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Internacional

La mística de Bush

Leonardo Boff ALAI-AMLATINA

, Río de Janeiro. Hay muchos motivos que promovieron la guerra contra Iraq, el económico (petróleo), el político (hegemonía planetaria), el ideológico (plasmar la globalización bajo los moldes norteamericanos) y otras. Uno, me parece, funciona como hilo de un collar que sustenta a todos. Es la visión mística del Presidente Bush y de sus más próximos colaboradores. Esta mística reposa sobre dos fundamentos de la tradición cultural norteamericana: el destino manifiesto y la religión civil.
El destino manifiesto (Manifest Destiny) fue acuñado en 1845 por el periodista John O'Sullivan para justificar la anexión de México y el imperialismo norteamericano.
Todavía en 1900 explicaba el senador por Indiana, Albert Beveridge: "Dios designó al pueblo norteamericano como nación elegida para dar inicio a la regeneración del mundo". Esa ideología estuvo siempre viva en la derecha norteamericana y fue saludada muchas veces por George Bush padre e hijo. Se hace continua referencia a "nuestra superioridad moral" para justificar las invasiones político-militares por el mundo.
La religión civil intenta conferir un aura cristiana al destino manifiesto en la forma de integrismo y fundamentalismo religioso. Los fundamentalistas toman la Biblia al pie de la letra y la hacen guía para entender la historia. Así millones de personas, sea viviendo en la periferia, sea en sus trabajos profesionales hasta en centros de alta tecnología consideran que estamos en los últimos días de la historia. Estos son marcados por el enfrentamiento entre el bien y el mal, por guerras devastadoras y por la actuación del Anticristo.
Próximamente se dará la segunda venida de Cristo que instaurará la era perfecta, preparando su venida definitiva cuando los fieles serán arrebatados al cielo, recibiendo un cuerpo de gloria. Emergerá, entonces, un nuevo cielo y una nueva Tierra. Curiosamente el fundamentalismo hebreo estadounidense ve en la instauración del estado de Israel parte del proceso de redención del mundo. Reconstruido el templo, el Mesías vendría, trayendo la redención para todos. Margott Patterson en un conocido semanario católico, National Catholic Reporter (11/10/02), mostró la colaboración existente entre estos dos fundamentalismos, cada cual con sus objetivos, pero unidos en la creencia del fin de la historia (Will Fundamentalist Christians and Jews ignite Apocalypse?).
Es conocida la religiosidad fundamentalista de Bush y de sus colaboradores como lo reveló la revista Newsweek en su artículo de portada. Ellos tienen una profunda convicción de que Dios escogió a los Estados Unidos para salvar el mundo. Se sienten instrumentos para esa misión divina.
Todos los días Bush se levanta más temprano para leer la Biblia y hacer sus oraciones. Antes de tomar decisiones, el grupo reza para que Dios los haga cumplir esta misión de forma determinada.
Ahora podemos juntar los eslabones: Bush se mueve por misión. No necesita el aval del Consejo de Seguridad. El tiene a Dios. Es imperativo derrumbar a Saddam Hussein pues él es una de las expresiones del Anticristo. Se apropia del petróleo de Iraq porque abastece la base material para el cumplimiento de la misión. La globalización debe ser modelada por los valores norteamericanos, pues solo éstos son queridos por Dios.
Los otros no construyen el nuevo mundo.
Lo trágico es que Bush está lleno de buena voluntad sin ninguna autocrítica. Por eso, esta buena voluntad no es buena. Solo produce guerra, "choque y pavor" y muerte de inocentes.
* Leonardo Boff. Teólogo.