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Latinoamérica

Palacio del Arzobispado, ¿primer eslabón?

Carlos Martínez García / LA JORNADA

Al Episcopado Mexicano lo que menos le interesa promover en el antiguo Palacio del Arzobispado es el arte. Los clérigos quieren la devolución del edificio más por el peso simbólico y político que representa y menos por un interés artístico en la exhibición de piezas del llamado arte sacro. Reasumir el control del palacio es una forma de cobrarle al régimen liberal juarista el desmantelamiento de las estructuras sociales que estaban bajo el dominio de la Iglesia católica.

En su presunción de retomar el edifico que albergó al arzobispado de la Nueva España, la cúpula clerical cuenta con el decidido apoyo de Vicente Fox Quesada, quien con esta acción continúa con una larga serie de reivindicaciones para con su confesión religiosa, iniciada desde el mismo día de su toma de posesión. En esa ocasión hizo de su religiosidad una clara manifestación política, al acudir a un recinto religioso a recibir la bendición sacerdotal, asegurándose previamente de que el acto contaría con la presencia de los medios impresos y electrónicos. En una de sus primeras acciones en Los Pinos mandó retirar un cuadro de Benito Juárez, no precisamente por razones estéticas. Y cómo no recordar sus constantes exhortaciones de misa dominguera a la población que le exige resultados acordes a los compromisos que hizo en campaña. De la misma manera será inolvidable su postración ante Juan Pablo II en una ceremonia en la que él, como jefe de Estado, le daba la bienvenida a su similar que preside el Estado Vaticano.

El Presidente de la República sabe bien lo que está haciendo al pretender otorgar en comodato el antiguo palacio al poder eclesiástico católico. En otras cuestiones se le puede señalar su agudo desconocimiento de los temas sobre los que se pronuncia, pero en el tópico de ir desdibujando el laicismo mexicano Fox tiene claros los pasos a caminar. Por lo mismo no es casualidad que sea precisamente el palacio el edifico elegido para iniciar la que, tal vez, sea una cadena mayor de devoluciones de recintos federales a las manos de los altos círculos católicos.

El palacio es una joya arquitectónica y simbólica para el Episcopado porque, como dice Angeles González Gamio, secretaria general del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, "...ese inmueble fue el primero que se le quitó a la Iglesia católica, que era muy poderosa en esa época; era la dueña prácticamente de dos terceras partes de los bienes de la ciudad, tenía haciendas y muchísimas cosas, y eran los prestamistas más importantes. Tenía un poder verdaderamente impresionante que llegaba al ámbito político, y esa fue una de las razones por las que los liberales tomaron esa medida tan drástica de emitir las leyes de desamortización de los bienes religiosos. Este edificio fue simbólicamente el primero que se le quitó al clero" (La Jornada, 12/4).

La respuesta de un amplio sector de la comunidad intelectual y artística al proyecto foxista de comodato ha sido bien documentada por La Jornada, que una vez más se hace eco de la lid por salvaguardar gestas que nos perfilaron como nación. Pero también en otros sectores se han encendido focos de alarma. Nos referimos a las iglesias protestantes que pudieron instalarse en México en el siglo xix al amparo de las Leyes de Reforma juaristas.

Investigaciones recientes han demostrado que el protestantismo ideológico ya tenía presencia en el país mucho antes de que llegaran las misiones presbiterianas, metodistas y bautistas, entre otras. Por lo tanto el marco legal juarista facilitó la inserción de estas iglesias, pero no fue el origen de su asentamiento en tierras mexicanas. En dos de ellas se están organizando para defender lo que vislumbran podría ser una intentona por despojarlas de inmuebles que les son de gran valor identitario.

El próximo 25 de diciembre la Iglesia metodista, ubicada en la céntrica calle de Gante número 5, celebrará 130 años de que el lugar se abrió al culto público. El claustro de San Francisco fue nacionalizado y en 1862 lo adquirió un particular, Eulalio Degollado. Después de que por varios años tuvo distintos propietarios y diversos usos -fue circo y teatro-, lo compró el misionero metodista William Butler.

Además de Gante 5, otros inmuebles del hoy Centro Histórico albergaron congregaciones evangélicas en el siglo xix. Fue el caso de la Iglesia presbiteriana El Divino Salvador, que inició sus cultos en el callejón de Betlemitas número 8. En 1877 se mudó al que había sido el hospital Real, en la calle del mismo nombre número 21 (la calle cambió de nombre en 1908 a San Juan de Letrán) y estuvo en ese sitio hasta febrero de 1934, cuando se trasladó al edificio que hasta la fecha ocupa en la calle de Argentina, frente a la Secretaría de Educación Pública.

Los líderes metodistas y presbiterianos han iniciado conversaciones para hacer un frente común contra posibles intentos presidenciales de devolver los recintos mencionados a la Iglesia católica y de alguna manera regresar el Centro Histórico a la distribución geográfica confesional que tenía antes de las leyes juaristas. Me parece que por ganas clericales católicas no quedará y para ello parecieran contar con el favor presidencial. Pero si por ese lado las intenciones son claras, en el sector protestante no están dispuestos a ser eslabones de una cadena que inicia con el antiguo Palacio del Arzobispado.

Correo Ilustrado

Por un ex Palacio del Arzobispado laico
Señora directora: Solicitamos publicar la siguiente carta.

A la opinión pública:

Desde finales del año pasado han surgido diferentes versiones de que el gobierno federal cederá la custodia del antiguo Palacio del Arzobispado de la ciudad de México a la Iglesia católica para su uso como museo de arte sacro o ''universidad'' de arte virreinal.

En la actualidad el antiguo Palacio del Arzobispado, inmueble federal, es ya un museo que, desde hace casi diez años, tiene como vocación exhibir una importante colección de arte contemporáneo, además de presentar múltiples expresiones culturales como el teatro, la danza, la música, cursos, conferencias y actividades para niños.

Las versiones publicadas en la prensa, y que el gobierno federal no ha desmentido, hacen suponer que efectivamente se cederá el inmueble del ex Palacio del Arzobispado a la Iglesia católica, ya que las declaraciones sobre el tema provienen de autoridades eclesiásticas.

Sobre lo anterior nos preguntamos si este inmueble ya está dedicado a la promoción de las artes y la cultura, ¿para qué darle un giro a su vocación? ¿Por qué precisamente ceder a la Iglesia católica ese inmueble, icono de la historia liberal de nuestro país, y no otro? ¿Qué fin se persigue teniendo otro museo, si los que ya existen apenas cuentan con presupuesto para subsistir? ¿Esta propuesta corresponde a una política de Estado o simplemente es una coincidencia el que sea, precisamente, el antiguo Palacio del Arzobispado el ''idóneo'' para volver a ser administrado por la Iglesia católica? ¿Qué necesidad existe de un museo de arte sacro cuando la mayor parte de los templos del país ya constituyen instituciones de este tipo?

De ser cierta esta concesión a la Iglesia católica, el gobierno federal estaría negando el pasado histórico de México, ya que desde la segunda mitad del siglo XIX el inmueble del ex Arzobispado pertenece al gobierno federal, aunque en reiteradas ocasiones la Iglesia católica haya tratado de recuperarlo. Resulta importante recordar que el antiguo Palacio Arzobispal de la ciudad de México representa un hito en la separación de los asuntos de la Iglesia y el Estado, a partir de una guerra: la de Reforma.

Por si fuera poco, las versiones además sugieren que la Iglesia desea recuperar todos los palacios arzobispales del interior del país. Por ello solicitamos al C. Presidente de la República, Vicente Fox, que no se cometa este atropello a nuestra historia y a un pasado ideológico que forjó la más ilustre generación de liberales que ha dado nuestro país.

El devenir y la coexistencia de todas las posturas ideológicas han constituido, desde que somos una nación independiente, lo que hoy es México.

Los abajo firmantes, preocupados ante la pérdida de la memoria y la conciencia histórica que tienen los interesados en consumar este acto ilegal y anticonstitucional, contraviniendo la Ley de Nacionalización de Bienes del Clero, promulgada desde 1859, expresamos que:

* Es innecesario volver a poner en la mesa de discusiones lo superado en nuestra historia nacional hace casi 150 años.

* Un hecho de esta naturaleza significa negar el triunfo de la Reforma liberal promovida por Benito Juárez

* Las autoridades correspondientes parecen tomar a la ligera los asuntos de interés nacional, al no manifestarse formalmente al respecto.

Preguntamos además: ¿qué continuará? ¿Qué concesiones se permitirán después a la Iglesia católica? ¿Hacia dónde podría dirigir el Estado sus políticas frente a la Iglesia católica?

Convocamos a toda la sociedad a unirse a la cruzada en defensa de las instituciones liberales y de un Estado mexicano laico.

Atentamente: Guillermo Tovar de Teresa, José Emilio Pacheco, Rosario Robles, Federico Reyes Heroles, Roberto Blancarte, Sergio Aguayo, Héctor Vasconcelos, Elena Poniatowska, Jorge Alberto Manrique, Adolfo Sánchez Vázquez, Carlos Monsiváis, Teresa del Conde, Juliana González, Andrés Lira, Cristina Pacheco, Vicente Leñero, Mercedes de la Garza, Josefina Zoraida Vázquez, Angeles González Gamio, Margo Glantz, Guillermo Samperio, Eugenia Meyer, Angeles Mastretta, Francisco Castro Leñero, José Castro Leñero, Irma Palacios, Helen Escobedo, Roberto Cortázar, Javier Marín, Cristina Khalo, Marta Palau, Carlos Blas Galindo, Ernesto de la Torre Villar, Carmen Boullosa, Elsa Cross, Jaime Soler, Silvestre Villegas Revueltas, Alfredo López Austin, Marta Lamas, Maritza López, Gabriel Macotela, Marcos Rascón, María Izquierdo Pita, Carmen Carrara, Manuel Marrón, Fe María Abad Guzmán, Malú Block, Mahía Biblio Hacha, Lily Kasner, Arturo Rivera, Rafael Segovia, Marissa Boullosa, Efraín Castro, Alberto Ruy Sánchez, Manuel Felguérez, Juan Coronel, Pedro Friedeberg. (Responsables de la publicación, María Elena Medina, Guadalupe Lozada, Maribel Portela y Gustavo Amézaga) y 706 firmas más