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Internacional

16 de febrero del 2003

Washington aislado

Gennaro Carotenuto
Brecha

Estados Unidos jamás habría imaginado encontrar tanta resistencia en su carrera belicista. Hace apenas una semana, el presidente George W Bush pensaba doblegar toda resistencia con un ultimátum a la Organización de Naciones Unidas (ONU). Si la ONU quiere apoyar la guerra -fue la sustancia del discurso de Bush- tiene su última oportunidad para hacerlo; de otra manera perderá legitimidad. Parecía el fin de todos los juegos; hasta los aliados reacios parecían forzados a sumarse a la solidaridad atlántica. Cientos de miles de hombres, miles de aviones, misiles y bombas inteligentes, parecían listos para ofrecer al pueblo iraquí el don de la libertad y de la democracia..
Sin embargo, la política internacional está ofreciendo al mundo al menos dos noticias preocupantes. La primera es la pretensión por parte de Estados Unidos del monopolio del uso de la fuerza y de las armas de destrucción de masas en el planeta. La segunda es que este monopolio no existe, es imposible, no existirá jamás, y la pretensión de imponerlo al mundo hace entrar en crisis a los imperfectos organismos que la humanidad ha intentado darse para la resolución de conflictos. Para Estados Unidos la ONU debe su legitimidad al respaldo a las decisiones de Washington. Un diario como The New York Times llegó a proponer la expulsión de Francia del Consejo de Seguridad de la ONU. La cohesión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), raramente cuestionada, quedó quebrada, en la medida que aparece como un sistema de vasallaje donde la primera oposición a su líder natural provoca una crisis que la deja como una caja vacía..
TRES DISIDENTES .
En el seno de la OTAN se abrió la crisis más grave en los 54 años de historia de la alianza. Las crisis anteriores ostentan las caras en blanco y negro de Charles de Gaulle y del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. Entre la caída del muro de Berlín y la crisis kosovar de 1999, la alianza parecía haber encontrado una misión nueva en la resolución de conflictos que ponían en riesgo los intereses occidentales. Pero fue a raíz de los ataques del 11 de setiembre cuando la OTAN dio muestras de su nueva naturaleza de herramienta expansionista al servicio de Washington. "Lo toman o lo dejan", dijeron a sus aliados, y es significativo que frente a diferencias que hasta hace unos días parecían menores, Estados Unidos optara por aumentar la tensión. No es casualidad que desde la Casa Blanca se hayan utilizado términos como "amotinamiento", "vergüenza", "imperdonable" o "incomprensible". Un aliado no se amotina y la de Francia, Alemania y Bélgica no es otra cosa que la primera rebelión abierta a la autoridad de Estados Unidos..
Sin embargo, la posición de los tres disidentes es muy sencilla: no se puede preparar la defensa de un país miembro frente a una agresión todavía virtual (como reclama Turquía) y que sería eventualmente sólo una represalia a una guerra preventiva que todavía no ha sido decidida por las Naciones Unidas..
Ya van cinco reuniones -en apenas tres días- de los embajadores de los 19 miembros de la alianza acreditados ante ese organismo, sin siquiera poder emitir un comunicado común que suavice las diferencias. Estados Unidos había empezado el rutinario procedimiento de disponer el armamento defensivo que protegería a Turquía de una eventual represalia iraquí. Se trata del patrullaje con aviones radar Awacs, la puesta en función de baterías de misiles antimisil Patriot y la llegada de especialistas para neutralizar armamentos químicos y bacteriológicos. No hubiese sido nada del otro mundo: una medida normal de preparación de una guerra ya decidida. Pero la voluntad franco-alemana y belga de abrir otro frente de conflictividad ha obligado a Turquía a pedir, por primera vez en 54 años, la aplicación del artículo cuarto del Pacto Atlántico que prevé consultas de los miembros en caso de amenaza contra uno de ellos..
No hay amenaza, han contestado los tres países disidentes. Antes de la guerra en Afganistán, Estados Unidos invocó la aplicación del artículo cuarto del pacto para después ridiculizarlo, prescindiendo de la ayuda de los aliados y transfiriendo el comando de las operaciones bélicas de Bruselas a Tampa, en el estado de Florida. De esa manera, fue Estados Unidos quien comenzó a vaciar de sentido a la OTAN. En el contexto actual, aparece menos utópico el pedido de la izquierda radical europea, desde la caída del muro de Berlín, de disolver la OTAN de forma simultánea a la disolución del Pacto de Varsovia..
DOCTRINA BUSH .
Tampa era el embrión de la doctrina Bush de la guerra preventiva. La ampliación de la OTAN al Este y la asociación con Rusia modificaron la naturaleza de aquélla -cada vez más consejo político y cada vez menos alianza militar- pero sobre todo la encaminaron hacia su colisión con la Unión Europea. La alianza existía gracias a la fidelidad a Estados Unidos de un grupo de países que intentaban al mismo tiempo construir estructuras políticas y hasta militares comunes y no coincidentes con la OTAN. La carta de los ocho en apoyo a Estados Unidos (véase BRECHA 7- II-03), introdujo una inédita concepción de la alianza como herramienta de división dentro de la Unión Europea. Sin embargo, el producto envenenado, diseñado por Donald Rumsfeld para dividir a sus aliados, ha llevado en menos de una semana a que la escisión contagiara a la OTAN..
La política exterior de Estados Unidos aparece dominada por un cortoplacismo exasperado. El gobierno estadounidense ya no oculta que el objetivo de la agresión contra Irak no es el desarme de la antigua Babilonia, ni la cabeza de Saddam Hussein, ni menos aun la lucha contra el "terrorismo", sino el reajuste de toda la región del Oriente Medio a la medida de los intereses de la superpotencia. Y este reajuste dañaría antes que nada los intereses de aquellos países - Rusia y Francia en primer lugar- que tuvieron en esta década una posición de diálogo hacia el dictador de Bagdad. Pero los productos -quizás mucho más envenenados- de este reajuste, no son claros ni siquiera para Washington..
No es menos grave la situación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los dos países anglosajones, según cálculos del gobierno alemán, sólo pueden contar con el apoyo de los gobiernos de España y Bulgaria. El recuento de los votos habla de once contra cuatro, en favor de los países que se oponen al uso inmediato de la fuerza. En este contexto el veto francés, ruso o chino sería innecesario, ya que para ser aprobada una resolución de la ONU no sólo necesita que ninguno de los cinco miembros permanentes se oponga, sino también que al menos nueve miembros voten a favor. Es un contexto donde a Estados Unidos no le quedaría otra opción que dar un paso atrás o considerar, según las palabras del mismo presidente Bush, como deslegitimado al Consejo de Seguridad y empezar su guerra de forma unilateral..
El documento conjunto, firmado por Alemania, Francia y la Rusia de Vladimir Putin, perfila un escenario nuevo; es una respuesta indirecta al documento de los ocho y es la tercera pieza de una semana particularmente intensa en la política internacional y especialmente indigesta para el gobierno de Washington. Es muy significativa esta convergencia entre tres países cargados de historias diplomáticas muy diferentes. Los tres afirman creer en una alternativa a la guerra en Irak, y perfilan el envío de un número mucho más ingente de inspectores y la utilización de aviones franceses y rusos para el control del espacio aéreo iraquí. Son medidas que pueden provocar varias úlceras a los halcones Rumsfeld, Bush y Condoleeza Rice. Pero son las palabras del canciller alemán, Gerard Schroeder, las que dan la pauta de la gravedad del momento: "La crisis iraquí pone al mundo ante una elección histórica entre un planeta multipolar o una sola superpotencia para decidir por todos".