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Medio Oriente

Hoja de Guerra

Por Juanlu González

Israel acaba de subir otro peligroso peldaño en su particular escalada de violencia contra el pueblo árabe. No sólo ha vuelto a responder con la violencia habitual al atentado de ayer en Haifa, sino que en su loca espiral de violencia, ha atacado a Siria, algo que no hacía desde hace alrededor de 20 años y que puede añadir otro elemento de tensión al negro panorama de Oriente Medio, un polvorín que en cualquier momento puede estallar hacia un conflicto mucho más global. Los estrategas sionistas, en su huida hacia adelante, parecen adoptar la máxima aquella de cuanto peor mejor, una vez demostrada la nula vocación de aplicar la hoja de ruta a pesar de ser un auténtico cheque en blanco contra las aspiraciones nacionales del pueblo palestino.
Ayer, una abogada de 29 años procedente del campo de refugiados de Yenin, decidió vengar por su cuenta las humillaciones de su pueblo y las muertes de su hermano y su primo a manos del ejército israelí y se inmoló en un restaurante atestado de gente provocando la muerte de 19 personas y heridas a otras 50. Con los territorios ocupados cerrados en víspera del Yom Kippur y dada la lejanía de Haifa de la frontera palestina, cabía la posibilidad de que se tratase de un atentado perpetrado por un árabe israelí, con lo que la dimensión de la acción hubiera tomado un cariz extremadamente grave y hubiera socavado los cimientos mismos del muro del appartheid. Pero, una vez demostrada la procedencia de la suicida, habitante del campo de Yenin y reducida a escombros su vivienda familiar, Israel ha iniciado las operaciones de ojo por ojo tan horribles como habituales. Sin embargo, esta vez han cruzado la línea de la más absoluta insensatez tratando de implicar a terceros países en su desigual lucha contra el pueblo árabe.

Con los Estados Unidos centrados en tratar de solucionar el problema que han creado en Irak y que puede costarle el gobierno tanto a Bush como a Blair, ha sido Israel el encargado de resucitar y agitar el fantasma sirio provocando una crisis internacional de consecuencias imprevisibles. Lo más probable es que Siria demuestre más templanza y comedimiento que su vecino sionista y trate de llevar la crisis hacia el terreno diplomático para concitar apoyos internacionales. El más que probable veto norteamericano en el Consejo de Seguridad impedirá cualquier condena procedente de este organismo, aunque sí lo hará la Liga Árabe y quizá Kofi Annan, ya que hace un par de días anunció su suicidio político al enfrentarse sin tapujos con la administración norteamericana en la búsqueda de una salida al conflicto iraquí.

Sin embargo, de continuar en el futuro con este tipo de acciones, es esperable un recrudecimiento de las acciones de Hezbolá en el Líbano, e incluso represalias militares en los Altos del Golán, sobre todo si se cierran definitivamente los cauces de diálogo iniciados para la devolución de los territorios ocupados a Siria en el 67. La milicia armada shií, tras la ruptura de facto de la tregua en agosto de este año, puede seguir siendo una buena baza para la recuperación del Golán, como ya en su día lograron la retirada israelí del sur del Líbano.

Arafat también puede sufrir las consecuencias de la última acción de la Yihad. Nuevamente vuelve a plantearse su deportación e incluso su asesinato en la cándida creencia de que el pueblo palestino sin Arafat renunciará a sus legítimos derechos territoriales recogidos en las resoluciones de Naciones Unidas. Curiosamente, en el contexto occidental, nadie cuestiona la interlocución de Sharon y se plantea si constituye o no un obstáculo real para la paz. Y ello a pesar de su negro historial, de sus vinculaciones con grupos terroristas en el pasado, del actual ejercicio del terrorismo de estado, de los sistemáticos incumplimientos de la hoja de ruta y de las resoluciones de NN.UU., etc.

Tras la última demostración de la voluntad israelí de ampliar las fronteras del conflicto, atacando una base terrorista en Siria, que parece ser que no era más que un antiguo campo del FPLP abandonado hace un año y reocupado por refugiados civiles palestinos de la diáspora, cada día que pasa queda más patente que sólo una intervención contundente desde el exterior, amparada en el estricto cumplimiento de las resoluciones de la ONU puede solucionar una guerra soterrada que, en cualquier momento, puede extenderse como la pólvora a toda la región.

Juanlu González
5/10/03