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Internacional

23 de diciembre de 2003

Por qué la economía norteamericana no está generando empleo

Lee Sustar
Socialist Worker

Si la economía está creciendo tan rápido, ¿por qué el mercado laboral todavía es tan mezquino? Los informes económicos de principios de este mes mostraban que la economía norteamericana creció a una tasa anual de 8,2% de julio a septiembre, al ritmo más rápido en 20 años--pero sólo produjo una ganancia neta de 57.000 nuevos empleos en noviembre.

Los apologistas de la administración Bush argumentan que el crecimiento en el empleo a menudo suele ser lo último que aparece en una recuperación económica. Hasta aquí esto es correcto. Pero omite el hecho de que en el lapso de tiempo entre el fin de la recesión en el año 2001 hasta la recuperación lenta en el empleo a comienzos de este año han pasado más de dos años, la más larga desde la Segunda Guerra Mundial.

Es más, la tasa de desocupación de 5,9% no es mucho más baja que el 6,4% que vimos a comienzo de este año -y sería mayor si se contaran los 1,5 millones de personas " marginalmente ligados a la fuerza de trabajo", como los llama la Oficina de Estadísticas del Trabajo. Según el Instituto de Política Económica, un total de 2,3 millones de personas fueron obligadas a retirarse o se demoraron en entrar a la fuerza laboral -lo cual llevaría la tasa de desocupación real al 7,4%.

¿Entonces, por qué el vivo crecimiento no ha producido más empleos? La respuesta es que la economía norteamericana está en medio de una restructuración agresiva que está exprimiendo más ganancias a menos trabajadores, mientras utiliza las devaluaciones de la moneda y barreras comerciales a expensas de los rivales de EE.UU.

Para aliviar el dolor, Washington ha inventado una Novocaína económica: estimular la economía a través de los recortes de impuesto y una alta dosis de gastos militares, mientras se mantienen las tasas de interés bajas para estimular el gasto de los hogares. Por supuesto que hay otro aspecto de la agenda económica de Bush -transferir riquezas desde los trabajadores a los ricos y crear una crisis fiscal que justificará más recortes en los gastos del gobierno y "reformas " como la privatización parcial de Medicare.

El estímulo fue cronometrado para calentar la economía bien cerca de la elección de 2004. Aún así, hay una lógica básica que opera en el plan económico de Bush. Al enfrentar una saturación mundial de mercancías, desde automóviles hasta aviones y cables de telecomunicaciones y más, las empresas han sido renuentes a invertir en una nueva producción que estimule el empleo.

En vez de eso, la economía tuvo que ser sostenida con las tasas de interés más bajas en 40 años, permitiéndole a los trabajadores y la clase media que aumenten el gasto de los consumidores refinanciando las hipotecas y aprovechando el financiamiento para autos especial "cero por ciento" el automóvil financiando. Los recortes en los costos por medio del cierre de fábricas y despidos, mientras se sacaba provecho de las bajas tasas de interés para endeudarse se acumularon durante el boom de los '90.

Las bajas tasas de interés y los crecientes déficits del gobierno federales contribuyeron a una caída en el valor del dólar -con la bendición de la administración Bush- en los mercados internacionales, donde el dólar cae más del 30% en relación al euro desde 2001 (pero no, sin embargo, en relación a las divisas de China y la mayoría los países del este asiático). El resultado es que las exportaciones de EE.UU. son más baratas en relación a Europa, que ha logrado desacelerar la pérdida de empleos en el sector industrial en los últimos meses.

La inversión comercial norteamericana en equipos y software también saltó en el tercer trimestre, después de dos años de declive y estancamiento. Incluso la nueva inversión en " estructuras" -fábricas, etc- apenas estaba en territorio positivo, y lejos de recuperarse de la larga caída en esos gastos desde que la recesión empezó a comienzos de 2001.

La productividad, sin embargo, se elevó a las nubes, con un aumento promedio de 5,4% durante los últimos dos años. A fines de los '90, se atribuyó el crecimiento de la productividad al milagro de la tecnología. Con gastos tan deprimidos en esa maquinaria, está claro que los patrones empujaron la productividad a la vieja usanza -haciendo que los trabajadores se esfuercen más por menos, y limitando nuevos contratos tanto como sea posible.

Hay otras barreras para la economía norteamericana que son demasiado numerosas como para discutir aquí -las más importantes, las guerras comerciales y la confianza en que los inversores internacionales financien el déficit comercial y presupuestario norteamericano.

La recuperación es real. Pero para los trabajadores la economía va a sentirse como una recesión por algún tiempo -a menos que nos organicemos para hacer algo al respecto.

Traductor: Guillermo Crux