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Argentina: La lucha continúa

28 de diciembre del 2002

Autogestion social y nueva organizacion del trabajo (II)
Continuidades y cambios en el movimiento de ocupación fabril

Eduardo Lucita
Cuadernos del Sur

Eduardo Lucita a nombre de Cuadernos del Sur conversó sobre la situación actual y algunas experiencias históricas con Angel Fanjul (AF), abogado laboralista, militante del marxismo crítico y con Roque Moyano (RM) que supo ser activista y dirigente sindical en gremios como el panadero, textil, papelero, y que hoy es un activo militante asambleario.
Hay un movimiento general de ocupación de fábricas, producto la mayoría de las veces de la desesperación de la gente por quedarse sin trabajo. Ocupan, resisten, y luego comienzan a producir bajo alguna forma de gestión obrera. ¿Como ven este proceso que ya alcanza a más de un centenar de empresas y agrupa a unos diez mil trabajadores?
AF - Aunque no puedo decir que sea un problema generalizado en el país, este movimiento está mostrando el inicio de la maduración de una conciencia, de una maduración hacia la solución de la crisis Esta solución ¿pasa por resolver el pago de salarios, la ocupación etc.? ¿o pasa por la puesta en funcionamiento de las empresas que cierran sean privadas o estatales?
Aquí se combinan dos aspectos: por un lado es la culminación de una experiencia hecha con las privatizaciones, que tuvo como consecuencia la generalización de la economía privada con cierta expectativa de la gente. Por otro lado con la conclusión de esa experiencia se da también el abandono de sus fábricas por las patronales.
En última instancia, tanto en aquella experiencia como ahora, se pone en tela de juicio la propiedad. Lo que ocurre es que en aquel entonces estaba en juego la propiedad estatal y hoy está en juego la propiedad privada, socialmente considerada.
Es decir que si bien no puedo afirmar que este es un nivel de conciencia de toda la sociedad si creo está expresando que culmina una experiencia acerca de cómo resolver las crisis, Si estas se resuelven por la vía del sostenimiento de las actuales relaciones de producción o es necesario cambiar estas relaciones. En última instancia el movimiento obrero no esta planteando en general una reestatización, que es en parte una ideología de épocas pasadas, la estatolatría, que es parte de la tradición de la vieja izquierda revolucionaria. Yo percibo que no lo está planteando desde un punto de vista genérico, sino que lo que está planteando es una modificación del carácter de la propiedad. Esto es si debe primar la propiedad privada o la propiedad social generalizada.
Creo entender que esto Ud. lo está planteando como un proceso objetivo.
AF - Claro, es un proceso que se está planteando en la realidad.Porque también es cierto que sectores de vanguardia, que se referencian en la izquierda orgánica, están planteando la reestatización bajo control obrero. Pero yo creo que el movimiento obrero no comparte mucho esta posición, yo creo que está avanzando a comprender que es necesario un nuevo tipo de relaciones sociales.
Pero de todas formas Angel, en estas fábricas ocupadas, salvo el caso de la minera Río Turbio en el sur, no hay ninguna fábrica reestatizada, porque siempre fueron privadas, incluso cuando se esta planteando la estatización con control obrero no me parece a mí que se trate de un proceso de estatización clásico. Es otro tipo de solución porque en la otra forma, la forma cooperativa, los trabajadores recaen en las relaciones sociales capitalistas. Hay aquí un fuerte debate, que por otra parte es un debate histórico.
AF -
Claro, y es un debate que va a tener sus consecuencias, porque por ahora evidentemente ante la falta de trabajo la solución es la lucha por el funcionamiento de la fábrica, sea bajo la forma que fuere. La defensa de la fuente de trabajo es importante para el obrero, pero esta defensa como cooperativa implica reestablecer las relaciones sociales existentes, en esto estoy de acuerdo con lo que dices, y con lo que escribes en tu artículo. Es decir que se mantiene la vigencia de aquellas formas que son las que provocan la crisis. Los trabajadores no pueden resolver la crisis tomando en sus manos la producción desde el punto de vista capitalista, sino que lo que está en juego es el tipo de relaciones, es la relación del trabajo, en última instancia la emancipación del trabajo. Hay un análisis interesante, de una muchacha, Josefina Martínez, de Rosario, que señala cómo estas formas cooperativas mantienen la forma alienada del trabajo (NdeR: "Argentina después del 19 y 20. Experiencias de gestión obrera" publicado en Rebelíon Internacional, reproducido por el Correo de Prensa de la IY Internacional – Boletín electrónico nº367).
Pero tenemos que ser claros, la comprensión de esta cuestión central es aún muy incipiente, porque entre otras cosas no hay una experiencia social generalizada.
RM – Si, yo comparto esto último que dice Angel, para mí en la situación política actual hay muchos elementos positivos, distintas experiencias que comienzan a entrelazarse, pero todavía hay muchos elementos defensivos. La ocupación de fábricas es uno de ellos, pero contradictorio porque en su aferrarse a las máquinas los trabajadores avanzan.
Fijate que en décadas anteriores, los años '50 y los '60, hay muchísimas ocupaciones de fábrica, pero son muchas menos las que efectivamente son puestas en producción, esto que pasa ahora es una gran avance, producto de la profundidad de la crisis del sistema.
Yo quisiera agregar que en todo esto hay un gran estímulo a partir del 19 y 20 de diciembre y del movimiento asambleario que nace allí, que ha oxigenado todo el proceso. Que está introduciendo una nueva cultura política, en las formas de hacer política, y está haciendo reflexionar al movimiento obrero, tanto al desocupado como al ocupado.
¿Y como relacionas esto con el movimiento de ocupación fabril?
¡Claro que esto está relacionado con las ocupaciones! Porque en las asambleas de esas fábricas, en los comités de solidaridad, participan las asambleas barriales, participa el barrio, participa la gente, y esto es lo nuevo. Porque asambleas en el movimiento obrero hubo siempre, pero no como ahora, no de esta forma. Ahora se hacen con la mayor participación y la menor delegación posible.
Claro que esto, tanto en las asambleas barriales como en la ocupaciones choca con la posición de muchos partidos de izquierda, que en lo concreto cuestionan esta practica democrática y autónoma, sus formas de intervención producen choques de intereses y fricciones. Esto se expresó en las discusiones por los actos del 1º de Mayo, y después también. Rompimientos, expulsiones, luchas estériles por la hegemonía.
No hay una verdadera comprensión de lo que significa, luego de tantos años de ataduras, la independencia y la autonomía del movimiento, su potencialidad, que es lo verdaderamente nuevo.
Fijate vos la cuestión de la solidaridad, hoy no es solamente declarativa, no es solamente firmar un documento o una solicitada, tampoco es necesario hacer una asamblea en el barrio para saber si se acerca solidaridad o no. El caso Brukman es un ejemplo, un simple llamado telefónico bastó para que los vecinos de numerosas asambleas rodearan a la fabrica de una solidaridad activa, real y efectiva. Entiendo que en Zanón pasa lo mismo y por lo que vos nos contas algo así también está pasando en Grissinopoli.
Es que la solidaridad es un acto conciente que responde a una necesidad concreta, y de ahí surgen otras articulaciones con los otros movimientos. El sistema no logró, a pesar de los esfuerzos de los CGP y de partidos del régimen, domesticar a las asambleas, no logró utilizar a los desocupados contra los ocupados, en esto hemos avanzado. Se avanza en la lucha por la autonomía de los aparatos sindicales y políticos. Hoy las tomas de fábrica y puestas en produccióm están avaladas por las asambleas, que las apuntalan en esta forma de resistencia. Se avanza cuando se toman medidas para apoyar a los piqueteros y estos a su vez para apoyar a los que ocupan. Todavía no se desarrolló una política para los trabajadores ocupados pero creo que esto está embrionariamente en la cabeza de la mayoría de los que militamos en estas experiencias sociales.
Angel, desde esta perspectiva me interesa recuperar el caso que seguramente Ud. conoce muy bien, que fue muy importante en los primeros años '70 en Francia, el caso de la fábrica de relojes Lip. ¿Que recuerda, que conclusiones saca de aquella experiencia que impactó a toda Europa, y que también llegó por estas geografías?.
AF-
La conclusión es que estas grandes experiencias para que sean tales, para que trasciendan, se deben dar en procesos de lucha generalizadas. En el caso de la fábrica Lip en los años '71/72, -incluso creo que casi hasta el '75, porque cuando yo estuve en el '74 una de las actividades casi obligadas para la militancia era visitar la plata de Besançon- en cierta forma fue la continuidad, lejana pero que repercutía, del Mayo francés. El movimiento de 1968 no alcanza a dominar socialmente pero tiene su expresión concreta en Lip, es su expresión más elevada como experiencia autogestionaria y de lucha antiburocrática muy profunda, y de ahí su repercusión general. Eran dos plantas fabriles que se mantuvieron un tiempo prolongado autogestionadas por sus trabajadores. Ellos producían, ellos vendían, y ellos se cobraban.
Y en esto hay una vinculación con la situación en Argentina, porque todo este movimiento de ocupación está en el marco de la situación política abierta por la insurrección popular del 19 y 20 de diciembre pasado.
Regresando a la Argentina y pensando en algunas experiencias históricas, me interesa alguna referencia, porque entiendo que Uds. participaron en ellas, al Ingenio Santa Lucía en Tucumán, y a la papelera Mancusso y Rossi en La Matanza.
RM –
Bueno, yo puedo hablar del caso de la papelera donde participé activamente pero no de los ingenios, en esa época yo ya estaba en Buenos Aires trabajando como panadero. Pero sí recuerdo que esos años fueron años de crisis para la industria del azúcar, que había una lucha muy fuerte en el interior del movimiento obrero azucarero, y que el Ing. Santa Lucía era de los más grandes de la provincia, pero tambien estaban en conflicto el Santa Ana y el San Martín, pero de esto mejor que hable Angel.
AF – Es importante porque hay una experiencia histórica nacional e internacional que hay que recuperar. Pero hay que ubicar cada lucha en el contexto político en que esta lucha se da. La toma del Santa Lucía fue una expresión de la lucha interna por la diferenciación tanto en el interior del movimiento sindical como en el movimiento peronista local. En aquella época estaba la federación nacional de los trabajadores azucareros, la FUNTA, integrada también por la federación tucumana, la FOTIA, que tendía a una nueva dirección en lucha contra la burocracia. Sus principales dirigentes estaban influenciados por nosotros, que eramos una corriente del trostkysmo de aquel entonces. Esa lucha interna era la expresión de la crisis que alcanzaría su mayor manifestación años después con el "rodrigazo", en 1975, y el surgimiento de las Coordinadoras de Gremios en Lucha. Era expresión del inicio del agotamiento del viejo keynesianismo bajo la forma populista que adquirió en nuestros países y de las formas de lucha del movimiento obrero en ese keynesianismo.
En este aspecto en el Ing. Santa Lucía -yo intervine directamente en la ocupación-, como en el Ing. Santa Ana, que si mal no recuerdo también entró en conflicto en ese entonces, los trabajadores ocuparon el establecimiento y pusieron a funcionar la planta. La ocupación no duró mucho tiempo, porque para que se cristalizara era necesario generalizarla al resto de la industria. Si bien la ocupación tuvo mucha solidaridad del resto de los trabajadores azucareros no fue posible extenderla a otros ingenios, pero si recuerdo que en pocos días se lograron records de producción y los trabajadores mostraron toda su capacidad y su potencialidad como clase.
La Ciudad de San miguel de Tucumán vivía y se desarrollaba al ritmo de la industria azucarera, fue una ciudad rodeada por decenas de ingenios. Y esto mostró otra faceta del conflicto.
Mostró una contradicción muy grande en la sociedad tucumana, que en ese entonces dejé sentado en un artículo que llame "Fronteras de Clase en la Sociedad". Porque si bien los ingenios estaban entrelazados con la Ciudad por múltiples relaciones, eran dos mundos distintos y el piquete de huelga trazaba verdaderamente una frontera entre esos dos mundos. Porque el sindicato decidía quien pasaba o no por esa zona. Sí, era una verdadera frontera de clase.
¿El sindicato participaba de la toma y la puesta en producción?
AF - Claro. No te olvides que el sindicato, la FOTIA, formaba parte de la corriente que luchaba por una nueva dirección en el movimiento obrero, corriente que se expresó hasta el golpe de 1976.
Esto quedó claramente expresado en la intervención que el Secretario General Amaya tuvo en la Fac. de Ciencias Económicas de Buenos Aires, donde planteó que la lucha de la FOTIA era una lucha por el poder obrero, diferenciándose así del resto de la burocracia. Una lucha que en Tucumán tenía muy fuerte influencia de la tendencia de clase, representada por dirigentes como Amaya, Aparicio, Romano y Santillán. Una tendencia que no rompía totalmente con el peronismo en cuanto movimiento popular, pero constituía y expresaba una lucha hacia una nueva perspectiva política y social de los trabajadores.
Expresaban la lucha al interior de la burocracia sindical, al interior del movimiento peronista y también en la conciencia del movimiento obrero. En ciertos aspectos aquella lucha es expresión del inicio del final del bonapartismo peronista de aquel entonces.
Este proceso culminó en la formación del Partido Unión Provincial, nosotros logramos imponer que los candidatos fueran elegidos en asambleas, y en función de esta resolución nuestra corriente política resigno nuestros candidatos, y las 14 candidaturas a diputados fueron elegidos por asambleas de fábrica. Inevitablemente este partido luego degeneró hacia las peores expresiones burguesas.
En cuanto a la otra experiencia que me interesaba rescatar, la de Mancusso y Rossi en La Matanza, ya en los años 70.
AF –
Si, eso fue ya en 1974/75 en pleno "rodrigazo", en las vísperas del golpe del '76. Mancusso y Rossi era una fábrica papelera importante y estaba inmersa en serios problemas financieros y económicos. No podía resolverlos y los patrones alentaron en más de una oportunidad medidas de fuerza en combinación con el sindicato, en lo que fue una tradicional practica vandorista, de modo de presionar al gobierno para conseguir créditos que le permitieran paliar la situación.
RM - Yo había entrado a la fábrica unos años antes y ya su situación económica era crítica. Yo estaba buscando trabajo porque me habían despedido de varios lugares y puedo entrar porque por la propia situación de la fábrica no había demasiados controles. Claro que a mi me interesaba entrar también por una cuestión política.
Lo que se planteaba allí era :que hacemos frente al problema del abandono de la patronal de sus obligaciones económicas para con los trabajadores. No era como ahora que los patrones abandonan todo. Allí la patronal no abandonaba el control de la producción, pero si el pago de los salarios y todo lo que fuera insumos para la producción.
Se realizan varias asambleas donde interviene el Sindicato y también la Federación del Papel, siempre tratando de buscar soluciones que eran imposibles, porque la patronal no estaba en condiciones de dar respuesta.
O sea el sindicato allí intervenía.
RM -
Sí, venia a la planta exigido por las bases. En esa época el sindicato era una referencia todavía, la gente lo sentía como propio, y le exigía a la burocracia que de respuestas. Por eso es que luego de varias asambleas, como la seccional no daba esas respuestas, tuvo que bajar la burocracia de la Federación del Papel. Hoy la gente desconoce al sindicato, lo deja de lado porque lo ve como formando parte del enemigo, del gobierno y de la patronal, pero en ese entonces se vivía de otra manera.
Se discutía para ver si se resolvía bajo la forma de cooperativa y resulta que se plantea el Control Obrero, en una asamblea donde interviene también Angel.
AF -Por ese entonces había surgido en todo el país un fuerte movimiento antiburocrático, que se expresaba en las Coordinadoras de Gremios en Lucha, y formando parte de este movimiento se constituyó una tendencia clasista en el gremio papelero, tendencia que se enfrentaba a la vieja burocracia de Donaires (NdR: Secretario General de la Federación del Papel).
RM – Permitime una acotación, porque en medio del conflicto de Mancusso, hubo elecciones en la Seccional, sobre un padrón real de algo más de 900 afiliados nosotros sacamos más de 800 votos, pero la burocracia sacó de la manga un padrón de varios miles de afiliados, hizo votar a cualquiera y desconoció el resultado.
AF - En esa combinación de lucha antiburocrática y de intervención patronal para preservar sus intereses surgió la toma de la fábrica. Hay que comprender que a veces en la lucha entran también en juego los intereses patronales, que la usan como mecanismo de presión para conseguir créditos o subsidios estatales.
En esa experiencia, como ahora, se dió la discusión de la ocupación y su puesta en funcionamiento bajo la forma cooperativa o del control obrero. Nosotros, yo era el asesor legal de los trabajadores, sostuvimos la posición del control obrero y lo impusimos. Fue la primera vez que históricamente el control obrero no solo se resolvió en asamblea de los trabajadores, sino que el control obrero fue ¡homologado por el Ministerio de Trabajo¡ duró bastantes meses (NdR: eran los tiempos del Gobierno de Isabel Perón y del dirigente metalúrgico Otero como Ministro de Trabajo).
RM – Al principio era un control obrero a medias, porque intervenían los jefes de la planta, la burocracia que buscaba subvenciones para tener capital para hacerla funcionar, y nosotros. En los primeros períodos la fábrica ingresaba como materia prima basura prácticamente, se juntaba esto que ahora hacen los cartoneros, te diría que ahora el trabajo que ellos hacen es más limpio. Yo lo conocía bien porque trabajaba justamente en la máquina que preparaba la pasta base, con esa basura, para hacer luego el papel, de esa máquina dependía la producción.
Era una fábrica que tenía una tecnología tan avanzada que podía producir papel con basura clasificada. Pero después cuando se consiguió la subvención del gobierno el Control obrero ya empezó a ser otra cosa.
Se funcionaba en asamblea, pero a través de la Comisión Interna se formó una comisión que se llamó directamente de Control Obrero, era un control relativo porque la CI era gente honesta y muy combativa, no eran burócratas, pero que tenían pocos conocimientos. Había si uno de los compañeros que tenía conocimientos contables y era el quien intervenía los libros de la empresa. Incluso en la Seccional había algunos burócratas pero el resto era gente común, trabajadores, más todavía porque en la Federación había varias secccionales donde la gente era muy de izquierda, digamos de una izquierda social.
En un determinado momento el gobierno, que seguía aportando los subsidios, nombró un Interventor. El control comenzó a ser más efectivo. Se cortó el negociado de la empresa, que compraba camiones completos de papel, que hacía figurar como tal en los registros contables, pero en realidad la carga no era papel sino que era material descartable, basura. Nosotros establecimos el control de la materia prima y fiscalizábamos el ingreso de los camiones a la fábrica y resolvíamos que camión se aceptaba y a cual no se le permitía el acceso a la planta. Y también controlábamos la salida porque la patronal hacía figurar menos producción y ventas que las reales.
Es una diferencia con la situación actual, porque ahora hay abandono patronal, en realidad no hay a quien controlar.
Claro la diferencia es muy grande, porque en esa experiencia la patronal estaba, y estaba la intervención del gobierno. Era una situación combinada muy particular, llegamos a un acuerdo la Comisión de Control Obrero y el Administrador del Estado, el controlaba los subsidios a la producción y nosotros teníamos el control de esa producción y de la venta y también del pago de los salarios. Entre todos decidíamos que deudas se pagaban, que créditos eran reales, cuanto dinero ingresaba a la empresa y cuanto de esos ingresos se debían retener para el pago de salarios.
Esto duro hasta el golpe de estado del 76.
RM
- Si, y pudo durar más porque el control obrero estaba legalizado y porque la burocracia de Donaires no era de las peores.
AF – Si, era una burocracia débil, pero no te olvides Negro de que hubo una maniobra de la burocracia para ahogar a Mancusso y Rossi y no permitir que esa experiencia se extendiera a otras fábricas papeleras. Incluso en una asamblea del gremio Donaires intentó desnaturalizarla, planteó abandonar el control obrero y pasar a la forma cooperativa de producción, parte del capital de trabajo se formaría con las indemnizaciones, era una forma indirecta de liberar a la patronal de sus deudas.
Esta maniobra fue denunciada por mi en esa asamblea en mi calidad de asesor legal de los trabajadores. Esto casi casi nos cuesta la vida porque era en plena vigencia de la tres A, y la burocracia, impulsada por el peronismo de la zona, me amenazó con hacerme aparecer en una zanja de La Matanza.
RM – Si, es cierto. Incluso por esos días a nosotros nos informaron que en la unidad básica de la Zona hubo una reunión con la presencia de la burocracia papelera, Lorenzo Miguel, Miguel Angel Toma, el que ahora está en la SIDE y que era asesor de la Federación, y otros dirigentes peronistas donde se planteó que Mancusso y Rossi no podía seguir así.
Después de eso a mi me despiden de la fábrica con el argumento de que como yo era el que dirigía el control de los camiones que entraban y salían de la planta entorpecía todo el trabajo. Estuve despedido una semana solamente porque la gente peleó y logró mi reincorporación.
Después vino el golpe, muchos compañeros aceptaron la indennización, yo estuve hasta último momento, no tenía una idea justa de la dimensión del golpe, finalmente me convencieron y dejé de ir. Justo a tiempo. Ocho años después cuando volví por La Matanza varios compañeros me comentaron que al otro día que dejé de ir el ejército me fue a buscar a la fábrica.
Por esos años, 1983/84 volví a la fábrica, otra vez a pedir trabajo, me mandaron a la oficina de personal, me encontré con que el Jefe de Personal era el compañero de la Comisión de Control Obrero que sabía de contabilidad. Me dijo que le pidiera cualquier cosa, menos volver a la fábrica...
¿Funcionaban los mecanismos de solidaridad?
RM - Teníamos solidaridad de otras fábricas de la zona, del movimiento estudiantil y de las organizaciones de izquierda, y sobre todo de la Coordinadora de Gremios en Lucha de Zona Oeste, donde había fábricas muy importantes. Pero no era como ahora que hay una gran simpatía y solidaridad de la gente. Hoy hay una gran solidaridad social.
AF - Es que hay que comprender en que marco se dio aquel conflicto, era una solidaridad del activismo, era el final de un período no el nacimiento de uno nuevo. En aquel momento esto no se percibía, pero hoy a más de 25 años se puede ver con mucha claridad..
Por último. ¿Como avanzar en este proceso de romper con la alienación, como hacer para que los protagonistas saquen sus propias conclusiones, como intervenir políticamente para elevar el nivel de conciencia?
AF -Es una pregunta con una respuesta compleja. Porque hay un avance objetivo aunque limitado del movimiento pero ¿hasta que grado la izquierda contribuye a hacer avanzar este proceso? Por un lado yo creo que sí en tanto traen la experiencia histórica del movimiento obrero, son portadores del conocimiento histórico. Pero por el otro está la contradicción de que se orientan en un viejo esquema, de un viejo movimiento que no existe más. Volvemos a la famosa discusión del obrero fordista y el obrero social. Para mi hay una expresión combinada de una transformación social muy profunda, que no alcanza a expresarse todavía teóricamente, pero que se está planteando.
La crisis del sistema fordista de producción trae consecuencias muy serias no sólo en el papel protagónico clásico de los trabajadores, sino también en el papel de la burocracia sindical, no es solo su traición y su política burguesa sino también el agotamiento de una relación social de producción. Se agota el fordismo y anuncia su presencia lo que llamaríamos el trabajador social. Hay una metamorfosis en el Capital, metamorfosis que se expresa en la llamada globalización o mundialización capitalista. Si hay una metamorfosis en el Capital, también la hay en la relación social. Es importante siguiendo a Robert Castels saber distinguir en la metamorfosis, que es lo que cambia y que se mantiene. Sin duda hay una unidad entre el gusano, la crisálida y la mariposa, en todas ellas vive el gusano, pero no es lo mismo el gusano que la mariposa.
RM – Yo pienso que hay que apoyarse en lo nuevo, en la participación democrática y en la no delegación. Hay aportar ideas y concepciones pero respetando la autonomía y la independencia del movimiento, y también sus tiempos para elevarse a la comprensión de la necesidad de cambiar el sistema de dominación capitalista.
AF - Hay que saber qué cambia y qué se mantiene. Se mantiene la explotación del capital al trabajo, pero no son la mismas bases hoy . Asistimos a lo que se llama la explotación de la inteligencia masiva, o sea un nuevo elemento de la explotación del capital. Si cambia la explotación, cambia también el carácter del sujeto o los sujetos sociales y su metodología de organización. Esta metamorfosis explica la generalidad, extensión y profundización de las formas asamblearias y no verticalistas de intervención, que se corresponde a la fase abierta en las luchas sociales. Ahora bien, ¿cómo avanzamos en las tareas de tu pregunta? Entiendo que es esencial avanzar sobre el concepto de propiedad estatal, avanzando a la precisión de bienes de dominio público, que no implica una titularidad del dominio. Apoyarnos en todas estas experiencias para progresar hacia una autogestión social generalizada que nos conduzca hacia una planificación democrática de la producción de acuerdo a las necesidades de los sujetos sociales.
Recordando a Holloway, el trabajo no necesita del capital, pero sí el capital del trabajo. La experiencia actual alienta la lucha por la efectiva emancipación del trabajo.
Ituzaingó (Bs. As), octubre 2002