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Latinoamérica

18 de agosto del 2003

Chile: reflexiones sobre el paro del 13 de agosto
Contra viento y marea, los trabajadores comienzan a ponerse de pie


Clase Contra Clase
El gobierno de la Concertación y sus jefes, los patrones, desplegaron sus máximos esfuerzos para lograr que el paro nacional fracasara. A pesar de estos esfuerzos, los trabajadores protagonizaron el primer Paro Nacional después de 20 años. Ahora es tiempo de balances, el gobierno hablando del fracaso, y los dirigentes oficiales de la CUT hablando de éxito. Los trabajadores debemos hacer un balance realista, el paro ha puesto a la luz nuestras fortalezas y debilidades, que es necesario poder evaluar para transformar este Paro Nacional en un primer paso en la defensa de nuestros derechos e intereses contra los abusos patronales y de sus políticos de la Concertación y la derecha.

¿Cómo llegamos al paro?

El Gobierno de la Concertación y sus jefes los patrones, desplegaron sus máximos esfuerzos para que el paro fracasara. En los últimos días, cuando se comenzaba a hacer evidente que el paro convocaría a una mayoría de trabajadores, el Gobierno comenzó una andanada de amenazas.

El Gobierno habló de la aplicación de sanciones para los trabajadores públicos que paralizaran, desde la apertura de sumarios hasta el descuento del día de trabajo. No dudó en amenazar con la represión abierta, haciendo alusión a la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado.

Los Carabineros, fuerza de represión al servicio de los patrones, dispuso todo para cumplir con estos, sus fines: 3.700 Carabineros se desplegarían por todo Santiago para intimidar al trabajador, provocar y lanzarse a la represión abierta e injustificada, como sucedió. Los medios de comunicación de los patrones y el Gobierno, El Mercurio, La Tercera, La Nación, los canales de TV, dieron amplia difusión a estas amenazas del Gobierno, tan ruidosamente, como su silencio a la hora de informar de la decisión de realizar el Paro Nacional de la CUT y todas las organizaciones políticas y sociales de los trabajadores y el pueblo pobre. Lagos declaró el paro fracasado antes de iniciarse y llamó abiertamente a no parar.

Los Ministros de Gobierno chantajearon vilmente a los trabajadores recordando que los comedores de las escuelas se mantendrían abiertos, jugando con el hambre del pueblo trabajador que ellos mismos provocan con sus planes anti- obreros como la Agenda Pro- Crecimiento, recordando también que los que viven arriba se atenderán en clínicas mientras que la salud para los pobres no podría funcionar, jugando con la quiebra a la que han llevado a la Salud Pública para dar paso a su privatización, que es lo que vienen buscando desde hace meses.

Muchos alcaldes de la Concertación y la derecha, dispusieron de medios de transporte propios para trasladar a sus trabajadores buscando quebrar el paro de transportes públicos.

Los jefes de la Concertación y la derecha, se sumaron a esta campaña: la SOFOFA y la CPC declararon que el paro era innecesario, asegurando que ellos no violan los derechos laborales de los trabajadores (¡¡¡!!!), y que no había que parar. Pero no fueron sólo declaraciones, muchos amenazaron con despidos en caso de no asistir a trabajar.

Todo este despliegue no logró revocar la decisión de parar, que tuvo que efectuarse contra viento y marea. Pero no fueron los únicos obstáculos que debieron enfrentar los trabajadores, que igualmente realizaron su primer paro nacional en 20 años, con resultados dispares aunque un gran impacto político.

Un paro nacional con resultados dispares...

Hubo una batalla de cifras. Según Arturo Martínez, la adhesión a nivel nacional alcanzó un 80%, aunque José Ortiz habló en un programa de televisión, de 1 millón de trabajadores en todo el país que paralizaron. Según el Gobierno, fue un fracaso, es más, dicen que no fue un paro, si no una serie de marchas, admitiendo a lo más un 30% de adhesión. Tratemos de ver cómo fue efectivamente.

En primer lugar, el paro fue de carácter nacional, aunque más concentrado en la Región Metropolitana. Hubo paralización parcial y marchas, entre otras ciudades de Regiones, en Valparaíso, Arica, Concepción, Temuco, Lota, Punta Arenas, Calama, Rancagua, San Antonio.

En segundo lugar, el paro fue especialmente fuerte entre los trabajadores del sector público, y más débil entre los trabajadores industriales y de las empresas privadas. Entre los trabajadores públicos: los trabajadores de la Salud, en los servicios de atención primaria, hubo 90% de adhesión según la CUT (50% según el gobierno), y en los hospitales 40% (20%); en la Educación hubo 97% de ausentismo (50%); entre los empleados públicos, 92% de empleados municipales y 90% de servicios públicos (para el gobierno fue un día normal). Entre los trabajadores del sector privado, en el transporte hubo 90% de adhesión en taxis colectivos y 75% en micreros. En la industria y empresas privadas en general, 80% según la CUT, 10% según el Gobierno, 13% según ASEXMA y 3,7% según la SOFOFA.

Según una encuesta de un programa del canal de TV Chilevisión, 63% de los encuestados apoyaron el paro, mientras que un 33% no lo apoyó.

Esta guerra de cifras es difícil de controvertir o sostener. Pero hay un dato claro: para los empresarios en una primera evaluación, Chile (el Chile patronal) perdió en esta Jornada de paralización, entre 45 y 60 millones de dólares. Según el Instituto Libertad y Desarrollo, de la derecha, esto equivalió a un día feriado. Mucho dicen que fue así no porque hubo adhesión al paro, si no porque no hubo movimientos que permitieran realizar gastos y trámites normales. De hecho, según el Ministro de Trabajo, la actividad productiva (minería, industria, pesca, comercio y construcción) no fue afectada. Sin embargo, el comercio perdió apenas un tercio de aquel total (entre 20 y 28 millones de dólares). La pregunta cae de madura: ¿cómo puede decirse que el paro fue un fracaso y comparar el día miércoles 13 de agosto con un día feriado?

Es evidente que las declaraciones y los balances del gobierno son falaces. Sin embargo, se sostienen en un elemento de debilidad del movimiento organizado de los trabajadores: se sabe de una sola industria que paralizó totalmente sus actividades, en un 6% restante (según datos patronales) la paralización fue importante, marcada y significativa, y en el resto de las industrias y empresas privadas la paralización fue sólo parcial.

El mayor impacto fue el de los trabajadores públicos. Es evidente que las condiciones de trabajo en la industria, con las prácticas anti-sindicales, los abusos patronales, la amenaza del despedido sostenida en un mar de cesantes que actúan como atemorizante espejo de lo que nos podría suceder, incidieron directamente en la disparidad de resultados en la industria. Pero todo esto se ve reforzado por la falta de una organización que pueda defender los intereses y derechos de los trabajadores. Sin embargo, el paro no resultó indiferente en la vida política del país.

... y un gran impacto político

Los primeros balances fueron una mezquina disputa entre los patrones y el Gobierno sobre contra quién se pronunciaron los trabajadores. Según el Gobierno, contra los patrones por el trato laboral en sus empresas (salvo la payasada de Lagos diciendo que no sabía por qué se paralizaba el país). Según los patrones, contra el Gobierno porque la mayoría de los trabajadores que paralizaron fueron del sector público.

Es evidente que el paro fue tanto contra los patrones como contra sus políticos de la Concertación y la derecha. Sí, ministro Insulza, en esto tiene razón, el paro fue político. Los pasquines reaccionarios como El Mercurio pretenden contragolpear y decir que la CUT no representa nada (y que por lo tanto nada debe negociarse con la CUT) porque cada sindicato intervino en el paro con sus propias demandas, que el llamado de la CUT no contempalaba. La sensación general del paro, era efectivamente contra todo lo que afecta al pueblo trabajador, "contra el modelo". Arturo Martínez lo confirmaba diciendo que efectivamente no se trataba de demandas salariales. Insulza reclamaba que no había términos de negociación posible al no haber demandas concretas; un periodista decía que era porque sería equivalente a querer eliminar la lluvia, como si el llamado modelo y los patrones fueran algo natural, que siempre ha estado, está hoy y seguirá estando. No es así. Esta sola preocupación, planteada con ironía, la caracterización hecha por Insulza de que se trataba de un paro político, más allá de los resultados dispares del paro, muestran por sí mismas el gran impacto político que tiene una lucha unificada, en las calles, de los trabajadores, en una lucha con rasgos políticos, aunque difusos.

La fuerza del paro, su impacto político, fue porque la clase trabajadora volvió a ponerse en el centro de la escena como clase, volvió a plantear que los trabajadores, retomando un camino de lucha contra los patrones y sus políticos de la Concertación y la derecha con sus métodos propios, como los paros, las huelgas y las manifestaciones callejeras, y en algunos casos intentando levantar piquetes (como en el camino de Calama a Chuquicamata), abandonando métodos que sirven a los patrones y sus políticos patronales como las mesas de diálogo social, son la clase productiva del país, de la cual los patrones sólo parasitan enriqueciéndose, pero más aún , son una clase social, aunque muchos quieran darla por muerta, que es capaz de enfrentar los ataques patronales y plantear una alternativa propia al país patronal.

La primera respuesta del gobierno, fue la represión, iniciada por provocaciones de los carabineros, intentando criminalizar la lucha de los trabajadores y responder policialmente. Hubo incluso un caso de tortura de un dirigente sindical en una Comisaría de Santiago, denunciada por la CUT.

La fuerza del paro estuvo también en la disposición a la lucha que los trabajadores demostraron. Ante esto, la Iglesia salió a proponer que se reponga la Mesa de Diálogo Social, ahora bajo el nombre de Consejo de Diálogo Social tripartito. El Gobierno, terminado el Paro, llamó a la CUT al diálogo. Esta política probablemente vuelvan a constituirla (a pesar de los reclamos de El Mercurio), para asegurar sus ataques: seguramente el Gobierno y sus jefes de la SOFOFA y la CPC saldrán pronto a reponer el proyecto de flexibilización laboral, para contragolpear y tratar de diluir el primer impacto del Paro Nacional.

Finalmente, el PS intentó montarse sobre el Paro Nacional, manifestando su adhesión a sus fundamentos (no al paro), para reposicionarse ante los trabajadores a pesar de llevar adelante todas las inciativas anti- obreras (privatizaciones, aumento del IVA, impunidad para los genocidas de la dictadura, y un largo etcétera), y poder seguir trabajando para los patrones. Intentando reconstruir el rol de la Concertación como dique de contención a las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre y su necesidad de conquistar su independencia de clase, rol que viene desgastándose.

Una sola paralización con resultados dispares, mostró todos estos resultados y toda la potencialidad de la lucha de los trabajadores. Aunque esto también está dado porque los patrones estaban acostumbrados a reinar sin oposición alguna, con los trabajadores domesticados y aplastados. ¿Habrá dejado de ser así? ¿se dispondrán los dirigentes oficiales de la CUT a abandonar políticas que sólo sirven a los patrones?

Los resultados del Paro y los desafíos para los trabajadores

El paro mostró -disparmente- la fuerza de los trabajadores como clase. Mostró su disposición a la lucha. Mostró que hay otro camino que el de los diálogos sociales promovidos por el Gobierno y aceptados por todos los dirigentes oficiales de la CUT en todos estos años. Golpeó al Chile patronal, que respondió con su ofensiva represiva, comunicacional y preparándose para contragolpear, buscando debilitar a los trabajadores. Pero esta fuerza no intentará ser debilitada solamente por los ataques de los patrones y sus políticos.

La política de los dirigentes oficiales actuales de las organizaciones de los trabajadores, contribuyen a debilitar a los trabajadores. Aún habiendo llamado al Paro Nacional. Porque el Paro Nacional fue hijo directo de las luchas de los trabajadores de los últimos tiempos, donde los trabajadores vienen en un lento pero persistente proceso de recomposición política y organizativa. Ante esto las organizaciones tradicionales deben reubicarse y responder. El Congreso de la CUT tendrá que decidir la dirección de la CUT, el PC quiere llamar a sus alianzas antineoliberales con sectores de los patrones en mejores relaciones de fuerzas, la FSD quiere posicionarse como alternativa de recambio a la Concertación. Y lo pueden debilitar, aún convocando a un Paro Nacional y a más luchas, porque las pueden poner al servicio de sus negociaciones.

Estas organizaciones y dirigentes debilitan la fuerza de los trabajadores que con el Paro Nacional comenzaron nuevamente a ponerse de pie, porque sobre la división que imponen los patrones entre trabajadores estables y contratistas, entre trabajadores ocupados y trabajadores cesantes, etc, las organizaciones de los trabajadores refuerzan esta división dificultando que los trabajadores puedan superarlas. Desde Clase contra Clase llamamos a que las diferentes organizaciones de los trabajadores se unificaran en un Comité Nacional de Preparación del Paro de todas las organizaciones, que diera mayor seguridad a los sindicatos y las organizaciones con mayor inserción que la CUT en las industrias y empresas privadas. No lo hicieron. También planteamos que el Congreso de la CUT sea un Congreso Nacional de Delegados de Base que unifique a todo el movimiento de los trabajadores, con organizaciones afiliadas a la CUT o no, como el primer paso para unificar las fuerzas de los trabajadores.

Debilitan la fuerza de los trabajadores como clase con sus constantes llamados a sectores de los patrones, pequeños y medianos, como lo ha hecho la CUT en los días anteriores al paro y durante el paro mismo. Los trabajadores necesitamos refundar la CUT como herramienta de la lucha de clases, que rechace los acuerdos con los patrones que no favorecen al trabajador, los diálogos sociales que sólo sirven a los patrones, las alianzas con los patrones (grandes, medianos o pequeños) y sus políticos patronales de la Concertación y la derecha. Así se demostrará una fuerza capaz de enfrentar a los patrones, lo único que podrá alentar a los trabajadores de la industria y las empresas privadas a organizarse y luchar por sus derechos e intereses.

Esta es la única refundación que necesitamos. No la que asegura A. Martínez para este Congreso de la CUT, que quiere una CUT técnica y autónoma de los partidos políticos. Así, nos podrán convocar a luchas y paros, pero para ponerlos al servicio de nuevos acuerdos con los patrones y sus políticos de la Concertación y la derecha, como ya ha anunciado A. Martínez. Por el contrario, los trabajadores necesitamos una organización sindical que luche por una política que defienda los derechos e intereses de los trabajadores, clasista. Tampoco es la refundación del PC, que habla de corrientes clasistas mientras llama a sectores de los patrones a alianzas amplias contra el neoliberalismo. Porque lo único que puede terminar con el llamado neoliberalismo es una República de Trabajadores, sin patrones, sin explotadores ni explotados.

Esto podrá empezar a transformar esta primera demostración de fuerza de los trabajadores paralizando- disparmente- al país, en una organización para la defensa de nuestros derechos e intereses y la lucha contra los patrones y sus políticos.