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Medio Oriente

"Pueden devastar ciudades, fábricas y puentes, pero si entran por tierra será otra historia"

"No resistiremos una semana, vamos a resistir hasta vencer al imperialismo"

La Jornada

Entrevista a Tarek Aziz

El primer vicepresidente de Irak, Tarek Aziz, recibió a «La Jornada» vestido de uniforme militar, señal de que el país vive en estado de alerta. Aziz, el político iraquí más conocido en el mundo tras Saddam Hussein, cree que el movimiento popular mundial contra la guerra es la única opción para frenar el ataque de EEUU.
Casi a las nueve de la noche, el suntuoso palacio que ocupan los vicepresidentes y el primer ministro iraquíes está desierto. Un par de guardias sin armas a la vista autoriza el paso del vehículo que transporta a la misión de paz mexicana al encuentro con Tarek Aziz, primer vicepresidente de Irak. Frente al portón, un mayordomo vestido con sencillez conduce al grupo por el fastuoso vestíbulo desde los elevadores hasta el segundo piso, al área de oficinas.
Ahí no hay lujo. Los cubículos son sencillos y funcionales, incluso el salón donde se realiza el encuentro. Tarek Aziz viste esta noche uniforme militar de prácticas, señal inequívoca de que el país vive en estado de alerta. Fuma un puro y a pesar del tono protocolario de la reunión, mantiene en todo momento una actitud jovial con los visitantes.
Revela que minutos antes había estado en el mismo salón una delegación de libaneses.
«Me dijeron que si Irak resistía una semana el ataque de EEUU, ellos podían en ese lapso levantar en armas a todo el mundo árabe. Yo les dije que no vamos a resistir una semana; vamos a resistir hasta triunfar y hacer fracasar la invasión. Pero también les dije que si antes entre todos logramos parar la guerra eso será mucho mejor, será un gran triunfo contra el imperialismo».
Aziz expresó que la amenaza de bombardeo masivo a Irak «ya no es sólo un problema nuestro. Es un problema universal. Por eso se ha formado un gran frente contra la guerra. Incluso dentro de Estados Unidos ese frente tiene aliados. Si se lograra una coordinación entre todas las fuerzas en este nuevo frente podríamos entre todos parar la guerra».
-¿Al inicio de la crisis, usted decía que Irak estaba condenado de antemano por Estados Unidos.
¿Sigue pensando lo mismo? Nosotros advertíamos que el retorno de los inspectores fue un pretexto. Los aceptamos, han hecho su trabajo como han querido y no encontraron ni un rastro de armas de destrucción masiva. Ahora ya no quieren a los inspectores en Irak, porque lo que están comprobando es que no somos una amenaza para Estados Unidos. Está muy claro que lo que Estados Unidos quiere es invadir, colonizar y apoderarse de Irak. La opinión pública mundial así lo ha entendido. Por eso han sido las respuestas populares sin precedente en Europa, Estados Unidos, Africa y Asia.
-Parecería que si se malogra el ataque de EEUU sería una derrota para George W. Bush. Si Estados Unidos lanza una guerra, va a ser una derrota para ellos. Y si no la lanza -lo cual, desde luego, sería lo mejor- también va a fracasar. -Ahora Washington está abriendo la variante de provocar la caída de su Gobierno. ¿Lo ve usted como un escenario posible? El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, ha dicho a su pueblo que cuando entren a Irak los soldados estadounidenses van a ser recibidos con música y fanfarrias. Le ha dicho que el pueblo iraquí está en contra del señor Hussein. Si así fuera, ¿cómo es que distribuye armas al pueblo?
¿Por qué entrena militarmente a campesinos, obreros, a los comités de barrio, a los cuadros y bases del partido?
Porque sabe que esos fusiles y esas granadas no se van a voltear contra el señor Hussein. Tenemos confianza en nuestra gente.
Cheney se está burlando del pueblo estadounidense y está engañando a sus soldados. No les está diciendo la verdad. Si entra por tierra a Irak la tropa estadounidense va a ser recibida con balas. En Estados Unidos hay hambre y recesión. Los hijos de los pobres se meten al ejército porque ahí les pagan buenos salarios. Sus armas son de la tecnología más avanzada. Pero en las calles de Irak, cara a cara con nuestro pueblo, eso no les va a servir de nada.
Pueden devastar ciudades, fábricas, puentes. Las vamos a reconstruir de nuevo. Pero si entran por tierra eso va a ser otra historia. Les vamos a ganar. Ya sucedió una vez en la historia, en Vietnam.
-¿Qué piensa de la posibilidad de que el presidente Hussein y su Gobierno salgan de Irak para evitar un baño de sangre?
Sabemos que la población civil puede sufrir muchas víctimas, pero no tenemos opción. Hay quienes nos han aconsejado que sería mejor que el señor Hussein salga del país para evitar el sufrimiento del pueblo. Nosotros, los funcionarios del gobierno, si lo que pretendiéramos fuera nuestro bienestar personal y las riquezas materiales, hace mucho tiempo que seríamos títeres del imperialismo. Podríamos ser millonarios y servir a Estados Unidos.
Pero desde nuestra juventud, desde que éramos estudiantes, hemos luchado.
Nunca imaginamos llegar al poder, ser ministros, tener estos puestos. Cuando luchábamos en los años cincuenta estábamos dispuestos a dar nuestras vidas por una causa. Hoy es igual. No morimos entonces. Es posible que ahora muramos. Pero nosotros nacimos y vamos a morir aquí, en Irak.
-¿Cómo debe entenderse la decisión de destruir los misiles Al Samoud, cuando hace apenas unos días el presidente lo rechazó rotundamente?

Aceptamos destruirlos porque si no lo hacíamos los inspectores de la ONU iban a argumentar en el Consejo de Seguridad que nos estamos negando a desarmarnos.
Pero de antemano saben que esas no son armas de destrucción masiva. Lo que queremos es no dar razones para que el Consejo de Seguridad autorice el bombardeo.
-¿Cómo valora la postura del Vaticano en contra del ataque a Irak? Después de mi visita a Roma y mi audiencia con el papa Juan Pablo II, el primer ministro británico Tony Blair, cuya esposa es católica, viajó al Vaticano e intentó convencer a su santidad de que cambiara de actitud. Y luego ha ido el presidente del gobierno español, José María Aznar, a hacer lo mismo. Pero el Papa no va a cambiar. Más bien el Papa los va a convencer a ellos de que no sigan cometiendo errores, les va a hacer ver que esta guerra puede desatar un conflicto entre cristianos y musulmanes. Blair estuvo cinco minutos con el Papa.
-¿Y usted? Media hora. Además, en mi viaje a Roma me entrevisté con personajes muy importantes de la vida política italiana. Días después, tres millones de italianos marcharon en contra de la alianza de Berlusconi con Bush. Eso lo ha ido obligando a ceder en su política a favor de la guerra.
Antes era un incondicional de Bush. Ahora ha dicho que un ataque a Irak sin la autorización del Consejo de Seguridad hará un gran daño a la convivencia internacional. Creo que la oposición a la guerra que está haciendo el movimiento popular en todo el mundo y la posición de las iglesias están ayudando mucho. -