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Argentina: La lucha continúa

Apuntes sobre la Coyuntura
Elecciones 2003: Del 27 de Abril al ballotage

Claudio Lozano

mayo de 2003.

El presente papel pretende discutir algunas de las interpretaciones que se han puesto en circulación a partir de las elecciones del pasado 27 de Abril, así como también proponer ciertas consideraciones respecto al debate hoy planteado en términos de que las opciones en discusión para el próximo ballotage configuran dos modelos absolutamente distintos.

Diferentes análisis y comentarios han presentado las elecciones presidenciales señalando:

a) La alta participación

b) La importancia del voto peronista

c) El predominio de un voto conservador

d) La mayoritaria adhesión del voto joven a Menem

e) La mayoritaria adhesión a Menem de los sectores de menores ingresos

Examinaremos estos argumentos intentando presentar una visión distinta


I) SOBRE LA ELEVADA PARTICIPACION

Este argumento ha sido manejado con el objeto de exhibir cierta reconciliación de la sociedad con el sistema político, en abierta contradicción con lo ocurrido en las elecciones legislativas de Octubre del 2001. Momento este, donde la advertencia social al sistema institucional por vía del ausentismo, el voto anulado y en menor medida el voto blanco, alcanzo niveles inesperados (41% del padrón). No obstante, y sin negar que efectivamente lo ocurrido el 27 de Abril poco tiene que ver con lo acontecido en octubre del 2001, cierto es también que la comparación lógica a realizar obliga a considerar los niveles de votación con los registrados en otras elecciones presidenciales. En este sentido, y considerando como parte de la rutina institucional los niveles de ausentismo, voto en blanco y voto nulo que se registraron en las dos primeras elecciones presidenciales (1983 y 1989), surge que los votos válidos (positivos) en dichas elecciones se ubicaban en torno al 83% del padrón.

El punto de inflexión en esta materia se observa a partir de ese momento ya que los votos válidos pasan a representar en las dos elecciones presidenciales siguientes un 76% del padrón electoral. Es decir, que a partir de la irrupción en la escena política del menemismo (experiencia que supone un serio viraje en la perspectiva histórica del peronismo, al tiempo que lleva al limite el fenómeno del "desconocimiento del mandato" que ya había sido expreso en la primer gestión institucional de Alfonsin) se registra una elevación en el porcentaje de votos ausentes, nulos y el blancos. Ciertamente, la diferencia en los porcentuales que se observa a partir de 1989 indica con claridad que se trata de un nuevo comportamiento político del electorado y no un efecto lógico, esperable o asociable a problemas de carácter administrativo.

La elección del 27 de Abril del 2003 debe ser puesta en linea con estos resultados. Así, tomando los datos oficiales, surge que sobre un padrón total de 25.479.366 votantes, emitieron votos válidos 19.239.403 personas. Es decir, el 75,5 % del padrón. Corresponde señalar que lo expuesto indica que si hubiese votado el 83% del padrón (media histórica de las presidenciales argentinas y previa a 1989), los votos validos hubieran ascendido a 21.147.873. Como esto no ocurrió, y los votos válidos son los mas bajos de la serie correspondiente a las elecciones presidenciales, puede decirse que hubo 1.908.470 argentinos (el 9,9%) que decidió no participar por diferentes vías (dominantemente en este caso el ausentismo). Si se tomara este agregado como un actor político podríamos señalar que el mismo habría sido el sexto candidato en materia de preferencias electorales. No obstante, y a efectos de no dar lugar a confusiones, debe quedar claro que dicho agregado no existe. Simplemente, lo que se busca señalar es que como elección presidencial, el 27 de Abril mantiene la tendencia descendente en términos de participación política y no puede ser presentada con las loas participativas que algunos comentarios realizaron. En realidad, lo que corresponde precisar como cuestión esencial a identificar en el comportamiento electoral de la Argentina actual, tanto a la hora de votar como ante la decisión de "no hacerlo", es que de manera dominante se trata de decisiones tomadas en soledad y en ausencia de un proyecto colectivo.


II) ACERCA DEL VOTO PERONISTA

Este argumento suma linealmente los votos que obtuvieron Kirchner, Rodríguez Saá y Carlos Menem y afirma que el peronismo término atrapando el 60,48% de los sufragios. Se trata de una lectura que sigue observando el panorama político de la Argentina en clave peronista y radical. Puede incluso afirmar que mas del 90% del electorado fue captado por peronistas o radicales. En este sentido, entendemos que las experiencias populares que históricamente representaron el peronismo y el radicalismo, poco tienen que ver con la realidad actual del Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. Sin duda alguna, las transformaciones abiertas por la dictadura militar y profundizadas durante la década del noventa implicaron modificaciones estructurales de importancia. Nadie puede asimilar hoy la otrora clase trabajadora conformada por asalariados dominantemente registrados (formales) y con un anclaje importante en el sector industrial, con la realidad actual de desempleo, precariedad, clandestinidad laboral y contratos temporales que han transformado a los asalariados registrados en apenas un 30% de la fuerza de trabajo disponible. Tampoco es fácil emparentar a las viejas capas medias y sus comportamientos políticos con una realidad como la de hoy donde prácticamente el 70% de los pobres por ingresos vienen de las históricas capas medias de la Argentina. Por último, los empresarios nacionales que fueron parte de ambos proyectos, han sido dominantemente liquidados durante las ultimas dos décadas. Parece fácil de entender que frente transformaciones de esta magnitud, las experiencias del peronismo y el radicalismo han visto alteradas de manera sustantiva sus base de sustentación y anclaje social.

Por otra parte, el hecho de que tanto los justicialistas como los radicales hayan gestionado desde el 83 el aparato de Estado, ha permitido que ambos Partidos hayan profundizado sus vínculos con la nueva estructura que exhibe el poder económico en la Argentina. El resultado de ambas cuestiones (transformaciones estructurales y gestión del Estado) han redundados en términos de:

-experiencias de gobierno que poco han tenido que ver con sus respectivas historias.

- crecientes procesos de ruptura, fragmentación y reconfiguración de articulaciones sociales al interior de cada uno de los partidos

- Imposibilidad (fáctica) de desarrollar sus internas. El PJ llego a la elección nacional con tres candidatos y el radicalismo no solo no contuvo sus votos sino que la intención de desarrollar su interna termino en un verdadero escándalo salpicado de fraude y demás perlas del folklore nativo.

Si bien es cierto que la experiencia tanto del peronismo como del radicalismo, siguen pesando como viejas matrices político culturales a las que puede apelarse en búsqueda de influir en los comportamientos electorales, parece difícil luego de todo lo ocurrido en la historia reciente seguir apelando a análisis que presenten los resultados electorales en términos de peronismo y radicalismo. No es cierto, por lo menos desde nuestra perspectiva, que sumando a los tres justicialistas se obtiene el viejo continente peronista y que sumando a los tres radicales se obtiene el viejo continente radical. En este sentido, corresponde precisar el significado de una frase que ha sido acunada y que señala que la mayor parte de los votos peronistas fueron capturados por Menem. Para ser serios, más que de votos peronistas, de lo que se está hablando es de como se redistribuyeron los ex votantes justicialistas de 1999. Observemos para esto el Cuadro Nš1.

Cuadro Nš1: Donde fueron los votos del PJ.

Voto 2003

Ex votantes del PJ 1999

Menem

42,8 %

Kirchner

34,1 %

Rodríguez Saá

11,9 %

López Murphy

4,5 %

Carrió

3,6 %

Otros

3,1 %



Puede observarse que el 57,2% de los que votaron al Justicialismo en el 99 no acompañaron a Menem en esta elección presidencial. A la vez el 11,2% de los votantes eligieron opciones no Justicialistas y el 46% de ellos buscaron expresiones del Justicialismo por fuera de Carlos Menem. Por lo tanto, además de precisar que la noción de peronismo ha variado de manera sustantiva, corresponde señalar que si bien es cierto que Menem es en realidad el candidato más votado dentro de los votantes del Justicialismo del 99, sin embargo la mayoría de esos votantes busco opciones distintas al menemismo.


III) ACERCA DEL VOTO CONSERVADOR

Este argumento se funda en señalar que los más votados son Menem, el candidato de Duhalde y López Murphy .Sin embargo, entiendo que en una Argentina donde desde 1976 en adelante hubo un predominio marcado del discurso y el pensamiento neoliberal, uno puede desagregar el voto en base a una categorización mas adecuada al contexto histórico que atravesamos. Se trata de distinguir a aquellos candidatos que han enarbolado al neoliberalismo (Menem y López Murphy) como convocatoria central y aquellos que, aún con matices, han instalado otras nociones discursivas. A saber:

- Distribución del Ingreso e importancia del mercado interno

- Replanteo de la negociación sobre el endeudamiento

- Revisión del proceso privatizador y papel activo del Estado

Tanto Carrió como Rodríguez Saá, Kirchner, Moreau y las distintas ofertas de la izquierda, enunciaron con diferente intensidad las nociones mencionadas. Considerando este punto podemos presentar la votación del 27 de Abril según lo hace el Cuadro Nš 2.

Cuadro Nš2: Porcentajes de Votos en la elección presidencial del 2003 según nociones discursivas.

Voto al neoliberalismo

Votos por nuevas opciones

40,7 %

57,3 %



Como puede observarse, a diferencia del argumento que señala la importancia del voto conservador, la evidencia presentada indicaría que el primer derrotado de la elección presidencial es el neoliberalismo. Esto pese al hecho que al sumar de manera completa a los votantes de López Murphy estamos incluyendo como liberales a sectores que acompañaron al mencionado candidato en función también de una demanda de transparencia. En realidad, y de manera inobjetable, el 57% del electorado busco opciones alternativas al neoliberalismo.


IV) ACERCA DE QUE EL VOTO JOVEN FUE PARA MENEM Y EL NEOLIBERALISMO

Consideremos para examinar estas afirmaciones el Cuadro Nš 3.

Cuadro Nš3: Porcentajes de Votos de los jóvenes entre 18 y 34 años en la elección presidencial del 2003 según nociones discursivas.

Votos al neoliberalismo

Votos por nuevas opciones

42,1 %

55,9 %


Puede observarse que si bien el agregado Menem + López Murphy es apenas mas elevado (42,1%) que para los votantes en general (Cuadro Nš 2), igualmente la mayor parte de los Jóvenes entre 18 y 34 anos (el 55,9%) ha buscado opciones por fuera del neoliberalismo. Asimismo, si consideramos solo a los nuevos votantes la búsqueda de opciones no liberales crece ya que la sumatoria entre Menem y López Murphy solo asciende a un 31,3% de los nuevos votantes.


V) ACERCA DE QUE LOS POBRES VOTARON A MENEM

Esta información también debe ser replanteada a la luz de la información disponible. En primer lugar y solo como aproximación al tema debe destacarse que en el Conurbano Bonaerense la distancia de Kirchner respecto a Menem superaba los 8 puntos porcentuales. En esta misma linea corresponde evaluar los datos que exhibe el Cuadro No 4.

Cuadro Nš4: Porcentajes de Votos de los sectores de menores ingresos en la elección presidencial del 2003 según nociones discursivas.

Votos al neoliberalismo

Votos por nuevas opciones

39,4 %

58,6 %


Si bien Menem obtiene más votos que en la votación general (27,6% vs. 24,36%), lo cierto es que el 58,6% de los votantes de bajos ingresos (la mayor parte) busco opciones por fuera del menemismo y de cualquier tipo de neoliberalismo. Situación esta que se refleja en el pobre comportamiento del candidato López Murphy (11,8%) en esa franja de votantes.

En síntesis, la participación política pese a ser superior a la existente en la última elección legislativa, se encuentra por debajo de las anteriores elecciones presidenciales. Situación esta que sigue denunciando la ausencia de un lazo colectivo que vincule la practica electoral con la afirmación de un proyecto de país. Se sigue, por lo tanto, en términos dominantes, votando en soledad. Por otra parte, si abandonamos clasificaciones que remiten a identidades históricas (peronismo /radicalismo) que poco tienen que ver hoy con lo que se debate en la sociedad argentina, y lo reemplazamos por el comportamiento electoral frente a la vigencia del neoliberalismo, surge que éste ha sido el principal derrotado de las elecciones presidenciales y que tanto los nuevos votantes como el electorado más joven, así como los de mas bajos recursos, acompañan dicha tendencia. Las interpretaciones presentadas no pretenden sólo anular las anteriores. Intentan, fundamentalmente, alertar respecto a que luego del momento electoral se inicia una nueva disputa dirigida a dotar de sentido a la elección vivida. Los argumentos asociados al predominio del voto conservador, afirmado en los jóvenes y en los pobres, acompañado de señalamientos que suman los electores en las viejas identidades del peronismo y el radicalismo, intentan decirnos que nada hay en debate en la sociedad argentina y que la construcción de una opción nueva no tiene posibilidad alguna de manifestarse. La lectura de los resultados que presentamos nos dice que sigue teniendo sentido discutir la construcción de un nuevo Movimiento Político, Social y Cultural en nuestro país. Movimiento que sea capaz de alterar ese denominado voto en soledad y que nos permita dotar de sentido y sobre todo de futuro a la práctica electoral e institucional en la Argentina.


VI) SOBRE EL FUTURO

También respecto a este punto corresponde hacer algunas precisiones. Han proliferado argumentaciones que hablan tanto de la inutilidad del voto (ya que estamos en presencia de una simple interna peronista), como de otras que nos dicen que estamos a las puertas de una definición acerca del modelo de país que se aplicara en la Argentina. Es conveniente en este punto matizar las cosas y puntualizar algunas cuestiones que de manera objetiva nos indican en que etapa estamos ingresando.

Cierto es que el voto contra Menem clausura todo tipo de legitimidad para un planteo que ha hecho de la represión y la criminalización de la protesta social que engendra el presente modelo de exclusión, una clave fundamental de su presentación en sociedad. No obstante, el triunfo de Kirchner (deseable por cierto) puede o no abrir un nuevo tiempo en la Argentina. Discutir esto implica considerar dos cuestiones:

a) Nuestra Central ha sostenido desde un comienzo, el carácter restringido (limitado) que definía a las elecciones realizadas el 27 de Abril y que se completarán el 18 de Mayo. Aludíamos con esto a que estábamos siendo convocados a elegir Presidente y Vicepresidente manteniendo hasta finales de año al Parlamento actual. Parlamento que ha sido responsable de haberle cedido los poderes extraordinarios a Cavallo y que convalidara sin chistar las brutales transferencias de ingresos y riquezas que se efectuaron en el marco de la devaluación duhaldista. Parlamento que además es el mismo que obturara el Juicio Político a la Corte Suprema de Justicia Por lo tanto, el nuevo Presidente asumirá en el marco de un viejo Régimen Institucional poco apto para los cambios.

b) El Nuevo Presidente asume también en el marco de un acuerdo con el FMI que mas allá de lo que indica para la coyuntura que transcurre, define una agenda de discusión futura con el próximo Gobierno. Esta agenda plantea tres cuestiones centrales:

- Aumento de tarifas y compensación a las empresas privatizadas por los efectos negativos de la devaluación sobre sus deudas en divisas.

- Mayor ajuste fiscal (fundamentalmente sobre Provincias) con el objeto de incrementar el superávit primario llevándolo a porcentuales que oscilan entre el 3,5% o el 5% del PBI.

- Reordenamiento del Sistema Financiero con achicamiento e incorporación de capital privado en la Banca Publica.

Como puede observarse se trata de definiciones que conspiran y complican severamente la efectiva concreción de las afirmaciones que hasta el momento ha venido sosteniendo Kirchner en su campaña.

Por lo expuesto, las dos claves donde se juega la definición respecto a si la Argentina ingresa o no en un nuevo tiempo, radican en la capacidad que el nuevo Presidente exhiba para forzar la renovación institucional apelando a la legitimación popular que obtenga, y en la definición de desconocer la agenda que propone el presente acuerdo con el FMI para replantear la relación con dicho organismo y recuperar autonomía en la definición de las políticas públicas. Está claro que los tiempos internacionales que sostuvieron la aplicación de regímenes como la Convertibilidad han pasado a mejor vida. El contexto actual tiende a afirmar un nuevo esquema económico por el cual, en base a una espectacular transferencia de renta a los exportadores y manteniendo una restricción casi permanente sobre el consumo popular, se tiende a que Argentina recomponga su capacidad para afrontar los pagos de los Bonos de deuda en default. Las propias estimaciones oficiales se encargan de afirmar que la tasa de crecimiento de largo plazo que puede esperarse se ubica en el orden del 3,5% anual, al mismo tiempo que ubican en una cifra similar o incluso superior, el nivel de superávit a obtener en las cuentas publicas para garantizar los pagos. Puesto en criollo esto quiere decir que, en el mejor de los casos, todo el crecimiento esperable será transferido, si se mantiene el esquema actual, en pago de deuda. Es decir, que en la mejor de las situaciones, el ingreso disponible para la sociedad argentina no tendría variación alguna. Este es el panorama, y si no hay posibilidad de instalar la cuestión de la distribución como clave para expandir a través de la acción fiscal el consumo popular, el devenir de la economía volverá a poner en crisis la legitimidad del sistema institucional. El debate no es por lo tanto repudiar el pasado o mantener el rumbo actual. Se trata de transformar el cuestionamiento al neoliberalismo en la fuerza suficiente para replantear el rumbo de la Argentina.