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Latinoamérica

16 de enero del 2003

La CUT y la crisis del movimiento sindical chileno

Manuel Holzapfel G.
Punto Final

En los últimos 12 años de democracia, el movimiento sindical chileno ha enfrentado un deterioro progresivo, que paradojalmente no vivió en los peores años de dictadura militar. Este proceso de menoscabo ha significado una baja sostenida del número de trabajadores organizados, la desaparición de gran cantidad de sindicatos y una creciente disminución del número de afiliados en las distintas organizaciones. Las cifras son elocuentes: del total de la fuerza laboral, del país, sólo el 10% está sindicalizada, a diferencia del 17% de afiliación alcanzada en plena dictadura. Asimismo, del total de empresas existentes, apenas el 17% (*) de ellas, cuentan con sindicato. Finalmente, el número de afiliados a la CUT en 1973 era de 934.335 trabajadores, de los cuales sólo quedan 650.000 en 2002 (**).
El desperfilamiento de la fuerza sindical, ha provocado una pérdida sostenida de los derechos de los trabajadores, generando las condiciones para un dominio sin contrapeso por parte del mundo empresarial. Esto se ha traducido en una concentración de la riqueza cada vez mayor que ha situado a Chile entre las diez naciones con mayor desigualdad en la distribución del ingreso, de acuerdo a un estudio reciente de las Naciones Unidas.
En este contexto, cabe preguntarse cuál ha sido el rol de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) - que fue creada precisamente para representar los intereses de los trabajadores y conducir los destinos del movimiento sindical - y qué papel cumple hoy. Las opiniones de Miguel Soto, presidente de la Confederación Nacional de Sindicatos y Federaciones de Trabajadores Metalúrgicos, CONSTRAMET y de Luis Mesina, presidente de la Confederación Bancaria, sin duda aportarán mayores elementos a la discusión.
La CUT hoy
Miguel Soto sostiene que el actual momento que vive la CUT, es reflejo de la severa crisis de representatividad que afecta al movimiento sindical, el cual está tremendamente atomizado, con un 10% de los trabajadores sindicalizados. El sector más afectado, es el privado, debido a que en dictadura las organizaciones superiores se desarrollaron al amparo de los partidos políticos, lo cual aún no ha sido superado. Para él, la dispersión actual de las Confederaciones, no es un problema ideológico, sino producto del temor de los dirigentes nacionales de unificar sus organizaciones por miedo a perder sus cargos. "Todo esto, en un contexto en que los trabajadores enfrentamos a un empresariado cavernario, que no acepta que nos organicemos y luchemos por nuestros derechos".
Luis Mesina coincide con Soto en que la situación actual de la CUT, no es muy diferente de la que vive el resto del sindicalismo chileno. En el caso de la Central, esta circunstancia ha sido agravada porque opera de manera estrictamente superestructural, sin vinculación con la gente y absolutamente distanciada de los problemas reales de los trabajadores. También resalta el problema de la excesiva dependencia partidaria, principalmente del gobierno y la simpatía de algunos consejeros de la organización con orientaciones del empresariado, que apuntan justamente a conculcar cada vez más los derechos de los trabajadores. "Este panorama poco alentador, ha provocado que la gente perciba a la CUT como una organización totalmente ajena a ella y contraria a sus intereses".
En la última década, la CUT ha desarrollado una estrategia eminentemente defensiva y legalista para enfrentar al capital y ha permanecido atrapada en el marco legal de la Reforma Laboral, excluyendo una acción sindical de base más decidida, que le hubiera permitido desarrollar fuerza sindical y crecer como organización.
Para el presidente de Constramet, efectivamente la CUT perdió fuerza, a partir de 1990, cuando la dirección de la Central fue hegemonizada por dirigentes de La Concertación, principalmente demócratacristianos. Esta dirección, sometió a la Central a los Pactos Sociales, con la promesa de implementar un nuevo Código del Trabajo, que restauraría los derechos laborales vulnerados por la dictadura. Esto nunca ocurrió, porque en la práctica la Democracia Cristiana, traicionó a Manuel Bustos, su principal líder. "Yo pienso que él creyó ciegamente que La Concertación realizaría las reformas laborales que el movimiento sindical esperaba y que finalmente no se produjeron".
Una opinión distinta tiene Mesina, quien plantea que el sindicalismo chileno siempre se distinguió del resto de los países de América Latina, por ser exageradamente legalista y atomizado. A diferencia de los países vecinos, en Chile siempre existieron los sindicatos por empresas y dentro de ellas además estaban divididos en sindicatos de empleados, obreros, profesionales y técnicos, etc. Previo al golpe, el movimiento sindical chileno había logrado sobrevivir con esa estructura organizacional, gracias a un contexto político nacional y mundial diferente. Existía el estado benefactor y una suerte de asistencialismo de los partidos hacia los sindicatos, donde la debilidad estructural del sindicalismo no se notaba. "Con el golpe militar, quedó en evidencia esa falencia y cuando se recuperó la democracia nuestro movimiento sindical, a diferencia del argentino, se debilitó. A partir de los Noventa, la dependencia de los dirigentes de la CUT, respecto de los partidos de la Concertación, convierte a la Central en correa de transmisión de los intereses del gobierno, con una administración claramente hegemonizada por los sectores neoliberales".
Fuerza en la adversidad
Durante el período de dictadura, el movimiento sindical chileno experimentó un crecimiento importante, llegando a agrupar a un 17% de los trabajadores. Este desarrollo, se dio en un contexto caracterizado por una dura represión y la fractura radical del mundo del trabajo, a partir del Plan Laboral implantado por los militares. Se iniciaba así un período marcado por la desregulación del mercado laboral, que cambió definitivamente las formas de organizar los procesos de trabajo. Paradojalmente, el movimiento sindical y la CUT, perdieron esa fuerza en plena democracia y hoy están atomizados, sin posibilidades de crecer.
Según Miguel Soto, ello se debe principalmente, a la falta de libertad sindical, porque objetivamente la legislación laboral chilena no ha sido adecuada a las normas de libertad sindical que establecen los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Otro aspecto importante, es la independencia sindical, "que muchas veces está sujeta a los partidos o gobiernos de turno, por la incapacidad del movimiento sindical de desprenderse de ellos, debido a su poca capacidad económica".
Además, como los empresarios se dieron cuenta que La Concertación no cambió la legislación laboral de la dictadura, retomaron su práctica antisindical, la cual habían moderado en los últimos años de dictadura, debido al potenciamiento que experimentó el movimiento sindical en ese período. En este contexto, "Los trabajadores atemorizados, dejaron de sindicalizarse, debido a la falta de una legislación adecuada que los resguarde frente a la represión empresarial".
Para Mesina, en cambio, lo fundamental es que la CUT no defiende los intereses de los trabajadores. Y ejemplifica con las declaraciones realizadas hace dos semanas por los presidentes de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA) y de la Cámara de la Producción y el Comercio (CPC), Juan Claro y Ricardo Ariztía, quienes señalaron que tenían acuerdos con dirigentes de la Central para avanzar en materia de flexibilización laboral. Para el dirigente bancario, se trata de algo extremadamente grave, porque contraviene los principios que deben prevalecer en toda organización sindical. "Estos acuerdos entre bambalinas revelan la profundidad de la crisis y constituye una bofetada al mundo sindical, porque las políticas que el FMI ha recomendado para Chile, en materia de rebajas salariales, han sido rechazadas en forma categórica por todas las organizaciones internacionales de trabajadores".
Los grupos de poder
Pero este proceso de desperfilamiento de la CUT, no ha sido espontáneo, porque al interior de esa organización existen fuertes lazos con los partidos de La Concertación, que lejos de cambiar las condiciones de deterioro laboral impuestas en dictadura, las ha profundizado. En este escenario, el oficialismo no ha demostrado mayor interés en fortalecer la acción sindical y los dirigentes de la Central han sido incapaces de romper la lógica de las lealtades partidarias, abriendo paso a la acción de los grupos de poder.
Para Miguel Soto, estos grupos de poder han jugado un papel bastante nefasto al interior de la CUT, porque muchas veces los dirigentes electos en los cargos principales no son los más representativos. Según cuenta, esos cargos generalmente son producto de acuerdos o cuoteos políticos, en los cuales los trabajadores tienen poca o ninguna influencia. "Incluso, cuando hay elecciones se paran sindicatos que desaparecen al otro día y esto ocurre igualmente en las Confederaciones o Federaciones. Este no es un problema ideológico, sino una práctica sindical absolutamente reñida con la democracia sindical".
Por su parte, Mesina plantea que "el problema es que la CUT es manejada por un grupo pequeño de dirigentes sindicales, pertenecientes a la Democracia Cristiana y el Partido Socialista". Según cuenta, ellos transmiten e imponen la política oficial del ejecutivo y cualquier voz disidente es apagada sin contemplaciones. Quienes discrepan de la línea oficial quedan en ínfima minoría y al no poder expresar sus divergencias, terminan siendo funcionales. "Por eso, yo renuncié a la vicepresidencia, porque me negué a ser partícipe crítico de una política que no comparto. No estoy dispuesto a ser parte del show", sentencia.
La desconfianza de los jóvenes
Otro de los factores que inciden fuertemente en la atomización de la CUT, es la existencia de vastos sectores de trabajadores, principalmente jóvenes que no participan en la organización. Esta situación, determina no sólo su estancamiento en términos cuantitativos, sino también en lo cualitativo, porque no permite el recambio de dirigentes.
De acuerdo a la visión de Soto, los jóvenes no sólo no participan en la CUT, tampoco lo hacen en los sindicatos, porque sienten que las organizaciones no resuelven los problemas que ellos enfrentan en las empresas. Se dan cuenta que al interior de éstas, el sistema dictatorial permanece igual y no se sienten respaldados para luchar. "Un caso emblemático fue el conflicto de Bicicletas Bianchi, donde los empresarios cometieron todo tipo de arbitrariedades y el gobierno fue incapaz de hacer prevalecer los derechos de los trabajadores".
Para el dirigente bancario, son los jóvenes que no participan en la CUT, los mismos que llenan de contenido los actos de la Central. "Si a estos actos sólo asistieran los simpatizantes de la organización, bastaría la sede de la CUT para realizarlos", ironiza. El 90% de quienes participan para el 1º de mayo son jóvenes anarquistas, la izquierda extraparlamentaria y gente marginal. "Éstos jóvenes jamás serán atraídos por una burocracia sindical, que desde el punto de vista generacional, es tremendamente vieja. Ello revela la importancia de generar un cambio al interior del movimiento sindical, que necesita con urgencia dirigentes jóvenes".
Las alternativas
Pero en este contexto de crisis, ¿Qué posibilidad real de revertir la situación tienen aquellos dirigentes que ostentan una posición crítica frente a la actual conducción de la CUT? y ¿Cuál es la alternativa para los sectores críticos: enfrentar la crisis desde dentro o crear una nueva organización que efectivamente represente los intereses de los trabajadores?
Miguel Soto, piensa que la única forma de revertir esta situación, es a través de un proceso de crecimiento en la sindicalización, con el fin de generar la capacidad de cambiar la actual dirigencia sindical y eliminar las actuales prácticas. "Hoy en cualquier organización superior, una mayoría circunstancial, puede cambiar la dirección de una organización, sin consultar a sus afiliados, lo que constituye una falta de democracia increíble".
Para él, no es necesario crear una nueva organización, "porque ese es el discurso de algunos que no quieren integrarse a la Central y de otros que se fueron de ella, pero que aplican las mismas prácticas antidemocráticas". Según plantea, la esperanza, de quienes sostienen una critica a este modo de sindicalismo, es seguir demostrando que se puede hacer un sindicalismo real, respetando la democracia y tratando que los trabajadores sientan las organizaciones como propias. "Hay que confiar que, a través de ellas, se puede cambiar la situación actual de discriminación de los trabajadores y conseguir un mundo mejor".
Mesina es categórico al plantear que es imposible cambiar la CUT desde dentro. Sostiene que él lo intentó mientras fue vicepresidente y encargado del Departamento de Organización de esa organización, sin resultados. "Siempre choqué con el peso de la burocracia, que navega y se mantiene al interior de la CUT, debido principalmente a la apatía general de los trabajadores y a la falta de democracia sindical".
Asimismo, sostiene que el sindicato de empresa está en banca rota hace mucho tiempo. Es totalmente ineficaz, porque no está diseñado para entender la transformación profunda que ha experimentado la economía y las formas de organización laboral. No hay comprensión de las formas en que se organizan los empresarios, cómo administran y organizan la productividad. El capital no ha cambiado en lo esencial, pero sí ha adoptado formas distintas de plantearse ante los trabajadores. "Esto requiere de un instrumento diferente, y a estas alturas, tengo dudas que ese instrumento sea un sindicato, al menos como el que conocemos".
Para él, hay hechos objetivos que demuestran que la CUT no defiende los intereses de los trabajadores: salario mínimo, reformas laborales y flexibilidad laboral, enumera. Si bien, plantea que resolver la crisis de dirección del movimiento sindical, desde el interior de la CUT, es absolutamente insuficiente, reconoce que tampoco se puede intentar resolver la crisis en foma aislada, por la magnitud del esfuerzo requerido.
Sin embargo, sostiene que la unidad no puede ser un fetiche. La unidad tiene que servir para representar los intereses de los trabajadores. Si un instrumento opera en sentido opuesto para el cual fue creado, entonces es necesario que los trabajadores se planteen derechamente un análisis más a fondo, que tiene que ver con la necesidad real de que ese instrumento siga funcionando, tal cual está. "Creo que quienes hacen de la unidad un fetiche, sin evaluar las consecuencias de mantener un instrumento que atenta contra los intereses estratégicos de los trabajadores, en el fondo también le hacen el juego a una organización de esas características", concluye.




La opinión de COTIACH
Para conocer otra opinión sobre el tema, Punto Final también conversó con Esteban Hidalgo, Director Nacional de la Confederación Nacional de Federaciones y Sindicatos de Trabajadores de la Industria Alimenticia, Turismo y Gastro Hotelería (COTIACH), quien señaló que para la gran mayoría de los trabajadores la CUT está desprestigiada y no tiene credibilidad. "La Central la dirigen grupos políticos que no toman en cuenta al actor principal, que es el trabajador".
Según señala, los trabajadores han sido testigos, cómo los dirigentes de la CUT han negociado con el gobierno y los empresarios temas como las Reformas Laborales, Seguro de Cesantía, Flexibilidad laboral y sueldo mínimo, contraviniendo los intereses de los trabajadores. "Los arquitectos de esta seudoestrategia, son los grupos de poder que dirigen la organización, cuyo único objetivo es asegurar su continuidad en esta organización".
Para Hidalgo, la elección de la Directiva de la Central es producto de un sistema binominal, que impide que los dirigentes de base, que no pertenecen a sectores de poder salgan electos. "Los acuerdos tomados en nombre de los trabajadores, no cuentan con el respaldo de los mismos y tampoco las propuestas de la CUT. Mientras no exista la voluntad de modificar los estatutos para llegar a una elección universal, la crisis de la organización terminará con la muerte de la misma".
Por ello, el dirigente señala que COTIACH, aún permanece afiliada a la CUT, pero desde mayo último, "resolvimos suspender toda vinculación con ella, mientras no cambie el actual sistema de elecciones. Actualmente, somos parte del Movimiento Sindical por los Cambios, instancia creada bajo criterios de autonomía, organización, independencia y educación".
(*) Fuente: Dirección del Trabajo.
(**) Fuente: CUT