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Internacional

21 de agosto del 2003

La explosión de Bagdad
Bush chocó con un nuevo Vietnam
Lisandro Otero
Rebelión
La explosión en el Hotel Canal, sede de las Naciones Unidas en Irak y la muerte del Alto Comisionado para Derechos Humanos, Sergio Vieira de Mello, ha abierto los ojos de la humanidad a una realidad nueva: el gobierno de George Bush se ha topado con su propio Vietnam.

Hasta ahora no pasaba un día sin que cayeran soldados norteamericanos o británicos, y aún funcionarios de organizaciones de la ocupación, ante las balas de los francotiradores o en emboscadas de los guerrilleros iraquíes. Ahora la resistencia patriótica ha alcanzado un nuevo nivel de intensidad que indica que se ha alcanzado un horizonte de organización y mortífera eficacia.

El escenario ideal que el clan Cheney-Rumsfeld-Condoleezza habían previsto para Irak era el de un país rápidamente vencido y pacificado, que funcionaría con estabilidad bajo un gobierno títere mientras las grandes corporaciones petroleras se hinchaban los bolsillos explotando el petróleo que pertenece a los musulmanes. La realidad les demostró que su propia ineptitud era incapaz de echar a andar los servicios de suministro de agua potable y electricidad, de restablecer los insumos de manera normal y evitar los saqueos y depredaciones cotidianos.

Ahora este fuerte golpe del Hotel Canal ha arrancado la máscara de normalidad que habían estado fingiendo las autoridades de ocupación y hasta el propio Bush con sus declaraciones aquietadoras. A partir de ahora nadie está a salvo en Irak: la inseguridad generalizada conspira contra el pretendido apaciguamiento. Las numerosas tropas que tratan de someter a Irak son ineptas en su propósito de imponer el servilismo. Existen 138 mil soldados estadounidenses y numerosas fuerzas especiales: los Seals, los Rangers, los Peshmerga kurdos, y la Infantería de Marina que tiene apostado allí el 26° Cuerpo Expedicionario en la poderosa base Rinoceronte. Todos son impotentes ante la ira, la desesperación y la vehemencia nacionalista de los iraquíes humillados.

De otra parte hay que considerar que Naciones Unidas han sido un fámulo sumiso de la voluntad imperial estadounidense. Desde la intervención en la guerra de Corea hasta la irrupción en el Congo contra Lumumba, la ONU y sus agencias han sido polichinelas manejables de la Casa Blanca en todas sus épocas. Para colmo Bush le demostró su desprecio al actuar al margen de la organización para invadir Irak. Koffi Anam ha demostrado ser un mayordomo solícito incapaz de asumir una posición digna.

Desde luego, ninguno puede estar de acuerdo con las tácticas terroristas. En el Hotel Canal perecieron funcionarios de Naciones Unidas que son ajenos al propósito de rapiña imperial que anima a los Bush y a las corporaciones petroleras que han desatado esta sangrienta guerra de conquista. El terrorismo sacrifica vidas inocentes junto a la de los culpables; es indiscriminado y por tanto, injusto. Bush habla contra el terrorismo pero en realidad se expresa contra la decorosa resistencia del nacionalismo árabe a la expoliación extranjera. No obstante, el terrorismo es condenable y no merece el apoyo de ninguna fuerza que apoye el progreso social.

La camarilla petrolera que ocupa de manera ilegal la Casa Blanca recurrirá ahora a medidas de desesperación y hay que estar prevenidos contra los zarpazos del tigre herido. Pueden intentar extender la guerra contra los países limítrofes, posibilidad que les tienta desde que se inició el presente conflicto. Irán y Siria están en la mirilla.

Ya se habla con insistencia de la proliferación de combatientes de Ansar Al-islam infiltrados desde Irán. Quizás traten de fomentar nuevos núcleos de perturbación mundial en centros alejados del Medio Oriente: quizás Norcorea, quizás Cuba. Agresiones focalizadas, de alcance restringido, para lograr una dislocación de la vigilancia cívica y anular la impresión de fiera desdentada y enclenque que están ofreciendo los Estados Unidos.

Los esfuerzos desesperados de Bremer por capturar a Sadam revelan su incomprensión del problema. Cree que capturando al líder terminará con las ideas. Estima que los remanentes del baasismo son los que animan la resistencia. No han entendido que se trata de una insurrección nacional de un pueblo herido y ante eso la represión y el decapitamiento de la cúspide son impotentes. Vietnam ha renacido en Irak.

gotli2002yahoo.com