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Argentina: La lucha continúa

La Triple Frontera en la mira de los Estados Unidos
¿Estaremos entre los próximos?

por Rosanna González Pena

La Triple Frontera ha dejado de ser el idílico lugar donde los argentinos comprábamos todo de a dos unidades. Hoy está sólo medio centímetro detrás de Irak, Irán y Corea del Sur como lugar poco deseable del planeta. ¿No me cree? Hace bien, lo que dicen no es tan cierto. Pero agárrese el sombrero porque la guerra psicológica ya empezó.
Y comenzó hace dos o tres años. Pero en las últimas semanas las noticias se suceden una tras otra a una velocidad vertiginosa. Primero decían que el tercero al mando de Al Qaeda, que es kuwaití y se llama nada menos Khalid Sheikh Mohammed, había estado en la región hace un tiempo visitando mezquitas y terroristas amigos. Ahora ya es Ben Laden el que entrando por nuestro país habría visitado la Triple Frontera. No es que yo considere imposible que por nuestra aduana no puedan pasar con pasaportes argentinos sin que nadie se de cuenta
Es que cuando la noticia se da a conocer siete años después (porque el bueno de Ben abría estado por estas pampas en el 95, cuando ya era buscado por los Estados Unidos), y gracias a que la CIA le brindó la información a los servicios de inteligencia brasileños, me permito dudar de su veracidad, pero no de su objetivo: ir acumulando excusas para poner un pie militar en la zona.
También ocho años después de ocurrido el hecho, el Mossad dice tener una cinta grabada que prueba sin duda alguna que el gobierno de Irán, estaría involucrado en el atentado contra la AMIA. ¿La encontraron ahora? Manejan los mismos tiempos que la SIDE buscando a Conzi. ¿La tenían desde siempre? Qué justo la usan en este momento cuando es tan funcional a los intereses americanos en su lucha contra el "eje del mal". Porque si mal no recuerdo, en épocas de muy malas relaciones de Israel con su vecino del norte, nos bombardearon con la "conexión siria".
Pero si bien todo esto me tenía preocupada, le juro que lo que me dejó con la media luna del desayuno en el cuello fueron las declaraciones de James T. Hill, jefe del Comando Sur del Ejército americano, cuando aseveró que el narcotráfico latinoamericano subsidia al fundamentalismo islámico, y que "... en América Latina existen entre tres y seis millones de personas que descienden de inmigrantes llegados de Medio Oriente". Qué tal. ¿De qué ascendencia es su apellido? ¿Cómo llegamos a esta locura, nosotros... que hasta tuvimos la bendición de tener un hijo de esas tierras como presidente? No che, era un chiste... le juro que no trabajo para la CIA.
Todo este delirio empezó hace años y lejos de acá. Tras los atentados contra la embajada de Israel y la sede de la mutual de la comunidad judía en Buenos Aires, y especialmente después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos decidió que el área fronteriza entre Argentina, Brasil y Paraguay, donde viven más de 10 mil personas de origen árabe, era un hervidero de terroristas.
Para el imaginario social de nuestros países, la Triple Frontera estuvo asociada a actividades de contrabando y otros ilícitos desde hace tiempo; pero fue en noviembre de 2001, cuando supuestamente se encontró un mapa de la región en una "casa de seguridad" de Al-Qaeda en Kabul, Afganistán, que la Triple Frontera cambió de "status". Este giro no sólo la sacó de algunos folletos turísticos del primer mundo, sino que la colocó en la mira de una campaña antiterrorista.
La triple frontera consiste en tres ciudades: Foz de Iguazú (Brasil), Puerto Iguazú (Argentina) y Ciudad del Este (Paraguay). Es un área de gran actividad comercial con el atractivo turístico de las Cataratas del Iguazú, las más altas de nuestro continente y una de las más altas del mundo. La población está formada por una mayoría de inmigrantes de origen libanés, pero también hay descendientes de egipcios, chinos, coreanos y croatas.
Ya en diciembre de 2001 Francis X. Taylor, entonces coordinador de Antiterrorismo del Departamento de Estado de Estados Unidos, declaró en Asunción del Paraguay: "Organizaciones extremistas del Islam, como Hezbolá, Hamas, al Gamaat al Islamyya y otras utilizan esta zona pujante como base de apoyo al terrorismo". En ese momento dijo basarse en información proporcionada por las "fuerzas del orden y oficiales de inteligencia de los gobiernos involucrados", pero no proporcionó datos más específicos. Quizás a los americanos los maravilló, porque los pobres no conocen como nosotros a nuestras fuerzas del orden y a nuestros oficiales de inteligencia.
Pero las cosas no quedaron allí; en declaraciones que prestó el 24 de abril de 2002 ante la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, J. Hutchinson, jefe de la DEA, dijo que se sospecha que las actividades ilegales que llevan a cabo estos grupos van desde la falsificación de moneda estadounidense al contrabando de sustancias ilegales a través de la región de la triple frontera. Agregó que la situación en esa región "pone de manifiesto la facilidad con la que las organizaciones terroristas pueden infiltrarse y asimilarse en otros países y pasar relativamente inadvertidas durante un largo período de tiempo".
El diario Washington Times, conectado a la secta Moon y con excelentes relaciones con la Casa Blanca, reportó sobre los planes de la administración Bush de establecer un "comando global" en la Triple Frontera. El New York Times, por su parte, publicó que pobladores de la Triple Frontera han contribuido con más de 50 millones de dólares al terrorismo islámico. Parece excesiva semejante afirmación cuando la única prueba mencionada a la BBC por el comisario paraguayo Carlos Altemburger, es una carta de agradecimiento que individuos relacionados a Hezbollah les enviaron a comerciantes libaneses de la región.
La pregunta que hay que hacerse de manera obligatoria es ¿cuántas cartas similares fueron dirigidas por la mismísima Al-Qaeda a miembros de la familia real saudita, por ejemplo, sin que logren cambiar el status de Arabia Saudita de aliado de Estados Unidos a guarida de terroristas? Miles de bien probados terroristas islámicos son de ese reino, donde no hay democracia, donde no se respetan los derechos humanos y donde le han volado más de una base a los americanos. Pero los amigos son los amigos y a los sauditas no se los toca.
Las pruebas contra los supuestos terroristas de la Triple Frontera son tan poco serias como los frecuentes despachos sobre el tema de CNN cuando cita "fuentes de Inteligencia". Sin embargo, mientras las autoridades de Brasil y Paraguay las han rechazado sistemáticamente, en Argentina por diferentes razones, los gobiernos de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, prefirieron tomarlas en serio.
Nuestro país, a diferencia de Brasil, ha permitido el ingreso de fuerzas especiales norteamericanas a la provincia de Salta, en la segunda quincena de octubre de 2002, a espaldas del Congreso y la opinión publica nacional. Además, ha autorizado un nuevo ingreso de tropas americanas en abril de 2003, nada menos que en la provincia de Misiones. Esto último, en el marco de una nueva doctrina estadounidense sobre espacios vacíos o ingobernables, en los que se asentarían las "fuerzas del mal" que acechan a los pueblos y gobiernos democráticos. Lo nuestro es realmente imperdonable. Mientras tanto Brasil y Paraguay son los países más interesados en terminar con la "campaña sucia" contra la Triple Frontera, que tanto daño ha causado a la industria turística y al comercio de la región, y que tan peligrosa se torna ante la nueva realidad mundial.
El jefe de la delegación argentina, en la última conferencia sobre el tema, Marcelo Huergo, enfatizó que "lo importante es que, ésta es un área donde pueden desplegarse ciertas actividades ilícitas, sobre todo para su financiamiento. Por lo tanto, las cuatro Cancillerías están creando un mecanismo ‘ad-hoc' -Unidad de Inteligencia Financiera- para ayudar a despejar las dudas y descubrir si verdaderamente existe este tipo de operaciones. Como bien sabemos, el financiamiento del terrorismo es un delito grave". Justo lo que el jefe Hill del Comando Sur estaba esperando oír de uno de los gobiernos involucrados.
Lo real es que desde los años 90 la CIA, el FBI, el Mossad y organismos de inteligencia de los países del Cono Sur, no encontraron hasta la presente fecha, ni un solo indicio de la presencia de supuestos terroristas en esa zona. Más que un trabajo de servicio de inteligencia, parecen estar fabricando una realidad que no existe más que en sus interesadas mentes.