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Medio Oriente

13 de mayo del 2003

Si los peces pueden sentir el dolor, entonces acaso los niños iraquíes también lo sientan

Terry Jones
The Observer. Traducido para Rebelión por Mariví Martínez M.


El reciente informe de la Royal Society que sugiere que los peces pueden sentir dolor seguramente será un duro golpe para todos aquellos pescadores que hasta ahora se habían basado en el principio de que los peces son incapaces de sentir cosa alguna. Más fuerte es aun la impresión para aquellos de nosotros que durante tanto tiempo hemos aplicado idéntico principio con los seres humanos.

Si los peces pueden sentir dolor, ¿significa esto que un niño de 13 años, atrapado en Afganistán, encapuchado, transportado en avión varios miles de millas hasta Cuba y encerrado en un gallinero podría también experimentar sensaciones físicas rayando en la incomodidad?

Al igual que Tony Blair, yo pensaba que la base en la Bahía de Guantánamo era "una situación poco satisfactoria", pero nunca se me ocurrió que los seres humanos que están ahí tuvieran la capacidad de sentir incomodidad.

De modo muy parecido, supongo, George Bush debe haber asumido que todos aquellos prisioneros que esperan la pena de muerte --cuyas sentencias a muerte él firmó como Gobernador-- nunca padecerían desesperación frente a la idea de una muerte inminente. Igual que él, yo siempre creí firmemente que los seres humanos eran incapaces de sentir ningún tipo de malestar.

De otro modo, solía yo señalar, ¿por qué razón podría gente civilizada como Donald Rumsfeld tan siquiera contemplar cómo se dejan caer bombas de racimo por todo el Oriente Medio donde los niños podrían agarrarlas o pisarlas y podrían volar en pedazos o se les arrancarían las piernas? Si los peces pueden sentir, debe de haber una fuerte probabilidad de que los pequeños niños iraquíes sean infelices cuando pierden pedazos de su cuerpo.

Si los peces pueden sentir, quizás deberíamos repensar algunas de nuestras políticas. Quiero decir, a lo mejor no es tan buena idea tirar a la calle a gente mentalmente enferma con la esperanza de que alguien que pase por ahí les brinde "atención social". Supongamos nada más que --como los peces-- los enfermos mentales puedan ¿sentirse desgraciados?

Al menos no existe nada que sugiera que los peces sufren el frío y la humedad, así que no hay problema en dejar a los enfermos mentales afuera en las calles durante todo el invierno. Pero ese no es el punto. El tema es que deberíamos revisar algunas de nuestras hipótesis más preciadas.

Como por ejemplo, la idea de que estar sin trabajo no es nada más que algo que les pasa a algunos necios y que no tiene peso ninguno en el cociente de satisfacción personal. Si los peces pueden sentir, quizás George Bush debería estar más preocupado por la tasa de desempleo en Estados Unidos que ya llega al 6% que por lo fabuloso que es que sus militares puedan soltar tantas bombas y disparar tantos misiles en tan corto tiempo.

Si los peces pueden sentir, acaso Tony Blair deba reconsiderar su apoyo a la administración estadounidense que públicamente promete llevar la guerra y la destrucción a cualquier otro país que se atreva a oponérsele.

Si los peces pueden sentir, quizás no deberíamos nosotros permitir que los hombres y mujeres que hoy manejan la Casa Blanca manejen el mundo del modo en que claramente pretetenden hacerlo.

Si los peces pueden sentir el dolor, quizás sea hora de gobernar los asuntos humanos basándonos en el principio de que los seres humanos también sienten el dolor.

N de T: [1] Se refiere al informe de fecha 30 de abril de 2003 "Trout trauma puts anglers on the hook?" cuyo texto completo (en inglés) está en:
http://www.royalsoc.ac.uk/templates/press/releasedetails.cfm?file= 446.txt

La Royal Society es --según consta en su sitio web oficial-- "la academia científica independiente del Reino Unido dedicada a promover la excelencia en la ciencia".