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Latinoamérica

15 de octubre del 2003

Colombia: La ideología fascista

Libardo García Gallego
Rebelión

En el maestro Maquiavelo, en los sabios de Sión, en el nazi Hitler y en todos los teóricos de la misma calaña, se inspira el aparato propagandístico del gobierno del Bárbaro Balas y sus secuaces en todos los rincones de Colombia. Distancia de 1800 entre el discurso y los hechos, entre la teoría y la práctica. Así las personas del común, informadas sólo a través de los medios serviles del gobierno, perciben por la palabrería santurrona de su presidente que éste es un dechado de virtudes, de campechana e ingenua bondad, propia de nuestros patriarcas ancestrales; un hablante sin rodeos, transparente e incorrupto, cuyo único deseo para su pueblo es la paz embelesadora y el consecuente progreso del país. Distintivos matizados teatralmente con atuendos, costumbrismos regionales e hipócritas cultos cristianos; cualquier desprevenido puede confundirlo con un cruzado medieval o con un ángel exterminador de impíos. Pero "de las mansas palomas, líbranos señor". La burguesía encontró en el comandante AUV el mejor defensor de sus intereses, el administrador más adecuado en este momento para enterrarle al pueblo el puñal marranero escondido bajo la ruana. El fenotipo o estilo de vida del Bárbaro se extiende a sus correligionarios del nuevo partido, incluyendo alcaldes en ejercicio y en potencia, aspirantes a gobernación, asambleas y concejos.

En la obra de Alejandro Galkin, "Fascismo, Nazismo y Falangismo"*, se encuentran caracterizaciones hechas por ideólogos de estas corrientes. "El Estado fascista - según ellos - es un organismo situado por encima de las clases y dirige a toda la nación en aras del "bienestar general". Esta raza está llamada a capitanear; tiene la máxima sabiduría; se distingue por su heroísmo, valentía y espíritu justicieros; es decir, tiene auténtica virtud política; sólo ella es capaz de fijar el lugar que cada sector debe ocupar en la patria". Tales palabras parecen saliva eruptada por el volcán de Fernando Londoño, del mismo Bárbaro o de la Mindefensa. Así compara el autor las tres modalidades europeas: ". no sólo se limitaron a llamarse nacionalistas sino que también se proclamaron falsamente "movimiento social". Los fascistas italianos afirmaban que su objetivo era establecer la justicia social. Los españoles, utilizando las tradiciones del movimiento obrero, se declaran sindicalistas.

Pero los más cínicos fueron los fascistas alemanes, quienes conocedores de la gran fuerza de atracción de las ideas socialistas, se declararon "nacionalsocialistas" en un intento de aprovechar la popularidad del socialismo para desvirtuarlo y acabar con él.Aunque recibían dinero de los capitalistas, su propaganda era "anticapitalista". Usurparon la bandera roja del movimiento socialista, profanándola con la svástica; intentaron arrebatar a los revolucionarios su fiesta combativa, el 1º. de Mayo, declarándola fiesta nacional fascista del trabajo."

De acuerdo con esta descripción resulta muy fácil entender por qué el jefe supremo del nuevo partido, el comandante AUV, abusa tanto del poder, aunque jura ser un demócrata: descuartiza en tres jirones la bandera colombiana; modifica sin autorización el escudo nacional; simula pacifismo y solidaridad en expresiones como "seguridad democrática", "estado comunitario" al mismo tiempo que escala la guerra fratricida y se niega a realizar las reformas exigidas por el pueblo, con las cuales se garantizaría la paz; impone un plebiscito tramposo e innecesario, disfrazándolo de referendo, con la aspiración de perpetuarse en el poder cual superhombre indispensable a la patria unanimista que pretende crear. Los más altisonantes medios de comunicación, propiedad de los grandes cacaos, se han convertido en su Ministerio de Propaganda, al estilo del dirigido por Goebbels en Alemania, cuya tarea central era exaltar en todas las formas la dictadura (aquí el autoritarismo en camino de la dictadura) y su ideología fascista. En Colombia nos ha tocado vivir bajo este Bárbaro aquellas experiencias pavorosas de Europa y de países hermanos de Suramérica. Ojalá asimiláramos estas advertencias y frenáramos a tiempo ese proyecto siniestro y paranoico que viene encarcelando a sus opositores, campesinos y trabajadores inocentes, sindicándolos de auxiliares del terrorismo.

Por eso, el ají popular ha propuesto el condón como emblema del nuevo partido fascistoide por cuanto "el condón resiste la inflación, detiene la producción, destruye la próxima generación y le da a los colombianos la sensación de seguridad mientras se los están tirando".

Editorial Colombia Nueva, Bogotá, 1967; pp. 19 - 34
Armenia, Septiembre 24 de 2003