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Latinoamérica

19 de enero del 2003

Perú: Quiebra histórica de un sistema. ¿Qué hacer?

Luis Arce Borja
Rebelión

El Perú es un país en quiebra total. Quiebra económica, quiebra política y moral de sus élites dirigentes. Quiebra fraudulenta y mafiosa que enriquece a algunos pocos y empobrece a millones de ciudadanos. Desde 1821, la llamada "República del Perú" ha sido solamente un botín que se ha distribuido por tajadas entre potencias extranjeras y los grupos de poder locales. La crisis peruana, no tiene fin y su caída aluvional liquida hasta los sueños de los pobres del Perú. Los banqueros, los industriales, los terratenientes, los grandes comerciantes, las élites militares, los jerarcas de la iglesia, los jueces, los parlamentarios, los partidos políticos y las grandes transnacionales afincadas en este país constituyen el azote maldito de la población.
En este cuadro sombrío cada día miles de ciudadanos perseguidos por el hambre huyen al extranjero. Según cifras oficiales 2´500,000 peruanos sufren el exilio de la pobreza. Cada día los pobres del Perú pagan más de 5 millones de dólares por el servicio (intereses) de la deuda interna (el Estado dedica 2 mil millones de dólares al año para este fin, lo que significa el 20% de su presupuesto nacional y la tercera parte de los ingresos por exportaciones). Los miserables del Perú (los que no tienen para comer), junto con pagar la deuda externa, entregan con su miseria cerca de 5 millones de dólares diarios para mantener las criminales fuerzas armadas y policiales del país (el gobierno invierte cerca de 2 mil millones de dólares anuales en este rubro, y en esta suma no se contabilizan las partidas secretas y camufladas que manejan los militares). En resumen, el Estado invierte cerca del 40% de su presupuesto anual en pagos de la deuda externa y en mantener un gigantesco aparato militar, pero sin embargo este gobierno así como los anteriores nunca han empleado más de 200 millones anuales para aliviar el hambre y la pobreza de millones de peruanos.
El Perú se cae a pedazos, y no hay nada que pueda detener este proceso. ¿Qué hacer frente a esta situación?. Si pedimos elecciones para cambiar a los gobernantes seremos estafados una vez más. Si nos ponemos a rezar solo contentaremos al cura sonriente. ¿Qué camino tomar?. No hay esperanzas por el camino de la derecha y sus partidos políticos. Estos han gobernado el país desvastadoramente desde hace 181 años y son una amenaza para la integridad del Perú como nación. Las esperanzas de un cambio son aún más reducidas por el lado de lo que en Perú se llama "izquierda" y aquellas organizaciones que incluso se autotitulan marxistas-leninistas (Patria Roja, Partido Unificado Mariatéguista (Pum), UNIR, Vanguardia Revolucionaria, etc.). Esta izquierda mediocre colaboracionista y servil es responsable tanto como la derecha de los sufrimientos y calvario de los pobres del país.
¿Qué hacer entonces?. Este es el tema que en lo fundamental abordamos en este artículo.
El Estado como botín
La corrupción en el Estado sigue viento en popa como en la época de Alberto Fujimori. Alejandro Toledo, no solo no ha resuelto la lacra dejada por el régimen anterior, sino que sigue aplicando el mismo método de gobernar, caracterizado por la vida opulenta a costa del dinero del país, el robo, la coima y el chantaje. Lo primero que hizo al instalarse en el palacio de gobierno fue disponerse un sueldo de 18 mil dólares mensuales, mientras que la mayoría de peruanos se extinguen en la pobreza o en la miseria extrema (el sueldo de Toledo equivale a 153 salarios básicos de los trabajadores que tienen la suerte de contar con un puesto fijo). Los beneficios del poder no tienen límites para los nuevos gobernantes. Así por ejemplo, Toledo homologando a los virreyes españoles de la colonia, se ha dotado de un voluminoso séquito de 600 personas (cocineros, choferes, jardineros, maquilladores, etc.) que trabajan en palacio de gobierno para satisfacer los mínimos deseos de la familia presidencial. Eliane Karp (su esposa judía-belga), que en la campaña electoral se presentó como la virtuosa y abnegada mujer del "cholo", fue descubierta y denunciada por mantener vínculos económicos con el mafioso banco Wiese encargado de "blanquear" los dólares del narcotráfico y la corrupción que manejaba Vladimiro Montesinos. La señora Karp, era asesora clandestina de este banco peruano y hasta hace poco recibía 10 mil dólares mensuales de esta institución. Aparte de esto, la señora Karp en complicidad con Toledo, se ha instalado en una especie de súper ministerio personal ("Despacho Descentralizado de la Primera Dama") y desde donde sin ningún control del Estado maneja millones de dólares provenientes de las donaciones internacional.
La corrupción oficial se expresa también en la alianza política que ha propiciado Toledo para repartirse la torta del Estado. Los aliados del nuevo gobernante son los mismos que sostuvieron y colaboraron con el régimen anterior. Antiguos funcionarios y altos dirigentes del fujimorismo, son ahora ministros, asesores y responsables de diversas instituciones del Estado. Alan García Pérez (presidente de la República en 1985-1990) y líder del partido aprista-Apra-) en lugar de estar en prisión por crímenes y manejo corrupto durante su gobierno, es ahora uno de los personajes más influyente de la política del país y se prepara para suceder a Toledo en el poder. Acción Popular (AP) que fue una especie despensa de funcionarios, técnicos y ministros del gobierno anterior, es otro de los asociados de Toledo. Esta repartija del poder alcanza también a partidos y organizaciones políticas menores, tales como el Partido Popular Cristiano (PPC), o los restos de izquierda unida (IU) que sin variación alguna siguen aplicando su política de apoyar al gobierno de turno. Esta alianza en torno del Estado como botín, se extiende generosamente a las fuerzas armadas y a la sede principal de la iglesia Católica del Perú. El actual cardenal Luis Cipriani, cabeza del Opus Dei que colaboró con la mafia de Fujimori y Montesinos, es ahora uno de los más fervientes partidarios de Alejandro Toledo.
Expresión de la corrupción en el Estado es la forma de actuar del parlamento. Este organismo, que reúne en su ceno a los representantes de las organizaciones políticas del medio oficial, no ha variado su fisonomía de organización fantoche del poder central. Sigue siendo una versión grotesca de la democracia burguesa. Este parlamento, es la representación más vulgar del sistema político corrompido que impera en Perú. Sus integrantes, la mayoría provenientes del antiguo parlamento fujimorista, sin ninguna calidad intelectual y mucho menos moral, son simples marionetas del gobierno central. Se dicen "legisladores" o "padres de la patria", pero sirven solamente para legalizar o encubrir la actividad mafiosa del gobierno central. De la misma forma el Poder Judicial siguen siendo un antro de la corrupción oficial del país. Una prueba de esta situación es como sigue encubriendo los grandes delitos cometidos desde el Estado. Ladrones, criminales y todo tipo de mafioso siguen libres y sin ninguna sanción. Hasta la actualidad los jueces peruanos no "encuentran" una prueba concreta (de crímenes o robos) contra Alberto Fujimori. El ex presidente, responsable de miles de asesinatos y de hechos delincuenciales contra el Estado peruano, vive lujosamente y sin que nada lo inquiete en la ciudad de Tokio. Lo mismo ocurre con Vladimiro Montesinos. Este personaje, cabecilla de abominables asesinatos y hechos de corrupción, no tiene ninguna acusación concreta de parte de los jueces que lo juzgan. Hasta la actualidad no es encontrado responsable de ningún delito. Hace algunas semanas fue declarado "inocente" en un juicio sobre "blanqueo de dinero del narcotráfico". En su prisión dorada (en El Callao), da entrevistas a medios de comunicación del país y del extranjero, y desde ahí sigue manejando la mafia al interior de las fuerzas armadas y en el poder judicial. Asesinos como Martín Rivas (ejecutor del secuestro y asesinato de 9 estudiantes y un profesor de la U. Cantuta), sigue gozando de protección y de un buen salario de parte del ejército. No hay una acusación concreta contra este militar que encabezó el sanguinario grupo paramilitar "Colina" que durante el fujimorismo funcionaba desde el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Otro caso similar, es el que se refiere al general Marco Miyashiro. Este fue uno de los fundadores y cabecillas del sanguinario grupo paramilitar denominado "Comando Rodríguez Franco" que funcionó en la época del régimen de Alan García Pérez (1985-1990), pero ello no ha impedido que Alejandro Toledo lo nombrara jefe de la Policía Antiterrorista del Perú (DINCOTE).
Otro rasgo de la corrupción oficial en Perú, es la relación entre el actual gobierno y los mercenarizados medios de comunicación del país. Periodistas, intelectuales, diarios, revistas, radios y canales de televisión que desde 1990 fueron asalariados del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y del gobierno dirigido por Fujimori y Montesinos, ahora trabajan para el gobierno de Toledo. Como magia de la "reconciliación nacional" conocidas "estrellas" del periodismo, así como prósperos empresarios de la prensa escrita y televisiva, acusados de pertenecer a la banda fujimorista, se han visto rehabilitados (en aras del pluralismo) y ahora sin perturbaciones de ningún tipo se han convertido en fanáticos toledistas. En el mismo marco de la corrupción del Estado, se inserta lo que se conoce como "Comisión de la Verdad", organizado por este gobierno con el propósito de encubrir a los responsables de miles de crímenes contra la población peruana. Algunos de los miembros de esta comisión son antiguos colaboradores del gobierno fujimorista.
Crisis y hambre de millones de peruanos
Corrupción del Estado y pobreza de millones de peruanos caminan juntos. Si Fujimori resultó una pesadilla para los pobres del Perú, Toledo no es diferente y la miseria sigue creciendo sin parar, cuyas principales víctimas son los niños de los hogares menos favorecidos. Por ejemplo, una reciente evaluación realizada por una institución especializada muestra que el 25% de los niños peruanos menores de 5 años padecen de desnutrición crónica. Según esta institución, en el área rural esta cifra asciende al 40%. de los niños. (Encuesta Demográfica y de Salud Familiar-ENDES (2000). Endes explica también que en el área rural el 52% de los hogares no tienen instalaciones de desagüe. El 68% de las escuelas ubicadas en el sector rural no tienen servicio de agua y el 95% no cuenta con servicio de desagüe. El 90% de las escuelas no tienen luz eléctrica. Sobre el mismo tema, la UNICEF en un informe del año 2000 señala que cada año 100 mil escolares abandonan la escuela primaria y que 200 mil abandonan la secundaria. Dice Unicef, que 250 mil niñas (12% del total de niñas pobres) no asisten a la escuela por falta de recursos económicos. De la misma forma el Grupo Iniciativa Nacional por la Infancia (GIN) en su informe del 2000 indica que más de 2 millones de niños y niñas trabajan para incrementar el ingreso familiar o para sustentar solos a su familia.
Efecto de la bancarrota económica del país, se refleja en el crecimiento del sistema de trabajo servil fuera de cualquier reglamento de trabajo. El 40% de las mujeres pobres se ven obligadas a trabajar gratuitamente en casas de familias sólo para recibir a cambio un poco de comida. (Red Internacional del Social Watch, 2000). De cada 100 habitantes, por lo menos 12 buscan sus alimentos en las redes asistenciales que en Perú se conoce con el nombre de "comedores populares". En todo el Perú hay más de 5 mil comedores populares que entregan cerca de un millón de raciones cada día Estos comedores, aparte de ser organismos estrictamente asistencialistas sin futuro para los pobres (promovidos por las organizaciones no gubernamentales (ONG, los municipios, el Estado, la iglesia y los partidos políticos) son utilizados electoralmente y sirven para manipular (léase chantajear) y captar el voto de la población pobre.
El crecimiento de la pobreza va empareja con las riquezas que adquiere un número reducidos de personas. Así apenas el 2% de la población concentra cerca del 80% de los recursos y riquezas del país. La miseria no deja de aumentar, a pesar que los diversos regímenes propusieron resolver este flagelo de los peruanos. En 1990 cuando Fujimori inició su turno gubernamental, habían 10 millones de peruanos viviendo debajo de la línea de la pobreza (no tienen acceso a la canasta familiar, ver nota 1). En el año 2000 esta suma aumentó a más de 14 millones de personas. De esta suma, el 24% sobrevive en extrema pobreza. En esta clasificación se encuentran más de 6 millones de personas que no tienen ingresos fijos y cuya precariedad no les permite alcanzar ningún rango de la canasta familiar. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el año 2001 la pobreza aumento en 1.4% respecto al año 2000 y en 7% en relación al 1997. De la misma forma, la pobreza extrema aumentó en 4.5% respecto al 2000 y en 1.3 respecto a 1997. En el aspecto laboral, el drama de la desesperanza de los peruanos esta graficada por el continuo aumento de la desocupación y el subempleo. Según cifras recientes 530,000 trabajadores están desempleados y 2'821,000 están subempleados (Estudio Sistemático de la Realidad Nacional en Ciencia y Tecnología, 2000). Sobre el mismo tema, el Banco Mundial (1999) señala que el 45% del empleo urbano es informal (1'300,000 personas), es decir gente que vende en las calles baratijas (cigarrillos, fósforos, ropa, comida, etc.) y cuyos ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
Bancarrota de la producción
El efecto más brutal y demoledor de la quiebra del sistema productivo del país es en el agro y en la población campesina. Esta crisis hace que ningún producto agrario sea rentable, salvo la hoja de coca que enriquece no solo a las bandas del narcotráfico sino también a los que dirigen el Estado y los bancos peruanos. Según un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidad para la Agricultura) de 1993 el agro peruano tiene el mismo nivel de desarrollo agrario que Afganistán y Haití. En efecto la agricultura peruana, que por su potencial natural, debería ser una despensa alimentaría de los 25 millones de peruanos, se encuentra en una situación de ruina total. Los expertos señalan que en el 58.2% de las tierras cultivadas del país se emplea la "chaki taclla", una herramienta construida de madera de la época de los incas que sirve para abrir surcos en la tierra. Este instrumento artesanal se utiliza con la fuerza de los pies. El tractor se utiliza solamente en el 5.2% de las tierras y el 36.6% restante se emplea el caballo y el buey.
Uno de los efectos del abandono de la producción agraria es el alto índice de pobres que detentan las zonas rurales del Perú. Según la Encuesta Nacional sobre medios de niveles de vida, realizado por Cuanto S.A, sobre 4'485,486 habitantes de la sierra rural el 68% son pobres y de esta cantidad el 67% sobrevive en condiciones de extrema pobreza. De la misma manera, un informe del INEI (2001), de un total de 6'719,026 habitantes rurales en todo el Perú (costa 941,117, sierra 4'485,486, selva 1'292,424), el 78.4% son pobres y el 51.3% son pobres extremos.
Qué hacer frente a esta terrible situación
Desde el triunfo de la guerra contra los colonialistas españoles (1821) y la instauración de la República han desfilado por palacio de gobierno todo tipo de partido y gobernante. Civiles, militares, eclesiásticos, laicos, "revolucionarios", "demócratas", liberales, caudillos y aventureros, se instalaron en el poder y desde ahí fueron los grandes subastadores de las riquezas del país y expoliadores de las masas oprimidas. Las élites políticas a través de dictaduras militares o gobiernos supuestamente democráticos, liberales, o progresistas, impusieron al pueblo las peores formas de explotación y humillación social. El Perú, como ninguna otra nación de América Latina, es un ejemplo en negativo del fracaso histórico, de una clase social dirigente (terratenientes y grandes burgueses) parasitaria que no ha sido capaz de poner en marcha ni siquiera (hablando de capitalismo) un sistema económico y político medianamente coherente. La crisis del Estado es crónica y ella es inherente a una parasitaria y decadente élite política que desde el inicio de la República se ha manejado fraudulentamente el Estado. Con razón un conocido historiador peruano ha señalado que la historia oficial del Perú es de deprimente y traumatizante. Los antiguos dirigentes del Estado peruano, así como los actuales, no han ido más lejos de ser vulgares testaferros de las transnacionales y potencias imperialistas. Para no ir muy lejos en la historia basta tomar como ejemplo el gobierno de Alejandro Toledo. Este dijo en su campaña electoral. "vota por el cambio", "no al continuismo", "establecer un gobierno de todas las sangres", "más trabajo y honradez". La realidad es brutal y el actual régimen no hace otra cosa que administrar y empeorar la crisis peruana y reinar sobre un Estado y un sistema que se cae a pedazos.
El cambio a favor de los pobres, no resultará de un gobierno como el de Toledo o de cualquier otro que surja de las élites políticas del país. No resultará tampoco de elecciones tramposas y seudo democráticas. No es posible viabilizar una salida a la crisis peruana manteniendo y sosteniendo los escombros del Estado actual. . Los estados como el del Perú, dependientes completamente de las grandes metrópolis imperialistas y gobernados por élites lumpenescas y decadentes, no tienen la más mínima posibilidad de hacer ni siquiera elementales reformas sociales y políticas que disminuyan la miseria y el sufrimiento del pueblo. Aquí no se trata como dicen algunos teóricos burgueses o pequeños burgueses, de "humanizar el sistema" o "reestructurar el Estado", "democratizar la sociedad", "moralizar la administración", "buscar una equidad en la distribución de las riquezas" o "institucionalizar la sociedad". Ninguno de esos planteamientos tienen el más elemental rigor teórico-político y no son otras cosa que estafas que se propagandizan durante las campañas electorales o en los coloquios organizados en las sedes de la ONG (organización no gubernamental), o en algún simposio de la burguesía. Mientras se mantenga el Estado y la sociedad actual los pobres seguirán siendo las principales víctimas de los grupos de poder local y de las potencias imperialistas. Mientras no se liquide las criminales fuerzas armadas, la policía, el podrido poder judicial, el parlamento y otras instituciones del Estado, los trabajadores seguirán brutalmente explotadas, embrutecidas, manipuladas y ferozmente reprimidas.
La grave y conmovedora situación del país que hemos descrito, muestra que el Perú sigue reuniendo todas las condiciones objetivas (situación revolucionaria en desarrollo) para que las masas retomen el camino de la lucha revolucionaria por el poder. La crisis de la sociedad peruana, confirma una vez más lo acertado del análisis y las perspectivas de la lucha armada planteada a partir de 1980 por el Partido Comunista del Perú (PCP). La experiencia de 20 años de guerra popular, así como el pensamiento Gonzalo (el marxismo-leninismo-maoísmo aplicado a la realidad peruana) constituyen legados insustituibles que tienen las masas y los revolucionarios para retomar la iniciativa en la guerra de clases, y ponerse al frente de las grandes luchas que irremediablemente se avecinan. El retroceso de la lucha armada, y el repliegue de las luchas clasistas de las masas es temporal y transitorio. Este retroceso, cuyas causas principales fueron la brutal represión (2) y el trabajo policial de capituladores y traidores (seguidores de las "cartas de paz"), se inserta en una creciente crisis del Estado peruano, que abona el terreno para que el PCP vuelva a ponerse a la cabeza de la lucha política, ideológica y militar. Tarea de dirección y retoma de iniciativa en la lucha, que solamente será cumplida, a condición de que los maoístas peruanos consoliden su organización revolucionaria (el Partido) y fortalezcan el Ejército Popular de Liberación y el Frente Unico de Clases (instrumentos de la revolución).
El PCP por encima de los problemas que atraviesa, sigue siendo la única organización política de la revolución peruana. Su valor histórico consiste en que en ningún momento ha dejado de luchar por el poder y el socialismo. Su programa, su línea política y militar siguen vigentes, cuya validez ha sido probada en 20 años de titánica lucha revolucionaria. Su accionar político y militar, no ha sido liquidado ni por los horrendos crímenes, torturas cometidas por las fuerzas represivas, ni por las patrañas, campañas de desinformación que periódicamente se montaron contra esta organización maoísta. Uno de los grandes méritos del PCP consiste que ni en las peores condiciones ha abandonado la lucha armada. Ni los más duros golpes reaccionarios ha desviado la lucha estratégica por el poder. Constituye un ejemplo supremo que el PCP, reducido al 10% de su contingente (ver documento del PCP de octubre 2002), y con una disminución de más del 90% de sus cuadros históricos (3), y en una situación extremadamente difícil siga al frente de la lucha de clases en el país. La vigencia de la lucha armada (guerra de guerrillas como dice el PCP), da valor estratégico a la lucha de las masas oprimidas. Si bien es cierto que la lucha guerrillera que se desarrolla principalmente en el Alto Huallaga, Ayacucho y Junín, no tiene la envergadura de años anteriores, es un paso decisivo en los combates futuros contra el Estado peruano y el imperialismo.
Bruselas, 18 de enero 2003.




Notas
(1). Debajo de la línea de pobreza. Comprende aquellos ciudadanos cuyos ingresos no cubren ni el 50% del costo de la canasta familiar (alimentos, vestimenta, etc.), que según cálculos oficiales es de aproximadamente 321 dólares al mes. El sueldo mínimo vital es de 117 dólares al mes, que en comparación con la canasta familiar es menos del 50% de dicha canasta.
(2). Cifras extraoficiales señalan que por lo menos 50 mil personas perecieron en el periodo 1980 -1999. La mayor parte de estas víctimas fueron campesinos que apoyaban la guerra popular dirigida por los maoístas. Ahora se conoce que cientos de pueblos sindicados como "base de apoyo popular" de la guerrilla fueron liquidados completamente por las fuerzas armadas. Como se conoce en la lucha contrainsurgente el Estado empleo una fuerza superior a 700 mil efectivos (300,000 militares, 120,000 policías y cerca de 300,000 paramilitares). Hay que agregar al aparato represivo del Estado los "asesores" norteamericanos, de Israel, de Alemania y de otros países que participaron activamente en la lucha contra el Partido Comunista del Perú (PCP).
(3). Desde 1980 el PCP perdió en la guerra miles de militantes, combatientes y cuadros de alto nivel. Las fuerzas represivas del estado han sido selectivas en liquidar a los dirigentes del Partido. Así por ejemplo en 1986 el gobierno de Alan García Pérez planificó y ejecutó el asesinato masivo de 300 prisioneros de guerra. En esa matanza fueron liquidados varios altos cuadros partidarios. En 1992, el régimen de Fujimori dio la orden para asesinar 100 prisioneros de guerra. En ese crimen masivo murieron muchos dirigentes históricos, entre ellos por ejemplo, Yovanka Pardavé, Tito Valle Travesaño, Deudato Juarez Cruzat, Elvia Zanabria, y otros.