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Latinoamérica

A los 62 años murió Arturo Dubra, fundador del MLN-T, senador suplente del MPP

"Su grandeza nos hará falta ahora a todos"

La República

Falleció Arturo Dubra, hasta ayer senador suplente del MPP y uno de los hombres de la izquierda que recorrió la historia del país, sufriendo tortura y una prolongada prisión. Saga que vivió y en la que, al decir de sus compañeros, "nunca falló".

A los 62 años, murió Arturo Dubra Díaz, dirigente del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y del Movimiento de Participación Popular (MPP). Dubra Díaz conformó el MLN junto a Raúl Sendic y otros militantes. En 1968 debió pasar a la clandestinidad, siendo detenido por primera vez, en la toma de Pando del 8 de octubre de 1969. Recluido en la cárcel de Punta Carretas, se fuga el 6 de setiembre de 1971, en la operación masiva conocida como "el abuso".
Es nuevamente apresado el 18 de mayo de 1972 y permanece en prisión hasta el 12 de marzo de 1985, cuando es liberado en el marco de la amnistía a los presos políticos. Durante su estadía en el Penal de Libertad permaneció en el segundo piso, el de mayor rigurosidad de aislamiento. Fue el preso número 862.
En la pasada jornada, sus restos fueron velados en la sede del MLN de la calle Tristán Narvaja y Colonia. Hoy recibirá sepultura a las 9 de la mañana, en el Cementerio Central.
Los senadores José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro dieron a conocer, ayer, un breve texto con una semblanza del militante desaparecido.
El siguiente es el texto de la misma.
"Montevideo, 6 de junio de 2003
A todos los compañeros pronto:
Hoy viernes 6 de junio, por la mañana, sin pedir permiso, se nos murió Arturo Dubra Díaz. Jamás se nos fue, ni pidió para irse. Esta es su primera vez.
El era, para el pueblo, de los que no tenía ni tiene el más mínimo derecho para no estar.
Quedamos sorprendidos y desamparados.
Por Dubra y por Díaz, Arturo Dubra Díaz, traía raíces a cuestas que calaban y calan hondo en las mejores historias de nuestro pueblo.
Nieto de revolucionarios, fue hijo de Arturo Dubra forjador del fierro y templador del acero que desde el viejo Partido Socialista heredamos todos.
Militante socialista desde su niñez, Arturo Dubra Díaz fue convocado personalmente por Raúl Sendic, para construir el Movimiento de Liberación Nacional. Tomó Pando.
Cayó en las fauces represivas casi de inmediato.
Fue alma y carne de la hazaña de la Fuga de Punta Carretas. Sin él hubiera sido imposible.
Recapturado en pleno y aciago 1972, ha sido uno de los hombres más torturados del planeta.
Uruguay, país pequeño, tiene muchos "récords". Este que se fue hoy, es uno de ellos. Unico caso concido, en el que los mandos de todo un batallón de infantería, torturando, reconocieron: NOS DERROTO.
Fundador del Movimiento de Participación Popular y del Encuentro Progresista, abrazó con entusiasmo ahora, la fundación de la Nueva Mayoría. En suma: fundador. Cimiento. De los fogoneros imprescindibles.
Se ha muerto hoy, se ha ido, una parte inmensa de la izquierda uruguaya.
Suplente en el Senado, por decisión popular tomada en 1999, de José Mujica y de Eleuterio Fernández Huidobro, trabajó en esa bancada del pueblo y ocupó el cargo cada vez que fue necesario.
No hubo nunca, para nosostros, apoyo tan seguro.
De convicciones firmes, y de amplitud fraternal y generosa, su grandeza nos hará falta ahora a todos.
Tiene y tendrá amigos en cualquier lugar del país y del mundo porque es de los que nunca, nunca, falló.
Velaremos lo que de él queda, en Tristán Narvaja 1678 y llevaremos su memoria al Cementerio Central mañana sábado 7 de junio de 2003, a las nueve de la mañana.
Eleuterio Fernández Huidobro
José Mujica"


Se nos murió Arturo Dubra
Eleuterio Fernández Huidobro
Ayer por la mañana, sin pedirnos permiso, se nos murió Arturo.
Jamás se fue, ni pudo irse. Esta es la primera vez.
El era, para el pueblo, de los que no tenía, ni tiene, el más mínimo derecho para no estar.
Quedamos sorprendidos y desamparados.
Por Dubra y por Díaz, Arturo traía raíces que calan hondo en la Historia.
Nieto de revolucionarios, fue hijo de Arturo Dubra, forjador del fierro y templador del acero que desde el viejo Partido Socialista heredamos todos.
Militante socialista desde su niñez, Arturo Dubra Díaz fue personalmente convocado por Raúl Sendic, para construir el Movimiento de Liberación Nacional, en horas de selectas convocatorias. Antes, ya había sido convocado Pedro, el hermano menor de Arturo.
Jamás le perdonó Arturo a Pedro, su hermano, aquellas semanas de ventaja en correr el riesgo total.
Tomó Pando.
Cayó en las fauces represivas casi de inmediato.
Fue alma y carne de la Fuga de Punta Carretas. Sin él, y sin muy pocos más que fueron decisivos, aquella hazaña hubiera sido imposible.
Recapturado en el pleno y más aciago 1972, ha sido uno de los hombres más torturados del Planeta.
Uruguay, país pequeño, tiene muchos "récords". Este que enterramos hoy, es uno de ellos.
Unico caso conocido, en el que los mandos de todo un Batallón de Infantería, torturando, reconocieron: Nos derrotó.
También presos, lo encontramos un día en los poblados calabozos del Batallón "Florida". Estaba descalabrado. Su cara irreconocible. Su nariz recién cosida después que a golpes se la habían abierto de par en par en todo su largo.
Para que pudiera respirar y recuperarse lo tenían acostado con las piernas hacia arriba.
Había un corpulento milico raso, proveniente del Interior, que cada día que entraba de guardia en aquel antro de moribundos y sobrevivientes, le cebaba mate y le daba de comer en la boca con delicadeza propia de señorita: "Nunca vi a tanta gente, pegarle tanto a un cristiano --decía-- ni nunca vi un hombre tan valiente".
Pero el colmo fue cuando por una información lo volvieron a llevar a la sala de torturas y antes le ofrecieron, para no seguir masacrando carne tan masacrada, que de una buena vez por todas les dijera lo que según ellos, y comparado con lo anterior, era una pavada.
Arturo les propuso, casi muerto, un trato: que lo volvieran a torturar pero que esta vez, si él perdía, "cantaba"; pero si ellos perdían porque él no cantaba, le pagaran, del bolsillo de ellos, y de la cantina de oficiales, una grapa doble.
Era la primera vez que iban a correr el riesgo de unos catorce pesos contra el de la vida apostada en el otro naipe. Hasta ese momento, y mucho después con tanta gente, no corrieron ni ese.
Hubo un largo silencio ante aquella piltrafa humana desafiante, según los propios oficiales contaron después a muchos, y Arturo ganó esa batalla: no se sabe hasta ahora por qué, un verdadero milagro, ordenaron traer la grapa doble, de la que Arturo dio debida cuenta, y ordenaron que a ese hombre no lo tocara ni molestara nadie en ese cuartel de ahí en adelante.
Pasó por su larga cárcel, como tantos, inclaudicable y fraternal con todos, fueran del partido que fueran.
Participó activamente en la refundación del Frente Amplio y en la del Movimiento de Liberación Nacional. En la fundación del Movimiento de Participación Popular y en la del Encuentro Progresista... En suma: fue cimiento de cosas nuevas. Fundador.
De los fogoneros imprescindibles. De los que nunca quieren figurar en las grandes cartelerías.
Arturo era un Quijote al revés. Tan física y moralmente parecido era, sin embargo, como la contracara.
No podía vivir sin buscar resolver algún problema difícil. Los buscaba. Después, tal vez su único premio, nos lo contaba: fui a sacar un coche de una horrible cuneta a las tres de la mañana en el quilómetro quién sabe cuánto de qué carretera. Descolgué a un tipo que colgaba en el piso no sé cuántos. Me enteré que había que sacar no sé qué de un pozo y allá fui... Después comentaba los detalles técnicos, a veces complejísimos, de sus insólitos problemas que, a veces, nos dejaban extenuados por sólo escucharlos. Problemas que no se le venían sino que él buscaba como una necesidad. Necesidad de gastar la vida haciendo algo solidario y útil. Como si gastarla en otra cosa fuera perderla inútilmente.
Una tarde, ya ni recuerdo por cuál de las tantas luchas que dimos, Mujica, entonces diputado y a quien le habían negado todos los recursos materiales, me anunció que se largaba a la batalla solo de toda soledad. Mejor dicho, con Arturo: único ser humano del país que se había mostrado dispuesto a seguir aquella formidable y loca aventura.
Parado en una esquina los vi irse rumbo a la calle 18 de Julio, el diputado y Arturo empujando un carrito de feria con altoparlante chico a bordo y una pequeña cantidad de gurises y gurisas, inconscientes y voluntarias, que Arturo había rejuntado para la temible empresa. La vergüenza, la burla, esperaban agazapadas y taimeras en la otra esquina.
Cervantes relata cómo, luego de su primera gran salida, volvió derrotado Don Quijote de la Mancha malamente estibado en un carro, sus huesos rotos, entreverados con adarga, lanza quebrada, escudo y demás parafernalia bélica totalmente abollada, para escarnio y disfrute del pequeño pueblo que lo veía regresar así de maltrecho y fracasado.
En eso Arturo se parece pero al revés: en vez de regresar, salía rumbo a sus combates y la lucha, ya maltrecho y destrozado de antemano, arriba del carro destartalado pero desafiante.
Con este fundamental agregado: si ganaba, las pocas veces que ganaba, se iba "chiflando bajito" para que nadie se diera cuenta de su presencia y su protagonismo, mientras los que antes eran críticos e indiferentes se subían forcejeando entre ellos, rabiosamente, al pobre carro de los desprecios transformado, gracias a él, en carroza triunfal. Eso lo vimos, muchísimas veces, todos. Y debe servir de lección.
Ayer, con su muerte, se ha ido una inmensa parte de la historia de la izquierda uruguaya.
Por decisión popular multitudinaria, resultó suplente de José Mujica y Eleuterio Fernández en el Senado de la República. Parlamento al que él, en vez de llegar, volvía, porque por su padre conocía desde niño los laberintos que lo componen.
Trabajó en esa bancada y ocupó el cargo cada vez que fue necesario.
No hubo, para nosotros, apoyo tan seguro.
Su grandeza, de convicciones firmes y amplitud generosa, nos hace y nos hará falta hoy, más que nunca, a todos. Absolutamente a todos.
Tiene y tendrá amigos en cualquier lugar del país y del mundo por eso: por ser de los que nunca fallan y, al decir de un viejo compañero: Arturo es de esos que caiga donde caiga, sea por lo que sea, caerá en un lugar donde tendrá miles de amigos.
Cuesta mucho compañeros y compañeras, amigos y amigas, pero busquemos un epitafio.
Que cada cual lo encuentre en su conciencia.
Por mi parte busqué uno. Lo propongo como tantos otros.
Uno de los guerrilleros españoles antifranquistas más antiguos cayó en Cáceres el 31 de julio de 1946. Fue enterrado por sus enemigos donde la suerte quiso.
Recién el 13 de noviembre de 2001, sus antiguos compañeros sobrevivientes pudieron ponerle tumba decente y en ella nombre, fechas, y epitafio. Aquel viejo guerrillero antifranquista español se llamaba Pedro José Marquino Monge y tenía 33 años en la hora de su muerte.
Voy a pedirle a ese gran hermano nuestro y de Arturo las frases de su epitafio, que dicen así:
"Mañana cuando yo muera
No me vayáis a llorar
Ni me busquéis bajo tierra
Soy viento de libertad".
Arturo es viento, es aliento, es alma y vida. Viento de libertad, viento de vida. Es vida. Vida derrotando a la muerte.