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Latinoamérica

América latina demuestra a los yanquis que se puede resistir

Miguel Urbano Rodrigues / en http://www.resistir.info

Intervención el el Forum Social Portugués

La deuda externa de los países subdesarrollados ha alcanzado proporciones colosales. El funcionamiento de su engranaje la transforma en una máquina antropofágica. Devora a los que la contraen.
Presionados por el FMI, que habla por Washington, gobiernos tutelados e incapaces de defender la soberanía nacional ceden. Las privatizaciones salvajes llegan con el endeudamiento. Los mejores activos nacionales son vendidos para pagar el servicio de la deuda. En una segunda fase la subasta llega a servicios públicos que, como el agua, la electricidad, los correos, los aeropuertos, los ferrocarriles, los puertos, son patrimonio de la nación. Cuando no hay nada más que vender, el país queda al borde de la quiebra.
Curiosamente el FMI, en algunos casos exige recortes en los presupuestos de defensa. La iniciativa no es inocente; su objetivo es desarmar a las potencias regionales, sobre todo a Brasil y Argentina.
Los males del endeudamiento no son, sin embargo, un fenómeno reciente. Ellos pueden ser identificados a lo largo de la historia desde eras remotas.
En el caso de América Latina las repúblicas formadas en las antiguas colonias españolas crecieron endeudadas, Brasil nació ya endeudado. El gran acreedor era entonces Inglaterra, la potencia imperial hegemónica de la época.
Fue entonces a partir de los años 70 del siglo pasado que la acumulación de petrodólares generó mecanismos que han reforzado la dependencia de los países endeudados. Los grandes bancos privados asumieron la función que antes desempeñaban los estados. La deuda externa alcanzó rápidamente niveles insoportables, actuando como instrumento de dominación política y económica.
Según el informe de la CEPAL de diciembre del 2002, su total en América Latina y en el Caribe alcanzaba 725 074 millones de dólares.
Los seis mayores deudores eran: Brasil - 226 723 millones de dólares, Argentina - 132 900 millones, México - 114 000 millones, Chile - 38 204 millones, Colombia - 37 800 millones, y Venezuela - 32 859 millones Las amortizaciones e intereses pagados en las últimas dos décadas han excedido ampliamente el total de la deuda al comienzo de los anos 80, pero ella no ha dejado de aumentar.
Llama la atención el hecho de Chile -señalado por el FMI como país modelo- al presentar la más elevada deuda per cápita del continente.
En Argentina, la deuda aumentó 11 000 millones en los últimos doce meses.
En América Latina el panorama, como las estadísticas demuestran, es alarmante. Del río Bravo a la Patagonia una parte importante de la riqueza producida es drenada para la remuneración del capital extranjero. El trabajo de millones de personas es absorbido por el servicio de una deuda que, por funcionamiento del engranaje, es impagable, según reconoce el propio Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía y ex-director del Banco Mundial.
Las políticas neoliberales, consagradas en las cartas de intenciones impuestas por el Fondo Monetario han contribuido también a ampliar las áreas de hambruna en el continente. En Brasil, por ejemplo, millones de hectáreas que antes eran utilizados para producir alimentos, especialmente arroz, maíz, frijoles, básicos en la alimentación del pueblo, han sido ocupadas por plantaciones de soya y cítricos. Extraño mecanismo: se planta sobre todo para generar divisas destinadas a pagar la deuda.
Don Pedro Casaldáliga, un obispo brasileño que conquistó enorme prestigio en todo el continente, respondiendo a una encuesta sobre ese tema, afirmó hace pocas semanas -y cito- que «Los presidentes y los ministros de hacienda de nuestros países son los representantes del FMI». «Cuando discuten la deuda se limitan a cumplir lo que Washington decide».
Me parece útil igualmente llamar vuestra atención a un aspecto del problema del que se habla poco. La deuda del Tercer Mundo es hoy necesaria a las finanzas como uno de sus salideros para el exceso de capitales resultante de la explotación capitalista estructuralmente indispensable.
Compañeras, compañeros, señoras y señores: Del panorama que esbocé y del título de este semi-eje del Forum podría concluirse que la deuda externa continua siendo el instrumento fundamental de la dominación en América Latina.
Tal convicción, muy generalizada, deforma, en mi opinión, la realidad.
El sistema de poder imperial instalado por los EE UU ha llegado a la conclusión de que, por sí sola la deuda externa, como instrumento de dominación, no le permitiría alcanzar determinados objetivos en el marco de su estrategia. Conciente de la extraordinaria importancia de esa arma, comprendió que era indispensable encontrar algo que fuera simultáneamente complementario y paralelo. Su estrategia integrada de dominación planetaria exigía medios más eficaces y rápidos para imponer su voluntad a los países subdesarrollados. El chantaje y las presiones ejercidas a través de los mecanismos de la deuda solamente producían efectos a medio plazo en ciertos casos. En situaciones de emergencia no siempre funcionaban.
El fracaso de las políticas de ajuste provocó crisis tan devastadoras que en algunos casos gobiernos dependientes decretaron moratorias para evitar la bancarrota. La Casa Blanca tuvo que acomodarse a esas situaciones. El FMI y el Banco Mundial han atribuido la responsabilidad de tales crisis a errores cometidos por los gobiernos, aun cuando estos habían sido durante años -como por ejemplo, el de Menem y el del ecuatoriano Mahuad- elogiados por ambos como los mejores y más disciplinados seguidores de la doctrina del Consenso de Washington.
En los EEUU la élite del poder comprendió que la nueva y agresiva estrategia exigía otros instrumentos de dominación. El manejo de los mecanismos de la deuda había demostrado su insuficiencia.
No cabe aquí abordar los orígenes de la actual estrategia de poder de los EEUU. Pero es oportuno recordar que existe una abundante documentación en los archivos del Pentágono sobre el War and Peace Studies Program, elaborado a finales de la II Guerra Mundial con el objetivo de garantizar para los EEUU, como heredero natural del Imperio británico en proceso de desagregación, una posición de hegemonía política, económica y militar, sobre gran parte del mundo. Para la ejecución de ese proyecto secreto era considerado imprescindible a medio plazo el control de los recursos naturales -sobre todo el petróleo y el gas- del Medio Oriente y Asia Central (1).
El tema de esta comunicación justifica, sin embargo, que llame la atención a una evidencia casi olvidada. Fue incluso durante la presidencia de Clinton que empezó a tomar forma una inflexión estratégica que alteró las prioridades de la política de Washington hacia el continente y sobre todo las formas asumidas por la presencia norteamericana.
El cambio no fue ni uniforme ni rápido. Los pretextos invocados para una política intervencionista han cambiado según las áreas de actuación. La necesidad de la «cooperación» en la lucha contra el narcotráfico modeló un tipo de discurso que sirvió al propio tiempo para justificar no sólo una total libertad de acción a los agentes de la DEA (la CIA llegaba con ellos) sino la presencia de fuerzas militares norteamericanas incumbidas de tareas tan diferentes como la protección de oleoductos, el bombardeo de amplias áreas amazónicas con herbicidas prohibidos internacionalmente, y sobre todo el combate a organizaciones revolucionarias definidas como «terroristas».
Olas sucesivas de consejeros militares se instalaron en Colombia, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina y en las repúblicas centroamericanas, suscitando la indignación de los respectivos pueblos.
El Plan Colombia, ambicioso proyecto de intervención militar dirigido contra América Latina, fue aprobado también durante la administración Clinton. El funcionamiento del sistema adquirió una dinámica propia que en muchos casos no es condicionada por el calendario electoral.
Evidentemente, la entrada en la Casa Blanca de la extrema derecha estadounidense ha contribuido a dinamizar y agravar la política de intervención indirecta en América Latina. Pero el equipo de Bush -lleno de personalidades conectadas con el complejo industrial militar- no ha creado una estrategia para el hemisferio. Est se inserta en una estrategia global.
La nueva administración ha imprimido un estilo fascizante a la que estaba siendo aplicada. La amplió con consecuencias dramáticas.
El verdadero objetivo del Plan Colombia se hizo transparente cuando el presidente Bush solicitó al Congreso autorización para que una parte de los 1 300 millones de dólares destinado a promover el desarrollo económico y combatir el narcotráfico fuese utilizada en la lucha contra la insurgencia.
Cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo derrumbaron un avión espía en el Departamento del Caquetá e hicieron prisioneros a tres norteamericanos de la CIA que viajaban en él, el gobierno Bush tomó la decisión unilateral de enviar a aquel país una pequeña fuerza de élite de la US Army. El presidente Uribe aprobó el gesto, provocando una tempestad política. La iniciativa de Washington, violadora de compromisos asumidos por los dos Estados, fue un paso más en dirección a la intervención militar directa de los EEUU en la guerra civil colombiana, implorada por Uribe Vélez. Pero el resultado fue un fracaso. Los presos no fueron rescatados y posteriormente cayeron en la selva colombiana otros dos aviones estadounidenses.
Bush es sincero al afirmar que entre él y presidente Uribe existe una gran empatía. Pertenecen los dos al mismo universo ideológico.
La decisión de atribuir a los países del hemisferio «certificaciones» de buen o mal comportamiento en la lucha contra el narcotráfico es otra forma de intervención que hiere la soberanía de las naciones. Hasta jefes de estado y candidatos a la presidencia fueron ya humillados al negarles visa de entrada en los EEUU.
El involucramiento del gobierno de Washington en la conspiración que precedió el golpe de estado del 11 de abril en Venezuela y el chantaje ejercido sobre presidentes del continente en vísperas de la agresión a Iraq han iluminado bien la política de Bush hacia América Latina. Los embajadores de los EE UU actúan allí con una arrogancia inédita. Algunos promueven conferencias de prensa para criticar leyes y decretos de los gobiernos y parlamentos de los países en donde están acreditados. En Caracas, el embajador de Bush sobrepasó todos los límites al organizar en su residencia un show para ridiculizar al presidente Hugo Chávez.
Lula, antes de su investidura como presidente, fue injuriado por un subsecretario de estado de Bush y ahora es blanco de elogios de parte del secretario del tesoro, de Alan Greenspan del Federal Reserve Board, y naturalmente de Bush. Pero esos elogios ofenden a las fuerzas democráticas brasileñas, porque Lula es presentado como un continuador de Fernando Henrique y un disciplinado ejecutor de la politiza impuesta por el FMI.
El argentino Kirchner, un neokeynesiano, ya fue reprendido por afirmar que será firme en la renegociación de la deuda y que pondrá término definitivo a la «política de relaciones carnales con EEUU».
En este contexto, cuando la miseria y el hambre avanzan en América Latina, la derecha republicana y los poderosos ejecutivos del complejo militar-industrial continúan haciendo la apología de la dolarización.
Bush aprovecha todas las oportunidades para repetir que la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo es prioritaria en su política hacia América Latina. Pero ese discurso no oculta la evidencia: el combate al terrorismo y a las drogas es una muleta oratoria utilizada para justificar una política de intervención brutal.
Los voceros del sistema de poder no niegan que el desarrollo de su estrategia choca en América Latina con tres obstáculos (y algunas incógnitas, como la brasileña) cuya remoción es considerada indispensable.
Son ellos: la insurgencia colombiana, la revolución bolivariana en Venezuela, y la revolución cubana.
?Por qué? Porque, siendo muy diferentes, esos tres casos demuestran que es posible RESISTIR .
En Cuba un régimen que proclama su fidelidad al socialismo sobrevive cercado y, pese al más largo y cruel bloqueo de la historia, el país presenta los más elevados índices de educación y salud de América Latina. En Colombia, la guerrilla de las FARC resiste hace 39 años a todos los esfuerzos para destruirla y se ha transformado en un ejército popular que lucha en 60 frentes. ?Por que no han intervenido todavía militarmente los EE UU? Porque no han encontrado soluciones. Colombia no es Iraq, ni Afganistán. La guerra, allí, hace pensar en Vietnam. Los EE UU no pueden bombardear las ciudades donde el poder es ejercido por sus aliados. Y en las selvas y montañas las guerrillas han creado una aura de invencibilidad. En Venezuela, el golpe, financiado y asesorado por Washington, fracasó, y la oposición salió debilitada de la confrontación de muchos meses con Chávez, apoyado por el pueblo.
En lo que concierne a Cuba el costo en vidas humanas de una agresión sería muy alto para los EEUU y una iniciativa tal podría provocar una situación caótica en América Latina.
La actitud de la administración Bush ante esos tres casos se caracteriza por un refuerzo de la agresividad. No hay indicios, sin embargo, de que una escalada militar en la región figure en la agenda a corto plazo de la Casa Blanca.
Pero la guerra en Iraq y la rapidez con que los gobiernos de Francia, Alemania y Rusia se acomodaron a las consecuencias del crimen reforzaron la arrogancia de los halcones.
Por un lado, Washington endurece su posición en el ALCA. Si consiguiera imponer el proyecto, América Latina se transformaría en un protectorado de nuevo tipo, a través de un proceso de recolonización política, económica y cultural.
Los pueblos se manifiestan en contra (tuvimos un ejemplo en el plebiscito promovido en Brasil), pero la condena no se ha expresado hasta ahora en resistencia organizada. En cuanto a los gobiernos, la mayoría se ha hecho cómplice de los EEUU. Es tal el caso del ecuatoriano Lucio Gutiérrez. Lo conocí hace dos años en El Salvador, en una conferencia internacional de solidaridad con el pueblo de Colombia. El intervino entonces como antiimperialista y lo escuché defender la lucha de las FARC y del ELN.
Ahora en el Cuzco, en la reunión de los miembros del Grupo de Río, llevó su vasallaje al extremo de proponer medidas militares contra las guerrillas colombianas.
Prácticamente, sólo Venezuela afirma con claridad su rechazo al ALCA. El gobierno de Lula intenta salvar el Mercosur, pero su posición frente a los EEUU es ambigua.
Uno de los instrumentos de presión utilizados por Washington mientras prosiguen las negociaciones (de las cuales Cuba no participa por veto estadounidense) de acuerdo con la agenda, es el refuerzo de su implantación militar en América. Sin embargo, el Pentágono sufrió una derrota cuando el Congreso brasileño se negó siquiera a debatir el proyecto de Tratado que permitiría a la fuerza aérea de los EEUU, a través de la Base de Alcántara, en Maranhão, controlar más de la mitad del territorio de Brasil.
La polémica que se estableció alrededor del tema llamó la atención hacia una realidad casi desconocida. Actualmente los EEUU cuentan con un cinturón de 20 bases militares que cercan prácticamente la Amazonia y los dos países -Colombia y Venezuela- donde tienen lugar situaciones consideradas por Washington como de «amenaza potencial a la seguridad de la república norteamericana».
Comentando ese cerco militar, el diario Zero Hora, de Porto Alegre, que nada tiene de revolucionario, publicó un artículo del cual transcribo, por expresivo, el siguiente trozo: «La poderosa máquina de guerra americana ya ha transformado buena parte de América del Sur en terreno de caza. En el cerco al enemigo del momento, el campo de batalla no se limita a Colombia.
Los EEUU han instalado en territorio suramericano e islas próximas en los dos últimos años un «cordón sanitario» de 20 guarniciones militares que cuentan con miles de soldados, divididas entre bases aéreas y de radar, a un costo estimado de 337 millones de dólares. De las transparentes playas del Caribe al gris Chaco paraguayo la presencia de los yanquis es visible.
Aviones espías y cazas diseminados por Amazonia, por los Andes y las Antillas son la base de la nueva estrategia».
Desde la base de Pomarola, en Honduras, a las tres creadas en el Perú, y de la gigantesca base de Manta, en Ecuador a las recientemente instaladas en Aruba y Curaçao, en las Antillas holandesas, los EEUU controlan prácticamente los cielos del Caribe y de Amazonia.
En las cuatro bases de Colombia - cuya fuerza aérea tiene un poder de fuego superior a las de Brasil y Argentina sumadas- ha sido identificada la presencia de aviones de combate norteamericanos de la última generación.
Una atmósfera de secretismo envuelve desde luego a las instalaciones militares de los EE UU que gozan de total autonomía. Los gobiernos, en la mayoría de los casos, ni siquiera conocen su estructura de comando.
A ese cinturón de bases hay que sumar Guantánamo y las de Puerto Rico.
Cuando Jeb, el hermano del presidente Bush, y un embajador de los EEUU amenazan a Cuba, afirmando que la Isla puede tener un destino semejante al de Iraq, esas tomas de posición son definidoras de una política que, por su carácter agresivo, suscita legítimas aprensiones en todo el continente.
Compañeros y compañeras, señoras y señores: La estrategia de dominación de los EEUU respecto a América Latina no debe ser analizada como fenómeno aislado. Para entender su funcionamiento hay que insertarla en una estrategia global del sistema de poder que amenaza hoy la humanidad y la propia continuidad de la vida en la tierra.
La crisis de civilización que enfrentamos, que es simultáneamente política, económica, energética, ambiental y cultural, no tiene precedente en la historia.
Al contrario de la situación existente en vísperas de la II Guerra Mundial, una potencia, los EEUU, dispone de una superioridad militar aplastante sobre todas las demás. Y, a diferencia de lo que ocurrirá en el Reich alemán, la sociedad estadounidense mantiene instituciones formalmente democráticas. Esa circunstancia, la complicidad de los gobiernos de países cuyas clases dominantes son beneficiadas por la globalización neoliberal y el control casi absoluto de los grandes mass media permiten, sin embargo, que cientos de millones de personas en todo el mundo, confundidas por el engranaje desinformativo, sientan dificultad en comprender que la estrategia de dominación de los EEUU configura un peligro inmediato para la totalidad de la humanidad.
Mientras, el sistema de poder que allí se ha instalado desarrolla una política cuyos contornos neofascistas son hoy cada vez más transparentes.
La extrema complejidad de la situación creada se expresa en la contradicción explosiva entre la actitud de los gobiernos y la de los pueblos frente a la agresividad imperial norteamericana.
NUEVO MUNICH La aprobación por unanimidad (Siria no participó en la votación) por el Consejo de Seguridad, el 22 de mayo, de la resolución que transforma prácticamente a Iraq en protectorado de los EEUU será recordada en el futuro como acto de capitulación que supera, por su cobardía e hipocresía, lo que pasó en Munich.
Capitulación tanto más vergonzosa por cuanto gobiernos como los de Francia, Alemania, Rusia, China, en febrero y marzo se opusieron en el propio CS a la guerra, actitud que, entonces, obligó a los EEUU y Gran Bretaña a optar por una agresión unilateral, violando la Carta de las Naciones Unidas.
Pero, invadido y vandalizado Iraq, muertas allí miles de personas, el Consejo de Seguridad, en pirueta teatral, otorga su aprobación al crimen, después de consumado, al aceptar para la ONU el papel subalterno que los EEUU le atribuyeron, legitimando así la agresión. Nombrado por el presidente Bush, un ciudadano de los EEUU, cuyas funciones traen a la memoria las de los gauleiters de Hitler, gobierna ahora, por tiempo ilimitado, Iraq, con enormes poderes.
Compañeras, compañeros, señoras, señores: La agresión a Iraq funciona como alerta para la humanidad. Pero Washington cometió un error al concluir apresuradamente que la ocupación del país, después de una guerra de pura barbarie, le permitiría organizar tranquilamente el saqueo de sus riquezas. No contó con la resistencia del pueblo. Y esta es ya una realidad. En Iraq apenas empieza otra guerra, esa de larga duración. Las muertes casi diarias de militares estadounidenses quitan el sueño a los generales norteamericanos. El fantasma de un nuevo Vietnam se instaló ya en los pasillos del Pentágono.
No hay imperios eternos. El sueño de la dominación planetaria y perpetua del sistema de poder responsable de la tragedia iraquí tendrá el desenlace de otros, anteriores, menos ambiciosos.
El discurso de Bush en Polonia, en estilo de emperador romano, solamente puede engañar a gente ingenua. Pronunciado en Cracovia, no lejos de Auschwitz, confronta a la humanidad con una evidencia: el terrorismo de estado de los EEUU es hijo de la mentalidad que sembró Europa de cadáveres.
Compañeras y compañeros,señoras y señores: El fascismo es un asalto a la razón que contiene las semillas de su destrucción. En estos días su rostro es identificable en la teoría y la praxis de un sistema de poder que, reivindicando el derecho a organizar la humanidad como una manada, recurre a la barbarie para imponer su voluntad arbitraria.
La lucha será dificilísima y la derrota final de las fuerzas que amenazan la humanidad no tiene fecha en el calendario.
Para los intelectuales la primera exigencia en ese combate es la autenticidad, una actitud incompatible con sectarismos, egoísmos de grupo y vanidades. Somos combatientes desarmados en una guerra larga contra un poder armado. Contra la estrategia del enemigo, integrada y planetaria, nuestra respuesta en foruns como éste debe ser también global, partiendo de lo particular a lo universal .
Estoy convencido de que no tendría sentido reflexionar sobre el tema de la deuda externa como instrumento de dominación si no lo conectara con la actual crisis de civilización y la amenaza que ella representa para la humanidad .
Lisboa, 6 de junio de 2003 __ (1) Ver artículo del autor sobre el tema publicado en
http://resistir.info El original portugués de esta ponencia se encuentra en http://resistir.info Traducción de Marla Muñoz