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Latinoamérica

Las ONG y el Club El Nogal en el lugar equivocado

Fuente: Redresistencia

Sin entender donde estaban ni para donde iban, en una mayúscula desorientación, fueron recibidos a insultos e imprecaciones por los guardianes del templo de las grandes finanzas.

Por José Gómez

Nada más repugnante que la explotación indecorosa que hacen los medios y el establecimiento de sucesos tan trágicos como la explosión de El Nogal, tratando de sacarle réditos politiqueros a una tragedia de esa naturaleza. Hacer de la desgracia colectiva una bandera para hacerle campaña al referendo, es mil veces condenable.
Naturalmente que un loquito como Pacho Santos o un payaso como Antanas Mockus están que ni pintados para ese tipo de tareas. Están en su ley y no dan para más en medio de su notoria mediocridad. Es explicable que ellos lo hagan porque corresponde a su estatura política.
¿Y las ONG?
Pero de allá a que los sectores democráticos y progresistas vayan a querellarse al altar que está montando la alta oligarquía bogotana en el mencionado club como en un muro de lamentaciones, hay una distancia obvia.
Por eso la gente está extrañada del incidente protagonizado por los principales dirigentes de algunas ONG que trabajan en el movimiento social por la paz. Muy temprano el lunes 10 de febrero, un grupito de estos altos heliotropos humanitarios trataron de organizar un show frente a las puertas de El Nogal, de desagravio por la explosión del viernes anterior. Con las viejas consignas contra la guerra, ahora a la "guerra al terrorismo", sin entender donde estaban ni para donde iban, en una mayúscula desorientación, fueron recibidos a insultos e imprecaciones por los guardianes del templo de las grandes finanzas.
¡Carrera mar!
En medio de gritos, amenazas, acusaciones de "cómplices de la guerrilla" y "amigos de los terroristas", a duras penas lograron salir indemnes, fuera de uno que otro empujón que les dieron los enfurecidos uribistas del club. Sin mucha compostura emprendieron veloz desalojo por la carrera séptima al grito de "¡patas, para que las quiero!". Según la noticia de prensa que registró el incidente, optaron por la estrategia de dividirse para "despistar al enemigo".
Pero la pregunta que surge es: ¿Qué tenían que hacer en ese lugar y en ese momento los jefes de la lucha por la paz en una catedral de la política de guerra como es el mencionado club?. Es claro que todos rechazamos actos como el de la explosión y sus dolorosos resultados para un grupo de ciudadanos que estaban en el edificio, pero de allí a sumarse al escandaloso delirio militarista y guerrerista que se ha desatado con este motivo, es diferente. ¿Por qué sumarse a la cacería de brujas que el Gobierno ha emprendido para cobrar un acontecimiento de esta naturaleza?.
De allí que al tiempo que nos solidarizamos con los valientes luchadores por la paz que han sido víctimas de esta agresión, los invitamos a aprender la lección de no querer congraciarse con todos al tiempo y donde no caben, asumir una posición definida y una identidad propia. Sobre todo, a no estar en el lugar equivocado y a la hora inoportuna, donde nada tenían que hacer, en vez de estar contribuyendo a la lucha común por los derechos humanos y la paz.