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Internacional

12 de marzo del 2003

Pax Americana: La construcción del imperio

Firas Al-Atraqchi
YellowTimes
Traducido para Rebelión por Germán Leyens .

Durante la guerra entre Irak e Irán, que produjo más de un millón de muertes a ambos lados entre 1980 y 1988, Irak fue presentado como el defensor de la Puerta Oriental de los Árabes de la horda persa. La administración Reagan de la época comprendió que si Irak caía, todo el Golfo Pérsico árabe, rico en petróleo, sucumbiría al virulento tipo de gobierno islámico shií de Irán, despojando a EE.UU. y a Occidente de los vitales suministros de petróleo..
El temor en la administración Reagan era que Irán pasaría a través de Irak y se asociaría con Siria e Hizbolá en Líbano. No sólo controlaría Irán un 66 por ciento del suministro de petróleo del mundo, sino que estaría en condiciones de amenazar seriamente la seguridad de Israel..
En consecuencia, la administración Reagan, con la ayuda de la CIA de George Bush padre, decidió inclinar un poco la balanza a favor de Irak. Sin embargo, la administración Reagan aún no tenía relaciones diplomáticas con Irak (fueron rotas después de los Acuerdos de Paz de Camp David entre Egipto e Israel), pero logró mantener un apoyo tácito a través de Egipto, Kuwait, Arabia Saudí y Jordania..
Más adelante se supo que el difunto Anwar Sadat de Egipto, despreciado por Sadam por el acuerdo de paz con Israel, le suministró cerca de 1.000 millones de dólares en armas y munición. Personal militar iraquí reveló posteriormente que las armas egipcias eran anticuadas y que apenas funcionaban..
Por su parte, saudíes y kuwaitíes vertieron miles de millones de dólares en la infraestructura de Irak, incluyendo varios programas de armas de destrucción masiva. Las autoridades kuwaitíes estaban tan empecinadas en su apoyo a Irak que todo examen crítico de la dirección iraquí era ferozmente atacado y vilipendiado..
El conocido historiador Edward Said recordó más tarde su intercambio con un funcionario kuwaití sobre el tipo baasista de socialismo de Irak: "en una franca conversación con el Ministro de Educación de aquel entonces, Hassan Al-Ibrahim lo acusé, y a su régimen, de ayudar e impulsar el fascismo árabe con su apoyo económico a Sadam Husein. Se me dijo entonces que Kuwait estaba orgulloso de haber comprometido miles de millones de dólares en la guerra de Sadam contra 'los persas', como los llamaban desdeñosamente, y que era una lucha más importante de lo que alguien como yo pudiera comprender." .
Sin embargo, la administración Reagan tuvo mucho cuidado de no inclinar demasiado la balanza a favor de Irak y permitió que Israel suministrara ayuda logística y militar de menor importancia a Irán. Parece más de lo que se pueda imaginar que Irán e Israel se ayudaran mutuamente, pero los tiempos de guerra generan peculiares alianzas (como Israel salvando al rey Husein de Jordania durante Septiembre Negro en 1970.) Fue todo súper-secreto, por supuesto, pero terminó por culminar en el famoso escándalo Irán-Contra, con el cual se relaciona tan maravillosamente a Oliver North..
Sin embargo, el mandato era evidente: Irak debía defender a los estados árabes del Golfo, y por extensión económica, a Occidente y a EE.UU. de la expansionista revolución islámica de Irán..
La guerra Irak-Irán terminó en un punto muerto militar, con ambas economías en la impotencia. Luego vino la invasión de Kuwait, la Guerra del Golfo de 1991, y 12 años de sanciones económicas..
En 2003, Irak sigue jugando un papel. Esta vez, por irónico que parezca, Irak es el campo de batalla, el último baluarte entre los esfuerzos por crear un Imperio Estadounidense y la voluntad del resto del mundo. Por cierto, hay varias razones económicas, morales, o diplomáticas por las que las antiguas potencias colonialistas de Europa (Francia, Alemania, Austria, Rusia, etc.) están tan opuestas a la posición de EE.UU. sobre Irak, pero comparten una inquietud común de que la política exterior y económica de EE.UU. llegará algún día a dominarlas: el nacimiento de un nuevo Imperio Romano, si se quiere..
La historia se está repitiendo, pero de una manera sutil: hoy estamos en el umbral de la Europa previa a 1914, cuando las potencias coloniales discutían entre ellas a la sombra de las aspiraciones nacionalistas..
Más allá de los astutos argumentos de la eliminación de las armas de destrucción masiva está el innegable deseo, la abrumadora confianza, de que EE.UU. sea capaz de ejercer su influencia militar y económica (ya no tanto esta última) en todo el mundo. Es verdad, EE.UU. ha jugado un papel importante en la política en la mayoría de las áreas del mundo, pero una invasión de Irak aseguraría que la 'visión estadounidense, o la Pax Americana, se haga global..
En diciembre de 2000, George W. Bush declaró ante la prensa que Sadam constituía una amenaza para los mercados del petróleo y que "habría que ocuparse de él". En la primera semana en su puesto, Bush ordenó un ataque con misiles crucero, simbólico, aunque profético, contra Irak..
En los próximos meses y años, el plan es convertir a Irak en una democracia estéril, que su riqueza petrolera alimente hasta el infinito a las economías globales, y que otros bravucones locales se adapten, sea mediante la intervención directa de EE.UU. o como resultado de la cólera insatisfecha de sus pueblos 'esclavizados'..
El conflicto del Oriente Próximo, el atolladero palestino-israelí, sería resuelto cuando los militantes en Palestina se den cuenta de que no cuentan con apoyo y cedan en las negociaciones de paz, preparando el camino para una solución de dos estados..
La economía de EE.UU. recibiría una inyección del tipo viagra; millones de puestos de trabajo serían creados en EE.UU., sólo para asegurar la debilitada infraestructura petrolera de Irak, cuando los precios del petróleo se derrumben a unos 7 dólares (EE.UU.) por barril..
La creciente influencia de Rusia como un importante exportador de petróleo sería reducida; Arabia Saudí sería abandonada a favor de 'pastos más verdes' (Irak), y al florecer las instituciones democráticas en todo el Oriente Próximo, el extremismo islámico se extinguiría gimoteando. China seguiría siendo un tigre de papel basado en EE.UU. para tener un suministro estable de petróleo..
Como copia del plan Marshall de después de la II Guerra Mundial, el Oriente Próximo, y después, el resto del mundo, gozarían de una prosperidad sin precedentes bajo la tutela del 'Águila Americana'..
Aunque esto suene como un sueño por el que vale la pena morir, hay innumerables riesgos involucrados. Hacer una lista requeriría todo un volumen; baste con decir que hay motivos de queja culturales, religiosos e históricos que no han sido tomados en consideración. Irak no es Alemania; los alemanes compartían una religión común, un fundamento filosófico común, y un patrimonio blanco europeo común con los Aliados. Irak no tiene nada en común con EE.UU..
Además, Irak no es Japón. Los japoneses, por tradición, eran serviles y obedientes hacia el Emperador Hirohito, que no fue arrestado ni juzgado, sino dejado intacto como una figura decorativa para que los japoneses pudieran identificarse con él. Irak no tendrá a un iraquí al mando, sino, según las noticias, a una mujer blanca, cristiana, estadounidense -la antigua embajadora a Yemen, Barbara Bodine. No tiene nada en común con el pueblo iraquí..
Además, es improbable que los iraquíes, y por extensión, el resto del pueblo árabe y musulmán aprecien que se les "dé una paliza para que se porten bien". La noción de que una invasión de Irak sería el capítulo final de las Cruzadas prevalece en esa parte del mundo..
Desde el punto de vista estratégico, si todo va bien, el mundo verá en los próximos meses el nacimiento de un imperio. Si algo inesperado o inexplicable ocurre, el imperio nacerá muerto y puede sobrevenir una carnicería global..
10 de marzo de 2003
[Firas Al-Atraqchi, B.Sc (Physics), M.A. (Periodismo y Comunicaciones), es un periodista canadiense con once años de experiencia cubriendo temas del Oriente Próximo, de los mercados del petróleo y del gas, y de la industria de telecomunicaciones.]
Su correo es: fatraqchi@YellowTimes.org