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Argentina: La lucha continúa

¿Aumentar los sueldos ó
pagar laDeuda Externa..?

 

por Raul D'atri

¿Quién no recuerda a la pastorcita de los relatos infantiles, que con grácil caminar llevaba un pesado cántaro de leche recién ordeñada...? La niña se imaginaba cuántas cosas iba a conseguir canjeando su preciosa carga, hasta que un tropezón dio en tierra con la leche....¡y con sus sueños!
En esta Argentina de fines del 2003, está pasando lo mismo: las proyecciones de los economistas prevéen que el producto bruto crecerá dos puntos más de lo calculado en el Presupuesto Nacional para el año 2004. Y como ese aumento representa muchos millones de pesos, ya se ha abierto la disputa para ver quién se queda con esa tajada.... ¡aunque la leche todavía está sin vender!
Aún así se cruza, una vez más, la opción de hierro: ¿Deuda Externa o Deuda Interna?
Lo más probable es que la gran mayoría del pueblo terminará como la pastorcita del cuento: con los sueños hechos trizas, junto con el cántaro que se cayó en un descuido.
Si NO se cumplen las previsiones de periodistas y economistas, quedará en pié un Presupuesto Nacional que hacia adentro repartirá pobreza, para destinar un quinto del ingreso a calmar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus clientes.
Pero si no hay un terremoto financiero o político-económico y efectivamente se recauda más de lo calculado, queda abierto el acertijo de quién se quedará con la tajada...
Las alternativas que se barajan son cinco:
1: Aumento de sueldo a los estatales
2: Aumento del subsidio para jefes y jefas de hogar desocupados
3: Aumento de la inversión en Obra Pública
4: Aumento de las partidas para Educación o Salud
5: Aumento de los pagos de la Deuda Externa, para "endulzar" a los acreedores.....
En realidad, no son varias alternativas sino una opción entre dos términos inconciliables: pagar parte de la Deuda Interna (las primeras cuatro variantes) o aumentar la cuota ya presupuestada de la eterna Deuda Externa.
Algo así como "endulzar" a los ofuscados acreedores externos, dicen los eternos negociadores que nos representan (¡¿?!)
Dilema que la gran mayoría ha resuelto a favor de la segunda, si atendemos en qué sentido se ha pronunciado la ciudadanía en las elecciones realizadas en los últimos meses.
Básicamente, en lo referido al pago de la Deuda Externa, los distintos partidos y listas de candidatos se agruparon en dos posiciones definidas, más allá del doble discurso que pretendía insinuar fórmulas intermedias que en la práctica no existen (por aquéllo de que no existe el medio embarazo...¿vió?):
--las propuestas de la Izquierda, de escasa significación porcentual en los resultados comiciales, rechazan la Deuda Externa por inmoral, ilegítima, ilegal e impagable.
--los partidos tradicionales, en cambio, restablecieron en la función pública la aplastante hegemonía de sus candidatos, ya repuestos del susto de "que se vayan todos"; y esa clase político-dirigencial, más allá de escisiones y maquillajes, fue la responsables del escandaloso endeudamiento externo, la entrega del patrimonio nacional y las demás políticas neoliberales, incluyendo la estrepitosa caída del salario y el desempleo genocida.
Podrá decirse que las víctimas del saqueo neoliberal –asalariados, desocupados, PyMES fundidas y endeudadas, etc., etc.— escupieron para arriba cuando restituyeron a sus verdugos en sus funciones específicas.
También se podrá dar cuenta de la favorable impresión que ha generado en la opinión pública, la actitud de las autoridades nacionales, que mantienen duros tironeos con el Fondo Monetario Internacional y los acreedores externos, incluyendo las severas críticas al ALCA y el congelamiento transitorio de los aumentos de tarifas de las empresas extranjerizadas.
Del dicho al hecho, hay mucho trecho, en esta Argentina de la olvidada revolución productiva...
Mientras tanto, es saludable que los sectores populares se movilicen en demanda de lo que legítimamente les corresponde; y que en esa movilización definan a cuál de las dos opciones apuestan sus fuerzas.
Habrá quien considere que ese pronunciamiento será tardío.
Otros, en cambio, por aquello de que la unión hace la fuerza, confian que el poder de un pueblo unificado en defensa del interés común, es irresistible; y terminará por imponerse a sus representantes a través de los cuales, según la Constitución Nacional, ese mismo pueblo delibera y gobierna.