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Latinoamérica

12 de enero del 2003

El plan Hambre Cero, aplazado; en febrero se determinarían sus alcances

Agencias

Teresina, 10 de enero. Luiz Inacio Lula da Silva inició hoy su primera visita como presidente de la república al Brasil de la miseria que encarnan los estados nordestinos de Piauí y Pernambuco, su tierra natal, en compañía de 25 de sus ministros y otros funcionarios, para que éstos conozcan de cerca la "insportable pobreza" de la gente antes de ponerse a trabajar.
Con todo, el gobierno de Lula se ha visto imposibilitado de lanzar de inmediato su plan Hambre Cero, su mayor promesa de campaña, al anunciarse que se aplazaba al menos hasta principios de febrero para que se pueda determinar cuántas personas serán las beneficiadas y cómo recibirán la ayuda para comprar alimentos.
Brasil tiene 54 millones de pobres, casi un tercio de la población, y Lula se propone concluir su gira este sábado en Itinga, ciudad del estado de Minas Gerais de unos 14 mil habitantes, la mayoría desempleados que sobreviven en medio de la sequía gracias a la ayuda estatal.
Los estados de Rio Grande do Norte, Alagoas, Sergipe, Paraiba y Bahía integran también la región nordestina, donde más de la mitad de la población todavía vive por debajo del umbral de la pobreza, y la indigencia afecta a tres de cada cuatro habitantes. Tan en sólo Alagoas y Maranhao, 62 por ciento vive debajo del umbral de la pobreza, frente al sur y sureste del país que representan 21 y 23 por ciento de pobres, respectivamente.
El gobierno de Lula aspira a crear un sistema federal de previsión social que englobe a los funcionarios públicos y trabajadores de la actividad privada, en el cual ningún sector tenga privilegios, como ocurre actualmente con jueces y militares.
El actual sistema de previsión social tiene un déficit anual de unos 8 mil millones de dólares, al que deben sumarse otros 12 mil millones de dólares cuando se incluyan los sistemas jubilatorios de los estados y municipios y el sistema de seguro social.
El mandatario visitó primero Teresina, capital de Piauí -acompañado también por su esposa, Marisa-, donde se encontraron de inmediato en la periferia con una muchedumbre en la polvorienta plaza de la favela Vila Irma la Douce, que esperaba desde la cinco de la mañana.
Lula saludó de mano a mucha gente y recibió sus cartas, en las cuales expresaban que trabajo, vivienda, agua potable, desagües, fosas sépticas, comida, salud y educación son las principales necesidades, pues unas 30 mil personas se hacinan en medio de todas esas carencias.
Junto con sus ministros, el presidente habló con los habitantes y señaló que "hay situaciones en que la pobreza se vuelve insportable, se convierte en miseria y eso ataca a la dignidad del hombre". No obstante, dijo, no podía prometer resolver todo, pero sí regresar para constatar lo que haga su gobierno.
Una mujer con sida, madre de seis hijos, dijo estar cansada de luchar y sin posibilidad de que su famila le ayude, por lo que solicitaba al gobierno su respaldo financiero. De hecho, 90 por ciento de los habitantes viven de empleos temporales en este asentamiento, surgido en 1998.
"Dije durante la campaña electoral que si ganaba las elecciones me gustaría llevar a todo el gabinete para conocer el otro lado de Brasil, para conocer una parte de la pobreza de Brasil. La miseria hiere el mayor sentimiento de la vida humana que es la dignidad", expresó Lula.
Presentó a sus ministros a los pobladores y comentó que "no hay nada más sagrado que desayunar, almorzar y cenar todos los días, e ir a dormir con la panza llena. No es normal que una persona pueda quedarse sin comer tres o cuatro días, como ocurre en este país", por lo que insistió en su propuesta de campaña de crear un nuevo sistema de previsión social.
Por la tarde, Lula y su comitiva prosiguieron con su gira rumbo a Recife, capital de Pernambuco, donde visitaron la favela de Brasilia Teimosa, de unos 25 mil habitantes, cuyas clocas corren a cielo abierto entre las precarias viviendas y donde la electricidad fluye al poblado por intrincadas conexiones clandestinas.
Aquí la población también lo aguardó, esperanzada, y le prodigó aplusos. Centenares de personas consideraron que por primera vez su voto "ha valido para algo", de acuerdo con la lluvia de peticiones y cartas que se repitió.