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Latinoamérica

8 de marzo del 2003

El fracaso del neoliberalismo y la construcción de una alternativa popular
La experiencia ecuatoriana

Manuel Salgado Tamayo
Partido Socialista de Ecuador
El neoliberalismo y la destrucción del Estado Nacional ecuatoriano.

Innumerables y fratern@s amig@s colombian@s que han visitado periódicamente el Ecuador me preguntan, intrigados, qué pudo suceder para que el pequeño y hermoso país haya retrocedido tanto en los últimos años. Para ellos - y para el ávido y maravilloso auditorio de jóvenes que ha concitado este Seminario - voy a intentar una crónica que hilvane los hitos fundamentales de esta moderna tragedia social que ha puesto al Estado nacional ecuatoriano al borde de su destrucción.

Hace apenas 30 años, en 1972, millones de ecuatorianos, en calles y plazas, celebrábamos alborozados la exportación de los primeros barriles de petróleo que nos convertían en flamantes socios del exclusivo club de países productores de éste recurso que ha sido comparado con la sangre de la civilización industrial.

La nueva y enorme riqueza permitió una importante modernización del país, que se tradujo en la construcción de grandes plantas hidroeléctricas, la ampliación y mejoramiento de la red vial, la forja de nuevos puertos y aeropuertos, una mayor cobertura de los servicios educativos y de salud pública, una industrialización mas sofisticada y la ampliación de la frontera agrícola. El país dio un considerable salto al progreso. Si bien el modelo estructuralista - de corte cepalino - no se propuso eliminar la raíz de las desigualdades acumuladas históricamente, sobre todo en el campo, y el crecimiento de la base industrial se hizo sobre un modelo centrado en Quito y Guayaquil, que no tomó en cuenta las demandas prioritarias de la sociedad, y se reprodujo sobre la base de bajos salarios que garanticen una mayor extracción de plusvalía, que explican el protagonismo y movilización, en esos años, del proletariado industrial agrupado en el Frente Unitario de Trabajadores.

Si para el capitalismo mundial los años 70 significaron el fin de los "años dorados", como la llama Hobsbawm,[2] para el Ecuador, gracias al petróleo, fue una época de avance, impulsada, en un primer momento, por un nacionalismo militar que ejercitó una política de defensa de los recursos naturales, aunque al final de la década, los propios militares sucumbieron a las presiones transnacionales.

LOS AJUSTES DE BRETÓN WOODS.

En los años 80, coincidiendo con el inicio de la crisis de la deuda externa, se produjo un viraje de las funciones para las que habían sido creados, en Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Desde 1982 en que se firmó la Primera Carta de Intención el Ecuador ha pagado más de 27.000 millones de dólares por el servicio de la deuda externa, que hoy se aproxima a los 18.000 millones de dólares, y, cuyo servicio, desde la década de los 90 del siglo pasado, compromete más del 50 % del Presupuesto del Estado, causando graves recortes en el área social.

En la arena internacional, las políticas de ajuste y apertura, el intercambio desigual y los límites del modelo petrolero determinaron que la década de los 80 sea para el Ecuador, como lo fue para América Latina en su conjunto, el inicio de una larga crisis.

LAS CRISIS FINANCIERAS DE FINES DE SIGLO.

Pero es, sobre todo, en los años noventa que el Ecuador siente los impactos de las crisis financieras internacionales ocurridas en México (1994) y Tailandia (1997). Factores a los que se suman los impactos de una pésima negociación para el ingreso al GATT y la OMC que dejan al país unilateralmente abierto y sin posibilidades competitivas frente a nuestros principales socios comerciales. De exportadores de alimentos básicos nos transformamos en importadores de excedentes agrícolas de los Estados Unidos, de donde proviene la totalidad del trigo, la avena, la arveja, la lenteja, la soya, el maíz industrial y crecientes cantidades de leche en polvo. A su vez la liberalización financiera, introducida en 1994, aceptando las presiones nacionales e internacionales, que acusaban al Estado de represión financiera, creó un clima de permisividad que se expresa en el aparecimiento y quiebra de financieras fantasmas que atracaron los ahorros de cientos de familias, atrapadas por la oferta de altos intereses, quiebras que sólo fueron el preludio de la debacle de 1999.

Algunos analistas consideran que entre los factores determinantes de la crisis de fines de siglo tienen su peso las acciones de la naturaleza. En efecto, el denominado Fenómeno del Niño nos causó pérdidas, según un estudio de la CEPAL, por 2.869 millones de dólares. Las erupciones del Guagua Pichincha, la Mama Tungurahua y la más reciente del Reventador, entre 1999 y este año, han causado daños que nuestro pueblo trabajador ha restañado con estoicismo. Pero el factor decisivo que configuró la crisis, de la que no hemos podido salir de modo definitivo, tuvo que ver con el manejo político de los problemas generados por la reestructuración del capitalismo mundial, es decir, por la forma en que los gobernantes ecuatorianos enfrentaron esos problemas.

En 3.800 millones de dólares se calcula la suma de los depósitos congelados por el Gobierno de Yamil Mahuad, en 1999, como respuesta a las crecientes dificultades del sector bancario y financiero. Esa cifra, para el tamaño pequeño de nuestra economía, significó una suma equivalente a los ahorros de toda su vida de unos 2 millones de depositantes, a muchos de los cuales no se han devuelto todavía sus medios de vida.

En 1.700 millones de dólares se estiman los créditos de salvaje concedidos por el Banco Central del Ecuador a los bancos privados que, de todas maneras, quebraron. A 2.500 millones de dólares ascenderían los bonos emitidos por el Ministerio de Finanzas para que la Agencia de Garantía de Depósitos, AGD, devuelva una parte de los depósitos que recibieron los banqueros. No menos de 8.000 millones de dólares sumarian los recursos que fugaron del país, en vísperas del congelamiento bancario, y que no han regresado al Ecuador por la falta de confianza en el sistema bancario y financiero.

El resultado de todas estas acciones fue un masivo y violento empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad, la quiebra de empresas, la emigración interminable de los trabajadores y la juventud hacia Europa y otros destinos y el incremento de la protesta social que tuvo como actores centrales al movimiento indígena, que se ha transformado, en la década de los 90 y en el dintel del nuevo milenio, en la punta de vanguardia de las luchas sociales y políticas junto a otros grupos, civiles y militares, que condenan la ola de corrupción perpetrada por la fracción financiera del capital, con el aval del Fondo Monetario Internacional y la condescendencia de la Embajada Americana, que ha concedido refugio a casi todos los banqueros corruptos y que ha permitido el ingreso al sistema financiero norteamericano de los dineros sucios procedentes del asalto a miles de familias ecuatorianas.

LA EMERGENCIA INDÍGENA EN EL ECUADOR.

El desarrollo del movimiento indígena en el Ecuador es el resultado de una lucha que atraviesa toda la historia del Ecuador. Los indios, después de la captura y muerte a garrote del inca quiteño Atahuallpa, en Cajamarca, practicaron la guerra de guerrillas en una larga resistencia encabezada por Rumiñahui.

Entre 1535 y 1541 los Huancavilcas tratan de impedir el asentamiento de los españoles en Guayaquil. En su heroica resistencia queman tres veces la ciudad.

En 1578 el Cacique Jumandi aglutina a todos los pueblos del norte amazónico, en defensa de la tierra y contra los impuestos, forma un gran ejército con el que destruye Archidona y Avila. En 1599 la nación Shuar, encabezada por el Cacique Quiruba, ataca los poblados españoles de Logroño, Sevilla de Oro, Huamboya, Valladolid y Zamora, destruyendo todo.

En 1679 los indígenas del valle del Chota y Pimampiro protagonizan uno de los actos de resistencia más extraños y conmovedores: queman sus casas y pertenencias, destruyen las chacras y se internan en las selvas orientales, en una sóla noche desaparecen sus11.000 habitantes.

En 1780 la revolución de Tupac Amaru, en plena crisis del sistema colonial, moviliza a miles de indios por el callejón interandino para resistir el carácter depredador de las reformas borbónicas.

En 1803, los pueblos de Guamote y Columbe, en la provincia del Chimborazo, se levantan contra los diezmos y otros tributos. Cecilio Taday y Lorenza Avemañay frente a un ejército de 10.000 combatientes paralizan por varios días la región andina de la Audiencia de Quito. Por ironía, en las guerras de la independencia, los indios sirvieron de carne de cañón en ejércitos que no incorporaron sus demandas, peor aún, 1824, indígenas de la zona de Guaranda organizan el Ejército Popular de los CHILINTOMOS para oponerse a miembros del Ejército Libertador que pretenden arrebatarles sus tierras.

Si Colombia no pudo abolir la servidumbre indígena, "la República fundada por Flores, fue un sarcasmo: la democracia que proclamó el desleal teniente de Bolívar, resultó insulto sangriento a los nobles ideales de esa época de emancipación", como lo sostuvo José Peralta.[3]

En 1833-35 se produce la revolución de los CHIGUAGUAS contra el gobierno de Flores. Entre la oficialidad y la tropa se incorporan indígenas de Guayas, Los Ríos y Manabí que se toman la isla Puná y bloquean el puerto de Guayaquil. En diciembre de 1871, en plena dictadura garciana, Fernando Daquilema encabeza una rebelión indígena, apoyada por las comunidades de Chimborazo, Azuay y Cañar, que busca formar un gobierno indígena.

En la revolución liberal, de fines del siglo XIX, el General Eloy Alfaro, a quien sus enemigos tildaban de indio, incorporó a su estado mayor a varios caciques valerosos, pero la correlación de fuerzas, en la lucha a muerte con los terratenientes y la Iglesia, no le permitieron abolir la servidumbre indígena e impulsar la reforma agraria, pese a ello, el General y sus mejores capitanes acabaron sus días en la "hoguera bárbara", como lo contó, en su momento, Vargas Vila en su inolvidable libro "La muerte del cóndor".

El desarrollo del socialismo y el comunismo en el Ecuador, desde 1926, incorporó a sus demandas el problema de la tierra, la reforma agraria, la condena a la discriminación y la justicia social para los indios. Dos hitos fundamentales de esta lucha son la constitución de la Federación Ecuatoriana de Indios, FEI, en Agosto de 1944 y la marcha a Quito, en 1961, de miles de indios que exigen la reforma agraria y causan el espanto y la alarma de la conventual ciudad.

Pero es necesario reconocer que fue una figura religiosa, vinculada a la Teología de la Liberación y a la opción preferencial por los pobres, el Obispo de Riobamba, Leonidas Proaño, el que con su Pastoral y las Escuelas Radiofónicas llevó a cabo, por varias décadas, un trabajo de organización y toma de conciencia que culminó con el primer levantamiento indígena de junio de 1990 y su actual protagonismo en la lucha por sus reivindicaciones sociales y nacionales.

El movimiento indígena ecuatoriano no es una fuerza social única y homogénea. La columna vertebral es la CONAIE, Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, en la que coexisten diversas corrientes ideológicas y políticas y cuyo brazo político partidario es el Movimiento Plurinacional Pachakútik. También existen como fuerzas nacionales la FENOCIN,[4] Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, de orientación socialista y la FEINE, Federación Ecuatoriana de Indios Evangélicos.

A nivel regional, tienen un importante protagonismo el ECUARRUNARI que aglutina a un amplio segmento de los indios quichuas de los andes centrales, la CONFENIAE, Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana y la COINCE, que agrupa a las organizaciones indígenas de la región litoral.

Algunos de sus voceros más lúcidos destacan que la movilización indígena es la emergencia renovada de un pueblo antiguo que se contemporaniza para cuestionarlo todo. Más allá de eso, para proponernos un nuevo paradigma societal. Todo ello desde la crítica radical de la modernidad capitalista... y la fuerza moral de un pueblo oprimido que resiste.[5] En mi opinión se trata de una fuerza social que busca un proyecto histórico común, lo que explica el juego de intereses variable de sus dirigentes. Como lo advirtió, en su momento, Monseñor Leonidas Proaño: Desde algunos sectores ha surgido el temor de que este movimiento indígena se reduzca a un movimiento puramente racista.[6] Durante los acontecimientos del 21 de enero del 2000 algunos activistas de izquierda que buscaban sumarse a la lucha indígena militar fueron recibidos con hostilidad por activistas indígenas, mestizos y blancos, que hacían gala de los viejos vicios del vanguardismo, el aislacionismo y un extraño racismo. La propia CONAIE, en una de sus importantes publicaciones admite que una de las líneas políticas respecto a su situación como indígenas es la exclusivamente étnica, que "ha asumido caracteres racistas en la medida en que propugna una lucha de indígenas contra mestizos, y en donde, la posición más extrema plantea la expulsión del invasor y el retorno al Tahuantinsuyo".[7]

Pero en el movimiento indígena hay también dirigentes que saben que su fuerza estará determinada por la capacidad que tengan para ser parte integrante del enorme torrente popular que se opone a la globalización neoliberal y a la república cautiva de una oligarquía mediocre y corrupta. Como lo recordaba el mismo Monseñor Proaño:

Los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida política y organizada, estos valores... pueden contribuir... a redimir a una sociedad que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva, pero, para hacerlo, hay que buscar la acción convergente de las organizaciones populares urbanas con el caminar del movimiento indígena.[8]

LA CONAIE.

La vertebración actual de la CONAIE se puede decir que arranca en 1986.[9] En 1990 se produce el primer levantamiento indígena. En 1993, en el Puyo, surge su brazo político, Pachakutik, conjuntamente con una propuesta en la que se definen como una organización nacional que se propone construir "la Nueva Nación Pluricultural", tarea histórica para la que convocan "a todos los sectores políticos y sociales que coexistimos en el actual territorio ecuatoriano". Señalan que en el Ecuador el "problema del indio" es un problema nacional y que para solucionarlo requiere el concurso de toda la sociedad". Establecen como sus principios ideológicos rectores: El humanismo integral donde el hombre y la naturaleza en estrecha y armónica interrelación garantizan la vida. La construcción de una sociedad comunitaria.

Una democracia plurinacional comunitaria que será ante todo: anticolonialista, anticapitalista, antiimperialista y antisegregacionista.

El plurinacionalismo que significa la igualdad, unidad, respeto, reciprocidad y solidaridad de todas las nacionalidades que conformamos el Ecuador.

Demandan la unidad en la diversidad de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas, del pueblo Afro- ecuatoriano e Hispano - ecuatoriano.

Propugnan el derecho a la autodeterminación de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas "sometidos y dominados por el Estado Uninacional Burgués y los Estados hegemónicos imperialistas".

"La Soberanía Plurinacional sustituirá el ejercicio de la soberanía actual".

Propugnan la independencia total de la Nación Plurinacional Ecuatoriana, frente a la dependencia económica, política, ideológica y tecnológica del exterior; que frena e impide el desarrollo de los Pueblos, Nacionalidades y de la Nación.

Finalmente, proclaman la solidaridad internacional para con los Pueblos y Nacionalidades Indígenas y con los Pueblos y Comunidades Amigas.[10]

En 1996 participan en la arena política apoyando la candidatura presidencial de Freddy Ehlers. En el último proceso electoral adquirieron presencia en "30 municipios, cinco prefecturas, 480 miembros de juntas parroquiales, más de 100 concejales y como 30 consejeros."[11] Pero la mayor expectativa sobre su desarrollo político se ha generado a partir del triunfo del Coronel Lucio Gutiérrez que les transforma en una fuerza cogobernante junto al pequeño movimiento que respalda al Coronel "La Sociedad Patriótica". Algunos de los dirigentes indígenas pasaron por las filas de la izquierda ecuatoriana, socialista y comunista, lo que no obsta para que Auki Tituaña, piense que Pachakutik "es el auténtico representante del centro izquierda en nuestro país".[12]

UNAS FUERZAS ARMADAS ATÍPICAS EN EL ECUADOR.

Los militares en el Ecuador han sido una fuerza atípica. Como ocurrío en otros países de América Latina los ejércitos libertarios, luego de las batallas de la independencia y la derrota de las tendencias democráticas que buscaban la Patria grande, fueron licenciados por la oligarquía terrateniente que, en alianza con el clero, se hizo del poder. En el caso ecuatoriano durante todo el siglo XIX, los liberales buscaron romper la hegemonía goda formando montoneras. La nueva institucionalización de las fuerzas armadas ecuatorianas surgió como un proceso impulsado por la reforma liberal, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que tuvo como arcilla la emergencia de las capas medias y otros sectores progresistas que impulsaron la tesis de la reconstitución de Colombia la grande, el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico y la oposición militante y critica al Imperialismo norteamericano. A las Fuerzas Armadas, en tal circunstancia, no acudieron los hijos de la gran oligarquía sino los sectores populares en busca de una profesión que les dé seguridad, el resultado de ello ha sido un Ejército que no ha estado ajeno y de espaldas a las preocupaciones sociales mayoritarias, aunque no han faltado también períodos, más bien cortos, de protagonismo y complicidad en procesos represivos y regresivos. Pero un hecho es cierto: las Fuerzas Armadas del Ecuador no han sido protagonistas de hechos de violencia y crueldad antipopular como los que hemos visto en otras naciones hermanas. Sólo en los últimos años, durante el régimen represivo y derechista de León Febres Cordero, desde la Fuerza Aérea se alzó en la Base de Taura el Teniente General Frank Vargas Pazzos que frenó en seco las intentonas dictatoriales del caudillo socialcristiano. En la caída de Bucaram, en medio de una ola de corrupción, jugó un importante papel el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, General Paco Moncayo, héroe del Cenepa, que se mantiene como una personalidad democrática en su condición actual de Alcalde del Distrito Metropolitano de Quito. De allí que la página escrita por un grupo de oficiales del Ejército, el 21 de enero del 2000, cuando se sumaron a la movilización indígena y popular que exigía la salida del Presidente Mahuad y la reorganización de todos los poderes del Estado guardaba una línea de coherencia con la conducta histórica de una institución a la que la que los procesos instructivos norteamericanos no han conseguido alejar de su raíz popular.

El levantamiento del 21 de enero fue apoyado por un 80 % de la población nacional y más bien pudo percibirse un desencanto cuando el Coronel Lucio Gutiérrez entregó el mando de la República a un Oficial superior que, a su vez, lo devolvió al Vicepresidente Gustavo Noboa, en un oscuro incidente todavía no esclarecido del todo por nuestros historiadores. El reciente triunfo del Coronel Gutiérrez en la primera y la segunda vuelta electoral, así como su acceso a la primera magistratura, el 15 de enero del 2003, son expresión del profundo rechazo popular a la descomposición de una clase dominante que se ha sometido en su conjunto a las imposiciones del Imperialismo, profundamente lesivas al interés nacional y popular, de repudio a una clase dominante, cuyas diversas fracciones se turnaron en el ejercicio del poder en las últimas dos décadas, haciendo gala de incapacidad y corrupción, factores éstos que están en la raíz más profunda de la crisis actual.

EL CORONEL EN SU LABERINTO.

Si en la década de los 90 las segundas vueltas electorales dejaron a las fuerzas populares y revolucionarias sin alternativa porque solo quedaban dos candidatos de la derecha, la elección del domingo 24 de noviembre dio el triunfo en 18 de las 22 provincias del Ecuador al jefe militar que encabezó la protesta social del 21 de enero del 2000 significa una ruptura de ese maleficio. ¿ Quién es y qué piensa el Coronel Lucio Gutiérrez? Al parecer los acontecimientos han evolucionado con tal rapidez que ni siquiera los movimientos sociales e indígenas que actúan con el Coronel Lucio Gutiérrez, en su entorno más cercano, saben lo que piensa y quiere. El mismo, como un gran estratega, hizo un discurso sencillo pero radical contra los políticos tradicionales y la corrupción,[13] en la primera vuelta electoral, apareciendo en las papeletas y spot publicitarios en gesto rebelde, vestido en traje militar de combate y junto a conocidas figuras de Pachacutik y el MPD, éste último de filiación marxista - leninista, pero, de cara a la segunda vuelta electoral, ha retomado el terno y la corbata, ha buscado un rápido acercamiento al Fondo Monetario y a Washington y ha empezado a dar un discurso desconcertante. ¿ Se trata de una táctica para desarmar la oposición oligárquica y la resistencia imperial? Nadie lo sabe. Las indefiniciones, los lapsus y las contradicciones de principio del Coronel han puesto con los pelos de punta a sus propios aliados. En plena campaña para la primera vuelta electoral, la Coordinadora de Movimientos Sociales, que agrupa a importantes sectores de trabajadores, como los eléctricos y los petroleros, le escribieron una carta pública al Coronel, en la que le recuerdan que el 23 de mayo firmaron un Acuerdo Programático, Político Electoral, con el Partido Sociedad Patriótica - 21 de Enero -, en el que milita el Coronel, que apuntaba a tres objetivos fundamentales:

l. Levantar una propuesta alternativa al proyecto neoliberal.

2. Construir un Frente de Salvación Nacional.

3. Impulsar candidaturas unitarias.

En esa carta, después de advertirle, que no ha honrado su palabra en ninguno de los puntos, le recuerdan que, a lo largo de la campaña, "usted ha renunciado a acuerdos programáticos fundamentales: Como " la necesidad de revisar el convenio de la entrega de la Base de Manta y la realización de un plebiscito sobre el tema; y más bien ha calificado a las FARC como terroristas; lo que implicaría empezar a alinearse con la visión de las fuerzas guerreristas del vecino país y del gobierno de Bush", agrega la misiva.

Más adelante los Movimientos Sociales le acusan a Gutiérrez de que: "Ha renunciado a la necesidad de decirle la verdad al pueblo sobre el problema de la dolarización y buscar salidas ordenadas a este difícil problema. Más bien plantea el fortalecimiento de la dolarización."

La carta sonaba a ruptura con el Coronel. Pero los resultados de la primera vuelta, en los que al parecer no creían los dirigentes de los Movimientos, dan lugar a una nueva carta, nacida del olor del poder, el 29 de octubre del 2002, en la que la Coordinadora de Movimientos Sociales ratifica su apoyo al Coronel Lucio Gutiérrez, señalando que "Lucio Gutiérrez nos ha enseñado la prudencia, ahora nos toca aprender juntos la firmeza y la sabiduría para encontrar las estrategias justas".

La carta de la reconciliación dice que: " Enfrentamos misiones complejas, en un mundo dominado por un poder imperial. Tenemos que buscar las estrategias justas para detener la imposición del ALCA... para detener el involucramiento en el Plan Colombia... y de recuperación de nuestra soberanía en nuestra Base de Manta".

El pasado viernes 15 de noviembre, la Coordinadora de Movimientos Sociales, la FENOCIN y la FEINE resolvieron dar plazo hasta el 18 de este mes para que el Coronel "se comprometa a cumplir con el mandato unitario que estos sectores han elaborado", y que, en esencia, implica el rechazo al modelo neoliberal, la oposición a nuevos paquetazos económicos impuestos por el Fondo Monetario Internacional, la finalización de los Acuerdos sobre la Base de Manta y la oposición al ingreso del Ecuador al ALCA. Si no se acepta este mandato, dicen. los sectores sociales podrían retirarle el respaldo.[14]

El editorialista Felipe Burbano de Lara ha mencionado que muchos de los comentarios, dudas y suspicacias sobre el nuevo gobierno pueden ser expresión de la centenaria desconfianza que generan los indios en tanto que grupo social ignorado y despreciado por los poderosos. La advertencia es válida, pero, lo cierto es que el propio Coronel se ha encargado de emitir mensajes y señales que lo desvinculen de la posición en que quisieran tenerle algunos de sus aliados. "No soy de izquierda" ha dicho y en los hechos ha evitado cualquier contacto previo con personajes polémicos como los presidentes Fidel Castro de Cuba y Hugo Chávez de Venezuela que estuvieron en Quito en la inauguración de la Capilla del Hombre, la magna obra póstuma del maestro Oswaldo Guayasamín, el viernes 29 de noviembre. En la última larga gira, al parecer, se evitó todo contacto con el nuevo Presidente del Brasil. Como siempre, serán las ejecutorias del flamante Presidente, a partir del 15 de enero del 2003, las que se encarguen de decirnos en qué lugar de la larga y compleja historia de las luchas sociales y políticas de nuestros pueblos contra sus enemigos podremos ubicarlo.

EL REPUDIO AL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL.

El repudio a las imposiciones del Fondo Monetario Internacional es amplio y masivo, pues una gran mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos saben que sus tecnócratas ha sometido al país, en éstas dos décadas, a 20 paquetes de ajuste estructural. Los resultados sociales de ese chantaje están a la vista: la pobreza afecta a más del 80 % de la población, el desempleo abierto supera el 18 % y el subempleo el 54 %. El presupuesto para la salud bajó del 12 % al 3 % y el de educación del 30 % al 13 %. La concentración del ingreso y la propiedad es una de más injustas y dramáticas de América Latina. Adicionalmente, la apertura unilateral al comercio, aceptada como dogma al ingresar al GAT-OMC, y la dolarización, han determinado la quiebra de miles de empresas medianas y pequeñas que no pueden competir con la invasión de productos importados baratos. La industria textil se bate en retirada. Miles de pequeños artesanos, entre ellas unas 30.000 familias que se agrupan en la Feria indígena de Otavalo, el más importante mercado textil de América Latina, están al borde de la quiebra. Las provincias fronterizas con Colombia: Esmeraldas, Carchi y Sucumbios que, debido a los precios bajos del Ecuador, eran un mercado popular para las poblaciones de Nariño y Putumayo, hoy viven un ambiente de desolación y miseria.

El rechazo a las imposiciones fondomonetaristas y, en general, a las políticas neoliberales se expresó en la primera vuelta electoral en la derrota de todos los partidos políticos y los candidatos que habían ejercido el poder. Los primeros lugares en esas elecciones fueron para candidatos que, en uno u otro momento, habían cuestionado las políticas del Fondo. Recordemos que, el primer lugar lo ocupa con el 20.3 % de los votos Lucio Gutiérrez, el 2do lugar con el 17.3 % Alvaro Noboa, el tercer lugar, con el 15.4 %, el candidato socialista León Roldós Aguilera y el 4to lugar el socialdemócrata Rodrigo Borja con un 13 %. La derecha social cristiana, la democracia cristiana y el populismo de Bucaram ocupan los últimos lugares. El caso del multimillonario Alvaro Noboa, que llegó a la segunda vuelta electoral sobre los hombros del clientelismo, una enorme inversión en dádivas y propuestas que harían del Ecuador una zona de reproducción de formas de capitalismo periférico tiene que ver con el voto desesperado de amplios segmentos de la población que creen en el argumento de que el hombre más rico del Ecuador sabe como crear empleo y sacarnos de la pobreza.

EL BALANCE DE LA PRESIDENCIA DE GUSTAVO NOVOA.

El Presidente Gustavo Novoa, que se hizo cargo del poder después del 21 de enero del 2000, ha respetado y ampliado los acuerdos sobre la Base de Manta que nos implican en la ejecución del Plan Colombia, ha buscado consolidar la dolarización que, además de liquidar la soberanía monetaria, ha tenido efectos negativos para la mayoría de la población y, lo que es peor, ha seguido efectuando transferencias masivas hacia el sector financiero y bancario:

- Para devolver depósitos garantizados de bancos en manos de la AGD, por un monto total de $ 966 millones, compuesto por una transferencia presupuestaria en efectivo por $ 155 millones y mediante la emisión de bonos por US $ 811 millones.

- Para capitalizar los bancos, mediante la emisión de bonos por US $ 300 millones.

- Para programas de crédito externo previstos en la Carta de Intención firmada con el FMI en abril del año 2000, con el Banco Mundial, el BID y la CAF, para apoyar la recapitalización de bancos, mejorar la supervisión y regulación bancaria, por US $ 550 millones; y,

- US $ 260 millones pagados en efectivo por el Ministerio de Finanzas al Banco Central, como servicio de los bonos AGD actualmente en poder del Banco Central.

Lo que arroja un total de US $ 2.076 millones, asignados al salvataje y saneamiento del sistema financiero en el año 2000.

El Gobierno ecuatoriano al devolver con recursos del Estado los depósitos de los depositantes se ha hecho cargo de las obligaciones de los ex accionistas bancarios que, de esta manera, han pasado al Estado sus obligaciones, pero, conservando la propiedad de las empresas vinculadas que se beneficiaron de los depósitos de los clientes perjudicados.

La crisis bancaria y financiara en el Ecuador tiene como singularidad histórica el hecho de que la llamada liberalización financiera, establecida en las Leyes de Régimen Monetario y de Instituciones Financieras, reformadas en 1994, se transformó en la puerta abierta que permitió el asalto de los depósitos de los clientes por los banqueros y sus empresas vinculadas. Resalto el hecho de que fue el Estado ecuatoriano el que admitió la liberalización financiera, para que se comprenda que la lógica de su funcionamiento no es una fatalidad de la globalización como algunos sostienen.

Al nuevo gobierno del Coronel Lucio Gutiérrez, le corresponderá la difícil tarea de esclarecer y recuperar las grandes cuentas nacionales pendientes:

1.- Esclareciendo la participación que tuvo el Ministerio de Finanzas, el Banco Central y la Agencia de Garantía de Depósitos en las operaciones de salvataje y saneamiento bancario, antes de los que los documentos asociados a dichas operaciones, continúen siendo vendidos como papel reciclable y desaparezcan las pruebas del mayor acto de corrupción registrado probablemente en la historia del Ecuador, y queden únicamente sus víctimas, la población crecientemente empobrecida.[15]

2.- Recuperando la cartera vencida de las empresas vinculadas a favor de los bancos que actualmente se encuentran en manos de la AGD, para impedir la condonación de hecho que están buscando los ex accionistas bancarios y sus servidores.

Sobre la denuncia enérgica de la corrupción y la promesa de enfrentarla y combatirla ganó la primera vuelta electoral, contra todos los pronósticos, el Coronel Lucio Gutiérrez, que emergió como una figura pública el 21 de enero del 2000 al intentar un golpe de Estado que alejó del poder a Yamil Mahuad, pero cuyo mayor beneficiario entonces fue el vicepresidente Gustavo Novoa que, al parecer, desarrolló su propia conspiración, con el apoyo del Alto Mando Militar, en un capítulo todavía no esclarecido suficientemente de la historia política reciente del Ecuador.

Para el Presidente Lucio Gutiérrez cobrar las cuentas pendientes con los banqueros y sus empresas vinculadas será un reto de vida o muerte no sólo por el respiro económico que puede obtener con una parte de los 8.000 millones de dólares, sino también por que le permitirá mantener el enorme activo de su credibilidad frente a las masas empobrecidas y radicalizadas y resistir las presiones del Fondo Monetario Internacional, institución corresponsable de la crisis en el Ecuador que, insiste tercamente en la necesidad de que se firme una Nueva Carta de Intención, a cuyo contenido se ha resistido incluso el Presidente Gustavo Novoa, argumentando que el FMI ha pretendido "imponer condiciones inaceptables, que de ser aceptadas, debilitarían nuestras frágiles democracias", como lo dijo el Jefe de Estado en la 57 Asamblea de las Naciones, en Nueva York, el pasado mes de Septiembre.

Los niveles de sumisión y empobrecimiento que exige el Fondo Monetario Internacional son tan graves que han permitido que un Jefe de Estado cliente termine rebelándose, no sólo por sus palabras en la ONU sino también con su visita a Cuba y al Presidente Fidel Castro, lo cual en los tiempos que corren hace todo un discurso de soberanía y dignidad.

EL CONTENIDO DE LA NUEVA CARTA DE INTENCIÓN.

Las medidas inaceptables para Novoa que ahora buscarán imponer a Gutiérrez, en una verdadera prueba de fuego para su Gobierno, son un nuevo paquete de ajuste que incluiría:

1.Elevación del precio del gas y de los combustibles.

2.Incremento de las tarifas eléctricas y de telecomunicaciones.

3. Privatización de empresas públicas.

4. Reducción del número de empleados públicos y de la masa salarial de este sector.

5. Destinar al servicio de la deuda externa el 70 % de los ingresos del crudo pesado que se transporte por el nuevo oleoducto, cuando entre en funcionamiento.

El impacto social de éstas medidas, en medio de la pobreza generalizada destruiría la popularidad del nuevo gobierno, activaría la protesta social que, en mi Patria es, desde hace varios años, el mayor volcán en erupción y, en lo estrictamente económico, determinaría que la producción nacional pierda mayor competitividad, por el encarecimiento de los costos de producción, sumiendo en una mayor crisis al Ecuador en su conjunto.

UN ESTADO NACIONAL QUE PUEDE ESTALLAR.

En la paradójica construcción - destrucción de Estados nacionales que ha caracterizado al mundo posterior al fin de la guerra fría, ninguno de los estados nacionales que han emergido o estallado ha tenido por escenario América Latina. Han sido Europa, Asia y Africa los que nos han sorprendido con esos procesos de fragmegación. Sin embargo, la difícil y larga construcción de nuestros Estados nacionales ha sufrido serios reveses por efectos de las políticas impuestas por la Globalización Neoliberal. Un caso dramático, pero no único, es el de Ecuador que, cuando aún no había concluido su proceso formativo, ha debito soportar los embates internos, siempre presentes en los períodos de crisis, de los grupos oligárquicos que han atizado los conflictos regionales, levantando, en este caso, desde grupos de Guayaquil, un proyecto separatista o enervando un modelo regresivo de autonomías provinciales que determinarían el colapso de las provincias más pequeñas y pobres. Adicionalmente, los procesos de privatización y achicamiento del tamaño del estado han traído consigo un grave nivel de desinstitucionalización por la ausencia de organismos claves para la vigencia de la República. Durante la reciente erupción del Reventador, en la Cordillera Oriental, el Director del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, Ing. Hugo Yépez, admitía que la crisis tomó por sorpresa al país porque nadie monitoreaba a ese y otros volcanes activos que amenazan a las provincias del centro y el norte del Ecuador. El científico dijo además que el Instituto vivía de donaciones internacionales. Este caso y sus efectos han recordado que en el Ecuador no funciona la Defensa Civil contra desastres, que el Ecuador para achicar el tamaño del Estado eliminó el Instituto de Recursos Hidráulicos, INERHI; que nadie ha reemplazado al INIAP en las investigaciones agropecuarias; que la excelente labor del SECAP, centro de formación de mandos medios, ha desaparecido; que nadie lleva las estadísticas del comercio exterior; que nadie hace un seguimiento de la participación del Ecuador en la Organización Mundial de Comercio; que los Hospitales públicos agonizan por falta de recursos; que la educación soporta una de sus peores crisis con maestros mal remunerados y sin material didáctico. En el contexto de esa realidad la fuga de cientos de miles de compatriotas en los últimos tres años ha dejado al País con carencias alarmantes de fuerza de trabajo calificada y altamente calificada, pues entre los migrantes se han ido unos 5.000 maestros, unos 3.000 médicos, decenas de miles de albañiles, carpinteros, plomeros, gaspiteros, entre otros trabajadores manuales e intelectuales.

La entrega de la Base de Manta, casi como prenda, en medio de una oscura negociación con el Fondo Monetario Internacional, significa para el Ecuador profundo una subordinación inaceptable. El Ecuador ha soportado estoicamente a lo largo de su historia presiones norteamericanas para apoderarse de nuestro territorio. Durante la administración del General Eloy Alfaro, a comienzos del siglo XX, presionaron para comprar Galápagos. Alfaro tuvo el buen juicio de llamar a una consulta popular que negó la pretensión imperial. Durante la Segunda Guerra Mundial, sin la autorización de nadie, argumentando la defensa continental frente al nazismo, manu militari, se apoderaron de la Isla de Bartra en Galápagos y de la Península de Santa Elena. Cuando terminó la Guerra una Asamblea Nacional tuvo la dignidad suficiente para pedir la salida de las tropas del territorio ecuatoriano. Más recientemente, con el pretexto de reconstruir carreteras destruidas por un terremoto en 1987, tropas norteamericanas entraron al Ecuador, pero, nuevamente, fue el Congreso en pleno el que exigió su salida.

El sentido de la dignidad y la defensa de la soberanía ha sido, en nuestra historia, páginas de gloria y honor tan altas como el majestuoso Chimborazo. Por eso nos duele tanto a los ecuatorianos la presencia de una Base Militar que transforma a todo el territorio nacional en base de operaciones para agredir a las fuerzas insurgentes de Colombia. No somos indiferentes al destino de Colombia, nos gustaría hacer todo lo que esté de nuestra parte para, desde la diplomacia y apoyándonos en los principios del derecho internacional, contribuir a una paz definitiva y duradera, por la vía de la negociación y sin intervención extranjera de ninguna índole. Nos oponemos si, y frontalmente, a la regionalización del conflicto que buscan los Estados Unidos de América, primero, porque somos respetuosos de la soberanía y la autodeterminación y, en segundo lugar, porque estamos conscientes de que una Guerra Andina no sólo sería una acción fratricida que haría levantar de su tumba al Libertador Simón Bolívar, sino también una acción torpe cuyos únicos beneficiarios serían los traficantes de armas. No escapa a nuestra percepción el agudo criterio de los que nos ven desde afuera como el Estado nacional más vulnerable frente a una aventura militar de grandes proporciones.

La teoría del contagio, con la que los voceros del Imperio pretenden alarmar a la región, no nos convence. Que la lucha armada revolucionaria se gesta por razones internas profundas y NO SE EXPORTA NI CONTAGIA, lo demuestra el hecho de que el Ecuador ha vivido una vecindad relativamente tranquila y pacífica con Colombia, aunque en su territorio, desde hace cuarenta años, han estado presentes las FARC- EP y el ELN, para sólo mencionar a los grupos insurgentes hoy más importantes. A los que piensan que la pobreza, la desigualdad, la crisis económica y la corrupción son el caldo de cultivo para el florecimiento del narcotráfico, la realidad del Ecuador actual es un desmentido rotundo. Los mayores riesgos y peligros para el Ecuador jamás han procedido de los pueblos bolivarianos, no podemos decir lo mismo de las conflictivas relaciones con el poderoso Imperio que estuvo coaligado siempre con las frustraciones de la oligarquía y el militarismo de nuestros vecinos del sur en sus protervos intereses expansionistas.

Desde el norte nos vino la dolarización que nos ha puesto en el mismo campo minado por el que recorrió Argentina con la convertibilidad y su tipo de cambio fijo. En el caso argentino el deterioro de la balanza comercial y el aumento alarmante del desempleo, fueron el punto frágil por el que se rompió la cuerda. Hasta ahora, en el Ecuador, han sido factores externos los que han sostenido la dolarización: como un precio alto del petróleo en el mercado internacional, que deberíamos agradecer a la política correcta de la OPEP implementada desde la Venezuela de Chávez, significativas remesas de nuestros migrantes y la inversión en la construcción del nuevo oleoducto. Si uno de esos factores falla, por razones ajenas a nuestra voluntad, la dolarización se derrumbará, y el Ecuador deberá entonces transitar el aparente camino sin retorno, como dice la clase dominante, de adoptar una nueva moneda nacional.

¿ CÓMO SALDREMOS DE ESTE ATOLLADERO?

El Ecuador y los países de la región andina - aunque bien podría decir América Latina en su conjunto - viven un momento crucial, por los efectos acumulados del desarrollo del subdesarrollo capitalista en el siglo XX y, sobre todo, por las consecuencias de dos décadas de globalización neoliberal. Sin embargo, aunque existen problemas comunes, los escenarios de cada país son distintos, como lo acabamos de constar en el caso ecuatoriano, y el empeño imperial de vernos como un adversario único, al que quieren tratar con la Iniciativa Regional Andina, no sólo parte de una visión superficial y falsa, sino que puede explicarse por el afán del Imperio de ubicarnos como la fuente de la cocaína y la violencia que busca ser fumigada con una terapia de choque en la que intervengan los poderosos Ejércitos del Comando Sur y nuestras propias Fuerzas Armadas, devenidas en ejércitos de ocupación de sus propios pueblos.

LA RAIZ DEL ACOSO CONTRA CHAVEZ EN VENEZUELA.

Que las realidades nacionales son distintas lo demuestra la crisis venezolana que ha logrado forjar un actor político de primer orden que busca superar la crisis tomando distancia con las determinaciones geopolíticas de los Estados Unidos. Ese actor es el Coronel Hugo Chávez que impulsa lo que ellos llaman la Revolución Bolivariana. El acoso es terrible, sin embargo, la iniciativa y el apoyo popular han propinado varias derrotas a los golpistas, financiados y organizados por el Imperio. El proceso venezolano, utilizando los mecanismos que le confiere la Constitución, ha buscado liquidar las fuentes de privilegio y corrupción de la vieja oligarquía afincada en el bipartidismo de Acción Democrática, AD, y el COPEI (demócrata cristiano). La llamada huelga opositora es en realidad una acción de sabotaje, implementada desde los altos mandos gerenciales contra la industria petrolera que es el área sensible desde la que se pretende yugular las esperanzas populares. La fuerza de esa élite burocrática nace de su vinculación con la burguesía transnacional, propietaria de los grandes medios de comunicación que han hecho un operativo sin precedentes para manipular la conciencia de los sectores medios y lograr su apoyo. El gobierno de Chávez ha impulsado una política social que le ha permitido incorporar a un millón y medio de niños más al sistema escolar, los que reciben útiles escolares, desayuno, almuerzo y merienda; se han construido cerca de 200.000 nuevas viviendas para los sectores populares; se han creado sistemas de crédito para estimular a la pequeña empresa, sobre todo de mujeres organizadas; se han atendido las demandas del movimiento indígena; se impulsan enormes programas de medicina preventiva, con la colaboración internacionalista de médicos cubanos; se impulsa la construcción y mejoramiento de las obras básicas de infraestructura en las zonas empobrecidas; a fines del 2001 Chávez dictó una Ley Agraria que pretende eliminar los enormes latifundios improductivos que están en la raíz de la pobreza y marginación del campesinado, pero que explican también la rabiosa oposición de los terratenientes; Los negros, los mulatos, los indios y otros grupos de color han encontrado en el proceso bolivariano que su voluntad, trabajo y lucha tienen importancia. La lucha social y política en Venezuela es frontal y ha dividido a la sociedad en dos grandes bloques: la oposición, liderada por la gran burguesía vinculada al Imperio; y, los sectores populares, una buena parte de los cuales son "informales" o "lumpen"( como los llama la oposición) liderados por Chávez, que tiene a su favor la Constitución y la Ley. El poder arbitral, como siempre en América Latina, lo tienen los militares. ¿ Habrá una salida negociada y pacífica o se impondrá la confrontación y la guerra? Dado el carácter irreconciliable de los antagonismos y en una región sobre la que penden el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina una salida violenta y hasta trágica no puede descartarse.

LA GUERRA CONTRA EL TERRORISMO SE APROXIMA A COLOMBIA.

En Colombia la polarización es tremenda. La ruptura del proceso de paz y la apuesta gubernamental a una mayor subordinación a la estrategia norteamericana de guerra contrasta con la dureza de las fuerzas insurgentes que, sin embargo, insisten en una salida negociada que implique transformaciones económicas y sociales profundas. La condena de la guerra y la búsqueda de la paz han encontrado nuevos ecos en la conciencia de amplios sectores del pueblo colombiano que antes permanecían indiferentes.

Que el Imperialismo norteamericano ha escogido a Colombia como laboratorio y ejemplo de una represión y una guerra contrainsurgente en el Continente lo dicen las altas cifras de la ayuda militar que le transforman en el tercer receptor de ese tipo de recursos en el mundo, después de Israel y Egipto. En Colombia se ha venido reprimiendo de modo dramático, cortando a tamal - motosierra en mano - a los opositores o probables opositores. En Colombia, toda una campaña mundial contra el narcotráfico les permite decir que se trata de una cruzada contra las drogas y no de la destrucción terrorista de movimientos populares. En Colombia se busca advertir a todos los que resisten las estrategias de dominio imperial: miren lo que podemos hacer con ustedes si intentan hacer cambios sin nuestro consenso. El modelo basado en la militarización extrema y un ambiente de denuncia y sospecha generalizada busca advertir a los indios del Ecuador y Bolivia, a los venezolanos que siguen a Chávez, a los peruanos que levantan una nueva opción, a los zapatistas en México, a los campesinos sin tierra en Brasil sobre lo que puede ocurrirles si persisten en sus luchas.

En el Ecuador, país que no tiene problemas comparables a los de Colombia en ninguna de los ciclos de la Economía Política de las drogas, país en el que no prosperaron, en la segunda mitad del siglo XX, los intentos de construir grupos insurgentes, la primera tarea es poner punto final a los acuerdos de la Base de Manta, lograr que las tropas del Imperio y sus mercenarios, por ahora grupos pequeños, abandonen el territorio nacional, desmovilizar el operativo militar en la frontera norte y redimensionar el tamaño de las fuerzas armadas de acuerdo con las necesidades de un país pequeño que no tiene conflictos territoriales con sus vecinos; y, finalmente, restablecer la tradicional política internacional del Ecuador que ha sido contraria a todo tipo de intervención en los asuntos internos de otros Estados, de respeto a la autodeterminación de los pueblos, a la solución negociada y pacífica de las controversias. El Plan Colombia que, por mediación de la Base de Manta, ha terminado implicándonos, es algo más que una alianza militar entre una fuerza determinante: los Estados Unidos de América, y otra débil: Colombia. Hay un intento, hasta ahora fallido, de construir una fuerza internacional para intervenir en Colombia. Las voces que han dicho no son fuertes en Venezuela, en Brasil, en el propio Ecuador que inicialmente aparecía sometido, el gobierno saliente de Gustavo Novoa se ha visto obligado a tomar distancia y reserva con el proyecto norteamericano.

EL FUTURO ESTA EN LA UNIDAD Y LUCHA DE NUESTROS PUEBLOS.

En la disputa del poder mundial el proyecto norteamericano aparece muy claro y busca consolidar su tradicional hegemonía en el Continente, en ese propósito, en América del Sur, las dos enormes pinzas para constreñir a nuestros pueblos son el Plan Colombia y el ALCA. En el Plan Colombia y la Iniciativa Andina buscan camuflarse los objetivos militares y en el ALCA la determinación de acabar con los Estados nacionales e imponer el nuevo estatuto colonial. No hay por ahora un proyecto alternativo y unitario de nuestros pueblos. Pero la lucha no ha cesado un instante. En el Ecuador y en otros lugares de América Latina se advierte cada día que el epitafio sobre los movimientos campesinos, escrito por Eric Hobsbawm en su "Pequeña historia del siglo XX", estaba por lo menos mal documentado. Los campesinos e indios, después de cinco siglos de opresión y resistencia, han tomado la posta al movimiento obrero, duramente golpeado por la desregulación laboral, al movimiento estudiantil, atosigado y confundido por el discurso del pensamiento único; a un segmento de la intelectualidad estigmatizado por la vergüenza de haber sido de izquierda. Confusiones y traiciones también han estado presentes en éstos duros años, pero los pueblos resisten y uno de los hechos más importantes en América Latina ha sido sin duda el despertar de los pueblos campesinos e indígenas y otros sectores sociales que han aportado, con imaginación y talento, con nuevas visiones y reflexiones, con nuevas formas de lucha que se toman tierras y las administran con eficiencia, como sucede en el Brasil del poderoso Movimiento Sin Tierra, que ocupan carreteras y paralizan toda la sociedad como ha ocurrido muchas veces, en los últimos años, en el Ecuador y en Bolivia; u otros, más ingeniosos, que toman por asalto las plazas fuertes de la poesía para disparar desde la selva Lacandona raudales de imágenes y propuestas cargadas de futuro.

En el Ecuador, en los últimos años, en el movimiento campesino e indígena se advierte la presencia lúcida de una generación de dirigentes con una sólida preparación académica, científica y cultural, obtenida en Colegios y Universidades, nacionales y extranjeras. Esos dirigentes tienen el doble mérito de no haber perdido su identidad, de no haber renunciado a sus raíces, de empatar sus luchas actuales con las tradiciones y los aportes más importantes del nacionalismo revolucionario, de la teología de la liberación, de los movimientos feministas y ecologistas, del socialismo latinoamericano a los se suman las propias tradiciones de lucha del campesinado y los indios que, por razones culturales, tienen su propia visión del mundo. Los indios y los campesinos en el Ecuador están participando en las elecciones, ahora serán gobierno, pero no han renunciado a su forma principal de lucha: la movilización y el levantamiento. En las elecciones, de si enredadas por el entramado jurídico elaborado por los enemigos de clase, los resultados son complejos y los cuadros electos no siempre responden a las expectativas, por ello es importante destacar el estilo de trabajo y lucha del movimiento indígena ecuatoriano que negocia directamente con el Estado sus reivindicaciones, que busca levantar simultáneamente propuestas más altas que incluyen las demandas de otros sectores sociales; que ensayan nuevos cuadros en la administración local para prepararlos como los nuevos gobernantes del futuro; que asumen la defensa de sus tradiciones y cultura, pero las asimilan a los elementos más modernos del desarrollo científico y tecnológico actual. Podemos decir entonces, sin que ello signifique negar la existencia de concepciones y prácticas atrasadas, que en el movimiento campesino e indígena hay gérmenes de un nuevo liderazgo y atisbos de un reencuentro con las experiencias más avanzadas de las luchas sociales que, de modo inevitable, los reencontrarán con la doctrina y la práctica del nuevo socialismo del siglo XXI. Marx vive podemos decir siempre que esa afirmación no implique el intento absurdo de hacer de don Carlitos el agorero que lo predijo todo. Por lo menos los socialistas ecuatorianos desde 1926 hemos venido proclamando que el socialismo es un método de interpretación y análisis de la sociedad, sobre todo de la capitalista, es también un espacio de creación y recreación de nuevas utopías. El marxismo no es un dogma sino una guía para la acción decía ese discípulo y amigo privilegiado Federico Engels y, mas cerca de nosotros, el peruano José Carlos Mariátegui nos reclamaba que el Socialismo en América Latina tiene que ser creación heroica.

El orden mundial ha sufrido profundas mutaciones. El capitalismo y el Imperialismo han adquirido nuevas formas y contenidos. Los desafíos para los marxistas y no marxistas que se levantan en diversas regiones del mundo son, desde el punto de vista teórico, enormes: hay que definir los contornos del nuevo proyecto histórico, hay que redefinir las formas organizativas y los métodos de lucha, hay que ubicar los nuevos sujetos históricos. Para esclarecer muchos de estos asuntos ha sido un espacio precioso este Seminario organizado por el Departamento Político de la Universidad Nacional de Colombia, cuya invitación y hospitalidad agradecemos profundamente a nombre de todo el claustro de la Universidad Central del Ecuador.

Pero el desarrollo de la teoría tiene que ir acompañado de la praxis. Del recuento de las estrategias actuales de dominación imperialista se desprende que los sectores democráticos de la región andina tienen que levantar una línea de oposición cada vez más frontal a las políticas norteamericanas del Consenso de Washington, a la gestión inmisericorde de las Instituciones de Bretton Woods que deberían ser clausuradas, a los planes de militarización que deben ser denunciados y derrotados, al proyecto del ALCA que puede ser detenido.

Para los vecinos de Colombia una misión urgente debe ser impedir la profundización y regionalización de la guerra, denunciando enérgicamente a los traficantes del dolor y la muerte. En el ejercicio de esa praxis liberadora podremos ir aclarando el camino y encontrando las respuestas a los grandes interrogantes y desafíos que tiene la izquierda en la región andina y en el continente.

El marxismo nos enseñó a partir siempre del análisis concreto de las circunstancias concretas, pero también los legó su ejemplo de lucha frontal e intransigente contra los males del capitalismo que jamás serán eternos. Muchas gracias.

Quito, 15 de noviembre del 2002.




Notas:

[1] Ponencia presentada en el Tercer Seminario Internacional "Dominación, resistencias y alternativas en el nuevo orden mundial, Marx Vive, organizado por la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, del 19 al 21 de noviembre del 2002, con información actualizada hasta el mes de Diciembre.

[2] Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, Barcelona, Ediciones Crítica de Grijalbo, reimpresión octubre de 1996, traducción de Juan Faci, Jordi Ainaud y Carme Castells, p. 260.

[3] José Peralta, El régimen liberal y el régimen conservador, Quito, Talleres Tipográficos de la Escuela de Artes y Oficios, 1911, p. 4.

[4] Surge a mediados de los años 60 como Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, FENOC.

[5] Galo Ramón Valarezo, El regreso de los runas, Quito, Comunidec, Fundación Interamericana, 1993, p. 313.

[6] Leonidas Proaño, Creo en el hombre y en la comunidad, Quito, Corporación Editora Nacional, Cuarta Edición, marzo del 2001, p. 231.

[7] CONAIE, Las Nacionalidades Indígenas en el Ecuador, Nuestro proceso organizativo, Cayambe, Ediciones Tincui - Abya - Yala, 1989, p. 281.

[8] Leonidas Proaño, Ob. Cit. P.p. 232- 233.

[9] El Primer Congreso de la CONAIE, se realizó los días 13, 14, 15 y 16 de noviembre de 1986, en el campamento Nueva Vida, Parroquia de la Merced, Cantón Quito, Provincia de Pichincha. Contó con la presencia de delegados de 9 nacionalidades indígenas, 27 organizaciones y 500 delegados. CONAIE: Las Nacionalidades Indígenas en el Ecuador. Nuestro proceso organizativo, Quito, Ediciones Abya -Yala, segunda edición, p. 269.

[10] Consejo de Gobierno, Proyecto Político de la CONAIE, 1994.

[11] Semanario Líderes, Quito, 2 de diciembre del 2002, p. 7.

[12] Semanario Líderes, Quito, 2 de diciembre del 2002, p. 7.

[13] El periodista Jorge Vivanco resume esa tesis sencilla pero llena de contenido: "Ante el estado de corrupción, no caben parches, sino refundar la República". Así se interpretó un sentimiento imperante en el pueblo, una forma de revolución contra los partidos tradicionales... que se habían puesto al servicio... de una generación de corrompidos que arrasaron la República y saquearon los dineros del pueblo depositados en el sistema financiero". Revista Vistazo, . 848, Diciembre 12/ 02, p. 22.

[14] Diario el Comercio, Quito, sábado 16 de noviembre del 2002, A-3.

[15] Wilma Salgado, Opciones de financiamiento del gasto público: Entre el FMI y las cuentas pendientes del salvataje bancario. Xeroxcopia