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Latinoamérica

7 de octubre del 2003

La política de EEUU con Costa Rica

Basta ya
José Merino del Río
Rebelión
Me despierto y leo el periódico: "El embajador Danilovich está perdiendo la paciencia por la demora de Costa Rica en autorizar la instalación de una academia de policía", "Estados Unidos presiona a Costa Rica para que salga del G-20", "Petrolera Harken demanda a Costa Rica por 57 mil millones de dólares", "Robert Zoellick amenaza con sacar a Costa Rica del TLC si no abre las telecomunicaciones".

No nos dejan en paz, ¿por qué nos tratan así?, siempre hemos sido amigos leales -dice el presidente Pacheco-, incluso los apoyamos en la cruzada de Irak. Pero ellos no necesitan amigos, quieren súbditos y vasallos, siempre ha sido así, pero ahora han perdido la paciencia, están llenos de arrogancia, tienen prisa por el asalto al poder mundial, se irritan y hasta matan para lograrlo.

Nos lo acaba de recordar Howard Zinn, uno de los grandes intelectuales estadounidenses que como Chomsky, Petras, Vidal o el desaparecido Said, tiene el coraje de decir en voz alta lo que piensa, mientras lee también un periódico: "Me despierto por la mañana, leo el periódico y me siento en un país ocupado: siento que un grupo ajeno ha tomado el poder.... Me despierto pensando que este país está en manos de un presidente que no fue electo, que se ha rodeado de maleantes trajeados a los que no les importa la vida humana ni fuera ni aquí; no les importa la libertad ni fuera ni aquí, no les importa nada de lo que ocurra en la tierra, el agua o el aire.Y me pregunto qué clase de mundo van a heredar nuestros hijos y nuestros nietos... La tal guerra contra el terrorismo no es sólo una guerra contra personas inocentes en otros países, también es una guerra contra el pueblo de Estados Unidos: una guerra contra nuestras libertades, contra nuestros niveles de vida. Le roban al pueblo la riqueza del país para dársela a los super ricos. Les roban la vida a nuestros jóvenes. Y los ladrones están en la Casa Blanca".

Durísimas palabras, que son trágicas verdades. A Robert Zoellick le gusta, como a Bush, pasar por un tío campechano, tutea a los negociadores centroamericanos del TLC y permite que se atrevan a llamarle Bob. Sin embargo, es uno de los duros de la Administración Bush, uno de los halcones que trabajó en la elaboración de la Nueva Estrategia de Seguridad de los Estados Unidos. Le encanta, como al virrey de Irak, la ropa cara de diseño, pero como Paul Bremer las botas que calza siempre son militares, palmaditas en los hombros, pero sin olvidar la bota, para estamparla en el rostro de cualquier disidencia o rebeldía.

Desde que lo nombraron zar del comercio, Zoellick ha sido fiel a su pasado empresarial que lo llevó de Vivendi, uno de los gigantes del negocio del agua, hasta esa máquina de estafar que se llamó Enron, y a su destino político que le vinculó a la extrema derecha republicana. Tiene muy claro que el comercio es el brazo civil de la nueva estrategia imperial que se apoya fundamentalmente en la violencia.

Con sonrisa metálica amenaza al país: "Hagan lo que quieran, pero si no hacen lo que nosotros queremos atenganse a las consecuencias". No quieren abrir las telecomunicaciones, lo quieren todo: todas las telecomunicaciones, el agua, la agricultura, la biodiversidad, la salud, la educación, la energía. No quieren un segmento del mercado, sino el mercado total, el control de nuestra alimentación, de nuestra economía, de nuestros recursos. Su método es conocido: corrupción más coerción. Primero tratan de comprar a una élite para que traicione a su país y luego la ocupación.

¿Qué es un país ocupado?, un país que pierde la posibilidad de tomar decisiones propias sobre su destino. Nos pueden ocupar con un ejército, pero también con el caballo de Troya de la quinta columna que grita para que nos rindamos y nos entreguemos. Ante el absoluto desprecio de Bush y su camarilla por la comunidad y el derecho internacionales, hay quienes en todos los lugares abogan por arrodillarse y lamerle las botas a los nuevos amos del mundo. Frente a ese lamebotismo hay una resistencia que crece, una dignidad que se rebela, un basta ya que atraviesa la cintura cósmica de Nuestra América.

Dicen que sin TLC es la catástrofe. Mentiras vulgares e interesadas. Lo mismo dijeron hace veinte años con el Consenso de Washington y los PAES, ¿recuerdan? Ahora sabemos los resultados, más desigualdad, más pobreza, más desempleo. La política del miedo siempre ha sido muy rentable para el poder. No debemos dejarnos intimidar, pensar con cabeza propia, actuar desde y para el interés nacional y de las mayorías, enfrentar esta campaña macartista con ideas y movilización de las conciencias, nos permitirá defendernos de esta agresión del Calibán de brazos de hierro y de bocas absorbentes