muchos los que pensamos que entre los 30 mil desaparecidos, digamos, aunque sean solo cien, podía haber estado el recambio de políticos, economistas, sindicalistas, científicos y hasta podían haber surgido dos o tres presidenciables. Pero no están y de los que tuvimos hasta ahora ninguno cumplió con los mínimos requisitos para llevar adelante el país después de la tragedia del 76. ¿De dónde va a salir el recambio? Yo no estaba en el país cuando todo este incendio empezó. Pero mirando por la tele alemana me di cuenta de que algo cambióradicalmente. Esos miles de personas que salieron con cacerolas no eran sólo desocupados sino que pertenecían a todo el pueblo y podían con un cacerolazo cambiar la historia. Inmediatamente pensé en el poema de Bertolt Brecht, más actual que nunca: "Primero se llevaron a los judíos (maestros), pero como yo no era maestro no me importó. Luego fueron los obreros (piqueteros), pero como yo no lo era tampoco me importó. Después fueron los jubilados, los desocupados municipales, los estudiantes y tampoco me importó. Ahora me toca a mí, pero ya es tarde". Y, sin embargo, toda la gente respondió "no es tarde, algo podemos hacer". ¿Quién fue el primero que fue a la Plaza de Mayo? No se sabe, pero hubo primeros desconocidos que tuvieron el coraje, la fuerza, el carisma de movilizar. Y ¿no saldrá de ahí el recambio sorpresivo? Entre las cacerolas y los piqueteros, los carteles y los maestros, los médicos y las banderas en que se envuelven ¿no saldrán de ahí los abanderados? Hay que pensar lo que el diccionario explica: la memoria es la potencia del alma por medio de la cual se recuerda el pasado. Tal vez así entre todos podamos construir el futuro. Jurguen Kuczynsky escribió este texto cuando cumplió 90 años: "El hecho que el orden social que vivimos no es capaz de solucionar los problemas del mundo es obvio. El cambio va a llegar. Yo no lo voy a ver, pero la alegría de antemano no hay quien me la saque". * Actriz de teatro y cine. En la pantalla grande es recordada por su papel en Naked Tango y en La amiga que coprotagonizó junto a Liv Ullman. Larga trayectoria en el medio teatral. Entre otras obras de teatro participó en Nijinsky, clown de Dios, dirigida por Maurice Béjart, donde interpretaba ocho personajes junto a Jorge Donn.

Por Dalmiro Saenz *
El juguete nuevo


La diferencia entre un adulto y un chico es el precio de sus juguetes. Las asambleas populares son un juguete. Pero son los juguetes los que mueven el mundo. Si nos fijamos en los triunfadores económicos veremos que son gente a las que no les interesa el dinero sino ganar el dinero. Son jugadores compulsivos y el dinero es el pretexto que tienen para jugar. El dinero es el juguete. Ese juguete que es una asamblea popular nos permite jugar a que somos mejores de lo que somos, cosa que es cierto, porque uno es más lo que quiere ser que lo que es. En una asamblea popular lo primero que se nota es que toda la energía está puesta en el funcionamiento de la propia asamblea, o sea que aman más la cacería que la presa. El estallido de realidad que nos ha acontecido generó esta nueva forma de participación para crear una nueva Argentina. Los argentinos intuimos que van a cambiar los hábitos, que vamos a conocer gente distinta, que vamos a inaugurar nuevas formas de vida, que se van a plantear otras expectativas, que vamos a sufrir pérdidas, que van a aumentar nuestras carencias y sabemos que el hombre es lo que son sus carencias. El tomar conciencia de que en el mundo actual el que trabaja no tiene tiempo de ganar dinero descolocó la jerarquía de valores para los que fuimos domesticados. Desde muy chicos ese primer grito de recién nacido, esa primer protesta de la nada ante la prepotencia de la vida empezó nuestra domesticación. Cualquier actitud que sabotee esta compulsión a la repetición es una actitud positiva. Repetir es no ser y los que no son forman parte de la línea de montaje del poder. Nos han domesticado para no ser y estas asambleas populares están buscando su propia búsqueda sin darse cuenta de que uno solo busca lo que ya ha encontrado o como dicen los místicos el que busca la fe ya la encontró. La cantidad de idioteces que podemos oír en una asamblea popular no debe asustarnos. Generalmente, la suma de idioteces se acercan a la sabiduría más que a la inteligencia. O sea que la nueva Argentina está más cerca del sentir que del pensar. * Escritor. Autor de Setenta veces siete, Yo también fui un espermatozoide, Vida sexual de Robinson Crusoe, La muerte del vientre de oro y Te odio político, entre otras obras

Por Eduardo Pavlovsky *
Nuevos sujetos sociales


El Dr. Bacqué (ex ministro de la Corte Suprema) manifestó en estos días que comprendía la protesta de los "cacerolazos" pero que éstos funcionaban por "fuera" del orden republicano. El Dr. Alfonsín criticó las movilizaciones de los ahorristas y a los que participan en los escraches. Definió a las asambleas populares como caóticas. Sugirió a diferentes sectores sociales a "autolimitarse" en los reclamos y mostró su enojo con los escraches que realizan los asambleístas. "Aquí no se puede tolerar la sedición" (Página/12), como un intento del ex presidente de reclamar por el orden. Son palabras de reconocidas figuras de larga trayectoria en lo jurídico y en lo político. Las asambleas barriales –son el emblema– de la alteración de ese orden que defienden Bacqué y Alfonsín. Pero conviene tener en cuenta que lo que se está cuestionando no es el orden –sino un tipo de orden–, una supra estructura jurídica-políticoideológica que hoy está en profunda crisis de representatividad. Ellos están caóticos. La justicia y los políticos. Están en crisis terminal. Es lo difícil de asimilar. Si los "cacerolazos" y los piqueteros en las rutas y los ahorristas en los bancos expresan sólo la protesta genuina frente a este tipo de orden, las asambleas barriales son el intento, a través de la directa participación ciudadana, de crear un nuevo tipo de orden, un nuevo tipo de sujeto social que asoma como producción inédita en nuestro país. Se califica de desorden todos aquellos "nuevos órdenes" que emergen como nuevos sujetos sociales. Las asambleas barriales son el emblema de este nuevo tipo de sujeto social que emerge como una nueva forma de organización. Profundamente democrática y con ideas. No es imposibleimaginar que una nueva generación política se esté gestando en todo el país. Hay voces que se expresan en esas asambleas que traslucen ideas políticas a veces mucho más inteligentes que las ya tan conocidas, por lo repetitivas, de nuestros representantes políticos (y periodistas especializados) a quienes uno puede anticipar antes de que abran la boca. Hay ideas nuevas. Nuevas propuestas. Nuevos órdenes. Nuevos sujetos sociales en gestación. Insisto que lo que se ataca no es el orden. Sino ese tipo de orden ya carente de representatividad ciudadana. Aquí no hay vuelta atrás. Son tiempos difíciles. Como cuando el líder de MST brasileño le dijo a Lula: "Los votamos a ustedes, pero el tiempo de ustedes es el electoral y el tiempo nuestro es el de la toma de los latifundios". Hoy no sé si los votaría. Cuando se altera el orden establecido de las democracias parlamentarias latinoamericanas que han sabido producir la mayor desigualdad social del mundo (más que Africa, Asia, Oceanía), surge siempre la palabra caos, como intento de preservar el orden dominante. Surgen los demócratas de "siempre". Los patrones de las democracias. No sería ingenuo pensar que las asambleas barriales que recorren todo el país estén expresando la vanguardia de un movimiento civil incipiente de resistencia al tipo de orden democrático que ha dejado siempre excluida a gran parte de la ciudadanía. Fenómeno social que ya se interiorizó como obvio. Las "asambleas" intentan romper esa obviedad. Puede haber un tiempo electoralista pero la organización política que se está gestando en las asambleas populares está por fuera del tiempo electoral. Está en el singular tiempo de crear nuevas subjetividades. Nuevas formas "de organización política". Es una línea de fuga que funda otro territorio existencial. Desterritorializa el escenario político habitual. Por eso digo: las asambleas populares son el "emblema" de un cambio social que se está gestando. Lo que está en crisis terminal es el sistema de representatividad política en el país. Nadie lo duda ya. Las asambleas son el intento de superar lo "moribundo" que no termina de morir nunca. La tristeza del viejo sistema por la alegría y la fuerza solidaria de las asambleas y su futuro posible. Como todo devenir revolucionario (que no es la revolución) no es un fenómeno cuantitativo, sus características se nutren de la intensidad del acontecimiento. Una modificación en "la cabeza de la gente". No se mide por el número de asambleístas que concurren. Es un "cambio de naturaleza". Y por eso no hay vuelta atrás. Cuando el pueblo recupera la voz ya no la pierde nunca más. Aunque descanse a veces para reponer nuevas fuerzas a inventar. * Médico psicoanalista. Actor, director y autor de obras teatrales como El patio de atrás y El señor Galíndez, entre otras.

Por Leon Rozichtner *
El lugar de la resistencia


Para poder pensar las asambleas barriales en lo que éstas tienen de contenido novedoso, debemos previamente diferenciar la etapa histórica del tránsito del capitalismo keynesiano al neoliberalismo destructivo que estamos viviendo. Si ustedes quieren, pensar el lugar donde se organiza el poder de resistencia que ha pasado de las fábricas a los barrios. ¿Cómo entender esta transformación? Antes, en la época del capitalismo productivo, podía pensarse, como lo hacía Marx, que el lugar donde se elaboraba el enfrentamiento radical entre las clases explotadas era la fábrica y el sindicato. La fábrica era el lugar donde se producía un nuevo colectivo al reunir en ella a los obreros para extraer su plusvalía. El sistema capitalista, con la paralización de las fábricas, era atacado en su propio fundamento que impedía, con las huelgas y la organización obrera, su funcionamiento. Ahora, en cambio, cuando las transformaciones del capital financiero han alcanzado a dominar a las naciones y apoderarse de todo su sistema productivo y de sus servicios, el campo de la expropiación se ha extendido hasta abarcar todas los aspectos de la vida cotidiana: su poder ha penetrado disolviendo las relaciones sociales, dispersando a la gente, haciendo que los intereses personales se conviertan en antagónicos con el poder social colectivo: ya la fábrica ha dejado de ser el único lugar donde el poder social de resistencia se engendra. El campo de expropiación se ha extendido desde la fábrica a la sociedad entera. Ya no es sólo la clase trabajadora industrial la que puede detener el funcionamiento de esta máquina social que se ha convertido en infernal: es la sociedad toda la que está construyendo en su propio interior el único poder que la globalización requiere para enfrentarla: globalizar la resistencia dándole al vacío financiero mortífero el lleno de vida humana que le resiste. Ya no se trata sólo de que las fábricas se detengan, sino impedir que el país todo, convertido en una inmensa unidad productiva, dé renta, funcione, hasta tanto no se realicen los fines que la sociedad demanda. Los piqueteros que cortan rutas, los caceroleros que han invadido las calles señalan el comienzo de una nueva estrategia. Las asambleas barriales son la puesta en acto de este movimiento que desde los barrios reconstituyen la unidad del tejido social para volver a encontrar las fuentes del poder político y de la soberanía que reside en ellos. La globalización disolvente de las geografías y de los cuerpos encuentra su exacta respuesta cuando se construye un poder colectivo nuevo desde el grano menudo de la materialidad social. Y desde la particularidad de cada barrio, conservando toda su riqueza, crear ese poder inédito que se extienda y que conglomere a toda la geografía patria en una situación histórica en la cual se está jugando nuestra supervivencia. * Filósofo y ensayista. Autor de La cosa y la cruz y de Mi buenos Aires querido junto a Ricardo Piglia. En la actualidad está escribiendo sobre racionalismo y cristianismo

Por Luis Bruschtein
El lugar de la izquierda

Cuando se produjeron los primeros cacerolazos, los vecinos increparon a algunos grupos de izquierda que quisieron desplegar sus banderas. La actitud de los vecinos no fue porque equipararan a los partidos de izquierda con los políticos corruptos, mañosos o simplemente inoperantes que constituyen uno de los centros de sus quejas. Pero tenía su lógica, porque la movilización de esos días fue absolutamente espontánea y la intención de colgarle un cartelito aparecía como una especie de usurpación de méritos. Más allá del tema de los carteles, esa diferenciación que hacen los vecinos con estos grupos y algunos políticos y gremialistas combativos es una especie de reconocimiento que los partidos de izquierda deberían valorar en su justa dimensión. Sin embargo, que los vecinos reconozcan que no son corruptos, mañosos o mentirosos, no quiere decir que los reconozcan como conducción o referentes de nada, ni mucho menos, sino simplemente como a otro igual que puede participar en la discusión. Los partidos de izquierda, por lo menos los que mantienen la concepción leninista de vanguardia, están conformados por militantes que asumieron la responsabilidad de construir una alternativa de poder que pudiera conducir y ofrecer respuestas políticas, sobre todo en situaciones de crisis como las que vive el país. Uno de los elementos característicos de esta crisis es justamente la inexistencia de una alternativa de poder y mucho menos desde alguno de estos partidos de izquierda, cuya función de existir, su responsabilidad ante la sociedad, era justamente construirla y es donde han fallado. Hace muchos años que existen, que mantienen encendidas diferencias unos con otros, pero finalmente llegaron al cacerolazo como un vecino más. La rebelión espontánea los sorprendió tanto como a De la Rúa. Eso no puede ser motivo de orgullo, porque es haber fallado en la misión que le da sentido a su existencia. Algunos de los análisis que hacen militantes de estos partidos hablan de una situación prerrevolucionaria. Es una calificación discutible. Pero lo que es seguro es que al no haber una alternativa clara de poder, la movilización y las luchas populares están huérfanas y pierden potencia en el momento de la definición, de la disputa por el poder. No puede haber situación prerrevolucionaria, entre otros motivos fundamentales, porque no hay un referente político claro para estas luchas. Y ese es el fracaso de los partidos de izquierda. Por ejemplo: la consigna "Que se vayan todos", que se ha convertido en una de las principales de las asambleas barriales, sería más consistente si se supiera quiénes deberían reemplazar a los que se vayan y con qué programas y planteos. Todos saben en las asambleas que esa consigna expresa lo que sienten, pero también saben que tiene doble filo porque no existe una alternativa clara. Y todos saben que así, los que vengan después de los que se vayan pueden ser peores, mucho peores. Y si algo tienen que descartar los sectores populares es la idea de que "cuanto peor, mejor" porque ya hay experiencias históricas en ese sentido. En vez de actuar con soberbia y sectarismo y pretender dar clases de política a los piqueteros y a los vecinos de las asambleas, los partidos de izquierda tendrían que hacer una autocrítica profunda para entender por qué fracasaron en su principal responsabilidad. Y así estar en condiciones de sumarse a estos movimientos para escuchar y aprender y desde allí aportar sus capacidades. Si en vez de eso, lo único que les interesa es copar sus conducciones para aplicar las mismas concepciones sectarias ymétodos de estudiantina que los llevaron al fracaso, es probable que en vez de aportar a esas luchas, terminen trabajando a favor de quienes dicen combatir

Por Pompeyo Audivert *
Asamblea Madre

La asamblea es un hecho artístico, en el sentido de que anuda fuerzas desatadas. Al estallar el marco (político, jurídico, económico) capitalista, las fuerzas sociales quedan libradas a una nueva síntesis, a una nueva articulación, a una nueva máquina política: la asamblea popular. La asamblea no es sólo catarsis, expresión, grito, es también organización política, programa, acción coordinada, conciencia en acción, apertura. La asamblea salta etapas, no pierde el tiempo, no sabe ni quiere esperar, tiene un andar revolucionario. La asamblea no es espontánea, tiene sus antecedentes en las luchas obreras, en las Madres de Plaza de Mayo y en las cientos de huelgas y movilizaciones y asambleas que viene realizando la clase trabajadora desde hace años. La asamblea es un piquete y viceversa. Aunque la asamblea no lo asuma conscientemente, sus producciones políticas, sus consignas, son de izquierda (asamblea general constituyente, nacionalización de la banca bajo control obrero, no a los bancos, privatizaciones, deuda externa...). Esto no es así porque la asamblea esté infiltrada sino porque su génesis es profundamente anticapitalista. La asamblea es casi, podría decirse, una producción inconsciente de la crisis capitalista. A fuerza de descerebrado y loco, el sistema produce su propio antídoto: la asamblea, que inevitablemente va a parecerse a la izquierda (conciencia, organización, programa), la asamblea que ocupa el lugar de lo imaginario, lo retoma. Todo pensamiento político nace de un mundo imaginario, el mundo que uno querría, un mundo en el que (y esto es común a todos, salvo las patologías) reina la igualdad, la paz y elsentido común. La asamblea trabaja desde allí, en contra del mundo real y denuncia esa supuesta realidad como falsa. La Asamblea expresa la verdadera naturaleza humana que debió esperar tanto para hacerse presente, para reclamar su tiempo; la naturaleza invisible y sutil que sólo se expresa en la paz de la igualdad y del bien común. La Asamblea es la vanguardia de la humanidad, la célula madre y el modelo político de Dios. ¡La imaginación al poder! ¡Que vivan las gloriosas Asambleas Vecinales, abajo los caudillos de papel! * Protagonista de las celebradas Postales Argentinas y Hamlet, o la guerra de los teatros, de Ricardo Bartís, y director e intérprete, entre otras obras, de Pater dixit y La fuerza de la costumbre. Fundador del teatrotaller El Cuervo

 

Por Rubén Szuchmacher *
La voz de la calle

Acabo de llegar de Madrid después de haber estado trabajando allí por casi un mes. No hace falta decir que todos me preguntaban por la situación en nuestro país. Desde las personas con las que trabajaba hasta los taxistas y empleados de tiendas que, al reconocer mi acento, preguntaban acerca de los sucesos en estas tierras. La mayoría de los españoles con los que hablé adhiere a la protesta. A muchos les parece que la gente en las calles, cacerola en mano o reunidos en asambleas barriales, es una metodología que podría ser muy útil para encarar una protesta efectiva contra las políticas contrarias a los intereses de la mayoría del pueblo. Sin embargo, muchos de ellos, sobre todo los pertenecientes a las clases intelectuales, se preocupan por la falta de propuestas o de recambio de políticos frente al "que se vayan todos". Una argentina típica con muchos años de permanencia en España llegó a reivindicar a Chacho o a Graciela, pensando en su despiste que aún son el paradigma del político eficaz para el cambio (¡créase o no!). Le sugerí que leyera un poco de los diarios de los últimos años como para ser cortés y no mandarla a otro lugar menos pulcro. En general, cuesta entender que esta historia comenzó hace un poco más de 25 años, con el Rodrigazo y que luego la dictadura cívico-militar se alzó con lo mejor de una generación, que echó a mucha gente hacia otros países y que silenció en el propio territorio a muchos más. Ante la pregunta de "por qué esos políticos que tenéis", les respondía con el relato de la historia reciente como para que pudieran comprender que los argentinos no somos corruptos per se sino que hay razones históricas. Ante la pregunta "de dónde salen, entonces, los nuevos dirigentes", solía responder que, precisamente, como en cualquier proceso histórico de rebelión, los líderes, los nuevos políticos salen de la lucha diaria. Salen de las reuniones barriales, de los piquetes, de los que encabezan los escraches, etc.
No es fácil ni sencillo rearmar una trama política en nuestro país. Como en ninguno luego de haber sido exterminada mucha gente. A los españoles debía recordarles que la derrota de la República y la llegada de Franco y su dictadura había dejado a España sin sus mejores gentes, sus mejores trabajadores, sus mejores intelectuales que fueron muertos en la Guerra Civil u obligados al exilio. España jamás se recuperó de esa fractura. Con tristeza asentían.
En nuestro país, tal vez, se trata de que aquellos 30.000 desaparecidos, 100.000 emigrados y la masa silenciosa vuelva a tener presencia. Desde aquel espíritu de lucha, pero a partir de las nuevas realidades. No será fácil, claro que no. Hay que tener paciencia. No se puede cambiar todo en apenas dos meses. Gente como esa argentina anclada en Madrid mirará con desconfianza a los líderes de las protestas en el barrio de Liniers o a los piqueteros, puesto que no vienen de los partidos de izquierda. Personas con rémoras de las peores costumbres de lamilitancia izquierdista seguramente intentarán usurpar la rebelión y sólo lograrán quedarse solos una vez más. Es difícil salirse de las frases hechas, de los manijazos, etc. (¿se podría pedir a los militantes de algunos partidos que cuando manifiestan por las calles no utilicen megáfonos ni micrófonos usados por algún militante desafinado para dejar que se escuche lo que la gente grita o quizás también su silencio?).
Quizás sea desde la revisión de las metodologías de los años 60 y 70, desde la posibilidad de escuchar efectivamente lo que se dice en las calles, desde permitir que nuevas formas de discurso político se expandan, que vamos a poder cambiar a la clase política y hacer efectivo el "que se vayan todos". Las asambleas populares pueden ser la escuela de los nuevos dirigentes de una nueva democracia que habrá que fundar.
* Actor y músico (su trabajo más reciente es Cine quirúrgico, pieza sobre idea de Edgardo Rudnitzky con dramaturgia de Alejandro Tantanián), y director, entre otras obras, de una destacada versión de Galileo Galilei, de Bertolt Brecht, vista en el Teatro San Martín. Artista con experiencia en teatros europeos, básicamente de Alemania.