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Medio Oriente

11 de enero del 2003

El valor y la firmeza de Corea del Norte

Francisco Valderrama
MOIR /
La Fogata

A raíz de informaciones según las cuales el gobierno de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) había declarado que tenía un programa de desarrollo nuclear en marcha, EEUU le suspendió las entregas de fuel oil necesarias para el mantenimiento de sus centrales eléctricas, pactadas en un tratado entre las dos naciones vigente desde 1994. A renglón seguido la RPDC, (también conocida como Corea del Norte) quitó de sus plantas de uranio enriquecido los sellos y las cámaras de control implantados por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), perteneciente a la ONU, y reanudó plenamente su producción. Además exigió la salida de los supervisores de este organismo.
Estos hechos abrieron un nuevo flanco crítico en la política internacional de seguridad de los Estados Unidos. Corea del Norte, satanizada por Bush como uno de los tres integrantes, junto con Irak e Irán, del llamado "eje del mal", decidió adoptar una posición de firmeza y dignidad en medio de la compleja situación internacional caracterizada por la contumacia de EEUU en su empeño por invadir Irak y derrocar a Sadam Hussein, además de la complicación incesante de la situación en Afganistán donde la ocupación militar por parte de la alianza occidental que encabeza Norteamérica está siendo puesta a prueba cada día con mayor intensidad, en hechos que son cuidadosamente ocultados por la prensa internacional.
Conscientes de que su seguridad quedará en grave peligro cuando finalice la guerra de Irak y que Estados Unidos recurre a todos los medios a fin de aislarla de sus viejos aliados, Corea del Norte decidió adelantar una política en defensa de su soberanía, supervivencia y fortalecimiento, y, como elemento fundamental de ella, está exigiéndole a Washington un tratado escrito de no agresión. A esta exigencia, EEUU, luego de aligerar el despliegue del llamado escudo antimísiles, respondió en tono amenazante arrogándose el derecho de interceptar los barcos norcoreanos en cualquier parte del mundo y a través de su secretario de Defensa, Rumsfeld, manifestó la necesidad de acabar con "la amenaza nuclear norcoreana", lo que, en las condiciones de la nueva política de seguridad de Bush, se traduce en una amenaza directa de "invasión preventiva".
Según la firma de análisis de inteligencia Stratfor, Corea del Norte decidió aprovechar la agudización de la situación en Irak, haciendo coincidir el problema bilateral con EEUU con unos hechos que contribuyen a galvanizar y fortalecer la opinión y la unidad de su pueblo, y con otros que implican plena libertad para el desarrollo de su potencial militar, lo cual lleva a que Corea del Sur y Japón se sientan amenazados. Al respecto los analistas de Stratfor señalan cuatro puntos:
En este año de 2003 se cumplen los 50 años de la firma del armisticio que finalizó la guerra entre las dos Coreas, con la participación de EEUU y China.
Vence el plazo para la entrega en funcionamiento de las plantas nucleares de energía eléctrica, compromiso adquirido por EEUU y sus aliados en el tratado de 1994, a cambio de que los norcoreanos frenaran su programa de desarrollo nuclear.
Finaliza también la moratoria que la misma Corea del Norte se impuso sobre las pruebas de mísiles de largo alcance. Para nadie es un secreto que Corea del Norte cuenta en sus arsenales con mísiles de medio y largo alcance, capaces de impactar a Japón y la costa occidental de los EEUU. Además ha anunciado el reinicio de las pruebas de un cohete capaz de poner satélites en órbita, lo cual implica la posibilidad de golpear cualquier punto del globo terrestre.
Corea del Sur se encontraba en período electoral, el cual siempre es aprovechado por Corea del Norte con el fin de presionar la agilización de las negociaciones intercoreanas.
Mientras la RPDC endurece sus declaraciones, EEUU ha suavizado las suyas en los últimos dos días. Es evidente que la guerra de Irak, el problema de Venezuela y la posición conciliadora de Corea del Sur han incidido en este ablandamiento. El gobierno norcoreano que preside Kim Jong Il ha denunciado con dureza la declaración de EEUU sobre el "escudo antimisiles" y ha dicho que "esto prueba a todas luces que EEUU intenta lanzar una intervención militar contra la República Popular Democrática de Corea valiéndose de su potencia 'nuclear y de mísiles', con el objetivo de resolver la crisis surgida entre las dos naciones por la fuerza y no por medios pacíficos". Ha denunciado además que "los rumores sobre una supuesta e inexistente 'amenaza con mísiles de Corea del Norte', difundidos persistentemente por EEUU, no son más que un truco astuto para justificar el despliegue de su escudo antimísiles. Con el perfeccionamiento y despliegue de este escudo EEUU busca contener a los países independientes y a las otras potencias para mantener su supremacía global". Y anota que "elevará la vigilancia revolucionaria de su ejército y de su pueblo. Es cierto que Corea del Norte ha incrementado su capacidad de hacer frente a la política de EEUU de invadirnos y reducirnos con sus armas nucleares. Es un sueño iluso del grupo guerrerista de Bush tratar de contener a la República Popular Democrática de Corea por medio de la fuerza. Si EEUU desata una guerra nuclear en la península coreana, no escapará a su destrucción".
Frente a esto, Bush le ha bajado el tono a sus palabras. Según el Servicio de Noticias del Departamento de Estado, el pasado 6 de enero planteó que"EEUU 'no tiene intenciones de invadir Corea del Norte', pero dijo que espera que Corea del Norte se adhiera a sus obligaciones". E insistió en que "creo que el problema de Corea del Norte 'se resolverá pacíficamente, y que puede resolverse diplomáticamente'". El Washington Post del 7 de enero cita a funcionarios norteamericanos diciendo que se acrecientan las posibilidades de un arreglo y que los puntos centrales serían: 1.- El desmantelamiento del programa nuclear de Corea del Norte; 2.- Una declaración de EEUU estableciendo claramente que no tiene intenciones hostiles hacia Corea del Norte; 3.- Un programa de asistencia para las necesidades de energía eléctrica y fuel oil de Corea del Norte; y 4.- El mejoramiento de las relaciones con sus vecinos Corea del Sur y Japón, y con EEUU, basado en un clima de cooperación mutua.
Corea del Norte ha respondido en el día de hoy que la unidad íntima entre su pueblo, su partido y sus fuerzas armadas produjeron durante el año pasado un incremento importante de su capacidad de respuesta frente a cualquier agresión, a pesar de que fueron asediados por múltiples factores adversos. Ha insistido en que el punto central es un tratado de no agresión e insiste en que las fuerzas norteamericana salgan de la península de Corea. La puja se centra en la exigencia norteamericana de que los norcoreanos primero cancelen su programa nuclear para poder iniciar las conversaciones. Corea del Norte ha rechazado cualquier condición previa para el comienzo de dichas negociaciones. Ante esta firme posición, Estados Unidos echó para atrás: retiró su exigencia y se declaró dispuesto a entablar negociaciones con el gobierno de Pyongyang.
Es indudable que Corea del Norte ha manejado con acierto su pulso frente a los Estados Unidos. La firma de un tratado de no agresión le permitiría poner un obstáculo diplomático a la política de seguridad de Bush, frente a la comunidad internacional, y conseguir el tiempo necesario para fortalecerse aún más y poder disuadir al imperialismo norteamericano de las tropelías bélicas contempladas en la política militar agresiva que desarrolla según su doctrina de ataques preventivos. Reconforta en estos tiempos el valor y dignidad con que la República Popular Democrática de Corea defiende su soberanía nacional y proclama la libre autodeterminación de los pueblos.
Enero 8 de 2003
www.moir.org.co