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Medio Oriente

7 de agosto del 2003

Bush aboga por la liberalización de las economías en su gira africana

Martín Crespo
Revista Amanecer

El reciente viaje del presidente norteamericano, George W. Bush, a África fue concebido como un gigantesco esfuerzo de relaciones públicas y un intento de asegurarse el voto negro en las próximas elecciones presidenciales de 2004. También constituyó un signo revelador de los planes de EEUU para imponer un dominio estratégico neo-colonial sobre África. Durante su viaje, Bush concedió múltiples ruedas de prensa, donde tuvo que hacer frente a todo tipo de preguntas embarazosas como las que se referían a la falsedad de sus declaraciones sobre las armas de destrucción masiva de Irak, que fueron utilizadas hace varios meses para justificar la guerra.

La visita de Bush comenzó con una declaración en la isla de Goree, en Senegal, donde se concentraban los esclavos negros que eran enviados en barcos a América. Bush pronunció allí un alegato contra la esclavitud, aunque su declaración perdió fuerza porque la población local fue internada en un estadio de fútbol, situado al otro lado de la isla, durante la visita del presidente norteamericano por miedo a que tuvieran lugar manifestaciones u otro tipo de incidentes.

En su discurso Bush mencionó a algunos de los héroes que habían luchado por la emancipación de la población de color y citó entre ellos a Nelson Mandela, al que, sin embargo, se negó a recibir en Sudáfrica por haber sido uno de los mayores críticos en contra de la guerra de Irak. Mandela calificó a Bush hace unos meses de "hombre que no puede pensar correctamente".

Con el fin de evitar un incidente embarazoso, el gobierno sudafricano hizo que Mandela estuviera en Londres en las mismas fechas en que Bush llegaba a Sudáfrica. Sin embargo, en Londres Mandela continuó criticando la política exterior norteamericana. "Me siento obligado a hablar firmemente en contra del ascenso del unilateralismo en los asuntos mundiales", señaló el antiguo presidente sudafricano. Bush, por su parte, se lamentó de que las palabras "América" y "guerra" fueran siempre relacionadas por líderes políticos y medios de comunicación, una queja ésta un tanto extraña viniendo de alguien que ha declarado una inacabable "guerra contra el terrorismo" tras el 11 de septiembre, ha proclamado una doctrina de "ataques preventivos" y ha procedido a lanzar ataques contra dos países virtualmente indefensos: Afganistán e Irak.

En otro intento de mejorar su imagen Bush presentó un plan para destinar 15.000 millones de dólares en un período de cinco años (3.000 millones al año) para la lucha contra el SIDA. Él visitó una institución donde se hallaban huérfanos cuyos padres habían muerto por la enfermedad y, en un gesto teatral, Laura Bush, esposa del presidente, derramó algunas lágrimas ante las cámaras.

Si Bush esperaba con estos gestos el disipar la imagen de belicista agresivo que le acompaña, se equivocó. El carácter fraudulento de su propuesta de destinar 15.000 millones de dólares para luchar contra el SIDA se puso de manifiesto cuando todavía Bush se hallaba posando ante los fotógrafos. El Congreso de EEUU, controlado por el Partido Republicano, recortó los fondos destinados a esta iniciativa desde los 3.000 anuales a sólo 2.000. Sin embargo, hay que decir que incluso si fueran destinados los 3.000 millones anuales prometidos a la lucha contra el SIDA, esta cifra sería claramente insuficiente para paliar los desastres causados por la enfermedad.

La iniciativa de Bush sobre el SIDA estaba en realidad dirigida a reforzar la posición de EEUU en África frente a competidores estratégicos como Francia. Asimismo, Bush desea fortalecer la presencia de las grandes corporaciones norteamericanas en el continente. Como ejemplo de esto último, baste decir que el encargado de gestionar la iniciativa del gobierno de EEUU sobre el SIDA será Randall Tobias, un hombre sin experiencia en el terreno sanitario o de la ayuda humanitaria, pero que fue ejecutivo de la empresa farmacéutica Eli Lilly. Su nombramiento indica que las empresas gigantes farmacéuticas serán las que se beneficien más de la iniciativa de Bush y no las víctimas de la enfermedad en África. En lugar de proporcionar fondos para la adquisición de medicamentos genéricos, que son los más baratos y de más fácil disponibilidad, la iniciativa servirá para subvencionar a las empresas farmacéuticas estadounidenses, que distribuirán sus propios medicamentos y verán reforzados sus derechos de patente en el continente.

La ayuda norteamericana será también distribuida a través de organizaciones estadounidenses y no a través de las ONG's o grupos independientes que han estado trabajando durante más tiempo en África. Las agencias de la ONU serán también ignoradas. En lugar de respaldar, por ejemplo, al Fondo Global de la ONU para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, la Administración Bush ha decidido crear su propia organización alternativa, que estará completamente subordinada a los intereses de EEUU. Este objetivo se puso de manifiesto durante una reciente conferencia del Instituto de Empresa Americano, institución ésta vinculada al grupo ultra de los neoconservadores, que posee una fuerte influencia en la actual administración norteamericana. En dicha conferencia, que llevaba el título de "Las ONG's: el Creciente Poder de Unos Pocos No Elegidos", se denunció a tales organizaciones por seguir políticas hostiles a los intereses de EEUU y los principios del libre mercado.

La conocida iniciativa comercial norteamericana para África, recogida en el Acta de Crecimiento y Oportunidad para África (AGOA), que fue promovida por Bush durante su visita al continente, está también basada en esa misma estrategia de unilateralismo y defensa de los intereses de las grandes corporaciones norteamericanas. Sin embargo, incluso los más serviles dirigentes africanos se vieron obligados a protestar contra la política de proteccionismo comercial puesta en práctica por el actual gobierno norteamericano y que viene reflejada en la concesión de 200.000 millones de dólares en subvenciones a los productores norteamericanos.

Esta política proteccionista perjudica muy especialmente a las exportaciones de África. Según datos del Banco Mundial, en las últimas dos décadas del siglo XX las exportaciones africanas cayeron en un 60%. Esto equivale a cinco veces la ayuda destinada anualmente al continente, que asciende a 13.000 millones de dólares.

Aunque EEUU practica un proteccionismo en casa no pierde la oportunidad de sermonear a los países africanos para que abran y liberalicen sus economías. Los propios acuerdos derivados de la AGOA están condicionados a una apertura de los mercados africanos a los inversores y exportaciones norteamericanas y a su defensa de los principios del libre mercado. Sin embargo, EEUU quiere imponer ahora más condiciones en la nueva ronda de conversaciones bilaterales que tendrá lugar próximamente.

El impacto que estos acuerdos comerciales pueden llegar a tener se vio reflejado en un reciente comentario del periódico financiero sudafricano Business Day, conocido por su apoyo a las políticas de libre mercado. Bajo el título de "El Pacto de Libre Comercio está Lleno de Peligros", el periódico advertía al gobierno sudafricano en contra de la firma de nuevos tratados de libre comercio con EEUU, porque ello permitiría a las empresas norteamericanas participar en el proceso de privatización del sector público sudafricano, establecería un régimen de protección más fuertes para las patentes de las compañías norteamericanas, incluyendo las de los productos destinados a la lucha contra el SIDA, y haría posible para aquéllas el demandar directamente al gobierno sudafricano. Si Sudáfrica, que es, con diferencia, la economía más poderosa del continente africano, se ve amenazada por los acuerdos de libre comercio con EEUU es fácil pensar lo que ocurriría con el resto de las economías africanas si estas efectivamente acaban por suscribir acuerdos de este tipo.