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Latinoamérica

Falsimedia se atasca con su guión del golpe

Antonio Maira
Cádiz Rebelde

Es muy interesante analizar el seguimiento informativo que uno de los órganos de Falsimedia -El País- hace del nuevo intento de golpe de estado que tiene lugar en Venezuela, desde el inicio del lock out empresarial –difundido reiteradamente como huelga general- el día 2 de diciembre, hasta mediados de enero cuando el intento de "tumbar a Chávez" puede considerarse fracasado.
La crónica de este seguimiento demuestra hasta que punto está implicado el periódico, y la multimedia Prisa, en un golpe que ya había aparecido en abril con una brutalidad insuperable. Durante los meses de diciembre y enero la Coordinadora golpista, convencida de que cada acción -paro empresarial, llamada al golpe militar, boicot y sabotaje petrolero, acaparamiento y bloqueo de la distribución de alimentos- es definitiva, pero frustrada inmediatamente en esas expectativas por la resistencia del pueblo bolivariano, va ascendiendo en violencia sobre el conjunto de la sociedad llegando a actuaciones verdaderamente criminales. El ascenso escalonado de una violencia claramente dirigida contra toda la población demostrará el carácter desalmado de la oligarquía venezolana y la radicalización fascista de una parte importante de las clases medias.
El País había cumplido ya una clara tarea de legitimación internacional inmediata del golpe de abril, seguida de otra no menos importante de "interpretación" del mismo, para salvar del repudio provocado por el tremendo decreto dictatorial de Carmona a todos los demás actores. Desde el mismo momento del restablecimiento de Chávez como presidente de la república, por una revuelta popular y militar contra la junta golpista, el periódico de Prisa, haciendo el juego a los medios de comunicación venezolanos, contribuye a la fabricación de una distinción entre el "golpe duro" de Carmona y la "insurrección democrática" del resto de los participantes. De este modo –y a pesar de la existencia de toda clase de documentos gráficos y escritos que los comprometía plenamente como cómplices- El País contribuía a salvar a todo el cuadro organizativo y de dirección del golpe: directivos de Fedecámaras y de PDVSA, dirigentes de la CTV –especialmente Carlos Ortega-, medios de comunicación privados, militares, partidos tradicionales –AD y Copei- y nuevos partidos de cariz fascista como Primero Justicia o Bandera Roja.
Ninguna información ni artículo de opinión publicado entre el 1 de diciembre y el 15 de enero rompe con este primer criterio de la "información para desinformar": desvincular a todos los miembros de la autodenominada "Coordinadora Democrática" del brutal golpe del 11 de abril.
El País se dio un lavadito de cara al eliminar a la "devota golpista" Luzmila Vinogradoff de sus crónicas sobre Venezuela. Por otro lado como ahora ya no se trataba de dar la bienvenida al golpe triunfante, sino a darle favorable cobertura internacional al nuevo intento el discurso se va dosificando y se presenta con menos brutalidad que en los días de abril.
Guión mediático y "orden de operaciones"
Por segunda vez los medios de comunicación venezolanos construyen un guión del golpe que va a servir como "orden de operaciones" pero también como de guía de propaganda para anticipar acciones, realizar convocatorias, crispar o aterrorizar a la población, aplaudir las medidas insurreccionales, sustituir los hechos por una "realidad virtual" previamente fabricada, mantener una campaña continua de hostigamiento del gobierno, elaborar las imágenes y las voces de un golpe ficticio que desencadene el golpe real en el momento oportuno, y proclamar la derrota de Chávez.
Durante el mes de diciembre y los primeros días de enero los hechos se resisten a recorrer el camino marcado, a encajar en el guión preestablecido que tiene que retocarse una y otra vez.
La Coordinadora golpista va pasando de la "huelga general", que no lo fue sino paro patronal, como factor decisivo en el inmediato desmoronamiento del gobierno, al salvaje boicot-sabotaje petrolero. Enlazando y profundizando ambos hechos se realiza la provocación de los asesinatos de la plaza de Altamira –dirigida específicamente a los militares- con imágenes pregrabadas para establecer la responsabilidad del gobierno, el "paro activo", las sucesivas "Tomas de Caracas", "la Gran Batalla", se alarma con el anuncio de la "Marcha a Miraflores" que evocaba directamente la amenaza más concreta de más provocaciones y más muertos que después se atribuirían a Chávez, y se intenta lanzar un paro bancario. El último intento de provocar una situación catastrófica es el de generalizar el acaparamiento y el sabotaje en la distribución de alimentos. La información local e internacional de Falsimedia se va acomodando a esta tremenda escalada -que al final se convierte en desesperada-, que va introduciendo acciones claramente criminales como el sabotaje petrolero o el bloqueo alimentario sin cambiar su esquema básico: el triunfo inminente de una "insurrección democrática" generalizada y pacífica contra Chávez.
"Borrón y cuenta nueva" y "Chávez mató en puente Laguno"
Lo que puede parecer más asombroso a los lectores no advertidos de El País es que en el más de medio centenar de páginas que publica desde el 1 de diciembre hasta el día 16 de enero, en las que la "información" se vuelve reiterativa, no hay la menor referencia a los objetivos golpistas que sin embargo ya se habían manifestado en el decreto de Carmona del 12 de abril. Tampoco hay la menor referencia a la identidad total de organizaciones y personas, y de discurso político, entre los dirigentes de aquél golpe y los de este proceso lock out empresarial y golpe petrolero. De hecho son exactamente los mismos perros con los mismos collares.
Para El País, que había recibido con enorme satisfacción el golpe de abril y había colaborado, después de su fracaso, en la elaboración de la teoría de la "revuelta democrática traicionada por el golpe de Carmona", el intento de golpe petrolero de diciembre-enero no tiene absolutamente nada que ver con los sucesos de abril.
Esta norma de "no vincular" se mantiene rígidamente. En realidad cumple dos objetivos fundamentales. El primero es el de mantener la "calidad democrática" de los golpistas de abril y por lo tanto la de sus acciones de diciembre, el segundo es el de facilitar la presentación del propio discurso de El País que fluye en las palabras de Carlos Ortega, Carlos Fernández o el general Medina Sánchez.
En el número del 20 de diciembre, hay una referencia al golpe de abril en la que se afirma la tesis fundamental de la desvinculación: "El empresario había disuelto ya los poderes públicos y el bloque opositor lo abandonó a su suerte".
El enmascaramiento tiene efectos espectaculares. El día 13 de diciembre J. J. Aznárez publica una entrevista esperpéntica con Manuel Cova en la que este dirigente de la CTV puede afirmar con la más absoluta impunidad: "empresarios y trabajadores vamos juntos por la democracia y las libertades". El "enviado especial" se cuida mucho de hacer la pregunta obligada y evidente al sindicalista: ¿en donde terminó esa alianza en abril?
La maniobra desinformativa le da literalmente la vuelta a los hechos. El País se reinstala como juez de la democracia en el mundo y Carlos ortega como salvaguarda contra la dictadura: "No le vamos a permitir a este régimen que instale una dictadura" (Carlos Ortega, 28 diciembre)
No obstante esa estrategia de desconexión para ocultar o hacer olvidar la intervención del "bloque opositor" en aquél golpe, el periódico mantiene abierta una segunda línea de justificación. Es la de que el golpe de abril fue la consecuencia espontánea de la "matanza de Puente Laguno"
Así el 19 diciembre se informa: "Poco después de la cruenta refriega... con 19 muertos que depuso... al presidente Chávez". Fue la refriega –según El País- el hecho desencadenante de la detención, secuestro y destitución del presidente. La "información", absolutamente falsa, contradice varios hechos demostrados. Uno es que los pronunciamientos militares fueron grabados con anterioridad a la marcha del 11 de abril, otro es que la provocación y los primeros muertos fueron producidos por francotiradores de la oposición. Pero el principal de ellos es que la marcha "pacífica" fue desviada de la ruta prevista bajo la consigna del asalto al palacio presidencial. En esas condiciones un desenlace dramático era mucho más que previsible.
El 21 de diciembre se insiste nuevamente en la atribución de la responsabilidad del golpe sobre el propio Chávez, aceptando contra enormes evidencias la tesis exculpatoria de los golpistas: "la matanza de abril causó el breve derrocamiento de Chávez".
La versión del golpe inducido por la violencia presidencial se había expresado con mayor descaro el día 8 para respaldar otra grave acusación: "El gobierno fue derrocado durante 47 horas, después de una manifestación... reprimida a tiros". Ese mismo día El País acusa al gobierno de la matanza de la Plaza de Altamira y se lamenta de que el ejército se niegue a intervenir en apoyo del golpe: "pistoleros supuestamente vinculados con círculos gubernamentales"... "aún así la cúpula militar ha decidido no intervenir". Para reforzar la acusación se añade: "el siempre comedido constitucionalista Escarrá... acusa al presidente de ser el primer criminal de la República"
Y el 26 de diciembre para fijar definitivamente en los lectores la fundamental teoría justificatoria del golpe de abril y derivadamente del nuevo intento que se está produciendo, J. J. Aznárez insiste: "las cadenas... filmaron a simpatizantes del presidente disparando con pistolas a discreción desde el puente...".
¿Cómo ocurrió la restauración de Chávez a la presidencia?
La impresión que da El País sobre este tema fundamental es que el abandono de Carmona de la "línea democrática" provoca el retorno del presidente Chávez. El 11 de enero afirma: "fue devuelto al palacio de Miraflores... cuando (el golpe) terminó en fiasco en los cuarteles y en la sociedad al decretar Carmona la disolución de todos los poderes públicos, incluido el parlamento". Es el desencanto que provoca el decreto que establece una dictadura desenmascarada el que hace posible la restauración de los poderes democráticos de la república bolivariana empezando por el presidente.
Al igual que los medios venezolanos, el periódico de Prisa se niega a informar que una enorme insurrección popular y una reacción de los militares bolivarianos liberaron al presidente y derrotaron a Carmona, a su compinche Ortega, y a todos los demás conspiradores de abril que en diciembre vuelven a las andadas. El Chávez reclamado y exigido por el pueblo insurreccionado es tabú absoluto para este representante aventajado de Falsimedia.
El comienzo del relato
El relato de la insurrección de diciembre empieza el día 2 con una entrevista a Miguel H. Otero, editor y director de "El Nacional" y, como tal, uno de los agentes mediáticos del golpe fascista de Carmona, y con un artículo de opinión del enviado especial J. J. Aznárez titulado "Los errores de Chávez" publicado el día 3.
En la entrevista el tandem Otero-El País establecen los límites y los objetivos del próximo período insurreccional. Como desenlaces posibles, el director del ese medio de "gran solera" -que no tiene el menor reparo en situarse cómodamente, ante El País, en las filas insurreccionales-, establece los siguientes: asesinato de Chávez, golpe militar, desobediencia generalizada, o salida electoral.
En el artículo, Aznárez (El País) resume para los lectores el absoluto "fracaso" de Chávez. Como comentaré más adelante el "enviado especial", con una moderación formal impecable, enumera como malogros todos y cada uno de los actos de Chávez. El mismo día 3 en un informativo que resume la primera información de la "huelga general" el cronista nos cuela la siguiente información: "la huelga general fue organizada por Fedecámaras, la CTV y la Convergencia Democrática que agrupa a todos los partidos políticos y diversas organizaciones sociales". El "Todos contra Chávez", que será uno de los elementos del discurso de la Falsimedia venezolana y de El País, aparece aquí para enmarcar el paro empresarial que va a tener lugar en el país caribeño. No es extraño que Aznárez borre al pueblo bolivariano de las jornadas del 12 y 13 de abril. No obstante, ese ausente por decreto de Falsimedia, reaparecerá unos días más tarde en la calle, luchando contra el boicot petrolero, manifestando su repulsa ante los medios golpistas y bloqueando los posibles accesos al palacio de Miraflores. Finalmente reaparecerá masivamente, para celebrar el triunfo, en la festiva jornada del día 23 de enero.
La ley no es la ley en este caso
La memoria de los hechos con la que El País ilumina a sus lectores durante los meses de diciembre y enero tiene otras lagunas clamorosas. Por ejemplo, no hay lugar en las recapitulaciones para la memorabilísima y escandalosa resolución del Tribunal Supremo por la que no sólo exculpó a los gorilas de abril lanzándoles a una nueva pelea, sino que aseguró la inexistencia de un golpe de estado.
Sí menciona El País, aunque no la evalúa, la igualmente bochornosa resolución del Consejo Nacional Electoral sobre el referéndum "consultivo", obviamente anticonstitucional, que la oposición trata de imponer como logro mínimo al precio de provocar el colapso económico y vital de Venezuela. El CNE lo aprueba porque -afirma- no es un referéndum revocatorio, a pesar de que la pregunta formula una clara petición de cese presidencial en medio de la algarada insurreccional de las clases medias fascistizadas, y de que la propia dirección golpista lo presenta con el eslogan: "no es vinculante pero sí fulminante". Tampoco J. J. Aznárez hace ninguna observación sobre el irregular proceso de recogida de firmas y la ausencia de verificación y publicación de las mismas (dos millones, admite alegremente El País).
Claro que como dice el mismo País: "la legalidad es un arma arrojadiza" (17 diciembre).
El periódico que, por ejemplo, es minucioso hasta la letra pequeña en sus exigencias a Irak para que cumpla la resolución 1441 de la ONU, no es capaz de acertar en que es la ley en el caso venezolano.
El día 18 de diciembre, en una entrevista complaciente, Carlos Fernández (presidente de Fedecámaras) -uno de los golpistas de ayer y de hoy, portavoz oficial de la Coordinadora golpista que también le sirve al País como vocero conveniente- puntualiza sobre el alcance de la Ley y reclama –nada menos- que el respeto a la Constitución venezolana. La misma que él y sus colegas abolieron con celeridad sañuda un no muy lejano 12 de abril: "nos preocupa que el presidente haya llamado a desacatar las órdenes judiciales. Nos preocupa porque eso es prácticamente ponerse al margen de la Constitución"
El País insiste en la identificación del referéndum consultivo especial -que reclama a golpe de feroz sabotaje petrolero la Coordinadora fascista- con la Constitución, en su edición del 28 de diciembre. El 5 de enero insiste en la validez de las firmas requeridas y fija la "agenda" política de Venezuela, afirmando: "el debate político se centra en el referéndum consultivo".
Sobre la naturaleza de los hechos de diciembre
Aznárez no utiliza jamás la expresión "paro empresarial" o "lock out" a pesar de que esa es claramente la expresión adecuada. Además de eso sitúa la no participación como un hecho derivado de la necesidad: "pero el pueblo es diverso... ‘si lo hago no come mi familia’...", o de la marginación social: "la constelación de venezolanos entregados a su suerte es ajena a la protesta..." (28 diciembre). Así que no hay base social activa, sino necesidad e indiferencia, en el rechace del paro empresarial.
Tampoco habla Aznárez de boicot o de sabotaje a pesar de la enorme violencia que sobre toda la población ejerce la paralización instantánea -y planificada con bloqueo informático, ocultamiento de claves, y ruptura de redes, para que se extienda a largo plazo- de PDVSA. Y a pesar también de la brutal utilización del acaparamiento y el bloqueo en la distribución de alimentos. El País no tiene nada que objetar desde su atalaya democrática ante este sabotaje con objetivos catastróficos que tiene una capacidad de destrucción casi ilimitada a muy corto plazo. Alcanza a la energía de uso familiar, al transporte de alimentos y medicinas, a los servicios de salud, a toda la producción industrial, al alumbrado, en realidad a todas las actividades humanas.
El 28 de diciembre le sigue llamando "huelga general" aunque del mismo texto se deduce que no se trata de eso en absoluto. Ese mismo día la voz opositora, desde la tribuna internacional de Prisa, informa que Chávez "juega al caos".
Una de los ejes fundamentales de la información es cargar con la culpa de los efectos del cierre patronal a Chávez. A medida que la oposición se sale de madre –boicot / sabotaje petrolero, boicot alimenticio- esta interpretación es más necesaria y se reitera día tras día. La ausencia de un resumen imparcial y la esperpéntica colocación de los contendientes en la historia de El País permite una maniobra de este tipo.
El día 16 diciembre la manipulación se hace escandalosa cuando sólo se hacen referencias confusas y veladas a un nuevo frente golpista: el acaparamiento de alimentos y el boicot a su distribución.
El titular del 12 de enero nos permite contemplar escandalizados el juego perverso del periódico: "Chávez amenaza con enviar al Ejército a las fábricas de alimentos".
El exquisito equilibrio de El País
Sin duda que El País afirmará que mantiene un exquisito equilibrio informativo entre el gobierno de Venezuela y los miembros de la Coordinadora, de hecho los golpistas de abril.
Pero ese equilibrio no es más que una simulación burda, eficaz tal vez para los lectores poco prevenidos y menos informados.
La violencia, por ejemplo, siempre está del lado "oficialista", es decir, de Chávez.
A Alfredo Peña, alcalde metropolitano de Caracas, le llama "acérrimo adversario del presidente". No menciona su participación en el golpe de abril, ni su vinculación con todos los sucesos violentos que han causado muertos.
En relación con la intervención militar de la policía metropolitana, ordenada ante su clara actitud golpista, la iniciativa es atribuida al "extremismo". Además las consecuencias son, según El País, lamentables: "El hampa hizo su agosto".
A Fredy Bernal, el alcalde del municipio Libertador, defensor firme de la Constitución y de sus poderes democráticos, Aznárez le obsequia con una descripción mucho menos generosa: "un activista del oficialismo de violento perfil"
La identificación de los bolivarianos con delincuentes (26 diciembre) es repetida y con frecuencia casi rabiosa: el 11 de diciembre les llama "hordas".
El 15 de diciembre aparece esta perla del equilibrio lastrado de El País. Freddy Bernal es el "líder de los grupos callejeros que contrarrestan el activismo de la oposición".
La violencia siempre del lado bolivariano a pesar de los antecedentes del 11 y 12 de abril, de las llamadas constantes al golpe desde la Plaza de Altamira y desde los medios de comunicación, del lenguaje increíblemente soez y racista, y extremadamente violento de los líderes golpistas, y de los sucesivos llamamientos y actos, cada vez más violentos, de diciembre-enero, desde el "paro activo" hasta el sabotaje petrolero, desde la "Toma de Caracas" al "Trancazo nacional" o la "Gran Batalla".
El día 31 de diciembre, después de servir insistentemente de vocero a la amenaza de la Coordinadora golpista de lanzar una marcha sobre Miraflores, El País reproduce sin ningún pestañeo verbal la denuncia de esa misma oposición que dice temer que esa iniciativa suya pueda ser una "trampa mortal".
El 4 de enero, después de La gran batalla nuestro ejemplar servidor de la verdad habla de un "pequeño pero agresivo grupo de simpatizantes del presidente Chávez" y de que "Los militares avanzaron también sobre la vanguardia de la multitudinaria marcha opositora, que había transcurrido pacíficamente". El siguiente día informa que "el gobierno y la oposición imputaron al contrario los 2 muertos y 50 heridos de la batalla campal...". El día 6 los lectores pueden enterarse por fin de que los muertos son "oficialistas" pero Aznárez sigue hablando de "chavistas armados" y de "confuso intercambio de disparos con fuego real".
La gobernación es imposible
Puesto que, según repite machaconamente, "la gobernación es imposible" (5 dic), "grave crisis de gobernabilidad (3 ene), El País sitúa el comienzo de la esa "gobernabilidad" perdida en la celebración de un referéndum consultivo o de unas elecciones anticipadas, es decir, en el triunfo del golpe.
"La mayoría de los analistas señala que sin una salida negociada el deterioro social puede degenerar en estallido y la economía... entrar en barrena", "el deterioro de la gobernación y convivencia social adquirió cotas preocupantes" (día 8 dic).
Las previsiones apocalípticas se repiten insistentemente (13, 14 diciembre): "sepultada la verdad por la propaganda y la arenga, la Venezuela en barricadas amamanta presagios aterradores...". Algunas veces ayuda el embajador de los EEUU: "La cosa va de mal en peor". Shapiro (18 dic).
La revolución bolivariana
La sustancia real del gobierno del presidente Chávez interesa sin duda mucho a los propietarios de El País -que tienen alianzas económicas con la oligarquía e inversiones propias en los sectores de la información y de la edición de libros de Venezuela- pero muy poco a sus lectores. Esto último es, por supuesto, una determinación del medio: salvo una referencia negativa y sin explicaciones en el artículo de Aznárez "Los errores de Chávez", no hay explicación alguna sobre las 49 leyes aprobadas en noviembre del 2001 en el marco de la ley Habilitante.
Tal vez se manifieste en esto, más que en ningún otro aspecto "informativo", el verdadero compromiso de El País con la verdad o la objetividad informativa. El periódico presenta el golpe como la consecuencia de un continuo agravio a la democracia, pero no habla del verdadero origen de la cólera oligárquica que está detrás del proceso golpista, esas 49 leyes, principalmente: la ley Petrolera, la Ley de Tierras y la ley de Pesca.
El tema democrático
La evidencia de que los que rechazan una "salida electoral" (término confuso porque en Venezuela se han dado múltiples procesos electorales desde el año 1998, todos con triunfo de Chávez y el MVR) son precisamente los miembros de la "Coordinadora Democrática", al negarse a utilizar el referéndum revocatorio previsto en la constitución (posible en el mes de agosto) y someter al país a un verdadero estado de excepción, no alcanza a El País. No en vano avaló con sus editoriales la "salida democrática" que establecieron Carmona y sus secuaces, los miembros de la actual Coordinadora: liquidación de todas las instituciones democráticas, dictadura de la Junta golpista que asumía todos los poderes durante un período mínimo de un año.
El 11 diciembre El País sentencia: "Elecciones única salida" y a partir de ese día informa que Chávez negocia barajando las propuestas de la oposición (12 y 23 diciembre). Se trata de colocar el fiel de la balanza allí donde quieren Ortega y Fernández
El día 24 de diciembre, Américo Martín portavoz de la Coordinadora golpista expresa en el periódico el carácter insurreccional de la "salida democrática": el problema –dice el bueno de Américo- no es la realización material de las elecciones... las elecciones son la piedra en el zapato". El País no quiere enterarse.
 
Personificación: "Todos contra Chávez"
El País participa también plenamente en la maniobra de personificación y de atribución de todos los males a Hugo Chávez. El día 9 diciembre afirma nada menos que el "escaso entusiasmo del ex teniente coronel en la lucha contra la corrupción" (dando por ciertas las declaraciones de Miquilena, un enemigo del presidente y miembro de la operación de derribo)
El 10 de diciembre también aparece el Chávez caudillo y violento: "Chávez lanza a sus seguidores a la calle para intimidar a la prensa de oposición".
El día 16 de diciembre se reitera uno de los lemas propagandísticos de la oposición: "Hugo Chávez a quien imputan la división social imperante y la crisis de gobernación... ‘maldito seas’ imprecaban algunas pancartas"
El 24 de diciembre El País sirve de tribuna familiar al ya mencionado Américo Martín quien dice del presidente: "ha arremetido meticulosamente contra todas las instituciones", "aparece un animalejo". Aznárez, deja decir la barbaridad y el exabrupto racista sin comentario alguno.
El 7 de enero "Chávez amenaza". Siempre amenaza. Estamos en momentos de "huelga bancaria" y sabotaje alimentario.
Los medios de comunicación
Cuando habla de la falta de objetividad informativa El País establece siempre un estricto paralelismo entre dos núcleos de medios: el oficial y el privado.
Aquí también la falsedad y el cinismo es enorme. Quien quiera comprobarlo no tiene más que entrar en la red y consultar el canal público y los medios privados.
En principio El País, al medir esa común "politización compartida", no nos cuenta lo más importante. Los grandes medios privados de Venezuela participaron en su totalidad, directamente en el golpe de abril, en el "coronamiento de Carmona, y en las furibundas llamadas a la represión. Después participaron en el largo proceso de lanzamiento insurreccional centrado en esos medios y en su "estudio" de la Plaza de Altamira. En la nueva intentona que se inicia en diciembre, los medios –organizados corporativamente como un perfecto modelo de Falsimedia- continúan con su papel perfeccionado de "golpe mediático". Ésta es la particularísima "politización" de Globovisión, Venevisión, Radio Caracas Televisión, Televen, y los periódicos El Nacional, la Verdad, Tal Cual, El Universal, 2001, entre otros muchos.
Esta pequeña historia inmediata es fundamental para situarlos y para evitar comparaciones tramposas. Claro que la relación de El País con esos medios es evidente en cuanto al entramado empresarial y también en su alianza de abril.
El País evita cuidadosamente plantear cuál es el problema de la libertad de información en Venezuela que -como en casi todos los países del mundo con "libertad de prensa"- de ninguna manera puede interpretarse como enfrentamiento entre los medios y el poder estatal, sino como monopolio y manipulación extremada de la información por los grandes negocios de la comunicación.
El día 4 de enero Aznárez da cuenta de la crispada reacción de los medios privados venezolanos ante las informaciones e interpretaciones que sobre el proceso de diciembre están dando periódicos tan conservadores como The New York Times, The Washington Post, Le Monde, The Guardian, CNN. Aznárez que casi coloca a esos periódicos en las filas chavistas, se las apaña para transformar la reacción histérica de los golpistas contra estos medios en una crítica equilibrada.
Es muy interesante el hecho de que El País se sitúa al margen de los media más representativos del "pensamiento único" y que merece la confianza de los golpistas venezolanos.
Le Monde, por ejemplo, trata el tema racial que no existe para El País: "odian (se refiere a la oposición) literalmente a Chávez porque nunca han soportado que un oficial insignificante, del pueblo y zambo, venga a perturbar el juego de una clase dirigente de tradición oligarca".
El día 11 de enero El País informa que "los medios de comunicación ofrecieron sus recursos... para el referéndum consultivo". Tampoco esta vez hace observación alguna ante este intento descarado de privatizar los procedimientos electorales.
El día 12, Aznárez, probablemente ofuscado por el enfado que le produce la resistencia "inesperada" de Chávez y el fracaso correspondiente de su periódico, pierde todos los controles:
"El periodismo quedó sepultado... porque los dueños y ejecutivos de los medios de comunicación... llegaron a la conclusión de que, ante las libertades en peligro, la neutralidad es chavismo o complicidad, el abecé de la profesión impracticable..." ("La prensa contra Chávez".
El golpe petrolero
Ninguna información sobre el problema petrolero. Nada, por ejemplo, sobre la inmediata abolición de la ley de Hidrocarburos en el golpe de abril, y de la clara disposición privatizadora de la Junta golpista de abril y de los personajes vinculados al boicot-sabotaje de diciembre-enero.
Tampoco sobre la enorme violencia que supone este boicot contra toda la población.
Ninguna objeción democrática al ejercicio continuado de un boicot, con elementos evidentes de sabotaje, cuyo objetivo es paralizar una empresa pública de la que depende la vida completa de los venezolanos. Todo lo contrario, el 9 de diciembre el "enviado especial" se asombra de que en esas condiciones "la huelga fue convertida en munición política..."
Tempranamente, el 6 de diciembre, el periódico parece compartir triunfos cuando señala: "la oposición se manifiesta satisfecha porque comienza a observar los graves efectos..."
El día 10 diciembre Aznárez entrevista a José Toro Hardy y le sigue el juego. Ninguna explicación, ni referencia, a la política de privatizaciones, abandono de la OPEP y superproducción con precios bajos, que Toro disimula con los conceptos de "aumento de inversiones" y "aumento de la producción". El País no permite tampoco a sus lectores entender los efectos y las conexiones de la política petrolera, el verdadero corazón del golpe de estado.
Luis Giusti y Toro Hardy, golpistas petroleros, son los máximos representantes de la política de privatización de PDVSA.
Cuando el gobierno reacciona para evitar la paralización completa de PDVSA, El País denuncia una "purga a fondo" que, según dice es "más política que económica", como si el mantenimiento de la seguridad alimentaria, sanitaria, energética, y la posibilidad de circulación de la población, entre otras cosas, fuese una cuestión ajena a las obligaciones primarias del gobierno.
La cita de Juan Fernández, el cabecilla del boicot y sabotaje petrolero, que Aznárez reproduce en silencio el 21 de diciembre, lo dice todo: "primero somos ciudadanos y, luego, trabajadores petroleros". Su posición política personal justifica una auténtica traición al pueblo de Venezuela verdadero propietario de PDVSA.
Restablecer el funcionamiento de una empresa pública estrictamente vital para el país es para Aznárez "reventar la huelga petrolera".
Los analistas
Mención honorífica, dentro de El País golpista, merecen sus analistas.
El primero el propio Aznárez, "enviado especialísimo", que el 2 diciembre llega a Caracas para observar y empujar, in situ, la caída de Chávez. Inmediatamente nos sitúa en el escenario del golpe con un artículo titulado "Los errores de Chávez".
En él Aznárez critica al presidente de Venezuela por hacer leyes, por no hacerlas, por ganar elecciones por mayorías abrumadoras, por perder popularidad, por diseñar una nueva constitución, por abusar de mayorías y por no consolidar las reformas. También por los modales. Además nos recuerda que el principal "gancho electoral" fue un intento de golpe de estado en 1992. El texto es realmente antológico.
"El estilo pendenciero... el avasallamiento de la discrepancia en el diseño de la nueva constitución y la promulgación de las leyes que la desarrollaron..."
"Fue incapaz de conciliar y desperdició la oportunidad de consolidar las reformas hacia una sociedad más justa que la mayoría de sus compatriotas demandaba".
"Los medios de comunicación protestaron el derecho ciudadano a ‘la información veraz’, interpretada como un paso previo a la censura. No obstante la libertad de prensa ha sido un hecho con Chávez pese a las invectivas verbales del jefe de gobierno y algunas intentonas por someter a los dueños de los medios". "los cambios impulsados por el gobierno en los sectores de la educación o economía, la estrecha relación con Cuba y el discurso "conciliador" con las FARC alarmaron a la clase media". "La pugna con la iglesia, que advertía sobre una intervención comunistoide en todos los aspectos de la vida, sumó un nuevo frente. La entrada en liza de los Círculos Bolivarianos, parecidos a los cubanos CDR, fue otro de los argumentos". Los escasos logros del gobierno en el combate contra la corrupción que penetró en las Fuerzas Armadas... defraudaron", "los 49 decretos... suministraron munición a quienes denunciaban un estado intervencionista. La progresiva politización de los cuarteles por parte del Gobierno... "Incapaz de seducir en lugar de arrollar, Chávez fue perdiendo adeptos políticos.., cayó en las encuestas hasta debajo del 30% y hoy gobierna a la contra, luchando por impedir su expulsión a la fuerza"
Ese es el marco de la información que va a proporcionar Aznárez durante dos meses.
19 de diciembre: Bastenier y los olores
Además de una extraña comparación del intento de golpe contra Chávez con el golpe de Pinochet, hecha no para denunciar al primero, sino para afirmar la legitimidad del empujón de diciembre y para diferenciarlo de un golpe militar clásico que "la hora no exige ni probablemente permite...". La hora, sugiere Bastenier, exige precisamente otro modelo de golpe. A esas alturas los mandos militares habían sido clarísimos en su apoyo a Chávez.
Al referirse a Allende dice: "un presidente que había cometido graves errores, pero cuyo democrático derecho a concluir su mandato era indiscutible". Tal derecho no es concedido al presidente de Venezuela tal vez porque su gobierno "huele a populismo".
La conclusión de Bastenier al que sin duda le gusta lo que no huele absolutamente a nada que no sea resignación y conformismo, es tajante y de olímpica concisión: "Chávez carece de proyecto. El único es echarle".
7 enero: Rosa Montero o el servilismo ignorante
Rosa Montero prefiere lanzarse contra el "viejo y raído tópico de la revolución" que contra otros tópicos más protegidos como la democracia representativa o la libertad de prensa.
A partir de ahí desaloja del "juego democrático" a Chávez con el razonable recurso de compararlo con Hitler. Inmediatamente recuerda con solidaridad a los medios de comunicación amenazados y a media población aterrorizada por los Círculos bolivarianos.
"Aquí no hay ricos contra pobres sino una incipiente clase media democrática contra el caudillismo". Sólo le falta cerrar con un ¡Viva Carmona!
13 enero. Andrés Ortega, lecciones de legitimidad
Ortega le niega legitimidad a Chávez, y la Constitución bolivariana. Para completar un discurso tan evidente acusa a Chávez de montar "grupos paramilitares con dinero público" de violar la constitución y de regular los contenidos de radio y televisión ¡nada menos!
Además cubre otro flanco débil de los golpistas afirmando el carácter interclasista e interracial de la protesta. Después rinde tributo a su propia honradez.
La corrupción de Chávez es a la anterior –afirma Ortega- como el "cáncer" es al "cigarro".
A esas alturas de enero –con las FFAA venezolanas fieles a la constitución y a Chávez- el articulista ya se puede permitir negar sin traicionar a sus mentores: "No al golpe que en el fondo puede buscar Chávez y al que se resisten algunos militares críticos de peso".
La línea editorial
22 diciembre
: "Guerra de marchas"
En el editorial del 22 de diciembre, El País define los bandos en disputa con parcialidad meridiana: "Sentimiento masivamente ciudadano" por un lado, por el otro, "partidarios de Chávez con frecuencia armados".
También le cargan a Chávez la sangre posible y la ruina económica en la que está derivando el enfrentamiento. En cuanto a los medios de comunicación, el periódico establece la línea más conveniente. Ya que sería demasiado escandaloso denunciar la existencia de represión contra unos medios privados –la inmensa mayoría- que abandonan sus programaciones durante semanas, para dedicarse a tiempo completo a la aclamación estentórea del "inminente" golpe de estado -con llamadas descaradas a la rebelión militar-, El País opta por lo contrario. Afirma la existencia de libertad de prensa para encubrir la feroz manipulación de Falsimedia.
La cuestión es reafirmar el axioma básico que identifica el trabajo de los medios privados con la libertad.
4 enero: "El callejón venezolano".
Callejón sin salida. Se recomienda el "proceso democrático en las urnas". No el que establece la constitución sino el que exige la Coordinadora golpista.
"Venezuela no está viviendo un enfrentamiento entre clases sociales sino entre concepciones políticas"
En relación con el golpe militar el editorialista lanza dos afirmaciones desvergonzadas: "el presidente ha hecho gestos para incitarlo y poder así replicar...", "el centenar largo de militares que se han declarado en rebeldía en la plaza de Altamira han arriesgado su libertad para expresar su protesta contra el régimen chavista, pero a la vez han abogado por una salida democrática".
El texto, que sólo puede explicarse como parte del proceso conspirativo, termina afirmando que el "referéndum consultivo es aceptado por los actores en conflicto"
10 enero."Cerco a Chávez"
El País sigue defendiendo a los que llama "militares críticos" que "no han caído en provocaciones... ni en cantos de sirena". El cinismo es ilimitado. Efectivamente, las provocaciones y las llamadas al golpe salieron precisamente de esos militares, cuya extremada ferocidad choca con la bucólica presentación que hace el texto.
Sin embargo, el objetivo del este editorial ya no está en justificar y festejar un golpe anunciado sino en evitar la derrota activando la vía exterior.
Hay peligro de guerra civil –expresa compungido un medio que apostó al golpe y a la represión encubierta- "Venezuela se hunde y el resto del mundo poco o nada hace para evitarlo".
Ya que el pueblo ha resistido a los golpistas hay que abrir camino a la intervención abierta de los EEUU. El mediador ideal para esta maniobra imperial es Felipe González.