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Latinoamérica

9 de noviembre del 2003

Bolivia
La rebelión desactiva los resortes de la censura

Miguel Pinto Parabá
Alai
El último terremoto social hizo crujir gran parte del aparato estatal boliviano. Algunos de sus mecanismos de represión quedaron al descubierto. Los resortes de la censura mediática saltaron por todo lado. La "política informativa" del régimen neoliberal "huele ha podrido". Y, la gente, que echó al Presidente del poder, escandalizada, empezó a entender la forma como algunas redes de difusión "distorsionan" la realidad.

Se ha convertido en una verdad de perogrullo que algunos propietarios de las cadenas de difusión tienen obscuras conexiones con las grandes empresas nacionales y transnacionales, los partidos políticos conservadores y el poder.

Esta relación económica y política, en muchas oportunidades y en determinadas coyunturas históricas, delimita férreamente la línea editorial de estos medios de información. Los contenidos periodísticos visibilizan ciertos hechos e invisibilizan otros, generando, de este modo, percepciones colectivas clasistas y racistas sobre lo real.

Los trabajadores de la prensa o periodistas están conscientes de este hecho. Sin embargo, en momentos de convulsión social, hasta las musas entran en crisis. Y los viejos aparatos de represión ideológica se muestran de cuerpo entero y exhiben, con toda claridad, la forma como construyen y destruyen los acontecimientos sociales.

CONSULTORIAS, CHANTAJE Y TERROR

Después del levantamiento del 12 y 13 de febrero, que tuvo el trágico saldo de 35 muertos a bala y más de 210 heridos, para los periodistas bolivianos quedó claro que el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, en complicidad de Carlos Sánchez Berzaín, puso en marcha por lo menos cinco mecanismos de censura:

Mediante la arbitraria distribución de propaganda estatal a los medios, el gobierno presionó a los gerentes de varias redes de comunicación a censurar e incluso despedir a los periodistas.

El cobro de "cuentas pendientes" (deudas tributarias, bancarias, a la caja de salud estatal y otras) fue también utilizada por algunos jerarcas para mediatizar la actividad periodística de varios medios.

Luego de hacer "escudriñar" policíacamente los obscuros negocios de algunos propietarios de medios de difusión, algunos ministros los "chantajearon" con los resultados de la investigación, obligándolos a delinear en sus medios una agenda pública progubernamental. A través de algunas "consultorías" de comunicación, que algunos periodistas realizan con el Estado, el gobierno controló sutilmente a algunos medios. De ahí para adelante, los "consultores" se convierten en instrumentos dóciles del poder y cumplen el papel de censores dentro de los medios donde trabajan.

La amenaza y la violencia que se desató contra los periodistas fue otro mecanismo estatal de presión que el anterior equipo ministerial, que escapó a Estados Unidos junto con Sánchez de Lozada, utilizó "indiscriminadamente".

CENSURA COMPROBADA

En la "guerra del gas", donde más de 80 personas murieron acribilladas y más de 500 resultaron heridas, los mecanismos de censura también se hicieron sentir. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en febrero negro, algunos de estos maquiavélicos dispositivos quedaron al descubierto.

El 20 de octubre, los periodistas del matutino "La Prensa", integrante de una de las redes más influyentes e importantes del país, con pruebas en la mano, mostraron la forma concreta como los regímenes neoliberales operan en momentos de convulsión social.

Mediante carta dirigida al Directorio del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, los periodistas de "La Prensa" denunciaron la "abierta actitud de censura" que ejerció el jefe de Redacción de este periódico, Marco Zelaya, "respaldada" por el Director Alfonso Canelas, en temas relacionados al conflicto.

"Queremos dejar claramente establecido que esta actitud, que atenta contra las libertades de expresión e información (…) fue duramente cuestionada al interior de la redacción, lo que dio lugar a que Zelaya eliminará el debate y procediera de hecho a eliminar notas y sustituirlas por otras, modificar titulares e incluso textos que no iban con la línea del anterior régimen de gobierno".

"La tapa del periódico --cuya elaboración es de total responsabilidad del jefe de Redacción, pues los enfoques en su mayoría no fueron coordinados con los editores, a diferencia de los que ocurría durante la gestión de los ex presidentes Hugo Banzer y Jorge Quiroga-- reflejo la postura de pleno apoyo al gobierno caído el 17 de octubre, impulsado desde los editoriales y la jefatura de Redacción", agrega la carta.

LINEA PROGUBERNAMENTAL

Este hecho de abierto control mediático comenzó con la cobertura de la masacre de Warisata, el 21 de septiembre, cuando los periodistas, como dice el "Código de Ética", mostraron la parte y la contraparte del hecho y no sólo la versión del gobierno que hablaba de una presunta "emboscada" y "enfrentamiento" entre tropas del ejército y campesinos "fuertemente armados" (Más detalles en
http://www.rebelion.org/bolivia/031003pinto.htm).

En plena "Guerra del Gas", según las pruebas presentadas por los periodistas de "La Prensa", en la edición del 11 de octubre, los censores modificaron el titular de la edición "Especial de Conflictos" que decía: "EL CONFLICTO ESTA INCOTROLABLE, MAS SECTORES PIDEN LA RENUNCIA DE GONI".

En reemplazo de este titular, concertado periodísticamente por los redactores y editores de "La Prensa", Zelaya, unilateralmente, tituló: "VIOLENCIA". "EL CONFLICTO RECRUDECE, LOS BLOQUEADORES CERCAN LA PAZ". Como se ve enfoque es completamente distinto.

Los denunciantes, además, sostienen que este abrupto cambio de enfoque derivó en la tapa principal, donde se destacó que "LA PAZ ESTÁ SITIADA POR LOS BLOQUEADORES Y SIN GASOLINA".

OCULTANDO 26 MUERTOS

Otro hecho que demuestra la intromisión gubernamental en la línea informativa del "La Prensa" es el espectacular titular a cuatro columnas de la primera página de este periódico --que fue también redactada por el jefe de Redacción, el 14 de octubre-, donde se sostiene que "GONI Y EVO NO ACEPTAN SALIDA CONCERTADA A LA CRISIS".

Este encabezamiento obvió "descaradamente" los 26 muertos a bala que se produjeron ese día en La Paz, El Alto y Santa Cruz. Incluso el entonces Vicepresidente y ahora Presidente de la República, Carlos Mesa, afirmó que no se puede ocultar y "nada puede justificar las muertes de tantos bolivianos".

Pero esto no concluye con la expulsión de Sánchez de Lozada del poder. La censura se mantuvo invariable.

El 18 de octubre, en la página 3 del cuerpo principal del influyente periódico, los periodistas y editores titularon a cuatro columnas "¿Qué condujo a un drástico final al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada?: EL HOMBRE DE LAS REFORMAS ACABA EN LA GALERIA DEL TERROR".

Los censores cambiaron radicalmente el pretítulo y el título por "Ascenso y caída del Primer Mandatario: SANCHEZ DE LOZADA DURO UN AÑO Y 72 DÍAS EN EL PODER".

SALVANDO AL "ZORRO" BERZAIN

El mismo día, un párrafo de la nota informativa titulada "EL 'ZORRO' ESTUVO AL LADO DE GONI HASTA EL FINAL" también fue modificada.

En el original se contextualizaba la nota informativa explicando que "el 19 de septiembre llegó la oportunidad de demostrar la eficacia y autoridad de su Ministerio (de Defensa). Carlos Sánchez Berzaín comandó un operativo de rescate de los turistas extranjeros y comerciantes bolivianos varados en la población de Sorata por causa del bloqueo de caminos".

Sin embargo, es texto que se publicó dice: "el 19 de septiembre el gobierno del ahora ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada instruyó un operativo de rescate de los turistas extranjeros y comerciantes bolivianos varados en la población de Sorata por causa del bloqueo". Este enfoque está enmarcado en la línea que el gobierno hizo difundir en los medios estatales.

Otro titular en dos columnas que fue cambiado decía originalmente "EL DEPARTAMENTO DE ESTADO LAMENTA LA CAIDA DE GONI". El titular publicado afirma que "PESE A LOS MUERTOS, GONI ES ELOGIADO POR ESTADOS UNIDOS".

Además, comparando la página original con la que se difundió, los censores de "La Prensa" hicieron remplazar dos fotografías por publicidad. La foto censurada más grande mostraba la emotiva y masiva despedida de los mineros de Huanuni por el pueblo de El Alto.

A todo esto se suma que dos "ediciones extras " preparadas por los periodistas para 1) recordar el 34 aniversario de la "nacionalización" de la transnacional petrolera Gulf Oil Company, el 17 de octubre, por parte del gobierno boliviano de entonces, y 2) destacar la "renuncia" del Presidente, el 18 de octubre, nunca fueron publicados.

MANIPULACIÓN, VIOLENCIA Y PERSECUSIÓN

A este caso concreto de evidente censura, se suman otros que fueron denunciados por los periodistas bolivianos a escala internacional. Sin embargo, hasta el momento, ni la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) ni otras instituciones controladas por los empresarios de los medios se pronunciaron.

En pleno conflicto, 5 periodistas de la red televisiva estatal con más años de vida en la historia del país, "Televisión Boliviana", canal 7, renunciaron "con carácter irrevocable" por estar en desacuerdo con la política informativa del la Unidad de Comunicación (UNICOM) del régimen, a la que acusaron de "ATENTAR, MANIPULAR, TERGIVERSAR Y FALTAR A LA VERDAD" en la cobertura informativa sobre la eclosión social.

Según documentos del Sindicato de la prensa de La Paz, otros mecanismos que fueron utilizados indiscriminadamente por las fuerzas de represión del gobierno para intentar controlar a los periodistas bolivianos fueron 1) la "amenaza telefónica a ellos y sus familiares", 2) la "presión psicológica", 3) la "violencia física" y 4) el "atentado" con artefactos explosivos contra las torres de transmisión de radioemisoras y canales de televisión.

También se denunció que en las coberturas informativas, el Ministerio de Gobierno "incrustó provocadores y agentes de inteligencia" para "vigilar" el trabajo de los periodistas y "fichar" a los dirigentes de las organizaciones populares que exigían la renuncia del Presidente. Por eso, según los dirigentes de la prensa, este aparato de represión "huele a podrido" y de lo que ahora se trata es de "enterrarlo" para que no contamine más el ambiente periodístico boliviano.