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Latinoamérica

18 de septiembre del 2003

Cancún: el segundo Seattle de la OMC

Peter Rosset *
La Jornada
Acabamos** de regresar de una ceremonia muy intensa por Lee Kyung Hae, el campesino coreano que se inmoló en protesta contra la OMC el martes pasado. La ceremonia se llevó a cabo en Camp Lee, anteriormente conocido como kilómetro cero, el principio de la zona de seguridad, el punto donde Lee se sacrificó y donde los coreanos y otros activistas de todo el mundo han estado acampando desde entonces. Hoy su hermano y una de sus hijas estuvieron presentes, recién llegados de Corea -su mujer murió hace 10 años en un accidente de tránsito. Los múltiples discursos tenían el mismo mensaje: "El sacrificio del compañero Lee no fue en vano. Nos dio la energía para descarrilar las conversaciones de la OMC en Cancún y su espíritu de lucha vivirá en nuestros corazones mientras seguimos luchando por ese mundo mejor, que es posible".

Momentos antes, la delegación de Vía Campesina recibió llamadas desde adentro del Centro de Convenciones anunciando el colapso de las conversaciones oficiales. Nos informaron de que el representante de Kenia se levantó durante la conferencia de prensa oficial y declaró enfáticamente: "esto se acabó, acabamos de tener un segundo Seattle".

Este mismo día, más temprano, fuimos informados por uno de los negociadores oficiales de que las conversaciones estaban a punto de colapsarse por el tema de la agricultura y los llamados "nuevos temas". Nos dijo que las protestas masivas en las calles y la muerte del señor Lee habían sido factores claves en crear un clima en el que los países del tercer mundo sentían que se podían parar ante las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea, como en Seattle.

De hecho el sábado fue el día más increíble de protesta que cualquiera de nosotros experimentara nunca. Desde múltiples acciones llevadas a cabo por activistas acreditados y no acreditados dentro de la zona de seguridad (los no acreditados se "infiltraron"), hasta la poderosa y emocionante protesta de campesinos, indígenas, sindicalistas y juventud en la cerca.

Tras la violencia causada por provocadores a sueldo el martes, la muerte del señor Lee y el clima generalizado de rabia y represión, todos temíamos las peores confrontaciones el sábado, y la policía organizó refuerzos superlativos. Triplicaron el tamaño de las barreras de metal y los provocadores se presentaron en mayor número con carros de compras llenos de piedras y enormes barras de metal. Pero los diversos sectores de manifestantes legítimos se unieron en un plan increíble que produjo la más hermosa y emocionante protesta simbólica que se pueda imaginar. Tan poderosa, que estábamos seguros de haber pasado el punto de no retorno contra la OMC.

Justo cuando la violencia en gran escala parecía a punto de estallar, nosotros, el colectivo, creamos una muestra de unidad y poder que dejó incluso a los mercenarios tiradores de piedras sin otro recurso que darse por vencidos. Todo el día y la noche del viernes Vía Campesina y la delegación coreana dirigieron o participaron en numerosas reuniones tanto dentro como fuera, usando la autoridad moral de los movimientos campesinos e indígenas y el sacrificio del señor Lee para formar una unidad colectiva con estudiantes, el black block, sindicatos, ONG y todo el que se quiera nombrar.

Con el black block protegiéndonos de los provocadores, y acordonando los 10 metros desde la verja de metal, más de 100 mujeres se adelantaron con cortadores de metal y empezaron a desmantelar la cerca pedazo a pedazo. ¡Y qué diversidad de mujeres! Indígenas, punks, estudiantes, ancianas, jóvenes, mexicanas, estadunidenses, europeas, africanas... Una vez que la cerca estaba debilitada los coreanos supervisaron la colocación de cuerdas de 50 metros de largo y cuatro pulgadas de grosor en la cima de las vallas. Entonces miles de personas de todas las naciones, razas y culturas, punks, del black block, campesinos, etcétera, tiraron juntas hasta que la cerca se derrumbó. De manera bastante literal, el poder de los pueblos unidos derribó los muros de la OMC.

Cuando la cerca cayó ahí estaban miles de policías antidisturbios claramente dispuestos a la pelea. Pero justo cuando pensaban que los iban a atacar, los coreanos que estaban en el frente les dieron la espalda, todos se sentaron, cientos de flores aparecieron y tuvimos un funeral multitudinario en memoria del señor Lee. Marcial, del Movimiento de los Sin Tierra, cantó Imagine, de John Lennon, se quemó la efigie de la OMC y nos pusimos de pie para abandonar el lugar. La policía quedó con la boca abierta, sin nadie a quien combatir. Los cientos de periodistas que estaban presentes se maravillaron de nuestra habilidad colectiva de hacer lo inesperado y transformar la amenaza de violencia en emocionante paz, y emitir una declaración tan poderosa que la OMC no pudo ni esperar resistir.

Ah, y por cierto, acabo de recibir una llamada en mi celular con la información de que la zona de seguridad está paralizada por "acciones internas" y el tránsito está detenido.

* El doctor Rosset es especialista en políticas de desarrollo agropecuario y codirector del Institute for Food and Development Policy, conocido como Food First, en Oakland, California, Estados Unidos (http://www.foodfirst.org)
** Artículo escrito la noche del domingo 14 de septiembre