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Argentina: La lucha continúa

25 de mayo del 2003

Hoy Kirchner no puede disfrutar del baño de masas del ballotage previsto por los teóricos capital-parlamentarios de la Constitución del '94, sino sólo asumir como el gobierno del capital más débil e ilegítimo de su historia
Masa y Poder XXXI

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico
"La sombra del sol en mi mano
no habló por televisión, ni
la de mi mano en el sol, ni
el niño que pide en la calle
habló por televisión. Toca
un acordeón roto con
su hueso constante."
(Juan Gelman, 'Elecciones democráticas')

"Así que dime, miserable y repugnante gusano,
¿quién te hizo alguna vez príncipe del Pueblo?"
(Thomas Müntzer, 1525)

"Desde la perspectiva del capital socialmente desarrollado, el desarrollo capitalista se halla subordinado a las luchas obreras, viene tras ellas y a ellas debe hacer que corresponda el mecanismo político de la propia producción"
(Mario Tronti, 'Lenin en Inglaterra', 1964)

Escenario político inédito: la reversión del resultado y la lucha de clases: ¿una acción fantasma del comunismo?: La renuncia de Menem a competir en la segunda vuelta, no registra demasiados antecedentes mundiales. Hay casos de quien quedó segundo en la primera vuelta, pero nunca de quien resultó primero. A la crisis de reversión temida por el diseño institucional de la Constitución de 1994 se le suma la ausencia de la legitimación de masas de la doble vuelta. Los sondeos muestran en forma coincidente que Menem se encaminaba a una derrota contundente (2 o 3 votos por Kirchner por cada uno). Las masas nuevamente bloqueaban los complejos mecanismos institucionales del "Capital-parlamentarismo". Menem ha ganado en trece de los veinticuatro distritos y en más de un tercio de los municipios. Pero la lectura de los votos nos demuestra que el PJ se aproxima más a un régimen a lo Bucaram que al PRI mexicano. En 1999 votaron por el PJ 4 de cada 10 votantes, mientras que 6 de cada 10 lo hicieron por fuerzas no justicialistas. El 27 de abril se invirtieron los porcentajes. La suma de voto por los tres candidatos del PJ estuvo en el 60%, con lo cual 6 de cada 10 votaron a expresiones provenientes de este partido, mientras que el voto por los candidatos no justicialistas alcanzó a sólo 4 de cada 10 votantes. El voto PJ se incrementa el 50% de una elección a otra, el voto por el no-peronismo baja en cambio un 50%.

El análisis "territorial" de los resultados (v. Masa y Poder XXX), muestra que en las 23 provincias se impusieron candidatos justicialistas. Menem ganó en el centro y en el norte del país (Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco, Córdoba, Santiago, La Rioja, Salta, Catamarca y Tucumán), Rodríguez Saá en el oeste (Mendoza, San Luis y San Juan), Kirchner lo hizo en el sur (Tierra del Fuego, Santa Cruz, Río Negro, Chubut) en la decisiva provincia de Buenos Aires y en dos pequeñas provincias del norte (Formosa y Jujuy). Sólo en la Capital se impuso un no justicialista de centro- derecha (López Murphy). La realidad muestra que actualmente no hay más justicialistas puros -hay menos adhesión en todas las fuerzas- que en 1999, pero el voto se incrementa, siendo la clave principal de este fenómeno el aumento del clientelismo político como política planificada de estado. Cuando De la Rúa renuncia hace 16 meses, 140.000 argentinos vivían de subsidios estatales y cuando Duhalde deje el gobierno el 25 de mayo, aproximadamente casi tres millones de compatriotas estarán recibiendo el subsidio de 150 pesos Lecop. Es decir, que quienes viven de subsidios del Estado, pasan del 1% al 20% de la población económicamente activa y dependen de ese recurso de la estructura político-profesional del PJ. 4 de cada 5 subsidios, son distribuidos desde instancias controladas por el PJ. Este aumento del clientelismo, le ha permitido al PJ mantener su vigencia en los sectores más populares, pese al gran incremento de la pobreza que ha tenido lugar durante el gobierno de Duhalde. Hoy la correa de transmisión del estado a pasado de las agencias del estado a la Nueva Clase de los políticos (lo que demuestra la actualidad de la consigna "¡Qué se vayan todos!" y el papel central del sistema de partidos políticos en la reproducción ampliada del capital). La segunda vuelta entre Kirchner y Menem, hubiera sido una suerte de definición de la interna justicialista no resuelta. Viene a ser un nuevo capítulo del conflicto por el poder y el liderazgo justicialista que Menem y Duhalde vienen teniendo desde hace una década. Si bien la victoria de Kirchner implica la derrota de Menem, pero ello puede no constituir el fin del conflicto peronista, ni siquiera la estabilización soñada por el capital. Es que la futura relación entre el nuevo Presidente y Duhalde, quien con el peso del aparato bonaerense determinó el resultado de la primera vuelta impidiendo que Menem tuviera una diferencia más importante, puede transformarse en el nuevo eje del conflicto del poder dentro del PJ. En una política "capital-parlamentaria" en la cual el factor "territorial" cada vez pesa más, los gobernadores, intendentes y dirigentes locales que han apoyado al ex presidente, prefieren dejar las cosas en la primera vuelta con sus victorias en muchos casos, antes de ser derrotados el 18 de mayo y en consecuencia quedar debilitados para las elecciones provinciales y comunales que tendrán lugar en los próximos meses. La realidad es que Menem ha dejado de ser una opción de poder gracias a la astucia de las masas. Ya no habrá Menem 2007 o 2011.

Institucionalmente, la mayoría de los constitucionalistas sostienen que de renunciar una de las fórmulas la Asamblea Legislativa consagra automáticamente a la que queda, más allá de que alguien intente alguna presentación judicial para forzar una segunda vuelta con el candidato que siga. Pero políticamente, cabe la pregunta de que si al asumir Kirchner con sólo el 22% de los votos de la primera vuelta, no quedará como un gobierno muy débil en su origen, poniendo en riesgo la futura gobernabilidad. La reversión, uno de las alternativas del mecanismo de segunda vuelta, aparece como un abismo sin horizonte seguro. Dicho porcentaje es el más bajo obtenido por un Presidente en la historia argentina, ya que es inferior al que tuvo Illia en 1963. El futuro régimen se verá privado del respaldo de una segunda vuelta en la cual puede obtener el máximo porcentaje alcanzado en una elección argentina, dado que sólo Irigoyen y Perón en sus reelecciones superaron el 60% (y que es lo que esperaba obtener Kirchner). Es así como el desenlace de un proceso electoral inconcluso plantea enormes desafíos para la gobernabilidad burguesa del país. La recuperación económica de la Argentina sigue siendo frágil con una situación fiscal difícil, un sector bancario quebrado, y un cuadro internacional complejo que va requerir nuevas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, y progreso en la renegociación de la deuda externa en el Club de París. El nuevo Presidente también tendrá que encarar una dramática situación social, producto de la más grave crisis económica en la historia de la Argentina. Desde una posición política débil, Kirchner tendrá que lidiar con un peronismo fragmentado y un Partido Radical que prácticamente ha desaparecido del escenario político al dividirse en expresiones contradictorias de izquierda y de derecha. En este cuadro de pulverización política del sistema no le quedará otra a Kirchner que tratar de gobernar por consensos perversos, buscando alianzas y acuerdos, tanto al nivel federal como al nivel estatal, para resolver los problemas nacionales.

Y es que a esta hegemonía burguesa le falta de nuevo una pata: la de la legitimidad de masas. Menem, curiosamente, de pasar de ser una solución a los problemas del capital proyectando un liderazgo fuerte (populismo neoconservador), a ser uno de los mayores problemas. Está claro que su personalización de la política y su instrumentalización de las instituciones (incluyendo el poder judicial) para satisfacer sus ambiciones personales, especialmente la búsqueda de la reelección por tercera vez cuando todavía ejercía el poder, contribuyó a postergar la consolidación democrática y del estado de derecho. También desencadenó una lógica de gasto fiscal, especialmente al nivel estatal, que afectó directamente la solvencia del país. La construcción de la democracia en la Argentina no va a ser fácil. Cuando Menem le entregó la presidencia a De la Rúa, fue la primera vez desde el año 1928 que un presidente le entrega el mando presidencial a un sucesor electo, y la primera vez en la historia del país que esa transmisión ocurre entre partidos opositores. La desaparición de la UCR sugiere la imperiosa necesidad del capital de reestructurar partidos políticos nuevos. Las gestiones de Ricardo López Murphy y Elisa Carrió en representación de opciones de derecha e izquierda desde el radicalismo, sugieren la posibilidad de la conformación de estructuras partidarias nuevas y de reconstruir el centro del "Capital- Parlamentarismo".

Pero el desafío más grande desde un punto de vista institucional burgués es la suerte del peronismo. Como gran partido único proveniente del estado (nuestro PRI), con lógicas de clientelas políticas basadas en prebendas públicas, el peronismo sigue subsistiendo en una realidad política distinta y tendrá que evolucionar en la dirección de un partido nuevo y moderno. Por lo tanto creemos que: 1) La renuncia de Menem a la segunda vuelta es una crisis institucional interna muy grave del capital; 2) plantea un gran desafío de gobernabilidad al sistema "Capital-Parlamentario", al asumir quien ha obtenido inicialmente el porcentaje de votos más bajo de la historia argentina; 3) Kirchner no podrá ser un líder político argentino tradicional y sólo recurriendo a coaliciones, acuerdos, negociaciones y consensos, podrá gobernar (efecto Bucaram); 4) El sistema "Capital-Parlamentario" entra en una nueva fase de equilibrio inestable y Duhalde y Kirchner, con sólo el 22% de los votos, no están en condiciones por sí solos de garantizar la gobernabilidad del nuevo ciclo de acumulación; 5) la reversión en el resultado en un sistema de partidos burgueses erosionado y sin retorno tiende a generar una situación prerrevolucionaria; 6) hasta septiembre se abre una vacío de poder y una oportunidad histórica para el movimiento de avanzar en la construcción de nuevas instancias de contrapoder autónomo. ¿Un prólogo del cielo?

Capital, forma estado y sistema electoral: de qué hablamos cuando hablamos de ballotage y su significado de clase: en las últimas décadas, acompañando la corrosión sin final del "Capital-Parlamentarismo" a nivel regional, la mayor parte de las burguesías latinoamericanas (en curiosa y ordenada consonancia) han adoptado el "ballotage" o mecanismo de segunda vuelta. El objeto: asegurar legitimidad plebiscitaria y lealtad de masas y recomponer el sistema de partidos en contextos de situaciones de alta fragmentación prerrevolucionaria. La expansión dramática de este recurso se dio a partir de la tercera ola de democratización capital-parlamentaria (1979-2002). En 1979 sólo dos países latinoamericanos (Costa Rica y Ecuador) aplicaban doble vuelta; en el 2002 ya son doce países los que utilizan este sistema (de los cuales nueve adoptan umbral rígido). Originalmente la idea del ballotage (Quinta República francesa) se aplicó a sistemas de elección directa con un umbral del 50% (el "majority-runoff").

Como sabemos, especialmente los argentinos, todo sistema electoral capital- parlamentario se encuentra destinado a regular sistémicamente la elección de candidatos de la Nueva Clase, aceitar el sistema de partidos y recrear ritualmente los mitos de la representación proporcional y el mandato. Siempre el sistema electoral burgués debe solucionar dos problemas básicos e independientes de dominio: 1) el carácter de la elección; 2) el establecimiento de un umbral electoral de legitimidad (un grosor plebiscitario mínimo). El primero es sobre si existirá un distrito nacional uninominal o bien un cuerpo colegiado indirecto (colegio electoral). Los ejemplos clásicos de doble vuelta indirecta son la constitución chilena de 1925 y la boliviana de 1967 y 1994. El segundo consiste en estipular la proporción "sine qua non" (votos emitidos directamente) que se consideran sistémicamente "pertinentes y suficientes" para gobernar. Este criterio apunta a establecer un limen electoral de legitimidad (un grado cero de apoyo difuso) que garantice la autoridad legal del régimen burgués. Históricamente, entrelazados con la propia lucha de clases, han existido tres principios desde la idea de representación de Mill: regla de la competencia (el del mayor porcentual es el legítimo ganador); regla de la mayoría más uno (el candidato con más del 50% accede al poder) y la regla mix (el candidato más votado accede al poder siempre y cuando cumpla con un mínimo o mantenga cierta diferencia con el segundo).

La decadencia y la resistencia pasiva de las masas al "Capital-Parlamentarismo", la disolución de la ilusión de la autonomía de lo político, el crecimiento de las fuerzas extraparlamentarias y el inicio del posfordismo han empujado al capital hacia el diseño e imposición de umbrales rígidos de legitimidad (acompañado con la obligatoriedad del voto). Con el umbral rígido la burguesía se encuentra con un nuevo problema (como vimos en las elecciones del 27 de abril): ¿qué hacer frente a un escenario en el cual ninguno de los candidatos potables del sistema alcanza el mínimo legitimador? La astuta respuesta institucional del capital ha sido la organización de la segunda o doble vuelta, restringiendo el número de partidos de acuerdo con la regla de la competencia (sólo pasan los dos o tres más votados). El mecanismo de ballotage es una solución in extremis, riesgosa, pensada para casos de alta fragmentación y donde existe (como pasa ahora con Kirchner) la posibilidad de la reversión del resultado original (se genera un ganador diferente al que hubiera ganado con la regla de la mayoría). En la práctica el sistema apunta a construir artificialmente un ganador con la mayoría de los votos válidos y recomponer la eventual crisis del sistema de partidos (reflejada indirectamente en la fragmentación/dispersión del voto nacional: su causa). La renuncia de Menem abre la discusión en el movimiento: ¿Cuáles son las ventajas y desventajas para el capital de esta transformación institucional? ¿cómo podemos evaluar los resultados para la lucha de clases de este recurso constitucional de dominio? ¿de qué manera construir el contrapoder desde esta crisis de gobernabilidad del capital? La reversión de Kirchner significa claramente para el movimiento que los problemas de gobernabilidad que tenía Duhalde se han potenciado, ya que no se ha podido ni siquiera formalizar el simulacro burgués de una mayoría artificial nacida en el marco de una polarización falsa. El régimen nuevo seguramente se bucaramizará (por el efecto de segunda vuelta de Bucaram en 1996-1997) porque su apoyo es de consenso negativo (anti-Menem) o incluso tenemos el caso de Febres Cordero. La perspectiva del capital es hoy, sin dudas, trabajar sobre la reversión y estudiar una salida a lo Fujimori (formas perversas de autogolpe institucional, o inclusos formas perversas y limitadas de Capital-Parlamentarismo).

Movimiento y dominio posmoderno del capital: masas y reversión calórica: La burguesía argentina y la Nueva Clase de los políticos profesionales han buscado con la doble vuelta instaurada en 1994 solucionar problemas de gobernabilidad generados por la crisis del "Capital-Parlamentarismo". Primero fortalecer directamente la legitimidad del presidente electo, no solamente porque supera el umbral mínimo electoral fijo sino también porque genera la ilusión que es el electorado mismo el que dirime la contienda en forma directa. En segundo lugar, el sistema de doble vuelta tendería a fortalecer la gobernabilidad posmoderna, la forma estado posfordista, al garantizar en un contexto de explosión de lo social y salida de las masas del sistema de partidos un amplio respaldo popular virtual y promover la formación de coaliciones electorales (como vemos con el ARI) entre la primera y la segunda vuelta, que fácilmente podrían transformarse en coaliciones de gobierno estables e incluso rehabilitar la vitalidad de los partidos políticos.

Pero la salida imprevista de Menem ha hecho entrar en crisis el cuidadoso diseño institucional del capital. El riojano, al patear el tablero a destruido los dos puntales del mecanismo ballotage: su valor normativo (no ha permitido que cumpla con su función) y su valor comparativo (ha destruido la mejor alternativa de construcción hegemónica que tenía hoy la burguesía: la necesidad y conveniencia frente al nuevo tipo de lucha de clases). El ballotage, que evitaba el terror burgués al vacío de poder (la elección apática de presidentes con limitada legitimidad electoral: incapaces de superar el umbral electoral mínimo) y por ende garantizaba cuatro años de gobernabilidad normal, es destruido por uno de sus propios creadores. Para la burguesía el sistema de la doble vuelta no solamente era necesario (en el contexto argentino) sino fundamental para recomponer el nuevo ciclo del capital. La reversión del resultado, el consenso negativo que obligó a bajarse a Menem, es el peor de los escenarios para el "Capital- Parlamentarismo": la carencia de una segunda vuelta que permita articular desde el estado la mezcla ideológica exacta de fuerza y consenso (establecer la fórmula de dominio y prevenir el crecimiento del movimiento).

Nuevamente fue el movimiento de masas, su uso instintivo y cínico del voto estratégico, el que no sólo bloqueo la posibilidad de Menem, sino la construcción burguesa del mito de una nueva mayoría. Hoy Kirchner no puede disfrutar del baño de masas del ballotage previsto por los teóricos capital-parlamentarios de la Constitución del '94, sino sólo asumir como el gobierno del capital más débil e ilegítimo de su historia. Y esto es gracias al nosotros, a la posibilidad de bloqueo de la maquinaria del capital, al poder constituyente del movimiento. El problema actual, de hoy ya no radica en qué sustituirá al viejo mundo del capitalismo argentino, sino que es todavía cómo abatirlo. Todavía resulta esencial saber en qué consiste, hacia dónde intenta caminar, adónde nos quiere llevar y por qué, con qué fuerzas cuenta en su interior y con cuantas luchas y con cuanto poder constituyente de las masas lo derrocamos.