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Latinoamérica

31 de diciembre del 2002

Lucio Gutiérrez: un proyecto en disputa

Napoleón Saltos Galarza
Coordinadora de Movimientos Sociales

EL TRIUNFO

E
l Coronel Lucio Gutiérrez fue electo Presidente del Ecuador: triunfó en la segunda vuelta electoral realizada el 24 de noviembre, con el 9% sobre su competidor, el multimillonario Alvaro Noboa.
En este triunfo convergen tres procesos: el impacto del imaginario de la rebelión del 21 de enero del 2000 con el aporte de los pueblos indígenas, los militares y los movimientos sociales; el rechazo al peligro que representaba Alvaro Noboa con su propuesta de radicalización del programa neoliberal, hasta convertir al país en una zona franca y un paraíso financiero, lo que generó en amplios sectores una decisión del "mal menor"; y la ampliación de la base política del Coronel mediante compromisos con sectores económicos empresariales y bancarios, y con sectores políticos, en particular, el Partido Roldosista de Abadalá Bucaram.
Este triunfo se inscribe en la corriente de renovación democrática que gira hacia posiciones alternativas, no sólo en nuestro país, sino en América Latina. El triunfo de Lula en Brasil, la permanencia de Chávez en Venezuela, el avance de Evo Morales en Bolivia y la victoria de Lucio en Ecuador, muestran que no se trata de un hecho parcial: la crisis del poder tradicional no es sólo de representación, sino de presentación; la crisis no sólo es del sistema político y de los partidos tradicionales, sino también del proyecto y del poder que lo sustentan.
El 24 de noviembre de 2002, triunfa Lucio Gutiérrez para la representación presidencial. La rebelión del 21 de enero del 2000 fue el momento de la presentación, el momento de la semilla; aunque en realidad la presentación venía desde atrás, desde el Levantamiento indígena-popular de junio de 1990, desde el triunfo militar del Cenepa en 1995, desde la victoria de los movimientos sociales en el Plebiscito de noviembre del 95 contra las privatizaciones, desde la movilización ciudadana en contra de Bucaram en febrero del 97, desde la construcción de la unidad de un nuevo bloque histórico con la participación de los pueblos indios, los movimientos sociales, los militares patriotas, los cristianos comprometidos, los ciudadanos y ciudadanas que aspiran a un nuevo país.
Empero el imaginario de rebelión y cambio del 21 de enero, cuaja, con el triunfo de Gutiérrez, por el lado militar y no por el lado indígena y social; lo que proyecta este proceso más en la perspectiva nacionalista que en una perspectiva étnica o de transformación social.
La diferencia entre los dos finalistas se redujo en el último tramo de la campaña. Al inicio de la segunda vuelta el margen estaba en torno al 30%. Dos factores incidieron en esta reducción: el desplazamiento de Gutiérrez hacia compromisos con sectores empresariales y bancarios locales y con los organismos financieros internacionales; lo que provocó descontento en las filas de los movimientos sociales, que adoptaron una posición de apoyo crítico, aunque el alejamiento no llegó a la ruptura ni al voto nulo, que no tuvo una variación sustancial, como se preveía, pues pasó únicamente del 8 - 9% histórico al 12%. Y la reconcentración de la derecha en torno a Alvaro Noboa, ante el fantasma del "comunismo" y del terror frente al peligro de un nuevo "Chávez". Alvaro Noboa puso en juego las viejas estrategias de la polarización regionalista y de la contrapropaganda de descrédito al adversario.
Los partidos políticos tradicionales, el derechista Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática, estuvieron más bien ausentes en la segunda vuelta, y prefirieron preparar sus alianzas para el control del Congreso, en donde tienen una representación todavía predominante. Uno de los escollos principales del próximo Gobierno será su relación con el Congreso para las reformas políticas y económicas planteadas en la campaña.
La tendencia regional del voto se mantuvo parcialmente. Alvaro Noboa triunfa en 4 de las 5 provincias de la Costa; pero el margen no fue suficiente para compensar la alta votación de Gutiérrez en la Sierra y la Amazonía. El triunfo de Gutiérrez se asienta en el alto margen frente a su contrincante en la Sierra (2,5 a 1) y en la Amazonía (4 a 1), y en una votación significativa en la Costa, con el triunfo en la provincia de El Oro.
Esta confluencia compleja convierte a Lucio Gutiérrez en un terreno es disputa entre el imaginario de cambio que sustenta el respaldo popular y los compromisos asumidos con sectores del bloque dominante y los organismos internacionales.

EL PROGRAMA DE GOBIERNO

Lucio Gutiérrez giró en la segunda vuelta a posiciones de centro, para tranquilizar al capital local y transnacional. Colocó en primer lugar el tema de la lucha contra la corrupción, repitiendo un elemento central de la rebelión del 21 de enero del 2000. Esto le permitió recoger el descontento de la población contra el poder económico y político tradicional, aunque evitó concretar los casos de corrupción y más bien mantuvo un discurso genérico.
El segundo caballo de batalla fue el tema de la reforma política del Congreso, los organismos de control y la Función Judicial. Después del triunfo ha insistido en la reforma de la Función Judicial y en la despolitización de los organismos de control. Mientras tanto hay un silencio sobre la reducción del número de diputados y la reforma del Congreso. De acuerdo a las normas legales, puede plantear la reforma constitucional sólo después de seis meses de posesionado y necesita el apoyo de las tres cuartas partes del Parlamento, lo cual es sumamente difícil, si no acude al apoyo de la movilización ciudadana. El bloque de gobierno en alianza con el Partido Roldosista contaría con 40 votos sobre un total de 100.
En el tema económico se presentó la mayor ambigüedad durante la campaña. Las propuestas expresan el resultado de las presiones, bajo el lema de la unidad nacional:
Gutiérrez es el político del promedio.
El lenguaje empleado en torno a los temas críticos busca contentar a los movimientos sociales que fueron su soporte original y a sus nuevos aliados de poderosos sectores empresariales y bancarios. Sobre la dolarización declara que va a fortalecerla, pero que habrá que analizar los peligros. Sobre el ALCA señala que actualmente es un peligro, pues "no estamos preparados; pero podemos convertirla en una oportunidad en el futuro". Sobre las áreas estratégicas, sobre todo petróleo y electricidad, señala que habrá concesiones, pero sólo en nuevos proyectos. Proclama que no habrá un paquetazo económico en contra del pueblo, es decir, que no habrá alzas de los precios de los combustibles ni de las tarifas de servicios públicos, sobre todo de la electricidad; pero al mismo tiempo afirma que va a focalizar el subsidio del gas.
El problema está en que la crisis no le dejará mucho espacio de maniobra; no hay suficientes recursos para contentar a los movimientos sociales y a los grupos económicos. El país que recibe el nuevo Gobierno terminará este año con un déficit de la balanza de pagos en torno al 7.5% y de la balanza comercial en torno al 5.5%. (El PIB del Ecuador está en 20 mil millones de dólares). Si bien la inflación está en el 10% anual, los precios se mantienen entre los más altos de América Latina, y el país ha perdido competitividad hasta con sus vecinos. La recesión se ha profundizado, y la tasa de interés se mantiene por encima del 22%, en dólares; aunque por la incertidumbre no hay préstamos a mediano plazo, sino que todo el crédito se orienta al consumo. La pobreza afecta al 80% de la población, con un 10% de desempleados y un 65% de subempleados. Aunque las cifras no están claras, el nuevo Gobierno partiría con un déficit fiscal en torno al 3% del PIB (alrededor de 500 millones de dólares).
Mientras la deuda externa pública se ha mantenido en el mismo nivel durante el Gobierno saliente (11.250 millones de USD), la deuda externa privada ha crecido de 380 millones de USD a 4.560 millones.
El respiro viene por el lado del precio internacional del crudo ecuatoriano, que actualmente se ubica en 25 dólares el barril, pues los ingresos petroleros representan el 38% del presupuesto fiscal; y por el lado de las remesas de los migrantes que sumarían 1.400 millones de dólares este año (el 7% del PIB). Sin embargo las previsiones sobre el precio del petróleo no son estables, por los efectos de la amenaza contra Irak, el país que ocupa el segundo lugar en reservas de crudo en el mundo. Las previsiones sobre las remesas apuntan a una reducción del 10% para el próximo año. Por ello, será urgente un viraje que permita recuperar y crear fuentes de financiamiento del presupuesto fiscal, reactivar la producción y enfrentar la pobreza. Pero estos cambios, en tiempos de crisis, no pueden ser indoloros. En el momento de la decisiones el nuevo Gobierno tendrá que optar por afectar los intereses de los de arriba o de los de abajo.
En el campo internacional, el tema más delicado es el tratamiento del conflicto colombiano. Hasta ahora los Gobiernos de Mahuad y Noboa han impulsado una posición reactiva de involucramiento en el Plan Colombia y en la estrategia de guerra del gobierno de Bush, empezando por la entrega de la Base de Manta y el fortalecimiento militar de la frontera Norte, aunque han evitado participar en las formas intervencionistas abiertas, como la conformación de fuerzas internacionales militares. La presión de los movimientos sociales es lograr una política de paz y de desinvolucramiento en el conflicto y en la guerra, y propiciar salidas políticas negociadas. El Coronel Lucio Gutiérrez ha declarado que respetará los acuerdos internacionales, en particular el Convenio de la entrega de la Base de Manta, mientras se cumplan los objetivos acordados en torno a la vigilancia en lucha contra el narcotráfico. Sin embargo hay pruebas suficientes para saber que Manta se ha convertido en una base operativa de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos para enfrentar a la guerrilla y la subversión colombiana, y no sólo en base de observación contra el narcotráfico.

EL EQUIPO DE GOBIERNO

El nuevo Mandatario presentaría su gabinete el 15 de diciembre, por lo cual su equipo de gobierno es todavía un misterio. En todo caso, ha confirmado su equipo de transición; integrado por un grupo de militares retirados, que son el armazón del Partido Sociedad Patriótica del Coronel y estarán encargados del área política y energética; un grupo de empresarios y banqueros, encargados del área económica; mientras las organizaciones indígenas y sociales se encargarán del área social.
Esta conformación muestra una separación entre lo económico y lo social, y el peso que se entregaría a los sectores empresariales y bancarios "no corruptos" en las decisiones principales.

EL PODER INTERNACIONAL

Wall Street ha reaccionado con tranquilidad ante la elección de Lucio Gutiérrez. En las últimas tres semanas, ante la previsión del triunfo del Coronel, los bonos de la deuda subieron en 8%. El índice de riesgo-país, aunque se mantiene alto (1788 puntos), se ha reducido en 85, después del triunfo de Gutiérrez.
En lugar de una política de confrontación y condena, el Gobierno de Bush ha impulsado una política de acercamiento, que ha sido aceptada por el Mandatario electo, quien también busca acelerar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, antes de su posesión el próximo 15 de enero.

LOS INDIOS Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Formalmente el nuevo Gobierno expresa la alianza entre la Sociedad Patriótica 21 de Enero, el Partido del Coronel, y el Movimiento Pachakutik, de la organización indígena CONAIE. Hasta el momento, el viraje de Gutiérrez hacia posiciones de centro ha sido respaldado, incluso en temas delicados como el ALCA, la dolarización, la Base de Manta, por Pachakutik, que se encuentra interesado en compartir el gobierno. El reto es saber hasta dónde pueden conciliar las demandas sociales de cambio con los compromisos con los sectores empresariales y bancarios y con los organismos internacionales.
Los movimientos sociales han tendido a una posición más crítica ante las posiciones de Gutiérrez y han expresado un apoyo condicionado al cumplimiento del Mandato del 21 de enero y de los acuerdos firmados con el Coronel en la campaña. El reto es poder acompañar y organizar la expectativa que se abierto en amplios sectores ciudadanos para el cambio y la refundación de la República.
Lucio Gutiérrez está ante una disyuntiva histórica: o continuar el proyecto neoliberal, con algunos adornos sociales y regulaciones contra la corrupción; o ponerse a la cabeza de un largo camino de cambios que empiecen por garantizar una perspectiva nacionalista y democrática a nuestro país. Todavía se cruzan en el camino la esperanza con el beneficio de la duda.
Quito, 27 de Noviembre de 2002