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Argentina: La lucha continúa

JUAN CYMES
Un grande se fue (*)

Martín Tellechea nos aviso que fallecio Juan Cymes. A partir de las 21 horas de hoy, miércoles 12 de noviembre, su cuerpo es velado en la calle Directorio al 5.400 y Miralles, en Mataderos, su barrio.
Hace un mes estaba atendiendo unas compañeras extranjeras, creemos que peruanas Juan Cymes se desvanecio y al dia siguiente Carlos Armando de la Villa de Retiro lo encontro con los ojos hinchados arrastrándose en un charco de sangre, lo habian drogado y golpeado, 30 dias después que un puntero de Macri le metiera un puñal a Guillermo Villar, el flaco de la radio de la Villa, la mano derecha de Juan, director del preciado botin de las. 60 hectareas de la mutual Flor de Ceibo.
Juan aparecio ahora con su salud complicada por los coagulos de los golpes que le dieron, lo operaron y se les fue. Ahora habia complicaciones para entregar su cadáver, vaya uno a saber porque.
Ibarra le habia prometido un lugar en la lista de legisladores, si se bajaba de la lista propia, pero como suele suceder, lo mandaron al lugar 24, y por supuesto, no acepto.
La Nac&Pop le ofrecio su apoyo en las elecciones y honro la mesa de los sueños de los compañeros de utopias de la agrupación Oesterheld.
Sus dos armas han sido: No transigir y no pedir nada para el.
Juan Cymes fue un duro, un luchador, un hombre integro que enfrento el poder en los lugares mas difíciles, donde la represión es mas simple y mas brutal. Donde se esta mas indefenso.
Un hombre que lucho junto a Sebastián Borro en el frigorífico Lisandro de la Torre, que estuvo en Punta del Este con el Che como mensajero del campo popular y la izquierda argentina para contarle la verdad del pais.
Ahora le haran un monumento aquellos que en vida no le dieron ni bola.

Compañero Juan Cymes
¡¡ PRESENTE!!!
MG/N&P


Reproducimos para Uds. esta nota que le hiciera el excelente periodista Eduardo Blaustein como parte de un trabajo suyo sobre las villas miseria, de la epoca pre piquetera.
MG/Nac&Pop
Primera presentación: Juan Cymes.
Una nota de Eduardo Blaustein Su nombre es relativamente legendario no sólo para la población villera de Capital sino para los villeros de La Matanza, como los del barrio Las Antenas. Como él mismo dice, esa zona villera de la provincia no es más que la continuidad natural de otras villas de Capital, con ejes de salida que parten, entre otras vías posibles, de la avenida de los Corrales. A los efectos de estas páginas, afirmar que el nombre de Juan Cymes es largamente conocido por los dirigentes villeros porteños (y por los numerosos funcionarios que lo sufrieron) lleva implícito el hecho de que el hombre no tiene por qué ser conocido para la sociedad no villera. La incomunicación entre ambos mundos hace a la esencia del tema.
El apellido, aclara él, es de origen turco. Pero él mismo, legendario también por lo locuaz, se apresura en aludir a su madre de origen polaco y sin embargo criollista y tanguera. Juan Cymes nació en un conventillo, no el de la calle Olavarría, sino en uno de Mataderos. Dice haber mamado de su madre una cierta sensibilidad que va de lo barrial solidario a lo nacional-popular y dice que ya a los quince, en ese mismo conventillo, era líder de pequeñas causas. Lo irá reiterando y subrayando en una conversación de cinco horas en un bar de San Juan y Entre Ríos: crianza en barrio obrero, picados en los potreros, con los vecinos de las villas cercanas, cero discriminación. Tanguero al límite de lo obsesivo: fundador del Círculo de Amantes del Tango, animador de charlas y espacios radiales, Juan Cymes bautizó a sus dos hijos Homero y Pichuco y se jacta de retener en la memoria la cifra exacta de 1200 letras desde el primer verso al último. Su fracaso en el programa Odol pregunta, se excusa, fue producto del azar.
De manera tal que Cymes, cuyo testimonio aparece aquí como el primero de dirigentes villeros que consiguieron sobrevivir al Proceso, escapa al estereotipo del villero morocho y correntino, santiagueño o de Jujuy. Y si es el primero en ser citado es porque Cymes ya estaba en Capital en los años de la Libertadora y porque fue entonces o poco después que tuvo su primer contacto con las villas como militante social. Ocurrió el día en que un amigo del bario de Lugano, compañero de trabajo en la fábrica Camea del entonces ignoto metalúrgico Lorenzo Miguel, le pidió ayuda para solventar cierto problema que se presentaba en la villa Cildáñez. Por entonces el arroyo corría sin tubo, a cielo abierto.
Eran también las épocas de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, épocas arduas, y parece ser que en la Cildáñez había cierto oficial de policía que tenía por costumbre sobrepasarse en el ejercicio de la autoridad. Así que Juan Cymes acompañó a su amigo metalúrgico hasta la villa. Ambos, junto a todo un grupo de pendejos de 18, 19 años, convocaron a reunión de vecinos y mediante el sencillo exhorto de -no dejarse atropellar por un hijo de puta, sembaron la semilla de una primera comisión vecinal y provisoria. Después se convocó a comicios.
Cymes merodeaba por entonces las juventudes de la intransigencia radical, a pocos pasos de los resistentes peronistas y siguiendo como se podía la línea Yrigoyen-FORJA-Lebensohn. Su merodeo fue más o menos efímero: de la UCRI lo expulsaron. Al poco tiempo fundó su primer ateneo -El Combatiente- y ahí nomás alcanzó a entrevistarse y abrazarse en Punta del Este nada menos que con Ernesto Guevara. A punto estuvo de enlistarse en los planes del Che para crear uno, dos, miles de pequeños Vietnam. Cuando primereaban los ’60 y despuntaban ya las primeras radicalizaciones ideológicas, Juan Cymes optó por una cierta forma de la sensatez que consistía en no despegarse ni de las bases ni de los territorios a los que se pretendía liberar.
En los ’60 se negó a tener hijos con su primera compañera. Sólo porque no entendía a los que pretendían hacer una Revolución con hijos a cuestas, dados los dolores de cabeza domésticos que suele aparejar la venida de los hijos. La ausencia de hijos, las idas y vueltas de su vida militante, apuraron la separación de su mujer. A su segunda esposa la conoció mucho después viviendo en la villa 15 o Ciudad Oculta, una denominación que él detesta, por discriminadora. -¿Oculta de qué? Quién se oculta?.
Cuando los tuvo, Homero y Pichuco, sus hijos, se criaron en las villas.