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Internacional

24 de febrero de 2003

The Bush brothers (Granujas a todo ritmo)

Ouka Laredo

Tras la muerte del gran John Beluschi parecía un pecado intentar una nueva cinta tras la primera versión, en 1980. Pero la ambiciosa maquinaria de Hollywood ha querido estrenar a bombo y platillo la tercera entrega, esta vez protagonizada por la pareja borrachina y colgada del momento ( y hermanos en la vida real): George W. y Jeb Bushluschi. ¿Quién detendrá a este par de granujas? .
La memoria de Beluschi, el gran actor que murió a los 33 años reventado de alcohol y cocaína, queda ahora reivindicada por dos buenas estrellas que, aunque ya un poco talluditas y sin el cuerpo para galanuras (el alcohol y las drogas pasan factura tarde o temprano), están sacando lo mejor de ellos mismos. No en balde son vástagos del legendario George Bushluschi padre, un fenómeno curioso en la historia del séptimo arte, ya que no fue ni actor ni guionista, sino películas enteras. Fue, por recordar un ejemplo, "Apocalypse now", adaptación libre de la obra "El corazón de las tinieblas" de Josep Conrad. .
Los hijos, a quienes de lejos se les nota que crecieron felices en los jardines de la Casa Blanca, dando patadas a los mayordomos y pellizcando el trasero a las cocineras, salieron del cascarón y el padre los colocó rápidamente en buenas posiciones: a uno lo puso de presidente de Estados Unidos y al otro de Gobernador de Florida. Dos excelentes sitios para ligar, divertirse y hacer gamberradas, que caramba. .
Con el paso del tiempo se comprobó que la política no llenaba las expectativas de este par de simpáticos caraduras. Y las juergas y litros de alcohol llevaron directamente al cine a los hermanos Bushluschi. Al cine de tiros, bombas y puñetazos, al cine de enemigos perversos que quieren acabar con la humanidad, al cine de agentes de la CIA asesinos, al cine de las guerras que se ganan en la pantalla, pero que luego no es así en la vida real. Al cine taquillero, vamos. .
Y aquí les tenemos en la nueva entrega que da comienzo cuando el personaje central, Jake Blues (George W.), después de salir de la cárcel, donde cumplió una breve condena por genocidio, decide junto a su hermano Elwood (Jeb) redimir al mundo y llevar adelante una misión divina para lo cual tienen que bombardear un país lejano. Las causas del ataque no se conocen bien y detectamos el punto débil de la cinta precisamente en la flaqueza del guión. .
Las escenas de persecuciones de árabes por las capitales europeas están muy logradas, así como los efectos especiales de las avionetas por la selva colombiana. La entrada de Harpo Marx, como ministro de Exteriores de España, intentando reforzar la misión divina de la pareja está, hay que reconocerlo, un poco fuera de lugar y no consolida la potencial carga dramática de la cinta. .
Sin embargo son de agradecer las correrías de Elwood por España, quien reafirma su republicanismo frente a un repeinado Groucho Aznar, en una graciosa escena muy aplaudida por los espectadores de izquierda. .
Esta secuencia está repleta de diálogos chispeantes como cuando Elwood le dice a Groucho: "En unos pocos meses la relación entre Estados Unidos y España va a dar beneficios que nadie se puede imaginar hoy día". La respuesta de Groucho es rápida y ácida: "No podrán pescarnos; estamos en una Misión de Dios. Pero es mejor estar callados y parecer tontos, que hablar y despejar las dudas definitivamente". .
La escena final es delirante. Está rodada realmente en "La Capilla de la Pradera" que es el televisivo nombre del rancho texano de la familia Bushluschi, cerca de Waco. Esto es muy interesante y merece la pena recordar que fue en esta localidad, donde el 19 de abril de 1993, se rodó también otra gran película en la que apuestos actores del FBI y de la ATF(Alcohol, Tobacco and Firearms Bureau) el grupo policial fundado por Eliot Ness ("Los Intocables", excelente serie televisiva y luego largometraje) llevaron a cabo una operación quirúrgica en la que masacraron a un grupo religioso de carácter ultra. En el ataque preventivo, con tanques y armas pesadas, los mozalbetes federales mataron a 84 personas, entre adultos y niños. .
Pero no nos distraigamos. En el rodaje de ahora, también aparecen, como en las dos versiones anteriores de The Blues Brothers, reconocidos personajes públicos. En el jardín, con un fondo de pozos de petróleo, hay un decorado con el interior de una iglesia gospel , y en el altar se encuentran Jake Blues y Elwood vestidos con coloridas sotanas. Entre los feligreses se advierten agentes secretos, espías y matones de discoteca, con pinganillos en los oídos. En un momento determinado agarra el micrófono el mismísimo secretario de Estado americano, Colin Powell, disfrazado del poli ventrílocuo de "Locademia de Policías", quien hace una pedorreta, simulando que es una explosión y entonces todos se tiran al suelo, como muertos. .
Finalmente, todo ha resultado una broma pesada, se levantan y comienza un enloquecedor baile. Los asistentes adquieren semblantes iluminados por la luz de la misión divina y baten palmas. Mientras, Jake Blues recorre el pasillo dando saltos mortales y tirabuzones en el aire a los sones del tema "Everybody needs somebody...". Groucho Aznar está extasiado y levanta las manos al cielo. De repente se detiene, se aprieta el nudo de la corbata y mira serio a la cámara en un primer plano final: "Miren ustedes: parece que con tanta manifestación y tanta gaita están en los años treinta. Y no es verdad, estamos en los años setenta y esto es una misión divina, como consta en los informes que me han pasado Mortadelo y Filemón. Al fondo se oyen risas y carcajadas hasta que una voz se impone y grita con firmeza: ¡Corten!.