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Uruguay

Golpe de Estado visto desde el arte

Límites entre quienes fueron víctimas y quienes fueron victimarios

por Alfredo Torres
LA ONDA® DIGITAL

Como en ninguno otra 27 de junio día del Golpe de Estado del Uruguay de 1973, en esta oportunidad al cumplirse 30 años son múltiples las actividades e instancias que se han generado que buscan la reflexión y análisis de aquellos traumáticos hechos que se prolongaron por doce años y que dejaron secuelas hasta nuestros días. Una de las miradas más interesante es la que propone la exposición de arte "...palabras silenciosas" que se viene exhibiendo en el Instituto Goethe. Lo que sigue a continuación es la presentación que hace el Curador de la muestra, Alfredo Torres.


El ejercicio artístico es, siempre, reflejo transitivo de un tiempo histórico concreto.. Parte, al decir de Beatriz Sarlo, de huellas evidentes o secretas que por alguna razón en buena medida inexplicable sólo algunos hombres y algunas mujeres transforman en materia artística. Atraviesa la afectividad y el intelecto de esos hombres y esas mujeres para concluir en un ejercicio que otros individuos sienten como propio, o como ajeno, según sus distintas sensibilidades y opciones reflexivas.
Eso ha pasado desde siempre, desde antes que con el Renacimiento el arte cobrara conciencia de tal, y después, en su ya prolífica y larga historia. Sólo que la dimensión dramática de ciertas huellas, de ciertos acontecimientos hace muy difícil su conversión en materia artística. Se duda de tal posibilidad, la dimensión trágica de los sucesos paraliza en el estupor, genera una especie de bloqueo invencible. después de Auschwitz, afirmaba Adorno hacia 1951, escribir poesía era casi una infamia, una barbaridad.
Sin embargo, pocos años después, "Moche y brumas" de Alain Resnais, un notable ejemplo entre muchos, demostraba todo lo contrario, que la circunstancia cismática, terrible, demandaba aun más la persistencia de lo poético y de lo creativo. Es que ante ciertas circunstancias, y me permito recurrir nuevamente a Sarlo, la insistencia del arte, su preocupación, hace que determinados sucesos devengan memoria. Los mantiene ante nosotros, los rescata del pasado y los transforma en una especie de porfiada suspensión temporal. "No olvidar es suspender en el tiempo un hecho, rodearlo para que persista simbólicamente presente". *
Para la sociedad uruguaya de hace treinta años, auto-convencida y auto-satisfecha de una democracia inmaculada y perpetua, el golpe de estado concretado por las Fuerzas Armadas, dentro de las mismas especialmente por el Ejército, además del significativo apoyo civil, fue una especie de cisma violento, generando rupturas irreparables, secuelas dolorosas, capaces de trascender cualquier intento normalizador o atemperador. Sobre todo, porque muchas veces se ha pretendido reducir el análisis a simplificaciones políticas, a una presunta confrontación que confunde límites entre quienes fueron víctimas y quienes fueron victimarios. También, porque se incurre en satanizaciones absurdas, creando una realidad histórica de ficción, retórica, reducida a estereotipos y superpuesta a una circunstancia compleja, con múltiples pliegues y repliegues.
En ese contexto, más allá de posibles virtudes y posibles defectos, estos diez ejercicios de la memoria, estos intentos estéticos de persistencia simbólica, estos esfuerzos para combatir olvidos, resultan más fiables. No son, no fue solicitado por el guión curatorial ni nunca fue pretendido por los creadores convocados, evangelios de la verdad ni grandes mensajes. Son, nada más, nada menos, testimonios crecidos desde las huellas afectivas e instaurados como actos referenciales y referentes. Testimonios subjetivos, conviene precisar, es decir, testimonios parciales, emanados desde la certeza personal, incluso desde la incertidumbre personal. Quizás, y por eso parece enormemente acertada la idea concretada por Juan Angel Urruzola para afiche y catálogo, son piezas de un rompecabezas inconcluso, que se aproximan y, lentamente, muy lentamente, ayudados por los ejercicios introspectivos de quienes los reciben, pueden llegar a conformar un posible relato inserto en el repertorio coral colectivo.
La selección de artistas responde a pautas tan diversas como pertenencia generacional, pluralidad de disciplinas, afinidad con el gestus social pretendido, discutible intuición curatorial sobre quienes mejor podían concretar las distintas asunciones creativas. Una vez más, este curador ha elegido el término brechtiano de gestus social antes que el brete limitativo del tema. Gestus social implica una riqueza de matices extremadamente abierta, capaz de incluir la crítica, la emergencia poética, el humor corrosivo, el mesurado dramatismo, planteados con un grado de un sereno distanciamiento capaz de eludir facilidades catárticas y fortalecer persistencias emocionales y simbólicas..
* El concepto de Beatriz Sarl inicialmente mencionado aparece en su libro "Escenas de la vida posmoderna" editado por Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires, 1995- El segundo concepto y la cita aparecen en su ensayo "El mito Nacional" aparecido en la revista española Lapiz dedicada al arte argentino, Nš 158/159, Madrid, 1990.