VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Argentina: La lucha continúa

10 de noviembre del 2002

Argentina: Para culminar lo que se inició el 19 y 20 de diciembre
Aprovechar las peleas entre los de arriba

Guillo Pistonesi
La Verdad Obrera

El duhaldismo y el menemismo pugnan -con amenazas de ruptura del PJ- por cómo se instrumentará la sucesión del ilegítimo gobierno. La disputa posiblemente termine en manos de algún juez y quizás en la Corte, redimida conjuntamente por todos ellos, los usurpadores del 20 de diciembre.
La mayoría nacional asiste a un patético espectáculo protagonizado por camarillas antinacionales. Las promesas de "renovación" y "reformas políticas" se esfumaron: el 'viejo régimen' intenta perpetuarse. Tenemos que aprovechar las brechas y contradicciones de los de arriba para culminar lo que se inició el 19 y 20 de diciembre.
El conflicto del peronismo hoy es la exposición más cruda de la crisis histórica de este régimen de saqueo, entrega y expropiación al pueblo. La UCR fue finalmente fulminada con las jornadas revolucionarias que echaron a De la Rúa. El peronismo logró una sobrevida por la ausencia de intervención en el terreno de las luchas y la política de los grandes batallones del movimiento obrero, su histórica base social. Pero el viejo y corroído PJ no se encuentra a la altura de las circunstancias frente a tamaña crisis histórica nacional. El "partido de la contención" que vino a enmascarar el hambre con 150 lecops, combinado con la función policíaca de la burocracia sindical en el seno del movimiento obrero, pende de un hilo. Y a pesar de haber logrado una baja del salario que permitiría a los explotadores posibilidades de nuevos negocios, no logra aún comandar una salida política para el conjunto de la clase dominante.
La deslegitimación del viejo sistema de partidos que aplicaron a rajatabla todas las imposiciones del imperialismo en las décadas pasadas es un fenómeno continental que se sucedió en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Colombia y Brasil. Pero en nuestro país los fusibles del régimen han estallado con la caída revolucionaria de un gobierno elegido por el engañoso mecanismo del sufragio universal. Como dijo un editorialista de Página/12, "la consigna 'que se vayan todos' no perdió creyentes sino predicadores" (27/10). O dicho al revés: a pesar de la capitulación de muchos, el espíritu de ruptura con los políticos del régimen sigue vivo.
La inexorable descomposición del PJ tal cual lo conocimos, se inscribe en esta situación. Estamos hablando del partido político más exitoso de los explotadores, el que a través de la Convertibilidad y la devaluación –con Menem y Duhalde– logró en 13 años lo que jamás había logrado una dictadura militar: hiperdesocupación, entrega de los activos nacionales y la rebaja más brutal del salario de la que se tenga memoria. Y aunque la clase obrera no ha salido a combatirlo activamente, el más pintado de sus candidatos hoy cosecharía no más del 15% de los votos.
A diferencia de 1989, tras el desastre alfonsinista y en el marco de un fuerte régimen bipartidista, hoy el peronismo concita escasas adhesiones y esperanzas de cambio en su otrora "columna vertebral", la clase obrera. La abstención de la CGT de Daer de apoyar a algún candidato en la interna, es una expresión de ello. La apuesta de Moyano de reaparecer bajo las faldas de Rodríguez Saá tiene los mismos límites que el payador puntano. La burocracia sindical es uno de los agentes más desprestigiados del régimen.
Si el peronismo se encuentra de conjunto separado de las amplias masas, a su vez se encuentra dividido en tres fracciones con distintos proyectos. Por un lado, Carlos Menem representa al 'neoliberalismo' a ultranza que bien podría reunirse con el 'general' López Murphy, pero que tiene tal rechazo y odio popular que aún sus amos del Norte le han bajado el pulgar. Sólo porque el 19 y 20 de diciembre no fue hasta el final, y el régimen no puede lograr su auto-renovación, Menem podía –y aún pelea por ser– el candidato oficial del PJ.
En el otro "extremo" de la reliquia justicialista tenemos un Rodríguez Saá que demagógicamente intenta reeditar en forma senil, y con las manos vacías, al viejo discurso populista del peronismo.
El "ala centro" es la que está más en crisis. Duhalde apostó a Reutemann, y perdió. De la Sota ni puede hacer honor a su apellido: no es más que un cuatro de copas. Ahora intenta que Kirchner sea su candidato en una fórmula –o no– con el gobernador cordobés. La debilidad de este "centro" peronista radica, en última instancia, en que pese a la virtual "competitividad" lograda por la "patria exportadora", ésta aún no ha logrado constituirse como un bloque de poder estable. Por el contrario, Duhalde sufre las presiones del viejo bloque dominante de las privatizadas y el FMI.
Marzo y Mayo
Duhalde jura y perjura que se va el 25 de mayo, al tiempo que algunos de sus hombres apuestan a patear las generales del 30 de marzo. Mientras tanto buscan tiempo para conseguir una fórmula que preserve los intereses de la 'patota bonaerense' que aspira a comandar el PJ.
El sueño de una porción del duhaldismo de quedarse hasta diciembre tiene como base la aparente vuelta a la "normalidad" de las variables económicas (baja del dólar y tasas, superávit primario, meseta inflacionaria, leve reactivación en algunas ramas de la producción), luego del categórico triunfo burgués de reventar el salario y de mandar a más del 50% del pueblo a la pobreza. Pero este 'veranito' podría ser inestable y temporario. Está basado en la insolvencia (default), el endeudamiento (bonos y monedas provinciales), el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos y en una fenomenal retracción del consumo popular. La apertura de alguna de estas variables (durante éste o en el próximo gobierno), o un salto en la desaceleración de la economía mundial, podría minar en menos de lo que canta un gallo todas sus "conquistas" logradas a través de la devaluación.
El virtual acuerdo con el FMI sólo consistiría en prorrogar los pagos a ese organismo, al Banco Mundial y al BID, dejando para el próximo gobierno la faena de pagar unos 10 mil millones de dólares que habría que abonar de acá a junio. Las trabas que surgían al cierre de esta edición en Washington tienen una matriz esencialmente política: el actual empantanamiento de la salida electoral por la interna del PJ. Este gobierno es incapaz de llevar adelante una sola de las medidas que exige el FMI para los próximos meses: tarifazos, suba de impuestos, ajustes provinciales, achicamiento de la banca pública, la reestructuración financiera y la renegociación de la deuda.
Según el corresponsal en Washington del diario Infobae, los burócratas del FMI se preguntaban:
"¿estamos negociando con un gobierno que se va en seis meses, en ocho o en un año? ¿Qué gobierno habrá cuando haya que hacer la primera y la segunda revisión del acuerdo que eventualmente se suscriba en estos días? Pero fundamentalmente, ¿hasta dónde puede asumir compromisos este gobierno de transición?". (31/10)
El FMI busca que se concrete una salida que le dé cierta previsibilidad a los saqueadores del país, e intentará quebrar todo intento de perpetuación de la camarilla duhaldista. Las grandes decisiones nacionales que afectan la vida y el futuro de millones son pactadas de antemano con el Tesoro Norteamericano y el FMI. Este es uno de los elementos esenciales que empujan a que las elecciones se concreten lo antes posible.
Avalar, contemplar o derrotar
Aquellos centroizquierdistas que vociferaban contra 'el viejo régimen' desde la TV, hoy hacen votos de silencio ante la crisis abierta. En el transcurso de diez meses Elisa Carrió fue de exigir la convocatoria a una Constituyente, a la amenaza de una "abstención revolucionaria", pasando por el "Encuentro Ciudadano" con la CTA y Zamora por la "renovación de todos los cargos", a un mutismo cómplice con la trampa electoral y la perpetuación del viejo régimen. En los próximos días va a presentar su programa electoral, una amarillenta fotocopia de la "Carta a los Argentinos" de la Alianza de 1997.
La cobardía de esta Chacho con pollera (y rosario) responde a que le teme más a una nueva irrupción popular que a tener que aceptar todas y cada una de las condiciones que impongan los personeros del Pacto de Olivos y el FMI. El argumento de que no presentar candidaturas es "favorecer a la derecha", pierde cada vez más sentido. Sobre todo cuando sostienen, al mismo tiempo, que "los aires del Continente empujan a un cambio", como el que abrió Lula en Brasil.
Lo que sucede, para desgracia de los centroizquierdistas, es que el diciembre argentino volteó al "Cardoso" de estos pagos, y que Duhalde no quiere –ni puede– pactar (como hizo el presidente brasileño con Lula), una "transición ordenada". Por lo tanto en la Argentina se tornó utópico el sueño de ir a un cambio pacífico –pactado por arriba– hacia una renovación del régimen, 'a la brasileña'.
Los revolucionarios y los luchadores no podemos contemplar pasivamente la descomposición del régimen. La crisis y evidentes brechas de los de arriba se manifiestan como una extraordinaria oportunidad para culminar con lo que dejó pendiente el 19 y 20 de diciembre.
Para ser claros: no es lo mismo que la convocatoria electoral de marzo se empantane con un nuevo fallo de la jueza Servini de Cubría declarándola ilegal, que por la acción masiva e independiente de los trabajadores y el pueblo. Si se diera el primer caso, de no terciar los explotados con su lucha, la salida podrá ser aún más reaccionaria (mantenimiento de Duhalde en el poder o un nuevo usurpador en la Rosada elegido por la Asamblea Legislativa).
Obviedades que algunos partidos de la izquierda, como el PO, parecen desconocer al sostener (en nombre de "un nuevo Argentinazo") que no hay que enfrentar la trampa electoral porque esta, sencillamente, "no existe". Mientras dice esto, la principal vocera de su "encuentro de fábricas ocupadas" artificialmente montado en Grissinópoli en agosto pasado, participa de un programa de TV llamado... "El Candidato".
Parafraseando a Carlos Marx, el PO no hace más que tratar de interpretar la realidad, pero de lo que se trata es transformarla.
Tampoco basta con realizar meras declaraciones contra las elecciones ilegítimas y no postular candidatos, como el diputado Luis Zamora. Aunque es destacable que se haya ubicado a la izquierda del MST y el PC en IU, que se encuentran enfeudados en un régimen del cual la mayoría de los trabajadores y el pueblo se encuentra escindido. Pero hace falta pasar del rechazo, negativo, a una propuesta de cambio revolucionario.
La necesidad de derrotar la trampa no puede ser sólo declarativa y testimonial, a través de una papeleta de repudio el día que se hagan las elecciones. La retórica de Zamora excluye un programa de acción para echarlo a Duhalde como se hizo con De la Rúa apoyándose en la centralidad de las organizaciones de lucha para formar un comando unitario por el boicot activo. El PTS formula la necesidad de un congreso nacional unificado de todas las expresiones de lucha, asambleas, piqueteros y fábricas ocupadas, el producto legítimo en la nueva situación abierta en la Argentina. Estos podrían ser el "agente de cambio" particularmente nacional, mientras que, por el contrario, la centroizquierda quiere copiar el modelo reformista del PT de Brasil. Ese Congreso es el que podría ser el "predicador" que le está faltando al sentimiento popular del "que se vayan todos". Desde ahí se podría preparar e incidir para que entre en escena lo que puede completar la tarea que plantearon las jornadas de diciembre: los principales batallones de la clase trabajadora que, sacándose de encima la lacra del peronismo en crisis y superando a la burocracia sindical, podrían dirigir la necesaria e imprescindible alianza obrera y popular.
La dirigencia de la CTA es enemiga confesa de esta salida para superar la crisis de dirección del movimiento obrero. Han denunciado hace meses –a la par de la Carrió– a la "trampa electoral". Pero en todo organismo donde se discute qué política tomar, sus dirigentes afirman que darán "libertad de acción" en las elecciones, una forma no sólo de avalarlas, sino de apoyar vergonzantemente al ARI, así como ayer lo hicieron con el Frepaso y De la Rúa, hoy tras la fachada de "un movimiento político y social" sin fronteras de clase.
El PCR/CCC, también en nombre de "otro Argentinazo", le lava la cara a sus socios De Gennaro, Maffei y D'Elía, mientras participan a dos manos en los consejos consultivos como repartidores de los planes 'Jefas y Jefes' de Duhalde para mantener la "contención social".
Nuestra propuesta
Varias asambleas populares ya se pronunciaron contra estas elecciones truchas y por un boicot activo u otros tipos de rechazo a la trampa electoral. Otras tantas lo están discutiendo. La situación, la campaña de los medios, pone en la mesa la necesidad de centralizar para golpear como un solo puño, sumando a movimientos piqueteros, a los obreros que ocupan las fábricas y las ponen a producir, a los estudiantes combativos como los de Sociales de la UBA, para agitar masivamente la necesidad de enfrentar y derrotar el intento de relegitimación del régimen hambreador y el FMI. Es muy sencillo evitar "aparateadas": hay que poner en pie coordinadoras con delegados revocables que lleven el mandato de asamblea.
La política del PTS tiene como norte fortalecer, desarrollar y masificar los nuevos organismos de autoorganización obreros y populares para la lucha que han surgido al calor de las jornadas de diciembre. Coordinarlos como base de un futuro gobierno de los trabajadores y el pueblo que expropie a los expropiadores y rompa con el saqueo imperialista. Es en este sentido que luchamos por un congreso nacional de todas las organizaciones en lucha, por preparar una huelga general activa para echar a Duhalde. Por imponer una Constituyente Revolucionaria sobre las ruinas del régimen para que el pueblo pueda discutir y resolver libre y soberanamente:
reparto de las horas disponibles de trabajo entre ocupados y desocupados; salarios equivalentes a lo que cuesta una canasta familiar indexados mensualmente según la inflación; renacionalización bajo el control de trabajadores y usuarios de las empresas privatizadas; ruptura con el FMI; disolución de las fuerzas represivas.
Este es un programa para lograr la independencia política de la clase obrera que, más allá de la eventual ruptura del PJ en dos o tres fracciones, no ha logrado acabar con la burocracia sindical en todas sus expresiones y conquistar su autodeterminación como la clase social que puede liberar al conjunto de los desposeídos de la nación. El programa de acción que venimos proclamando es hoy la expresión concreta de esta lucha.
www.pts.org.ar