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Latinoamérica

América Latina: las marcas de la guerra

Domingo 23/03/03 (Clarín - Suplemento "Zona").

A partir de la guerra de Irak, Latinoamérica enfrenta un dilema. Con el debilitamiento de las políticas de consenso y su
reemplazo por las guerras preventivas le queda dos caminos: usar el margen que tiene para darse sus propias políticas o conceder, sin negociar, ante las presiones de la potencia hegemónica. Cualquiera de estas opciones definirá para esta región tradicionalmente considerada "patio trasero de Estados Unidos", el futuro económico y, por consiguiente, la vitalidad de sus sistemas políticos democráticos.

LOS RIESGOS DE UNA IMPOSICIÓN
Apenas es posible divisar algunos trazos del mundo que emergerá de la posguerra de Irak. Pero hay una certidumbre: el conflicto ya hizo trizas el sistema de alianzas de Occidente y quebró la base de un orden internacional, basado en la existencia de las Naciones Unidas como foro de resolución de controversias por consenso.

Con el cielo de Bagdad iluminado por el bombardeo es demasiado pronto para saber el impacto económico y geopolítico del conflicto sobre América latina. Depende de un final de guerra que no está dicho. No en el campo militar, donde no hay quién discuta la victoria de EEUU. Pero sí en el campo político, donde la batalla está lejos de ser ganada. "Washington olvidó considerar la gran pérdida que representa la erosión de su prestigio político: violan la Carta de las Naciones Unidas y destruyen la tranquilidad de un mundo educado para negociar sus conflictos", dice Hugo Gob., diplomático argentino que fue secretario adjunto de las Naciones Unidas, y quién definió el ataque del bloque anglo-americano como una "agresión" a Irak.

Zona entrevistó a hombres de gobierno, políticos e intelectuales, de América latina, con el propósito de entender la nueva situación mundial y qué le espera a una región con frecuencia calificada de "patio trasero". A todos los acosa una incertidumbre: ¿será que el mundo despierta de su sueño multipolar para encontrarse, de pronto, con una hegemonía única, la de EEUU, ejercida sin mediaciones? ¿Y será entonces que las guerras preventivas entierran el principio de autodeterminación, con lo que cesan, para el Tercer Mundo, los límites nacionales?

"Es evidente que hay un antes y un después de Irak. Además del horror de esa guerra, se ha roto un equilibrio, se ha pasado por encima del derecho internacional y se ha sepultado el multilateralismo con el que hemos convivido por más de 50 años" dice José Vicente Rangel, vicepresidente de Venezuela. Pero lo que más atemoriza al vice de Hugo Chávez "es la desproporción del equilibrio, cuando se inclina la balanza en exceso para un lado, es la lesión de los derechos políticos, sociales y económicos. No me atrevo a decir que esto representa un peligro inminente para la región, pero América latina está más expuesta a sufrir consecuencias". El vicepresidente venezolano fue cauto ante el grabador. Pero en privado no dejó de señalar, con un vocabulario muy argentino que los EEUU reforzarán sus intereses en la región al límite de quedarse con todo.

Un pavor inconfesable electriza a la inteligencia, la diplomacia y el mundo político latinoamericano al intuir un futuro sin autoridades capaces de generar mediaciones, consenso y concordia. Viene, ahora, el tiempo de las guerras preventivas "que instaura un nuevo orden internacional. Si Estados Unidos es exitoso y se impone en el corazón
euroasiático, ¿qué le espera a los latinoamericanos?" se interroga angustiado Alfredo Jalife Rahme, profesor de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

América latina está también en la cabeza de los europeos que tardarán, como dicen los franceses, en olvidar la impotencia de no haber podido detener una guerra no querida. El filósofo italiano Gianni Vattimo ensayó una primera respuesta a qué pueden hacer los latinoamericanos: "Si no se consolida un polo occidental alternativo a los EEUU, como puede ser una Europa unida, América latina no tiene esperanzas de sobrevivir como continente independiente". Pero lejos de ser pesimista, admitió su confianza en "la formación de un bloque europeo-latinoamericano" capaz de entorpecer el unicato norteamericano. "Estoy convencido de que la civilización europea, la solidaridad, el concepto de relaciones sociales, las múltiples formas de la vida social, el Estado de bienestar y un cierto pudor liberal, le permite imponer reglas al mercado, algo que EEUU no hace." Ese núcleo de la civilización "se salvará solamente por obra de Europa y de América Latina".

Jacques Attali, un economista francés y ex asesor del ex presidente socialista Francoise Mitterrand, confiesa que no ve que la guerra de Irak represente una amenaza para América latina, pero sí ve que se abre, definitivamente, un problema de identidad regional. La cuestión es "si los latinoamericanos podrán construir una identidad del tipo europeo o si serán tragados por EEUU. Es difícil ser autónomo en Latinoamérica, pero Chile y México tuvieron las garras para no tomar partido por la guerra".

En un intento por reagrupar las piezas dispersas de la nueva situación, el politólogo Juan Gabriel Tokatlian, profesor de la Universidad de San Andrés, se refiere a lo que, desde las entrañas de los EEUU, propició la era belicista. "En el plano doméstico, después del 11 de septiembre del 2001, se consolidó el predominio de los duros: el vicepresidente Richard Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, la Consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, Armitage, el secretario de Estado, Colin Powell, el secretario de Justicia, John Ashcroft... Constituyen un grupo singularmente unificado por su visión guerrera. Todos ellos, ocupan lugares clave en el gobierno: el Departamento de Estado, de Defensa y de Justicia, la vicepresidencia y el Consejo Nacional de Seguridad." Este núcleo selecto del poder formó parte del "Project for the New American Century", un foro de pensamiento y acción basado en Washington que se constituyó en los últimos años del gobierno de Bill Clinton. El objetivo de esa corriente fue construir la idea de "dominación de pleno espectro" para el mundo del siglo XXI, donde EE.UU., militarmente invencible, se eleva a una posición de incuestionable superioridad que lo habilita para dictar la política mundial.

Tokatlian avanza un poco más, al identificar como un elemento novedoso que explica los cambios operados en la forma que adquiere la hegemonía norteamericana. Se trata de la aproximación de los intereses del lobby petrolero con los del estado de Israel. "Nunca habían coincidido en una visión común del Medio Oriente. Los petroleros preferían las autocracias árabes, capaces de garantizarles ingresos seguros y cuantiosos. Para los sectores pro israelíes, la seguridad estratégica del Estado judío requería disciplinar las
naciones árabes del área. Hoy, ambos coinciden en sus propósitos de establecer un nuevo orden energético y político en Medio Oriente."

El experto argentino describe lo que representa el advenimiento del gobierno de George W. Bush para el orden internacional como un punto de ruptura del equilibrio entre la fuerza y el consentimiento. La idea de que la comunidad internacional era una alianza democrática entre iguales sólo genera impaciencia en Bush. Mientras Clinton predicaba la causa de la Justicia internacional y de la construcción de una paz democrática como elemento unificador en las interrelaciones mundiales, su sucesor decidió desprenderse de las "hipocresías" e izó la bandera de la guerra al terrorismo. Ese cambio de estilo creó un agudo contraste entre la atmósfera política de los años 90 y la actual.

Pero la inflexibilidad de la nueva administración estadounidense, su preferencia por el lenguaje de la fuerza antes que por el consenso, no necesariamente significa el fin de la política. Es el alerta del profesor Marco Aurelio García, un académico que ocupa ahora un lugar clave dentro del gobierno del brasileño Luiz Inacio Lula da Silva. "América latina tiene posibilidad de hacer política. A menos —reflexiona— que los países de la región acepten reglas de funcionamiento de un mundo unipolar. Esperemos que haya margen para la negociación". En esa línea invisible que suele unificar el discurso de los intelectuales latinoamericanos, el mexicano Jalife-Rahme tampoco pierde las esperanzas: "Hay que luchar por los valores democráticos. Aunque muchos latinoamericanos no lo sepan, intuitivamente se pronuncian por la vida cuando repudian la guerra".

Hay enfoques más sombríos. El analista político colombiano, de la Universidad de Los Andes, Francisco Leal Buitrago, prevé: "La consecuencia política más importante es, a mediano y largo plazo, una mayor subordinación regional a EEUU. Ahora, el imperio se traga la afrenta de una Latinoamérica que no lo ha respaldado. Pero le cobrará la cuenta". Y en el campo económico prevé "negociaciones muy duras en el ALCA".

Entonces, ¿es posible que EEUU ya no quiera siquiera negociar en la Organización Mundial del Comercio o la Asociación de Libre Comercio de América, trasladando mecánicamente los principios de la estrategia bélica a esas entidades multilaterales? El brasileño García mostró sus temores: "El ALCA es una tentativa de crear una zona de libre comercio que está fuertemente perturbada. Concretamente, la autoridad norteamericana de comercio, Bob Zoellick, jefe de la Oficina de Representación Comercial (USTR) dijo, recientemente en un informe ante el Congreso: "Queremos el ALCA para defender mejor nuestros intereses". Esto nos lleva a sospechar sobre el margen que nos pretenden dejar para negociar posibles colisiones entre nuestras ambiciones y las de ellos".

Según el colombiano Leal Buitrago, todo vuelve a remitir a la ruptura "de un lento y difícil proceso de desarrollo de la democracia como valor fundamental de la cultura occidental. Este desarrollo se había confundido con el del capitalismo, porque ocurrieron en forma simultánea. Lo que se ve ahora es la disyunción entre ambos". Ese es tal vez el
mayor daño provocado por la decisión de EEUU de atacar Irak sin el consentimiento de
la ONU. Con "un acto internacional ilegal" preanuncia un debilitamiento de otros organismos multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario y el Banco Mundial.

LO QUE SE PIERDE
Por eso, en la guerra de Irak hay mucho más en juego de lo que se encuentra circunscrito en sus fronteras. En el caso de la OMC, quedará comprometida la negociación agrícola de los países productores sudamericanos. Por otro lado, una economía inestable, perjudicada por el nerviosismo, el aumento de los precios del petróleo y la división de las alianzas en Occidente, amenazará también a los países más ricos y restringirá los flujos financieros que nutren los mercados emergentes, y del cual dependen los sudamericanos para subsistir. Ya se imaginan, quienes diseñan la "reconstrucción de Irak", un mercado donde los agricultores estadounidenses desplacen a los productores latinoamericanos, especialmente los de la Argentina y Brasil.

Pero en la imaginación del gobierno de Bush prevalece el largo plazo por encima de las dificultades económicas que el mundo enfrentará en el nuevo escenario. "La decisión de ir a la guerra contra Irak es parte de un gran esfuerzo de la administración actual para fortalecer la estratégica posición en Asia. En la visión de algunos estrategas de EEUU, el Golfo Pérsico y la cuenca del Mar Caspio es el pivote del mundo en los negocios, porque ambas regiones esconden una gran proporción de energía del mundo y porque es una zona geográficamente importante en términos de la futura competencia de Estados Unidos con Rusia y China", dice Michael Klare, director del programa de Estudios para la Paz y Seguridad Mundial de la Universidad de Hampshire (EEUU). El académico norteamericano dice que América latina no es un foco de interés para Estados Unidos "excepto, por supuesto, Venezuela, que es uno de los grandes exportadores de petróleo".

Pero América latina tampoco es una región en paz, en la visión de Humberto Calderón Berti, ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo: "Existe un conflicto bélico en Colombia, vecina de cinco naciones, y la inestabilidad en Venezuela. A esto debería sumarse la existencia de actividades ilícitas en la Triple Frontera". Calderón Berti continúa un análisis que anuncia nuevas presiones militares norteamericanas al sur del Río Grande. Sostiene que Colombia "está en la mira porque tiene un terrorismo significativo con ramificaciones en todo el continente y se dice que hay complicidad de la guerrilla en territorio venezolano. Creo que también habrá una ofensiva en la Triple frontera", región compartida por Argentina, Brasil y Paraguay, donde se sospecha de la existencia de grupos que financian organizaciones árabes. Lo que cambió de la política exterior norteamericana, afirma Calderón Berti que también ocupó el ministerio de Minas y Energía de su país, "es el pasaje del escudo antimisiles al combate del terrorismo, donde el escudo pierde importancia". Algunas conclusiones empiezan a asomar. Hugo Gobbi, el diplomático argentino, insiste: "el mundo actual está a favor de las soluciones pacíficas. Y EEUU ha subestimado el alcance de las consecuencias políticas y económicas de su acción unilateral y de la violación de la carta de las Naciones Unidas que contribuyó a crear".
Dicen que el funcionamiento de un sistema, incluso el de la mafia, exige el respeto de las reglas. En una entrevista, Vladimir P. Lukin, portavoz del Parlamento ruso, expresó ese concepto con meridiana claridad: "¿Usted conoce la diferencia entre un policía y un gangster? El policía cumple con reglas que son elaboradas, no por el policía sino por una determinada comunidad democrática y es aceptada por todos. Un gangster implementa sus propias reglas". Cuando esos principios básicos de funcionamiento se abandonan, más tarde o más temprano se minará la propia organización que se intenta preservar. Algunos llaman a esto el comienzo de la decadencia del imperio americano.

Producción y textos: María Seoane, Eleonora Gosman, Héctor Pavón, Alberto González Toro, Ana Barón, María Laura Avignolo y Cecilia Fumagalli.