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Latinoamérica

2 de diciembre del 2003

La batalla por la soberanía energética mexicana; fase crítica

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
Rebelión
Cuándo, quién y por qué nacionalizó la industria eléctrica.

Era el México de hace 43 años. El 27 de septiembre de 1960 el entonces presidente, Adolfo López Mateos, tomó la medida que hacía falta y que el pueblo y sus mejores fuerzas demandaban. La Nacionalización de la Industria Eléctrica era indispensable. No habría otra forma que pudiera garantizar que el país contara con la energía que se requería en volúmenes crecientes para su desarrollo. Ni para asegurar que esa industria fundamental se sustentara en razones de beneficio social y no del interés particular. Así lo sustentó ese presidente patriota en la Iniciativa de Adición al artículo 27 de la Constitución que envió al Congreso y que éste aprobó con entusiasmo.

Era una época en la que México avanzaba, aunque con dificultad. Construía las bases de su independencia económica, sobre las cuales podría consolidar su independencia política y, por ende, su plena soberanía. La Revolución Mexicana estaba viva, los hechos no dejan lugar a dudas.

Cuándo quiénes y por qué quieren privatizar.

Hoy la realidad es distinta. Llevamos ya más de veinte años de destrucción constante de lo que pudimos construir en décadas de luchas y sacrificios. Todo el retroceso empezó en 1982, a la llegada de los neoliberales, la extrema derecha entreguista. Esa corriente antes sólo se identificaba con el PAN. Pero penetró al PRI, lo panificó. Y hoy se encuentra también en el PRD y en otros partidos. Casi en todos los que tienen registro.

A Miguel de la Madrid, el primer neoliberal, le siguió Salinas, luego Zedillo y, para acabarla de empeorar vino Fox. Todos en el mismo camino privatizador y entreguista, sin cambios, pero cada uno peor que el anterior. Todos con el mismo compromiso. Entregar las riquezas del país a las corporaciones transnacionales. Es así que han ido despojando al pueblo de su patrimonio, trozo a trozo.

La Industria Eléctrica no escapó. Sobre ésta se lanzó Salinas, voraz. Su Ley de la Industria Eléctrica de 1992 la abrió a la inversión extranjera. Aunque con ello violó la Constitución, según lo denunció desde entonces el grupo parlamentario del PPS, el único que se negó a votar un dictamen que vulneraba la Ley Suprema de los mexicanos.

Por ese boquete ha avanzado la privatización clandestina, que ya abarca un alto porcentaje. Pero no se conforman los monopolios tipo Enron. Quieren más. Lo quieren todo. Ernesto Zedillo dio el paso para tratar de consumar la fechoría. El 2 de febrero de 1999 presentó su iniciativa. Con el mismo perfil e iguales argumentos a los que ahora usa Fox, el presidente del cambio .

Zedillo fue derrotado en su intento. El Senado de la República dictaminó su iniciativa rechazándola. Los argumentos de los senadores fueron demoledores. Pero ahora viene Fox exactamente con los mismos planteamientos.

¿Por qué quieren privatizar? Porque se trata de un gran negocio, sumamente rentable. Y las corporaciones transnacionales quieren lucrar con él, hoy como ya lo hicieron antes de que se nacionalizara. Quieren volver a saquearnos de modo impune. Y para ello tienen a sus personeros, el presidente neoliberal en turno, sea De la Madrid, Salinas, Zedillo o Fox. Y los diputados del mismo corte, provenientes de varios partidos.

¿Quiénes están por la privatización? Los primeros interesados hoy en que la industria eléctrica se abra al capital privado, está claro, son las grandes corporaciones tipo Enron. Esas, conocidas por su falta de ética. Esas que en donde quiera han defraudado, robado e incumplido. Aquí también quieren hacer lo mismo.

El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instancias de ese tipo actúan como emisarios de las mencionadas corporaciones. Por eso recomiendan la apertura eléctrica y, más allá, la reforma energética toda. También quieren el petróleo y el gas. Y también se les está entregando de manera subrepticia. Y desde luego, también violadora de la Constitución. Por eso también en este aspecto quieren cambiarla.

El gobierno de Estados Unidos, con George W. Bush a la cabeza. Ese gobierno es asimismo emisario de las corporaciones transnacionales que tienen su sede en ese país. A ellas se debe, a ellas sirve. Pero además, en el caso específico de la familia Bush y de otros personajes de mucho peso en ese gobierno, ellos mismos son empresarios y accionistas en el ramo de los energéticos. Es el caso de Bush padre. Es el caso de Dick Cheney, el vicepresidente. Es el caso de Condoleezza Rice, entre otros. Y todo ese grupo aprovecha la fuerza y el poder del Estado más poderoso del mundo para presionar y exigir que México renuncie a un patrimonio tan rico y promisorio y se les entregue, para su beneficio personal y de grupo.

Algunos multimillonarios en dólares mexicanos quizá nacieron aquí, quizá viven aquí, pero en verdad no tienen patria- como aquel señor Roberto Hernández, antiguo banquero sinvergüenza, financiador y amigo de Fox . Y otros varios del mismo perfil.

Muchos políticos del PAN, del PRI y de otros partidos, vendidos al mejor postor, de esos que no resisten cañonazos que ya no son de $50,000 pesos, como en los tiempos en que acuñó su célebre frase el presidente Obregón. Ahora reciben comisiones y sobornos millonarios.

Muchos periodistas tan carentes de escrúpulos como los políticos citados en el párrafo anterior. Y las grandes empresas de la comunicación, las televisoras sobre todo, que son de multimillonarios en dólares y también quieren entrarle al negocio.

¿Es cierto, como dicen, que no quieren privatizar sino sólo abrir la industria a los capitales privados ? Lo dice Fox y lo repite una y otra vez. Y pone cara de seriedad. Que no va a privatizar, que sólo va a abrir la industria al capital privado. Igual lo repiten los demás del grupo neoliberal, hasta el hartazgo.

Desde luego que es una falsedad. Un mero juego de palabras.

¿Acaso ignoran que eso, abrirla a los capitales privados, precisamente es privatizar la industria? ¿A quién quiere engañar? Claro, gustan de buscar definiciones equívocas. Traen de un lado a otro una, según la cual sólo se privatiza lo que se vende. No es cierto. Cualquier modalidad que se use para que lo que es en exclusiva del ámbito público, como ocurre con la industria eléctrica, pase al ámbito privado, es privatizar.

Y no, no lo ignoran. Lo que sucede es que mienten de modo deliberado. Esa es su manera de hacer las cosas. No las hacen de frente. No hablan con franqueza.

Análisis de los argumentos de los neoliberales.

¿Cuáles argumentos esgrimen los neoliberales? Varios. Veamos primero los de tipo económico.

Primero, que hacen falta recursos cuantiosos, de muchos millones de dólares, para fortalecer la industria eléctrica. Que el Estado no los tiene y, si los tuviera, debería dedicarlos a otras cuestiones: a abatir la pobreza, a atender las necesidades del pueblo.

Argumento falso. Fox y los demás neoliberales inflan las cifras de las inversiones que requiere la industria eléctrica. Las exageran hasta lo grotesco. Es cierto que hay que invertirle recursos, pero mucho menos de lo que ellos dicen. Son recursos de los que sí dispone el Estado. En su mayor parte los puede aportar la propia industria eléctrica, a condición de que ellos, los neoliberales, dejen de descapitalizarla. A condición de que no le sigan sustrayendo de manera indebida sus recursos; que no la sigan debilitando, como lo han venido haciendo de manera deliberada.

Segundo argumento: que si no se le invierten cuantiosos recursos privados, la industria eléctrica no podrá crecer lo necesario. No podrá garantizar que el país cuente con la energía que se requerirá en volúmenes crecientes en el futuro.

Argumento falso que todo lo pone al revés. Cuando estuvo privatizada esta industria crecía a un ritmo lento. Ese ritmo lo determinaban los intereses privados de los extranjeros propietarios de la industria eléctrica. Sólo pudo crecer y desarrollarse de manera impetuosa a partir de que fue nacionalizada. En muchos países la industria eléctrica ha sido privatizada. En todos dejó de crecer con rapidez.

Tercer argumento: que si la industria se abre al capital privado la energía se abaratará.

Falso de toda falsedad. La energía se abarató a partir de que la industria eléctrica fue nacionalizada. Si se privatiza, la energía volverá a encarecerse. Así ha sucedido en todos los países del mundo en los que se ha privatizado. No hay una sola excepción.

Cuarto argumento: que la industria eléctrica será más eficiente en manos privadas.

Nada más falso. Véase el caso de los recientes mega apagones que han paralizado la vida de ciudades, regiones, países enteros. Así ocurrió en Argentina; en todo el norte de Estados Unidos y sur de Canadá; en Londres y sus alrededores; en toda Italia. Lugares todos ellos con industria eléctrica privatizada.

Quinto argumento. Que van a buscar formas para que, sin embargo, la industria se mantenga bajo la rectoría del Estado. Eso lo vienen diciendo tanto los del PAN como los del PRI.

Cuidado. El término rectoría podría tener varias acepciones. Pero sucede que desde que lo promovió el entonces presidente Miguel de Lamadrid para incorporarlo a la Constitución, lo hizo con fines perversos. Desde entonces le dio una connotación claramente privatizadora. Y ya el uso y abuso de la palabreja, por parte de los neoliberales, le dio esa naturaleza, la de término pervertido. ¿Qué debe uno pensar de quien habla de que algo deberá seguir bajo la rectoría del Estado? Pues que quiere privatizarlo, ni más ni menos. Ese es el uso que le han dado durante dos décadas.

Sexto argumento. Que es necesario modificar la Constitución porque así lo indicó el Poder Judicial. Esto lo dijo Santiago Creel, personaje que ha dado numerosas pruebas de tener una muy dudosa ética.

¿A qué se refiere? Al hecho de que el Poder Judicial declaró lo que ya se sabía hace tiempo. Que la reforma de Salinas fue tramposa. Que en su prisa por abrirles espacio a los capitales privados en la industria eléctrica, violó la Constitución. Que la ley de 1992, en la que se sustentan todos los empresarios que lucran ya con el 30% de una industria que debe ser en exclusiva del ámbito público, es contraria a la ley suprema. Y que por lo tanto, tales empresarios están al margen de la ley. Por ello deben ser expropiados. Todo esto lo dijo el Poder Judicial como resultado de una Controversia Constitucional que entabló el Senado contra el Ejecutivo y éste perdió. Como se ve, el argumento de Creel equivale al de cualquier delincuente que, capturado con las manos en la masa , exija que se cambie la ley para que su fechoría deje de ser considerada como tal y así pueda eludir el castigo.

Séptimo argumento. Que ahora tiene el gobierno una nueva propuesta. Que se trata de un traje a la medida .

Falso. Nada, absolutamente nada nuevo hay. Es lo mismo de siempre. No hay tal traje a la medida . Aquí, igual que en otros países, lo único que buscan las corporaciones es apoderarse de una negocio que es muy jugoso, muy rentable, para llenar sus bolsillos a costa de los usuarios.

Como se ve, los argumentos de los privatizadores no resisten el menor análisis. Pero persisten.

El negocio es grande, sumamente rentable. Y a las corporaciones transnacionales se les hace agua la boca. A diferencia de lo que ocurría hace 43 años, hoy no hay un presidente patriota. El peligro asecha.

Ahora andan muy apresurados. Dicen que no se puede perder más tiempo. Que la reforma energética urge. Que si no se hace de inmediato, el país se hunde. ¿Qué hay de cierto? Nada. Nada de lo que dicen tiene que ver con la realidad. ¿Por qué entonces sus prisas? Hay varias razones.

Una es que las corporaciones transnacionales del ramo ya exigían se les entregara este jugoso negocio desde que Salinas de Gortari firmó el TLCAN, hace diez años.

Otra es que el Banco Mundial exigió al gobierno de Ernesto Zedillo esa privatización de manera expresa e inmediata, cuando su gobierno se endrogó con varias decenas de miles de millones de dólares más, a fines de 1994 e inicios de 95, cuando aquellos llamados errores de diciembre, que desplomaron el peso y postraron la economía de México. Por eso, para cumplirle a ese poder extranjero presentó su iniciativa en 1999.

Una tercera es que Fox hizo compromisos expresos con esas mismas corporaciones para tan pronto llegara a la presidencia, y ya se le han ido tres años. Los poderosos tienen prisa. Ya esperaron diez años desde Salinas, nueve desde los errores de diciembre de Zedillo y cuatro desde que éste presentó su iniciativa. Y tres desde que llegó el presidente del cambio. Ahora exigen. Ya no esperan.

Y hay una cuarta razón. Consiste en que los neoliberales de varios partidos conspiran para sacar adelante la medida que despojaría al pueblo de México de un patrimonio legítimo. Hay pláticas en lo oscurito. Se ponen de acuerdo Fox y la señora Gordillo. Y otros. Quieren votar juntos la reforma . Pero quieren hacerlo antes de que termine el mes de noviembre de 2003. Luego se les podrá más difícil. En diciembre apenas les alcanza el tiempo en el Congreso de la Unión para discutir el paquete económico y fiscal. Y el año próximo ya habrá varias elecciones locales y se acercarán las federales de 2006. Y para entonces quieren que las cosas se hayan olvidado, para que los votantes no les pase la cuenta por su perversa conducta.

Estamos en la fase de mayor peligro.

Como se ve, no son débiles quienes demandan la privatización. Nada de eso. Son poderosos. Y han puesto en juego toda su fuerza para arrancarla a como dé lugar, y ya. No quieren esperar.

A 43 años de la histórica iniciativa del presidente López Mateos, los vencidos buscan la revancha. Quieren volver a saquearnos, como lo hicieron durante décadas. Creen que con la actual correlación de fuerzas en los planos mundial y nacional podrán lograrlo. Tienen en Fox un presidente sumiso a sus intereses. Y cuentan también con numerosos personeros en los partidos de la burguesía. Y tienen mucha prisa. De hecho, la batalla entre los privatizadores y quienes defendemos la soberanía de la Nación y los intereses del pueblo ha entrado en una fase de máxima agudización.

Por fortuna el pueblo está alerta. Un gran Frente contra la Privatización de la Industria Eléctrica ha surgido. El Sindicato Mexicano de Electricistas, SME, en la primera fila.

Y por fortuna no todos los legisladores ni todos los partidos están en esa jugada contraria a la Nación. Véase un caso concreto: el pasado 30 de septiembre la gran mayoría de los senadores del PRI se revelaron contra la dirección de su partido, se expresaron en contra de lo que ha venido declarando la coordinadora de los diputados de su partido, Elba Esther Gordillo, en una línea entreguista. También repudiaron expresiones del presidente del PRI, Roberto Madrazo, en el sentido de que la posición del PRI al respecto se acerca mucho a la de Fox. Y el 22 de octubre, de nueva cuenta, los senadores del PRI acordaron por mayoría clara rechazar la iniciativa de Fox. Y no sólo eso, sino también exigir a Madrazo que asuma una posición clara y consecuente con lo que dice la declaración de principios de ese partido. Y con lo que dice la plataforma electoral con la que hicieron la campaña hace apenas unos meses, que dio al PRI el primer lugar en las preferencias electorales. Se trata de un texto claro, comprometido con los intereses de México, no de los neoliberales. Traicionarlo a pocos meses de la elección, es evidente que enterraría al PRI para siempre puesto que jamás recuperaría la credibilidad perdida. El senador Manuel Bartlett ha destacado de entre todos por su defensa vehemente de la industria eléctrica nacionalizada. Y todo indica que está de su lado un número suficiente de senadores como para impedir que pase ninguna reforma, ya no sólo constitucional sino incluso a las leyes secundarias, que no cuente con su aceptación.

Como se ve, uno y otro bando, el de los neoliberales y el de los patriotas, han emplazado sus baterías. Una batalla definitoria está por darse. Estemos en alerta. Tomemos todos un lugar en esta lucha que a ningún mexicano nos es ajena. Tomemos el lugar que nos corresponde.