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Latinoamérica

¿El Día de la Raza Superior?

Por Eloy Reverón*

La resistencia india es una realidad histórica velada para aquellos cuya mentalidad, no sólo ha sido condicionada por lecciones de historia aprendidas al caletre, sino también por ciertas motivaciones que salieron a flote el mismo instante cuando comenzaron a imperar los intereses que subyacen desde el Día de la Raza (1492).
Si lo pensamos en término de los historiadores positivistas: nuestros tatarabuelos españoles llegaron a sembrar en el vientre de nuestras tatarabuelas indias para "elevar" a sus descendientes del atraso y la barbarie. El día de la raza superior que venía a salvar a los infieles de las llamas sempiternas del infierno, aunque para lograrlo, los quemaban en las hogueras temporales de la Inquisición.
El objetivo del Almirante fue hallar el lugar donde expandir el credo católico y los dominios de sus Majestades Reales implantando su modelo de sociedad, que después de quinientos años, sigue siendo ajeno a la condición humana de la indignidad.
Los conceptos de civilizado y primitivo adquieren ya no se entienden dentro de una confrontación. Después de cinco siglos, ser civilizado significa algo más que aceptar la fe católica; y ser indígena algo más lejano que sobrevivir en las selvas con arco y flecha. En nuestros días, la civilización está más ligada a la conciencia cívica, en virtud del conocimiento de los deberes y derechos ciudadanos. Si recordamos nuestra historia presente, durante el proceso de la Asamblea Constituyente, el sector de nuestra sociedad que tuvo mayor participación y conocimiento del modelo de Estado que aspiraba diseñar, fue precisamente el indio. Existe el caso de una moderadora que durante e un programa de TV, admitió que no había leído la Constitución de 1961.
La indianidad es algo más que cansarse de ser tratado como un menor de edad y negarse a seguir siendo llamado indígena y autotildarse indio con orgullo, asumiendo la propia responsabilidad.
Desde que la Reina Isabel regañó al Almirante Colón por "encadenar como esclavos a mis súbditos", se inició la  conformación de una conciencia tuitiva para elaborar leyes protectoras del aborigen y sus derechos. Pero la distancia del derecho al hecho abarca medio milenio de infructuoso etnocidio y exterminio, acompañado de la más sublime labor de protección jurídica.

*Eloy Reverón, Lic. Historia, UCV, MS, Relaciones Exteriores, erivem@cantv.net, Caracas, Octubre de 2003