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Internacional

9 de julio del 2003

El safari africano de Bush

Lucina Mell. World Data Service
Con una estadía de seis horas en Senegal, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, inicia este martes una gira africana por cinco países de ese continente al que le tiene destinado una agenda que dice más por lo que oculta que por lo que explícitamente contiene.

Versiones de la Casa Blanca sostienen que el propósito del viaje de Bush a Africa -el primero a esa región desde que llegó al poder en 2000- responde a cuestiones de primer orden, como la campaña antiterrorista y la lucha contra el SIDA.

Entretelones sin embargo, son otros los motivos que se manejan. Comentaristas políticos argumentan que el periplo, que también abarca Sudáfrica, Botswana, Uganda y Nigeria, encaja en las pretensiones del gobernante de mostrar credenciales como conservador compasivo a menos de 17 meses de las elecciones.

De acuerdo con estadísticas publicadas poco después de los últimos sufragios, menos del 10 por ciento de la población negra estadounidense, votó por Bush, quien incluso fue acusado por varias organizaciones norteamericanas de violar los derechos de esta minoría en el estado de la Florida, donde en 2000 se registraron irregularidades en varios condados, predominantemente poblados por negros.

Detrás de la visita del mandatario, según demuestran varios proyectos del Pentágono divulgados por la prensa norteamericana, también pudieran ocultarse los planes de la Casa Blanca de incrementar la presencia militar norteamericana en África principalmente en el área subsahariana, donde reside más del 11 por ciento de la población mundial.

Aunque el Departamento de Defensa estadounidense niega que pretenda abrir bases permanentes en la región, acaricia la idea de que varios países del norte y sur de África consientan en ceder sus territorios para aceptar tropas norteamericanas bajo el pretexto de ejercicios antiterroristas conjuntos.

Marruecos, Mali, Argelia, Senegal y Uganda -estos dos últimos incluidos en las escalas que hará Bush antes de regresar a Washington el próximo sábado- forman parte del proyecto del Pentágono de contar con unidades donde sus naves de combate pudieran reabastecerse de combustible y hacerse de campamentos de entrenamientos o bases desde las cuales pudieran lanzar ataques preventivos.

Varios miembros del gabinete republicano, han dejado claro que les preocupa la situación de varios gobiernos africanos, los cuales, según Estados Unidos, no cooperan todo lo necesario con la cruzada antiterrorista desatada por Bush a raíz de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.

"África, a juzgar por recientes incidentes, es ciertamente un problema en ascenso", expresó la semana pasada el general de Marines James L. Jones, Jefe del Comando Europeo, que cubre 93 países desde Rusia hasta Sudáfrica.

El oficial se refería a los atentados en Casa Blanca, Marruecos, en mayo pasado, y el secuestro de más de 30 turistas europeos en Argelia a inicios de este año achacados a la red Al Quaeda, el grupo al que Estados Unidos acusa por las voladuras de sus embajadas en Kenia y Tanzania en octubre de 1998 y por los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono hace casi dos años.

Un ejemplo de la importancia que ha cobrado África para Estados Unidos como pieza en el engranaje de su maquinaria bélica y como futuro campo de batalla llegado el momento son las misiones de reconocimiento aéreo y por satélite que Washington realiza sobre el continente desde que tomó Bagdad el pasado 9 de abril.

Por lo pronto, el Pentágono ya envió un pequeño contingente militar para pacificar a Liberia, cuyo presidente Charles Taylor aceptó la propuesta del mandatario Olusegun Obasanjo de refugiarse en Nigeria, país que ha incomodado a Washington y a Londres por su rechazo a las sanciones de la comunidad británica contra Zimbabwe.

La víspera de la partida, las expectativas no eran buenas para Bush. Observadores norteamericanos y africanos coincidieron en presentar los intereses petroleros de Estados Unidos en la región como uno de los principales objetivos del viaje del mandatario, cuya visita ha sido incluso descrita como turística pese a los esfuerzos de la Asesora para la Seguridad Nacional, Condolezza Rice, y el Secretario de Estados Colin Powell de presentarla como un cambio en las prioridades del presidente.