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Internacional

5 de marzo del 2003

La lista de Forbes

La revista Forbes acaba de publicar su habitual relación de las personas que poseen más de mil millones de dólares. Aparentemente la lista de Forbes es el escaparate del éxito, pero en realidad es la expresión del fracaso de un sistema, del rotundo fracaso del capitalismo como modelo para resolver los problemas de este planeta. żO puede calificarse de exitoso un sistema que conduce a la miseria a la mayoría de la humanidad, mientras menos de quinientas personas acaparan 225 billones de pesetas?..
La ONU tiene la "perniciosa" costumbre de publicar anualmente su Informe sobre el Desarrollo Humano. En él, año tras año, se comprueba, se demuestra, se verifica cuantitativa y cualitativamente que la distancia entre ricos y pobres se agranda. Cuanto mayor es el imperio del libre mercado, cuantas más facilidades se le dan a las empresas del primer mundo, cuanto más se desarman económicamente los estados de los países empobrecidos, más se extiende la pobreza extrema por el planeta..
La utopía neoliberal predica que el libre mercado extenderá el progreso y la riqueza (Ħeso sí que es utopía!), pero esa prédica es rebatida cada día, no ya en la teoría, sino en sus muy concretos y desastrosos resultados sociales. Si este sistema se propone como modelo global ha demostrado ya su fracaso. Pero si se propone únicamente como medio para el progreso de los países ricos, entonces no es modelo sino código de piratería, y se convierte automáticamente en rechazable pues se basa en la explotación por aquellos del resto del planeta..
El primer paso para terminar con este orden de cosas puede haberse dado ya, en Seatle, en Porto Alegre,... El primer paso consiste en que la población del primer mundo entienda que existe una relación directa entre la lista de Forbes y la miseria mundial. Puede que Bill Gates y alguno de sus colegas no sean personalmente responsables de la pobreza ajena, pero el sistema que les permite ser multimillonarios sí lo es..
Quisiéramos hacer una reflexión final dirigida a aquellas personas que todavía piensan que los países pobres son los culpables de su subdesarrollo: existe un sencillo ejercicio escolar que ilustra la realidad. En un mapamundi deben colorearse de rojo los países pobres y de azul los ricos. En un segundo mapamundi coloréense de rojo los países que fueron colonias y de azul los que fueron metrópolis. Y compárense ambos. El rojo coincide con el rojo, el azul con el azul: en la paleta del neoliberalismo ni se mezclan los colores ni cabe el arco iris.
Enrique Cerro
Eufrasio Gómez
Esteban Ortiz
Elías Rovira