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Medio Oriente

21 de mayo del 2003

Israel: La montaña rugió
El fiasco de la Hoja de Ruta de Powell

Hasan Abu Nimah
The Electronic Intifada
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Una vez más la montaña rugió y produjo nada. La tan aclamada visita del secretario de estado de EE.UU., Colin Powell, a Israel y Palestina terminó sin resultados, desinflando instantáneamente cualquier esperanza que pueda haber habido anteriormente como resultado de las repetidas promesas y el "firme" compromiso del presidente Bush sobre su inquebrantable determinación de resolver el conflicto árabe-israelí gracias a la implementación de la hoja de ruta. El balance de las pérdidas de esta acción decepcionante para todos los afectados revela un cuadro muy inquietante que va más allá de la amarga realidad de otro "prometedor" intento y otro fracaso instantáneo, de la erosión de toda credibilidad y eficacia de la superpotencia por mucho tiempo a venir, y deja muchos perdedores y ningún ganador.

Un perdedor es el primer ministro palestino

Los palestinos, en particular su nuevo primer ministro, se encontrarán ahora en una situación muy insostenible y por cierto altamente crítica, atascados con un compromiso de cumplir con su parte de una hoja de ruta que habían aceptado incondicionalmente, pero sin recibir nada en cambio, excepto las vagas y vacías declaraciones de buena voluntad de las observaciones finales del secretario de estado en su conferencia de prensa. El Primer Ministro Mahmoud Abbas fue severamente desilusionado por su invitado estadounidense cuyas constantes exigencias de que los palestinos desmantelen los grupos "terroristas" como un requisito previo para toda acción ulterior, declaradas constantemente durante la visita, no fueron acompañadas por ninguna promesa creíble de alguna medida recíproca israelí para que la tarea de Abbas se haga factible.

Ariel Sharon había estado colocando deliberadamente bloques de ruta infranqueables en el camino de Abbas, no sólo al mantener sino que al escalar significativamente los ataques contra las ciudades y los campos palestinos, los asesinatos por disparo de misiles aire tierra, detenciones, incursiones y demolición de casas. Más de 23 palestinos fueron matados en la semana que siguió a la publicación de la hoja de ruta, además de ser sometidos a otras bárbaras atrocidades. Desde luego, unos pocos israelíes también fueron matados, pero ése es precisamente el tema; la necesaria, y por cierto provocada reacción palestina que es difundida por la propaganda israelí y ampliada como una prueba del continuo terror palestino. Esta violencia es la cobertura necesitada para el rechazo israelí de la hoja de ruta, y es utilizada para culpar directamente al lado palestino por su incapacidad para terminar con el "terror".

Abbas esperaba que la visita de Powell presionaría al gobierno de Sharon para que aceptara la hoja de ruta y que correspondería a toda acción palestina con compromisos importantes, como el cese de los ataques, el levantamiento del sofocante sitio y la congelación de la actividad de asentamiento, como lo exige la hoja de ruta. Si todo esto hubiera ocurrido habría sido sólo un modesto comienzo, pero también habría sido significativo en el sentido de que fortalecería la mano de los palestinos moderados dirigidos por el nuevo primer ministro contra la corriente actual de desesperanza, incredulidad y desesperación.

Lo que sucedió es todo lo contrario, al pasar por alto tímidamente en lugar de restringir la intransigencia israelí, y al dejar al primer ministro palestino totalmente desarmado ante los que ahora desafiarán más su autoridad y disputarán su afirmación de que habría seguramente alguna oportunidad de lograr un arreglo de paz si fueran desbandados y desarmados. Sus llamados a mantener la resistencia, incluso la resistencia armada, a la ocupación es la única opción que ha sido indudablemente vindicada por el espectacular fiasco de Powell.

El segundo perdedor es el pueblo israelí

La pérdida palestina no es, en este caso, una ventaja automática israelí. Es posible que Sharon pueda verla como una victoria de su maligno plan de destruir la hoja de ruta y la limitada promesa que contenía de terminar con la mortífera violencia que ha estado, no sólo durante los últimos tres años, sino durante todo un período de más de cinco décadas, destruyendo sin sentido vidas judías y árabes. A menudo, es el sufrimiento de los palestinos y el impacto negativo de la Intifada sobre el pueblo palestino lo que es más denunciado para probar la futilidad de la violencia como alternativa al diálogo. Es realmente verdad que el sufrimiento palestino ha sido inconmensurable e incomparable. Sin embargo, es igualmente cierto que el sufrimiento israelí ha sido grande, y que la necesidad de los israelíes de una salida urgente del ciclo sangriento de violencia e inseguridad es también grande. La Intifada y la violenta represión de Israel han sido muy costosas y extremadamente dañinas para los civiles palestinos e israelíes. Pero mientras los palestinos, víctimas de una continua agresión israelí, no tienen otra alternativa que buscar legítimamente su libertad de una ocupación que está asumiendo permanencia, desplazándolos gradualmente y eliminando sus derechos, los israelíes, por otro lado, se están convirtiendo en víctimas de la codicia injustificada de sus dirigentes, sus planes expansionistas, su terrible ocupación y sus políticas extremistas que han estado constantemente produciendo los peores tipos de guerra y violencia.

La responsabilidad de los patrocinadores y creadores de la hoja de ruta al no lograr imponer la implementación oportuna del plan por el bien de la paz y seguridad árabe y palestina debería ser menor que la del gobierno de ultraderecha de Sharon al destruir esta oportunidad histórica. Con semejantes dirigentes racistas belicistas, el pueblo israelí debe también haber puesto sus esperanzas en que sus aliados estadounidenses serían más enérgicos en la imposición de un plan de paz que, además de su virtud intrínseca, es más justo y más beneficioso para él que para todos los demás. La pérdida de esta oportunidad sólo prolongará el sufrimiento israelí, les costará más vidas preciosas, los privará aún más de una vida normal y de la seguridad y jamás les garantizará, a la larga, más (si no menos) territorio o derechos que los que podrían obtener generosamente ahora. Por lo tanto es ciertamente adecuado colocar a Israel en la categoría de los perdedores.

El tercer perdedor es Estados Unidos

Después de tantos bramidos y rugidos del presidente de EE.UU. sobre su compromiso y decisión de crear un Medio Oriente pacífico y próspero, fue extraordinario ver a su secretario de estado luchando por encontrar palabras para cubrir su fracaso en el logro de algo que pueda ayudar a que la hoja de ruta despegue. Las promesas de Powell de que existe suficiente acuerdo sobre elementos de la hoja de ruta, que los israelíes prometieron algunos pasos, que él tiene que esperar los comentarios israelíes, que los dos lados deberían realizar su propio diálogo, y que los palestinos debieran hacer más por desmantelar el terror, no impresionarán a nadie en la región ni convencerán a su pueblo de que hay algún progreso que valga la pena.

La visita fue un fracaso total y eso complicará aún más la situación en lugar de mostrar sólo un balance negativo. La posición, así como la integridad, de EE.UU. sufrirán como resultado de mostrar una vez más su incapacidad, o falta de disposición, de confrontar el arrogante desafío de Israel ante un serio intento de resucitar el proceso de paz. Este fracaso desmiente la pretensión estadounidense de que uno de los objetivos fundamentales de su guerra contra Irak era preparar la región para un futuro de paz, prosperidad y democracia.

Este fracaso también devaluará considerablemente las duras exigencias que el Secretario de Estado había anteriormente presentado a Siria, Líbano e Irán respecto a Hamás, Yihád e Hizbolá llevando a que parezca más bien un enviado israelí que entrega el correo de Sharon que el dirigente de una superpotencia en una misión de paz para toda la región. La imagen de EE.UU. sufrirá aún más en todo el globo y el ya creciente resentimiento en los mundos árabe y musulmán sobre la aquiescencia estadounidense a la conducta israelí, a costas de la justicia y el derecho internacional, va a crecer más allá de lo imaginable.

Según como reaccionen a esta misión poco seria, los otros tres asociados en el Cuarteto, la UE, la ONU y Rusia (la reacción del tan entusiasta Primer Ministro Tony Blair debería ser particularmente interesante) determinará en su momento si también se agregan a la lista de perdedores. Es muy poco probable que si la misión de Powell deja un marco tan miserable, quede mucho que puedan hacer los demás. Será interesante ver cómo el jefe de la política exterior y de seguridad la UE, Javier Solana, manejará su actual viaje en la región, que probablemente pretendía apoyarse en lo que se esperaba sería un éxito espectacular de Powell.

żNo es verdad que Estados Unidos es la única potencia que posee la llave para alguna acción hacia una solución en la región, y que una vez que se estanca, lo mismo sucede con todo otro movimiento? No debería sorprender a nadie en una región que a través de los años se ha acostumbrado a las misiones fracasadas, que otro intento se haya derrumbado dramática e instantáneamente. La pregunta es cuántos más de esos fracasos necesitamos antes de que terminemos por darnos cuenta de que la salida es la hoja de ruta, no comenzar el largo camino por un desvío sin destino.

14 de mayo de 2003
El autor es antiguo embajador y representante permanente de Jordania ante Naciones Unidas